La religión se ha equivocado cuando ha tratado de sacar relatos del Evangelio, de su contexto, interpretándolos al pie de la letra.
De haber nacido en Oriente, enseguida os daríais cuenta de que las parábolas del Evangelio, y hasta hechos de los narrados allí, son sólo un cuento para que tú puedas sacar de ellos su esencia, extrayendo la enseñanza que, desde la realidad de tu vida, te está señalando.
Se habla de ti
Allí, en el Evangelio, se habla de ti y no de otras personas. Cuando habla de si eres oveja o cabrito no se refiere a los demás, sino a ti. Y cuando habla del terreno pedregoso, árido o con espinas, no se refiere a diferentes personas, sino a que analices cuánto tienes de árido, de pedregoso y de espinoso, pero también de buena tierra que puede dar el ciento por uno si la cultivas.
La Buena Nueva no se anuncia a personas determinadas, ni a un mundo separado de nosotros. Se anuncia a cada persona en particular. Se te anuncia a ti.
Las evasiones de nuestra hipocresía.
Te dice que todo lo malo se destruirá en ti y lo bueno fluirá, y que para trabajaren en favor de ello has de tomar conciencia de cuál es tu tierra buena, de cuáles son las piedras que estorban y cuál la cizaña que dificulta que tu tierra produzca.
Pero si todo esto se lo achacamos a los demás: a los que no te agradan y los ves como «malos» o «descarriados». ¿Qué bien te puede hacer a ti? El peor obstáculo para comprender la verdad son las evasiones de nuestra hipocresía.
Necesitan modelar un ídolo.
En realidad tenemos miedo a la confrontación y al análisis de nuestras actitudes. Preferimos poner leyes y anatemas para predicar el miedo, en vez de practicar la misericordia con la vida. Siendo así: ¿qué Buena Nueva anunciamos? Más vale que lo analicemos con sinceridad antes de ir proclamando una «mala noticia».
La mayoría de las personas agarradas a su religión son idólatras, y lo son porque se encuentran incapacitadas para el amor. No saben sentir misericordia ni el gozo del amor gratuito. Por eso necesitan modelar un ídolo a la medida de los únicos sentimientos que se permiten tener: el miedo, la desconfianza y el rencor.
Lo peligroso que puede ser hablar de Dios.
Entended lo peligroso que puede ser hablar de Dios. Hablar desde la religiosidad y la superstición nos puede conducir a matar a Dios como hemos matado al Mesías. Matarlo en la conciencia de la gente por el pecado de escándalo: dar un falso testimonio con la palabra y con los hechos.
Jesús vino a liberarnos. A salvarnos de la esclavitud de la mentira y el desamor, y vino por cada uno de nosotros en particular y particularmente nos compromete a todos en su plan de liberación. No sólo a los curas, monjas o religiosos.
Estemos despiertos y vigilantes.
Te viene a implicar a ti personalmente con un compromiso de respuesta en la vida. Una respuesta de comprensión de lo que eres y a qué eres llamado. Por eso es tan importante el que estemos despiertos y vigilantes para que la vida no se nos pase mientras dormimos.
Jesús te libera si tú quieres liberarte. Para saber elegir necesitas estar disponible y en paz contigo mismo. La verdadera fuerza de acción y lucidez no reside en el poder ni en el saber, sino en la paz interior que te deja abierto y conectado con la verdad que hay en la vida.
El templo ha de ser un medio.
«Querer es poder», se dice, y es verdad en cuanto el querer no se apoye en la simple voluntad ni en intereses ajenos a la realidad. Querer, desde el interior de tu ser y en consonancia con la realidad, es entrar en los planes de nuestro Creador que ama la vida y se expresa en la realidad.
El templo ha de ser un medio para encontrar a Dios en la vida, para recogernos en nuestra soledad y silencio. También lo es para compartir la palabra y el pan con los hermanos. Pero no es el lugar esencial de Dios. ¿Acaso se quedó Jesús en el templo?
Dios no se encuentra en el templo.
Jesús vivió y predicó allá en donde estaba la vida: donde estaba el dolor, la enfermedad, el desconcierto y desamparo. En donde estaban las cadenas que Él venía a romper.
La oración se hace para que tengas cada vez más consciencia de ti.
Dios no se encuentra en el templo, sino en la vida.
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