«El poder necesita a gente como Paesa para hacer el trabajo sucio»
La historia acaba de ser llevada al cine en la película El hombre de las mil caras.
Desde 1998 hasta 2005, Francisco Paesa fingió estar muerto. Pero Manuel Cerdán consiguió dar con él en París y con ese encuentro reapareció la pesadilla para muchos que preferían que este «espía de las mil caras» –como lo llama el periodista alicantino (Aspe, 1954)– hubiera desaparecido. Ahora el director Alberto Rodríguez ha llevado su historia al cine y Cerdán, que se inició en el periodismo en INFORMACIÓN, ha reeditado y actualizado el libro sobre este personaje que ya tiene 80 años y que nunca pisó la cárcel.
¿Cuándo oyó hablar por primera vez de este personaje?
Este hombre se convierte en personaje público en el 88 cuando intenta presionar a una testigo de los GAL, enviado por los jefes de Interior. Hasta entonces era un personaje de la jet poderosa europea, un gigoló, una especie de James Bond a la española. Tenía un banco en Suiza, era un tipo con crédito y con imagen. Pero a partir de entonces se conoce la imagen chusca del personaje que es su relación con los servicios secretos, con los GAL, con el tráfico de armas, que ha vendido armas a ETA...
¿Y qué es lo que le llevó a seguir su trayectoria?
Es un verdadero crisol de nuestra historia, es que lo toca todo. Entra en las entrañas de ETA y les vende unos misiles; después se convierte en un truhán, engaña a Roldán y a Belloch. Yo tengo una teoría y es que al final de la historia de la Transición se puede ver ese fondo de cloaca donde estos personajes han funcionado en la sombra. Por eso lo mejor era que no volviera nunca. Solo hay que ver que con todo lo que montó jamás ha pisado una cárcel ni ha tenido un proceso judicial complicado. Le birló 1.500 millones de pesetas a Roldán, limpitos, y después 300 millones de pesetas a Belloch al mismo tiempo para ofrecerle la cabeza de Roldán. También es verdad que esa osadía le llevó a desmantelar un aparato importante de ETA, pero hizo más mal que bien en el resto de las operaciones que realizó.
Espía, traficante de armas, estafador, colaborador de ETA y hasta gigoló ¿Cómo lo definiría?
Es un buscavidas, un superviviente, una trapa de las alcantarillas del poder; si la destapas sale todo fuera. Ha logrado que un montón de asuntos de la reciente historia de España queden todavía sin resolver. Por eso le han tenido siempre alejado de la justicia, blindado, y Belloch le blanqueó la vida, no tengo problema en decirlo. Ahora vive en París pero se renueva el pasaporte en el consulado español. Paesa aprovechó que el poder necesita siempre a gente como él para hacer los trabajos sucios.
Hasta Paesa no habíamos hablado de espías españoles, algo que nos parecía inexistente en nuestro país.
Paesa era un trabajador de campo, un gran enlace porque controlaba toda Europa. Tenía gran relación con lo servicios secretos franceses, israelíes y hasta con la CIA. Y en ese mundo no preocupa la suciedad sino la razón de Estado. Eso hoy día creo que es impensable, se ha hecho una catarsis y personajes como Paesa sería difícil que ahora prodigaran. Ahora hay una mayor operatividad con el terrorismo yihadista. Por ejemplo, en la gran operación que ha habido en Bélgica contra los terroristas que atentaron en Bruselas, el dato salió de aquí, del CNI de Madrid. Los servicios secretos españoles tienen un gran nivel y una gran estima fuera de España.
Su vida es tan compleja que usted dice que ha escrito una historia periodística a ritmo dethriller cinematográfico.
El gran error que cometemos los periodistas es que escribimos para nuestro ombligo y los lectores no se enteran. Yo quería escribir un thriller pero que arranca desde la realidad. Yo empiezo el libro contando una visita que yo le hago a Roldán en la cárcel y me da una pista de que Paesa sigue vivo y acabo cuando le encuentro en París en 2005. Es un libro de difícil escritura porque toca muchos palos. Es ficción el estilo pero el fondo es información contrastada basada en documentación, en testimonios, en investigación.
¿Cómo periodista qué es lo que más satisfacción le ha dado?
Estoy contento porque le localicé en París y pude hablar con él dos horas, si no lo hubiera encontrado hubiera sido una frustración. El Paesa que yo vi en 2005 y el de ahora no ha cambiado mucho. Poco ha tenido que hacer desde entonces a ahora. Pero después de escribir el libro y publicarlo y revisarlo, lo que más me duele, lo que peor sabor de boca me queda, es que este hombre haya quedado impune; la maquinaria de justicia no ha funcionado. Ese es un mal ejemplo para los españoles.
Con la perspectiva del tiempo, ¿se hicieron muchas cosas mal?¿Se ocultó la verdad?
Totalmente, en el prólogo de mi libro acabo con ese demoledor mensaje. Hay una larga lista de asuntos sin esclarecer, como la venta de unas pistolas a ETA por parte de Roldán; la entrega de Roldán y la desaparición de su botín; los papeles de Laos, incluyendo al ministro del Interior y algunos policías; la presión a los testigos de los GAL; fingir la muerte en Bangkok... Para mí sería una satisfacción que ahora existiera una especie de revisión para que supiéramos qué ocurrió.
¿Y qué hace ahora?
Está en París. Se mueve entre París, Luxemburgo, Madrid y alguna incursión a Marbella. Viene de manera discreta.
¿Hay muchos «paesas» españoles sueltos?
Alguno hay por ahí. Hemos tenido hace poco el personaje Villarejo que se ha hecho muy público, el policía que se movía desde las sombras. Pero el éxito de los servicios secretos es que su trabajo no trascienda a la opinión pública. Entonces sí los hay pero hoy en día el enemigo que tenemos exterior se nos va de las manos y no hay ninguna componenda política en torno a ese terrorismo. Es de difícil entrada porque es un grupo muy cerrado, pero hay muchos infiltrados en el islamismo radical de España.
¿Supongo que ya ha visto la película de Alberto Rodríguez?
La he visto dos veces y es un thriller de carácter español porque tiene un trasfondo de amor como de patio de Rinconete y Cortadillo. Los actores, Eduard Fernández como Paesa y Carles Santos como Roldán, lo bordan y del director poco podemos decir, es un tipo acreditado. Creo que va a popularizar al personaje. Yo he querido que los que tenían 16 años cuando salió el libro, ahora con 25 años al ver la película se enterarán de quién era el personaje y quieran leer el libro también.
¿A Paesa le gustará?
Pues esta gente es tan ególatra que les gusta salir aunque sea para mal. Aunque Paesa no queda tan mal parado, al que machaca es a Roldán. Al que no le va a gustar es a Roldán...
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