viernes, 2 de septiembre de 2016

DOCUMENTAL "EL CHIVO EXPIATORIO": CHISME, PREJUICIO, ENVIDIA, LINCHAMIENTO, INOCENTES



La figura del ‘chivo expiatorio’, aquel que carga con las culpas, está presente en varias culturas y en diferentes épocas: desde los griegos a la actualidad.

El documental recorre la historia a través de algunos de sus chivos expiatorios, ‘cabezas de turco’, mientras se pregunta por las claves psicológicas y neurológicas de esta antiquísima práctica que ha llevado a miles de inocentes a la muerte o el destierro. Porque eso era lo que se hacía con el chivo expiatorio, sacrificarlo para redimir los pecados del grupo o mandarlo al desierto a una agonía más lenta… Una narración en la que se mezcla la pulsión por encontrar culpables a los males que nos acechan, con el vicio de acusar y la culpa. Y se descubre el correlato evolutivo y cerebral de costumbres como la lapidación, las ejecuciones públicas, los linchamientos.

Un rebaño de ovejas: El sacrificio. La expansión de un rumor en la red y fuera de la red, la investigación histórica o el seguimiento de un ‘juicio mediático’ son algunos de los elementos narrativos del documental.



La historia del chivo expiatorio raramente la cuenta quien le da nombre.
La víctima propiciatoria no puede o desconoce el relato.
Otras son las voces que narrarán el sacrificio. Cuentan que así
se construye el mito.
El mecanismo del chivo expiatorio es un mecanismo por el cual
el grupo se libera de la tensión atacando a alguien.
Eso es sociológicamente explicable.
En tiempos de crisis surgen las fobias y los odios y la búsqueda de chivos expiatorios.
Como ocurre también con los animales, como ocurre también con los primates, que pueden castigar cuando están en un momento de tensión muy grande al elemento más débil.

Una crisis española muy dura económicamente hablando fue la crisis de comienzos del siglo XVII que es una crisis que tiene ciertas semejanzas con la sociedad actual porque es una crisis de desesperanza.
En ese momento se empiezan a inculpar más a las mujeres como chivos expiatorios.
El señalamiento es la clave, que alguien sea señalado.
La clave no es la culpa.
Tener un chivo expiatorio es no ser consciente que uno tiene un chivo expiatorio. Pero sí hay ciertos individuos que conocen, saben muy bien cómo funciona este mecanismo, sucede en pleno siglo XXI se produce igual que se producía hace miles de años en las tribus más primitivas.
Y pondrán sus dos manos sobre la cabeza del macho cabrío y confesará sobre él todas las iniquidades de los hijos de Israel.
El chivo expiatorio es una presencia constante en las sociedades humanas. Un mecanismo que rara vez falla a su cita con los momentos más oscuros del paso por la Tierra del homo sapiens sapiens.

Un mito, un relato, un sacrificio.
Y así parece ser desde que el mundo es mundo. A un sacrificio no es raro que le siga una historia, una tragedia, un melodrama. Un thriller psicológico o una tragicomedia. Una escena de horror, un texto sacro, Jesús crucificado y Katharina Henot quemada en la hoguera.
Esto del chivo expiatorio tanto Sapolsky como Frans de Waal y muchos investigadores lo han estudiado mucho.
El pobre chivo la verdad es que se lleva todo lo peor en muchos casos no solamente participa el agresor inicial sino también el primer agredido y además los animales que apoyan a ese agresor. Entonces puede recibir una agresión de muchos individuos. Es un animal que está muy bajo en la escala de dominancia, en el grupo, en la jerarquía, con lo cual permanecerá ahí debajo sin ningún vínculo afiliativo sin animales que le apoyen...

Los grupos humanos son muy permeables al mimetismo. Una vez que alguien hace una conducta por primera vez es muy propio que los demás imiten esa primera conducta, no hay nada más mimético que la violencia. La unanimidad persecutoria condena a la víctima a no tener ni un solo apoyo ni un solo ser humano solidario con su causa en un entorno cada vez más imbuido de mimetismo, cada vez más embalado, es el embalamiento mimético que termina linchándolo y expulsándolo. Esa mutua imitación, esa tensión, esa tendencia a imitarse los individuos unos a otros conduce a toda serie de epifenómenos, los más importantes los celos, la rivalidad, la envidia y la violencia psicológica.
La tensión para convertir al chivo expiatorio en alguien verdaderamente merecedor del maltrato o del linchamiento es fortísima. De tal manera que la tendencia es a no querer ver ningún dato que pueda contrarrestar esa versión mítica que es la culpabilidad de las víctimas.

Miguel Catalán profesor de pensamiento político e investigador
ha dedicado una parte importante de sus ensayos a desentrañar las claves de la mentira, el secreto, la persecución, la condena y el mecanismo del chivo. El bulling en las escuelas está experimentando un ascenso porque los niños más fuertes terminan pagándolo con los niños más débiles.
En tiempos de persecución, de crisis, de pobreza, de miseria, es más fácil convertir a grupos inocentes o mayoritariamente inocente en los culpables de esa catástrofe o de ese mal colectivo. 
El odio une más a los pueblos que el amor. Precisamente Hitler utilizó la técnica del odio contra los judíos para unir a los alemanes.
La condena consiste en la acusación. La clave, por tanto, es el señalamiento. La clave no es la culpa.

Esto ha sido ejemplar en el caso de Dolores Vázquez, que fue condenada por un jurado popular por el asesinato de Rocío Wanninkhof. En primer lugar no cometió el crimen, pero fue inculpada, fue señalada inmediatamente por la sociedad y por los medios de comunicación.
Cuando se dice, urgentemente, tras la muerte hay que encontrar al culpable, se está diciendo también hay que encontrar a un culpable.
El chivo expiatorio tiene varios sinónimos: cabeza de turco es uno, caza de brujas otro, porque la persecución de miles de mujeres bajo acusación de brujería es uno de sus hitos históricos.

En nuestra vida actual no tenemos esos sacerdotes sacrificadores pero sí hay ciertos individuos que conocen, saben muy bien cómo funciona este mecanismo y lo aplican con frialdad enorme. Estos individuos son inquietantes porque presentan frecuentemente perfiles de psicopatía. Lo que los psicólogos llamamos personalidades psicopáticas. Individuos muy fríos, muy implacables terriblemente seductores, con una imagen pública excelente, pero que, cuando algo les estorba o cuando ven que la situación se les va de las manos, conocen muy bien cómo hacer para que uno de los miembros del grupo pague con su sangre. Se busca las cosquillas para que exploten y de esa manera esa desestabilización emocional les lleve a una imagen pública de ser personas conflictivas, personalidades difíciles.
Un judío será intrigante, un gitano ladrón o camello, un inmigrante, un peligro y la anciana que hace ungüentos es la bruja con verruga y gato que encarna a Belcebú. Tópico y sin embargo terriblemente eficaz. El prejuicio sabe disfrazarse de innovación y se adapta a cada época.
En el ámbito del mobbing ocurre un fenómeno terrible que se llama en psicología social el error fundamental o el error básico de atribución, que es la tendencia que tenemos como seres humanos a atribuir a las víctimas de cualquier problema de maltrato rasgos, disposiciones, actitudes que explican el porqué está siendo victimizada. Esto es un fenómeno óptico, un mecanismo de defensa, no hay tal cosa, pero tendemos a ver en las víctimas su propia responsabilidad de tal manera que es muy difícil la solidaridad, el ponerse del lado de una víctima cuando uno piensa que algo habrá hecho. Ese famoso "algo habrá hecho" que acompaña a las víctimas de acoso.
Realmente es muy difícil detener los casos de linchamiento grupales de intentar ponerse del lado de la víctima en un proceso de chivo expiatorio, equivale al riesgo de terminar siéndolo uno mismo. La dinámica de grupo, el empeño colectivo de ir en una dirección se convierte en una presión psicológica muy difícil de enfrentar individualmente. Hay que llamar héroe a la persona que se atreve a solidarizarse con alguien que está siendo linchado mediante el mecanismo del chivo expiatorio.
El linchamiento es el punto final de la persecución. Una persecución solo terminará bien cuando exista el linchamiento.
El ajusticiamiento es una forma de linchamiento digamos legitimada por el poder.
El cotilleo produce un placer tan inmenso porque nosotros como grupo experimentamos el mismo placer.


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