PEREGRINAR A COMPOSTELA
EN LA EDAD MEDIA
Bajo el título "Peregrinar a Compostela en la Edad Media", un libro que habla sobre la historia del legendario camino jacobeo y el fenómeno de las peregrinaciones.El historiador Jaime Nuño y el ilustrador historiador Chema Román cuentan en sus páginas los motivos que impulsaban a las personas a realizar el viaje, los peligros que sorteaban, y los pormenores del día a día del caminante. Los peregrinos de aquella época no contaban con la información que tienen los peregrinos en la actualidad. El historiador explica esa tesis con un ejemplo: “Es como si ahora mismo alguien quisiera atravesar África de norte a sur sin un mapa”.Fue editada por la Fundación Santa María la Real del Patrimonio Histórico, institución que trabaja por iniciativas que promuevan el patrimonio natural, social y cultural de España.
Peregrinar a Santiago de Compostela en la Edad Media, un camino peligroso, de devoción y sin GPS.
"El peregrino podía toparse con tumultos o guerras, con barqueros codiciosos y un enjambre de oportunistas; se arriesgaba a tomar agua y alimentos a los que no estaba acostumbrado, a enfrentarse a enfermedades, accidentes o extravíos", indican los autores en el libro. También había hospitales en las diferentes rutas aunque no como se conocen hoy en día. Se trataba de edificios orientados a acoger a niños huérfanos, viudas, pobres y peregrinos. Allí, los caminantes recibían algo de pan, vino y una cama donde dormir. Una persona sana podía recorrer una media de 30 kilómetros al día -o hasta 100 si iba a caballo- y los itinerarios eran muy desiguales.
En cuanto a los motivos, el principal era la religiosidad, al igual que en la actualidad -el 47% lo siguen haciendo por esta razón exclusivamente-, aunque los peregrinos medievales eran más devotos y muchas veces se desviaban del camino para visitar santuarios cercanos en los que venerar reliquias de algunos santos esperando que les concedieran un milagro. Tal y como se puede leer en el libro, "hacer tal viaje aportaba una compensación espiritual enorme, además de un caudal de de experiencias que hacían del peregrino un auténtico héroe, modelo de valentía y virtud".
Según los últimos datos de la Oficina del Peregrino, en el mes de julio de 2016, Jubileo de la Misericordia, llegaron a Santiago 45.483 peregrinos, frente a los 42.472 del anterior Año Santo, una tendencia que se repite mes a mes. En total, en lo que va de año, han realizado el camino más de 146.500 peregrinos. Se espera que se bata el récord histórico alcanzado en el Año Santo 2010 cuando 272.135 peregrinos llegaron a la tumba del Apóstol.
La fe y la espiritualidad medievales constituyen la explicación de uno de los fenómenos más extendidos en el viejo continente: las peregrinaciones. La peregrinación jacobea, en su origen, tiene hondas raíces religiosas y no puede entenderse fuera de ese contexto espiritual del medievo. La tradición del Camino de Santiago, arrancó en la Alta Edad Media (s. IX-XIII) pero aún en nuestra sociedad occidental del consumo y el bienestar, llena con fuerza, un hueco espiritual importante.
En el contexto actual, se hace difícil reflexionar acerca de los motivos que iniciaron las peregrinaciones jacobeas y sobre los factores que ayudaron a su consolidación. Cuesta imaginar las dificultades que presentaba la ruta para el peregrino medieval o los servicios que éste hallaba a lo largo del camino, e incluso es difícil pensar en las motivaciones que podían llevarle a iniciar un viaje tan incierto y complicado.
El Camino de Santiago en la Edad Media
El Camino de Santiago ha significado en la historia europea uno de los primeros elementos vertebradores del viejo continente. El hallazgo del sepulcro del primer apóstol mártir en el siglo IX supuso encontrar un punto de referencia que contribuyó a la consolidación de los territorios conquistados por las emergentes monarquías cristianas, además de abrir diferentes vías de conexión con la Europa cristiana y con el mundo musulmán de Al-Andalus.
La ruta jacobea históricamente representa una importancia económica, cultural, artística, urbanística, articuladora del territorio, y otros muchos aspectos.
El mundo medieval
Hacia el año 776, un monje de Liébana, Beato, extraordinariamente importante en la vida del reino astur, redactaba unos Comentarios al Apocalipsis de san Juan, uno de los libros más leídos, copiados y difundidos de la Alta Edad Media europea, del que se poseen bastantes ejemplares fechados entre los siglos X y XIII. En él se afirma, recogiendo la tradición contenida en el Breviarium apostolorum, la predicación de Santiago en España, noticia por entonces difundida por toda la Cristiandad y, de hecho, recogida en diversos códices, desde el Sinaí y Africa a las Galias y Germania.
Tras la caída de Roma, una Europa occidental fragmentada recuperó poco a poco la unidad a través del cristianismo. La nueva creencia promovió la idea del homo viator, un hombre que viajaba incansablemente en busca del Paraíso y la vida eterna. Su cosmovisión diferenciaba un mundo conocido, el existente alrededor del Mediterráneo, de otro misterioso lleno de monstruos y seres extraños. El viajero que se aventuraba en esas tierras lejanas, con nombres de reinos bíblicos, nunca volvía. Un océano exterior rodeaba los tres continentes. La búsqueda de la salvación eterna y de nuevos mercados más allá de las tierras conocidas contribuyó a dibujar, con el paso del tiempo, el mapa del mundo que hoy conocemos.
Santiago de Compostela se convierte en centro de peregrinación cristiana con los cambios que se estaban produciendo en la Península.
Sobre el origen del camino
El origen del Camino de Santiago es difícil de precisar, unas veces por el carácter legendario de los relatos, otras por las incertidumbres de los cronistas de la época. Sin embargo, la historia del descubrimiento de la tumba fue rápidamente divulgada y aceptada por la sociedad de la Alta Edad Media.
En este ámbito se presenta una revisión de los hechos, mitad históricos, mitad legendarios, que condujeron al establecimiento de Santiago de Compostela como lugar de peregrinación. Entre estos hechos se destacan tres momentos importantes: la muerte y decapitación del apóstol en Judea, donde había regresado tras predicar en tierras hispanas; el posterior robo y traslado de su cuerpo (translatio) de Palestina a Galicia en una barca de piedra; y el descubrimiento del sepulcro (inventio) por el eremita Pelayo y el obispo de Iria Flavia Teodomiro.
La construcción del camino
Entre los siglos IX y XIII, antes de convertirse en una ruta exclusivamente religiosa, el camino servía también para intereses políticos. Los nuevos reinos cristianos vieron en el descubrimiento de la tumba de Santiago y la peregrinación una forma de consolidar los territorios reconquistados, a la vez que aseguraban su hegemonía con la unión del poder civil y el religioso.
En este ámbito, los personajes que contribuyeron decisivamente a consolidar la ruta jacobea, van desde Alfonso II, artífice de las primeras peregrinaciones, hasta los Reyes Católicos, cuyo reinado coincidió con el fin del esplendor del camino. Asimismo, se habla de la consolidación de la devoción al apóstol a través de las distintas imágenes que existen de Santiago: Santiago magister, sedente y majestuoso; Santiago peregrino, con sus atributos ?sombrero, bordón y morral; y Santiago caballero, armado sobre un caballo blanco. Existían diferentes tipos de peregrino, segun sus lugares de procedencia y los objetos más característicos que llevaban con ellos, como el morral, el bordón o la vieira.
Un camino de vida
El camino fue en la Edad Media una vía densamente transitada. Generó una gran diversidad de actividades e intercambios. Todo este movimiento provocó que las poblaciones por las que pasaba el camino se convirtieran en mercados de mayor o menor importancia, donde los productos locales se intercambiaban por aquellos que venían de otras tierras.
Para el éxito del Camino de Santiago no bastaba con la protección ideológica y política, hacía falta también un esfuerzo a la hora de dotarlo de las infraestructuras necesarias. La peregrinación a Santiago impulsó de forma espontánea y sin planificación la construcción de una importante red de caminos, que rápidamente fue modificada y adaptada, configurando un sistema de vías rápidas y seguras, equipadas con sus correspondientes servicios (hospitales, posadas, etc.) y también con sus peajes, pasos fronterizos y centros de control.
Sin negar la relevancia de muchos de los monumentos que se encuentran en el Camino de Santiago, la catedral compostelana merece un capítulo aparte. Estrechamente vinculada al arte del camino francés por su decoración escultórica y su arquitectura, constituye el máximo exponente de lo que ha sido definido como iglesia de peregrinación. La percepción de la catedral medieval por parte del peregrino se producía desde un monte situado en las afueras, donde por primera vez se divisaba el lugar sagrado que se iba a visitar. Este montes gaudii significaba un punto de inflexión en la ruta, ya que desde allí los peregrinos que la recorrían a caballo continuaban a pie y, en algunos casos, incluso descalzos.
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