lunes, 25 de julio de 2016

DESIRÉ, EL CURA AFRICANO (COSTA DE MARFIL) DE MAZARICOS, GALICIA

atiende cinco parroquias en Galicia 
y una ONG en Costa de Marfil


Desiré nació en Costa de Marfil, en el seno de una familia católica. Su padre, miembro del buró político del partido gobernante y jefe de tribu, le recomendó que probara un año antes de decidirse por la vida religiosa: "Él quería que me fuera a Francia a estudiar". Así que Desiré llegó a España para ingresar como fraile de la orden de los Carmelitas Descalzos, como prueba de fe. Y encontró con que la vida de convento era mucho ora y poco labora: 



"Yo entendía la religión como entrega a los demás, y no como un ensimismamiento". 
Se ordenó sacerdote en Madrid, en la Universidad Pontificia Comillas, con los jesuitas: "A ellos les estoy muy agradecido, porque me enseñaron a pensar por mí mismo". Después, volvió a África, a Burkina Faso, como misionero carmelita. "Tratamos de ayudar a la gente para que sea libre y elija, trabajamos con los jóvenes para formarlos de cara a encontrar un trabajo, buscamos mejorar la educación, y una mejor sanidad". Desiré dice que no fue consciente de la auténtica dimensión de la pobreza en África hasta que vio el contraste con Europa. 
Con el tiempo, se fue alejando de las posturas de la orden del Carmelo, y pensó en volver a Madrid para terminar su doctorado. Pero topó con Rouco Varela, que le impidió asentarse en la archidiócesis. Fue entonces cuando su compañero de estudios Xosé Manuel Pensado, párroco de Mazaricos, le recomendó venir a Galicia. "El arzobispo Julián Barrio me acogió como a un hijo, y me encomendó varias parroquias cercanas a las de mi amigo", recuerda. Desiré se encarga desde entonces de los feligreses de Brandomil, Brandoñas, Muíño, Os Vaos y Alborés, en los ayuntamientos de Zas y Mazaricos.

"Llegar aquí fue un choque brutal con todo, desde el clima hasta el idioma", comenta. 
Al tiempo gris se ha ido acostumbrando, y el gallego hace tiempo que dejó de sonar a extranjero en su boca. Con todo, lo que aún no acaba de asimilar es la vivencia religiosa de sus parroquianos: "Aquí se nace católico y la religión es una costumbre más, mientras que en África es una opción personal, en dura competencia con otros credos: aquí hace falta más fe y menos costumbre". Para él, "la Iglesia es alegría, volcarse en los demás y no sólo rezar". "Entiendo que para los otros sacerdotes fue una sorpresa esta manera de entender la religión", cuenta.

Sus feligreses lo consideran poco menos que el pasaporte para alcanzar la vida eterna. "Usted se queda con nosotros hasta que nos muramos, porque con usted vamos al cielo", le decían los vecinos de Muíño, en Zas, cuando quisieron mandarles otro cura en 2007. Hubo movilizaciones, y se quedó. El sacerdote Desiré Kouakou Tanoh (Costa de Marfil, 1972) hace números con su tiempo para atender lo mejor que puede cinco parroquias de Soneira y Xallas. El resto de su agenda la ocupa dirigiendo una ONG de ayuda al desarrollo en Costa de Marfil.

Su llegada revolucionó a los parroquianos, que no habían visto nunca un cura negro tras el altar. Pero enseguida lo incorporaron a su imaginario, y la acogida, según cuenta, fue estupenda: "Seguramente, si hubiera venido en patera, no tendría una integración tan buena, pero mi situación era un privilegio".

Desiré está entregado a una comunidad rural que va a menos: sólo tres bautizos por veinte entierros en el 2009. Procura tener trato con todos. 
"Al tener que atender tantas parroquias, debo dar bastantes misas, y para mí es algo muy intenso, con lo que me vuelco, y eso me deja agotado". 
Le gusta hacerlas muy participativas, un acto de confraternidad, y hablar con sus feligreses, y eso requiere tiempo.
Con ese trato tan directo, les ha contagiado un poco de su alegría. Ahora, en el mes de junio, celebran una fiesta al estilo africano en el embalse del Xallas, con menú de pollo a la brasa y arroz con salsa de cacahuete. "Es un día de intercambio y optimismo", explica. En su opinión, así debe ser la vida religiosa, "porque la fraternidad y la alegría son un don de Dios".


Si se le pregunta, reconoce que la Iglesia "debe quitarse el polvo de 2.000 años de historia y descubrir su esencia". 
Con la ONG Egueire quiere ayudar a su pueblo para que pueda caminar por sí mismo. Su proyecto pretende construir una casa en Grand Lahou para convertirla en centro educativo. "Mi dimensión religiosa me lleva a la solidaridad", explica. Para tener una mejor formación en este campo, está haciendo un master de Cooperación Internacional por la Universidad de Santiago.





TE AGRADEZCO SEÑOR 
 Bernard Dadié

Doy gracias a mi Dios, 
por haberme creado negro, 
Por haber hecho de mi la suma de todos los dolores. 
Treinta y seis espadas atravesaron mi corazón. 
Treinta y seis brasas quemaron mi cuerpo. 
Y mi sangre sobre todos los calvarios enrojeció la nieve, 
Y mi sangre ante todos los amaneceres enrojeció la naturaleza.


Te agradezco, Señor, que me hayas creado Negro,
que hayas hecho de mí
la suma de todos los dolores,
y puesto sobre mi cabeza, el Mundo.
Visto la librea del Centauro
y llevo el Mundo desde la primera aurora.
El blanco es un color de circunstancias,
el negro, el color de todos los días,
y llevo el Mundo desde el primer crepúsculo.

Estoy contento
con la forma de mi cabeza
hecha para llevar el Mundo,
Satisfecho
de la forma de mi nariz
que debe aspirar todo el viento del Mundo,
Feliz
Con la forma de mis piernas
proveas a correr todas las etapas del Mundo.

Te agradezco, Señor, que me hayas creado Negro,
que hayas hecho de mí, la suma de todos los dolores.
Treinta y seis espadas han traspasado mi corazón.
Treinta y seis braseros han quemado mi cuerpo.
Y mi sangre sobre todos los calvarios ha enrojecido la nieve.
Y mi sangre en todos los nacientes ha enrojecido el horizonte.

Pero lo mismo estoy
Contento con llevar el Mundo,
Contento con mis brazos cortos,
con mis brazos largos
con el espesor de mis labios.

Te agradezco, Señor, que me hayas creado Negro,
blanco es un color de circunstancias,
el negro, el color de todos los días,
y yo llevo el Mundo desde el alba de los tiempos.
Y mi risa sobre el Mundo, en la noche, crea el Día.
Te agradezco, Señor, que me hayas creado Negro.

Credo d'Uvira

No paren el circo
Tanella Boni

No paren el circo, 
la vida no es un carro de festival
que camina por las parcelas de la buenaventura,
sobretodo que respira el gran aire.

Amo la canción de palabras claras, 
la aurora en el crepúsculo,
donde la estrella acaricia la hierba 
que se tropieza en la tierra,
la hierba extranjera, 
que saluda a los grandes vientos
y a la luna cálida.

La galaxias y sus magnas coaliciones 
de sus mañanas en la tierra,
como dice el mar: 
para cultivar las parcelas más áridas,
donde la tierra se metamorfosea en agua de vida, 
en aire de ternura,
para hacer fértiles las parcelas más áridas,
las flores de todos los colores...
sin escalas.





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