miércoles, 13 de julio de 2016

EL PROBLEMA DE SER HONRADO EN UN MUNDO DE TIBURONES: WENCESLAO FERNÁNDEZ FLÓREZ. LIBRO "LUZ DE LUNA" Y PELÍCULA "CAMAROTE DE LUJO"

EL PROBLEMA DE SER HONRADO 
PARA QUE TE VAYA BIEN EN LA VIDA, 
EN UN MUNDO RODEADO DE TIBURONES
¿Por qué nadie habla de 

Wenceslao Fernández Flórez (WFF)?


Acudir hoy en día a una librería en busca de una obra de Wenceslao Fernández Flórez es casi una tarea inútil. Si exceptuamos "El bosque animado", llevada al cine por José Luis Cuerda, y alguna cosa más, nada se ha reeditado desde que Aguilar publicó las obras completas del humorista en 1945. Una editorial madrileña trata ahora de reparar el incomprensible olvido de este autor con la publicación de "Tragedias de la vida vulgar", que el prologuista, el escritor peruano Fernando Kawasaki, considera "el mejor libro español de relatos".

"¿Por qué nadie habla de Wenceslao Fernández Flórez?", se pregunta el escritor peruano Fernando Iwasaki. 

"Porque, lamentablemente, parece anteponerse la política a la calidad literaria", responde el director de Ediciones 98, Jesús Blázquez, que se ha propuesto recuperar la obra del escritor coruñés, a su juicio, injustamente olvidada. Ha empezado la tarea con la publicación de Tragedias de la vida vulgar, subtitulado Cuentos tristes, en su opinión, "uno de los mejores libros de relatos del siglo XX", que llevaba 65 años sin publicarse, desde que en 1945 Aguilar lo incluyó en la edición de las obras completas.

Y tiene que ser un escritor peruano con apellido japonés quien reconozca ahora la obra de Wenceslao Fernández Flórez (A Coruña, 1885-Madrid 1964). Fernando Iwasaki (Lima, 19621), el prologuista de esta edición, se extraña de que las obras de WFF figuren sólo en las librerías de lance y no comprende que al escritor no se le honre como "uno de los más brillantes del siglo XX español". 

También Blázquez lamenta el "injusto olvido" en que cayó el autor de El bosque animado, que, "a pesar de sus cualidades literarias", dice, "se ha convertido en un escritor maldito por motivos políticos [era conservador]", y trata de subsanarlo.
Tragedias de la vida vulgar reúne una veintena de relatos del escritor coruñés publicados por vez primera en 1922 de distinta índole: dramática, fantástica, mágica y de terror, y con algún matiz humorístico. "Están escritos magistralmente y son de absoluta actualidad", afirma el editor, porque "narran situaciones y preocupaciones imperecederas de seres comunes". 
Dos de los relatos incluidos en Tragedias de la vida vulgar –El claro del bosque y La onza de chocolate– "son claramente un antecedente El bosque animado", señala Blázquez de la obra más conocida hoy en día de Fernández Flórez, antes que por razones literarias por haber sido llevada al cine con notable éxito por José Luis Cuerda en 1987.

Blázquez sospecha que gracias al filme de Cuerda El bosque animado quizá es "la única obra viva" del autor, ya que la mayor parte están descatalogadas. Casi todos sus libros llevan sin reeditarse setenta años, desde que Aguilar publicó las obras completas. 

De la abundante prosa del humorista –cuyos derechos de autor poseen sus sobrinos, Wenceslao y Antonio Luis Fernández Flórez–, apenas se han reeditado en los últimos años Volvoreta (Cátedra, 1989) y El malvado Carabel (Temas de hoy, 1998), aunque la Diputación de Pontevedra ha sacado casi de forma clandestina un volumen con Artículos selectos (2010). 
Ediciones 98 se ha propuesto seguir recuperando obras del escritor coruñés, entre las que baraja De portería a portería (1949), Fantasmas artificiales, una antología de cuentos de 1930 y La casa de la lluvia (1940).

Para Fernando Iwasaki no hay dudas de los méritos literarios de WFF y afirma en el prólogo a estos cuentos que ahora lanza Ediciones 98 que El bosque animado (1943) es la primera novela del realismo mágico, que el mejor libro de crónicas parlamentarias de la historia de España es Impresiones de un hombre de buena fe y que De portería a portería es el mejor libro de fútbol y literatura. "Y conste que sólo he citado lo indiscutible –escribe el peruano– porque nadie más que yo puede pensar que Tragedias de la vida vulgar es el mejor libro español de relatos o que El malvado Carabel (1931) sea la novela española más desternillante". 

Un gran articulista
Iwasaki destaca también la vertiente articulista del escritor –"más cerca de Camba que de González Ruano"–, sus trabajos de prologuista o su vena ensayística. Y, naturalmente, su humorismo, "la sonrisa de una desilusión", como describía el propio WFF, cuyo nombre tendría que estar, a su juicio, unido a los de Camba, Jardiel y Gómez de la Serna. 

"Me dirán –concluye Iwasaki tras confesar que pasó de perseguir los siete tomos de En busca del tiempo perdido a reunir los nueve de las obras completas de WFF en Aguilar– que soy un exagerado y que el autor de El hombre que compró un automóvil (1938) está en las mejores colecciones de ediciones críticas, pero quiero pensar que a él le hubiera hecho gracia que un peruano de apellido japonés defendiera su memoria en España".

Luz de luna 

es un relato publicado en 1915 en la colección Biblioteca Patria, base para la película "

Camarote de lujo".
Centra su argumento el problema de la emigración y el modo en que los propietarios y directivos de las casas consignatarias se aprovechaban de los pobres campesinos que, humilde y pobremente, optaban por la huida para buscar un trabajo. También se ven tintes autobiográficos en esta novela, pues Wenceslao Fernández Flórez trabajó durante un tiempo en una oficina de aduanas y, por tanto, conocía perfectamente el funcionamiento de dichas oficinas. El protagonista de la historia es empleado de una de estas casas. Al tratar de ayudar a un pobre aldeano que, por una maniobra poco digna del jefe, se vería privado de su pasaje y del viaje, Aurelio pierde su trabajo y, sin contar nada a su novia, deambula por las calles coruñesas después de verse obligado a abandonar la pensión por falta de dinero para pagar.


Un «Camarote de lujo» coruñés
La ciudad sirvió de escenario para rodar el filme de Rafael Gil basado en una novela de Fernández Flórez.Las escenas rodadas en el muelle de Calvo Sotelo, frente al edificio de los Prácticos, fue presenciada por miles de coruñeses, que hicieron así de improvisados extras. Se trataba de «Camarote de lujo», dirigida por Rafael Gil e interpretada en sus principales papeles por Antonio Casal y María Mahor, belleza esta última que acababa de ser elegida «maja de Madrid».


La película era una adaptación de la conocida novela Luz de luna, que Fernández Flórez había publicado en 1914. (Una gran película ninguneada por la estupidez imperante contemporánea). Trata de la emigración de los años ciencuenta a América, con una gran sensibilidad).
El protagonista de Luz de luna era Aurelio Romay, hijo de un funcionario municipal con familia numerosa que abandonaba su hogar para ir a trabajar a la ciudad en una oficina de emigración. Un día vería como sus jefes despojaban de su documentación a un pobre campesino para arreglar la fuga de un perseguido por la justicia y cuyo padre estaba dispuesto a pagar una suma de dinero por la irregularidad. Romay no se hizo solidario con la acción de sus jefes y devolvió los papeles a la víctima, por lo que fue expulsado de la oficina. Desesperado, acabó confesando a su novia, Guadalupe, la verdad y aceptó un trabajo que le dio el padre de la novia.


Para el crítico literario Eugenio de Nora, la novela exponía con cierto sentimentalismo un problema cotidiano, extrayendo, no sin hondura, el oculto romanticismo de lo vulgar. Se anticipaba el tipo que luego granará en El malvado Carabel: el hombre débil, precisamente a causa de su pureza de alma, el demasiado bueno para la vida, en contraposición a los don Fabián y don Ernesto, que serían los Aznar y Bofarull de la acre novela humorística.

Adaptación
La novela fue adaptada para el cine por el propio Fernández Flórez, quien mejoró la intriga e, incluso, modificó el final. La película, producida por Suevia Films, con dirección de Rafael Gil y fotografía de Alfredo Fraile, fue interpretada por actores muy conocidos (con la ya citada excepción de la joven María Mahor): Antonio Casal, Fernando Sancho, Manolo Morán, Eumedre, Rafael Bardem, Mercedes Muñoz Sampedro, Carmen Escri, Adela Carbonell, Carmen Rodríguez, Isabel Pallarés, Celia Foster, Erasmo Pascual y Neli Morell.
Una de las escenas más pesadas, pues duró todo un día, fue la filmada el 18 de junio en la estación de ferrocarril del Norte (hoy de autobuses). En ella, el protagonista, Antonio Casal, que venía de la aldea, traía un cochinillo para regalar al jefe de la oficina, pero el animalito se subió a un camión, que arrancó a toda velocidad. Casal salió tras él, pudiendo alcanzarlo y recuperar el cochinillo, tras dejar tiradas una maleta y un paraguas que llevaba.

Otra escena laboriosa fue la de la llegada de Casal y su novia al puerto. Destacaban un grupo de niños con grandes espejos, que volvieron locos a los técnicos de iluminación. Entre esos niños extras estaba el autor de este texto, que recibió 50 pesetas (0,30 euros).

Bromas
Fernández Flórez asistió a la filmación de todas las escenas y vivió una de las épocas más felices de su vida.
Incluso permitió que Antonio Casal le hiciese objeto de sus bromas. En una de ellas, aludiendo a su perfil, le dijo: «Oiga, don Wenceslao, usted cuando quiere besar a una mujer ¿hacia qué lado desvía la nariz?».



La relación de Fernández Flórez con el Séptimo Arte no se limitó simplemente a formar parte de un colectivo de personas que forjaron la Historia del Cine en España, lo cual ya sería un motivo más que suficiente para tenerlo muy en cuenta, sino que participó activamente en la creación de guiones, además de proporcionar innumerables historias y colaborar con esta industria, traspasando incluso las fronteras de la Península. Esta participación se vio reforzada con un amplio soporte teórico documentado en revistas especializadas y entrevistas , por medio del cual el escritor coruñés expuso sus opiniones, reflexiones y teorías con respecto al mundo del Cine y a su relación con la Literatura. Por primera vez se ofrece una recopilación sistemática de sus escritos e ideas sobre Cine y novela, en este trabajo de investigación. 



Su gran pasión por el Cine comenzó desde el primer momento en que actuó como ilustre figurante en La malcasada , dirigida en 1926 por Francisco Gómez Hidalgo. Desde entonces, esta relación de Wenceslao Fernández Flórez con la cinematografía no haría más que intensificarse. El escritor coruñés mantuvo una relación más o menos continuada que todavía hoy perdura gracias a la existencia de un amplio colectivo de investigadores interesados en la presencia del Séptimo Arte en su vida...


VER+:
Historia de nuestro cine 



Aurelio, empleado de una compañía coruñesa encargada de enviar emigrantes a América, sueña con hacer un día un viaje en uno de los camarotes de lujo de cualquiera de los buques que se ve obligado a visitar por razones de trabajo.



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