LA CORUÑA,
¿CIUDAD DONDE NADIE ES FORASTERO
(antes o nunca fue)?
(antes o nunca fue)?
Las ciudades no te hacen sentir forastero,
sus habitante, sí.
Las personas cerradas son temerosas, desconfiadas de todo, están llenos de prejuicios, y son racistas, xenófobas, etnocentristas, aldeanistas de mentalidad estrecha propia de las personas que tienden a valorar en exceso los usos y costumbres locales y desprecia los ajenos. Son turistas pero no viajeros. Van por el mundo y no descubren nada nuevo. No prueban nuevos sabores, nuevas gastronomías, nada de nada.
"Mis padres trabajaron en Sudamérica 34 años, se trajeron sus ahorros y sus pensiones. También se trajeron a su única hija, que tiene acento, claro... Llevo muchos años, cada vez que hablo con alguien: "Tú no eres de aquí".
Los estudios tuve que homologarlos en Santiago porque la directora de la Facultad en La Coruña nunca quiso recibirme, teniendo yo todos los documentos del Ministerio. La familia a mi no se acerca, piden para hablar con mi padre o madre y a mi nada directamente: "pásame con él".
Una tía le dijo a mi madre:"A esta non a queremos que non se criou aquí".
Anécdotas a montones sobre todo los últimos años, en entrevistas de trabajo, un funcionario hace años directamente me dijo que aquí me iba costar encontrar trabajo por haber nacido fuera, claro después lo niegan. Hace dos años entro en una zapateria y me pruebo unas botas y le pregunto si tiene una horma más ancha y me contesta:
"Aquí son así, eso será allá en tu... en tu... en tu sistema" ¿Qué le pasa a esta gente?
Yo me crié en Sudamérica con una Z en el apellido y todo el mundo veía el acento de mis padres en años nunca me pasaron cosas así, yo soy la misma ¿Qué pasa aquí?
He sufrido agresiones, abusos y al defenderme lo primero, "Vete para tu país". Es largo de contar pero es una vergüenza. En un bus por pedir el asiento para minusválidos: "Viene de fuera y nos quiere imponer sus leyes" bueno... bueno hay mucho para contar...".
En La Coruña, son sus barrios y sus gentes, las que son acogedoras y hospitalarias.
La ciudad gallega es una península, y Monte Alto es el barrio más elevado de ésta, y el más emblemático. En La Coruña hay una canción que habla del barrio y, según ésta, empieza “después de Orillamar y antes de Forcarei”, calles que delimitan su territorio. El barrio vive un momento de auge y desarrollo, ya que muchísima gente joven se ha mudado a éste en los últimos años, y se han abierto muchos bares y locales nuevos que se mezclan bien con los de siempre. A pesar de haber crecido y haberse convertido en la zona de salir alternativa, ha sabido mantener su carácter de barrio de toda la vida, donde los vecinos se conocen y se saludan.
Monte Alto está rodeado de playas y calas, como las de Las Lapas o San Amaro, que en verano se llenan de gente, y en él se encuentran algunos de los puntos turísticos más importantes de la ciudad: la Torre de Hércules, que es Patrimonio de la Humanidad, y los museos Domus y Aquarium Finisterrae. En sus calles principales, la calle de la Torre, Orillamar, o la Avenida de Navarra se encuentran algunas de las mejores pulperías de Galicia, como O’Fiuza, bares y pubs alternativos como el emblemático Patachím, o Mentireiro, la Repichoca, el Puticlú o la Sala Mardi Gras, tiendas, librerías, bibliotecas y su potente Asociación de Vecinos, en la que organizan eventos y defienden los intereses del barrio y sus habitantes. Además, tiene sus héroes, sus revolucionarios: JUAN DÍAZ PORLIER, en la Plaza de España (Campo da leña).
La ciudad todavía le recuerda y, los que no lo hagan, aprenderán qué vida hay detrás de la piedra con forma de hombre que hay en el Campo da Leña (Plaza de España).
Murió a los 27 años en la horca tras ser arrestado por intentar, en 1815, restaurar la Constitución de Cádiz. Su idea triunfó en La Coruña y Ferrol, pero no llegó a Santiago. Han pasado doscientos años y todavía no se sabe dónde descansan sus restos y es que, Porlier, además de a muerte, también fue condenado al olvido, tras su intento de cambiar la historia.
Don Juan Díaz Porlier es encausado en la Real Audiencia y Capitanía de la Coruña, siendo degradado y condenado a la horca, ejecutado en el Campo da Leña (actual Plaza de España). Pasó sus últimos días en el Castillo de San Antón, su viuda doña Josefa Queipo de Llano fue encerrada en una celda en el Colegio de las Huérfanas de Betanzos.
Juan Díaz Porlier era hijo de una importante familia residente en América, su abuelo don Antonio Porlier y Sopranis (natural de La Laguna) fue fiscal de la Real Audiencia de Lima y posteriormente fiscal del Consejo de Indias en Madrid; su abuela doña María Pereyra de Hoyos casó con el virrey de Nueva Granada, don Juan de Torrezar Díaz Pimienta; su tío don Rosendo Porlier y Asteguieta, célebre oficial de la Armada, se hace cargo de su trayectoria en la Habana en 1802, participando a su lado como voluntario en la Batalla del Cabo de Finisterre (22 de julio de 1805) y en la Batalla de Trafalgar (21 de octubre de 1805), embarcando en el navío Príncipe de Asturias.
Tras quedar la Armada Española sin navíos en la Batalla de Trafalgar, solicita el traslado al Ejército. En enero de 1806 es capitán del Regimiento de Infantería de Mallorca. En la Guerra de la Independencia ocupa el cargo de teniente coronel de Granaderos en el Ejército de Extremadura, que se dirige hacía el Norte. El 10 de noviembre de 1808 en la Batalla de Gamonal (a las puertas de Burgos), Juan Díaz Porlier se comporta heroicamente oponiendo resistencia a las tropas francesas que terminan por humillar al ejército español. El 11 de noviembre de 1808 el ejército imperial francés derrota nuevamente a las tropas españolas enEspinosa de los Monteros (Burgos).
El fracaso del ejército español hace que Porlier cambiase de táctica, preparando a sus hombres del Regimiento de Granaderos para la guerra de guerrillas. En diciembre de 1808, con la incorporación de algunos hombres voluntarios, Porlier contaba ya con un ejército de cierta consistencia.
En enero de 1809 emprendió con éxito enfrentamientos contra destacamentos franceses en Frómista, Paredes de Nava y Rivas, logrando liberar a prisioneros ingleses. Tras la conquista de Aguilar de Campoo la Junta Central le nombró brigadier.
En mayo de 1809, don Pedro Caro y Sureda, III Marqués de la Romana, miembro de la Junta Central, ordenó que los restos de los tres batallones cántabros emplazados en la zona de Liébana, al mando del general don Julián Albo, se reunieran bajo las órdenes del brigadier Porlier, quedando reunidos en un único Regimiento, creando además el Regimiento de Castilla, un Cuerpo de Caballería y una Compañía de Artillería con quintos reclutados en territorio ocupado por las tropas francesas.
Después de ser derrotado en la provincia de Santander, quedó bajo las ordenes del mariscal de campo don Francisco de Ballesteros, teniendo que retirarse hasta Santoña al sufrir una ofensiva del ejército napoleónico, fijando la zona de operaciones entre el Duero y el Cantábrico. A principios de 1810, Juan Díaz Porlier formaba parte del Ejército de Asturias en la división volante de Cantabria. El 31 de enero de 1810 las tropas del general francés Jean Bonet entran en Oviedo, habiendo ocupado Llanes, Ribadesella e Infiesto.
En el mes de febrero, Porlier se traslada desde Tarna a Infiesto, logrando derrotar al destacamento francés, corta las comunicaciones del enemigo con Cangas de Onís, y se sitúa entre Avilés y Oviedo, contactando con el resto de las fuerzas españolas.
El 10 de febrero de 1810 Porlier efectuaba una incursión sobre Oviedo, mientras que el coronel Moscoso solicita la ayuda de don Nicolás de Mahy, capitán general de Galicia, y del general don Juan José García, acantonado en el Bierzo. El 12 de febrero el general francés Jean Pierre François Bonet (su nombre figura en el Arco del Triunfo de París) se replegó a Pola de Siero para restablecer comunicaciones con Cangas de Onís.
El 13 de febrero, las tropas del brigadier don Pedro de la Bárcena, con el apoyo de los jinetes de Porlier, se lanzaron en su persecución. De otra parte, el teniente general don Nicolás del Llano Ponte, decidió entrar en Oviedo para recibir el homenaje de la población en lugar de cumplir las órdenes de apoyar a la ofensiva española contra el general Bonet. El general francés contraatacó el 14 de febrero ocupando Avilés y Oviedo, obligando al ejército español a retirarse hasta el Navia, quedando Porlier en Pravia (izquierda del Nalón).
A partir del 24 de febrero el ejército español logró reorganizarse ante la llegada de la ayuda enviada por don Nicolás de Mahy desde Galicia, con la ayuda de las escasas tropas francesas que había dejado el general Bonet en las localidades de que se había ido apoderando.
A principios de marzo de 1810 la Junta del Principado, tras la renuncia del teniente general Antonio Arce, nombra capitán general de Asturias a don José Cienfuegos y Jovellanos (antiguo director de la Fábrica de Armas de Oviedo). El coronel Moscoso ascendió a brigadier, mientras Juan Díaz Porlier se resistió a reconocer al nuevo capitán general realizando algunos movimientos sospechosos con sus tropas, quedando interrumpidos al verificar que la Junta iba a hacerles frente.
El 5 de julio de 1810 Porlier salió desde Ribadeo con un contingente de ingleses y españoles, a bordo de seis fragatas británicas al mando del comodoro Mends y ocho lanchas armadas españolas, desembarcando cerca de Santoña, obligando a un escaso contingente francés a retirarse hacía Laredo, pasando después a Castro Urdiales.
Al regresar hacia Santander batió en Galizano a un destacamento francés. El 10 de julio terminó desembarcando en Bermeo, al tener que hacerse a la mar ante la amenaza francesa que habían enviado refuerzos desde Santander.
El 22 de julio la expedición regresó a la Coruña con cinco quechemarines y un buque mercante norteamericano que sido apresado, ante la insatisfacción del general Mahy por no haber cumplido el objetivo de distraer a las tropas del general francés Bonet que operaban con éxito en el occidente asturiano.
El 5 de agosto de 1810 partió una nueva expedición desde el puerto de A Coruña hasta Cuevas del Mar (cerca de Ribadesella), penetrando en el interior recorrió los límites de Cantabria y Asturias, cortando la comunicación del general Bonet con Santander. Tras derrotar a pequeños destacamentos franceses enviados desde Bilbao por el general Jean-Jacques Avril, así como a tropas francesas destacadas en Asturias y Burgos, atacaron Gijón el 16 de octubre para apoyar el desembarco de las tropas del mariscal de campo don Mariano Renovales.
La brigada del general Renovales había zarpado desde A Coruña con el apoyo de cuatro fragatas británicas, por el mal tiempo no pudo tomar tierra hasta el 18 de octubre facilitando que la guarnición francesa pudiera retirarse a Oviedo donde se encontraba el general Bonet, que contraatacó al contingente español obligando en la noche del 19 al general Renovales a reembarcar y a Porlier a regresar al interior de la provincia.
En diciembre de 1810 don Juan Díaz Porlier formó el Regimiento Provincial de Laredo, los Batallones de Infantería ligera I y II, el Batallón III de Cazadores, y el Escuadrón de Húsares de Cantabria. A comienzos de 1811 Porlier es nombrado jefe de la vanguardia del 7º Ejército, debiendo reorganizarse en Potes bajo las órdenes del general don Gabriel Mendizábal.
El 4 de agosto de 1811 desde Potes se dirigió hacia Santander, ciudad que fue recuperada por los franceses poco después. El 4 de mayo de 1812 se dirigió hacía Sasamón (Burgos) por orden del general Gabriel Mendizábal para recuperar el fuerte que los franceses tenían en la localidad, empresa que llevó con éxito. El 2 de agosto de 1812 entró en Santander, tras haber cortado las comunicaciones francesas entre la ciudad y Torrelavega.
Los éxitos de Porlier en Asturias, León, Palencia, Santander y Valladolid hicieron que la Regencia le ascendiera al grado de general. El 31 de agosto de 1813 participó con sus tropas en la victoriosa Batalla de San Marical, integrado en el flanco izquierdo del 4º Ejército de Galicia al mando del general don Manuel Alberto Freire, logrando defender el segundo ataque de las tropas del mariscal Nicolas Jean de Dieu Soult.
La 5ª división del general Porlier el 31 de diciembre de 1813 se integran en el 4º Ejército de Galicia.
Don Juan Díaz Porlier casó con doña Josefa Queipo de Llano (hermana del Conde de Toreno) con la que tuvo a su hija Juana, que falleció en Bilbao en 1814. Finalizada la Guerra de la Independencia, acabo siendo mariscal de campo.
Disconforme con la vulneración de la Constitución de la Pepa al regreso de Fernando VII, inició maniobras en contra del rey absolutista Traicionado por su secretario, es detenido en Madrid y condenado a cuatro años de cárcel el 16 de julio de 1814. La condena se cumple en el Castillo de San Antón, de donde sale en prisión atenuada al vecino pueblo de Arteixo, residiendo en la casa de Pastoriza.
En la nueva residencia comienza a preparar un pronunciamiento. Durante la noche del 18 al 19 de septiembre de 1815, con ayuda de varios oficiales asturianos que habían combatido junto a él, hizo prisionero al capitán general de Galicia don Felipe Augusto de Saint-March, al gobernador y al intendente de la plaza. Tras hacerse con el control de la plaza, proclama la Constitución de 1812, todo ello con la indiferencia de la población que no se manifestó en ningún sentido.
Tras formar una Junta Provincial de la que se nombró presidente, y proclamar un Manifiesto el 21 de septiembre, el general Porlier comenzó a enviar circulares tratando de ganarse para la causa a las restantes guarniciones de Galicia. Tan solo se sumó a su levantamiento la guarnición de El Ferrol, al mando del brigadier don Ramón Romay y Jiménez de Cisneros, que envió dos regimientos de infantería a La Coruña.
El mariscal don José Javier de Imaz y Altolaguirre, gobernador de Tuy, y el oficial de más alto rango de los que en Galicia seguían fieles a Fernando VII, tomó el mando para enfrentarse al levantamiento. Por otra parte, el gobernador de Santiago de Compostela, general Pesci, después de convocar a las autoridades civiles y militares y una representación del cabildo catedralicio, manifestó su intención de no sumarse al pronunciamiento y solicitó al cabildo la entrega de 50.000 reales para financiar una columna militar que se enfrentase al general Porlier.
Ante el fracaso de su llamamiento, el general Porlier decidió salir en dirección a Santiago de Compostela en la noche del 21 al 22 de septiembre. Al anochecer del día 22, la columna de Porlier acampó en Merelle (inmediaciones de Órdenes, a mitad de recorrido entre A Coruña y Santiago de Compostela). El general Porlier fue traicionado y detenido por un grupo de 39 sargentos, y a continuación detuvieron a la tropa que no ofrecieron resistencia al verse sin sus jefes. Los prisioneros fueron trasladados a la cárcel de la Inquisición de Santiago de Compostela, y más tarde a la Coruña y el Ferrol dependiendo de su lugar de procedencia.
El general Porlier es trasladado a la Coruña donde es encausado por el capitán general don Felipe Augusto de Saint-March. Los interrogatorios se llevan a cabo en la Real Audiencia y Capitanía de A Coruña entre el 22-26 de septiembre, el general Porlier es condenado a la degradación y pena de horca.
La ejecución tuvo lugar en el Campo da Leña (actual Plaza de España), quedando su viuda doña Josefa Queipo de Llano encerrada en una celda del pequeño Colegio de las Huérfanas en Betanzos.
Manifiesto del general Porlier
El manifiesto que proclamó el general Porlier el 21 de septiembre refleja claramente el trasfondo social y económico de su movimiento. Tras hacer una breve historia de la labor de las Cortes de Cádiz y de las violencias que siguieron al restablecimiento del absolutismo, justificaba su pronunciamiento recordando el aislamiento en que tenían al monarca sus consejeros, para concluir con la enunciación de un programa político restaurador de la legitimidad constitucional. A continuación se transcriben sendos párrafos del Manifiesto:
"Nuestro objeto y el de toda España no es otro que una Monarquía sometida a leyes justas y prudentes, y de tal manera constituida, que garantice igualmente las prerrogativas del Trono y los derechos de la Nación. Pedimos la convocación de Cortes nombradas por el pueblo, y que puedan hacer en la Constitución, proclamada por las Cortes extraordinarias, los cambios que exige nuestra situación, que demanda la experiencia, y que nos indican las leyes constitucionales de las Monarquías limitadas de Europa. Ellas restablecerán el orden en nuestra Hacienda, cuidarán de la suerte de los militares, recompensarán sus servicios, asegurarán su existencia en los días de vejez y harán en el exterior estimar y respetar a la Nación".
"La nobleza, renunciando a una pequeña parte de sus privilegios, encontrará la indemnización de este sacrificio en las nuevas disposiciones constitucionales, que le darán una existencia política. Todas las clases de la sociedad verán mejorar su situación; los párrocos, cuya influencia puede ser tan útil, disfrutarán una asignación más elevada; el agricultor, el artesano, el comerciante, el industrial gozarán de nuevo de las ventajas que habían comenzado a reportar de las reformas hechas en su favor por las Cortes, y merced a una celosa administración de los caudales públicos, los acreedores del Estado podrán esperar verse indemnizados de los adelantos que han hecho y de las pérdidas que han sufrido, ya por sus sacrificios patrióticos, ya por su confianza en las promesas del gobierno".
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Gracias por Comunicarnos, por Compartir:
Gracias a ello, nos enriquecemos desde la pluralidad y desde la diversidad de puntos de vista dentro del respeto a la libre y peculiar forma de expresión.
La Comunicación más alta posee la gracia de despertar en otro lo que es y contribuir a que se reconozca.
Gracias amig@ de la palabra amiga.
"Nos co-municanos, luego, co-existimos".
Juan Carlos (Yanka)