"Que el Señor remueva las aguas de nuestra existencia,
estancadas por la "cómoda herejía de la indiferencia",
como precisaba Papini".
PALABRAS PARA COMPARTIR
Y PARA SER DISCERNIDAS
CO MU NI TA RIA MEN TE
Y PARA SER DISCERNIDAS
CO MU NI TA RIA MEN TE
«OS HE CONSTITUIDO COMO MI PUEBLO DE ALABANZA.
Hoy es un día nuevo, hoy nace una nueva etapa...
Alabadme y Mi alabanza os liberará...»
PARA QUE LLEVÉIS MI PALABRA A MIS HERMAN@S»
(EN ADORACIÓN: LASALLE, 2/10/2004)
¿Cómo, pues, no comprendéis el tiempo (la coyuntura) presente?¿Y por qué no juzgáis (distinguís) por vosotros mismos lo que es justo? Lc 12, 56-57
Antes de hablar de visión, primero, hay que leer los signos del tiempo que nos toca vivir y con-vivir. Hay que saber leer e interpretar la realidad misma.
Saber "discernir" los acontecimientos en perspectiva de salvación. En efecto, "por la fe comunitaria" -por lo que nos significa lo que acontece- lo que se convierte en interpelación, examen de conciencia, compromiso solidario e invitación a la Esperanza como pueblo de Dios.
*«Puestos a hablar del DISCERNIMIENTO COMUNITARIO (Todo carisma es
comunitario y no propio) y de las tensiones que pueden surgir cuando se busca
la fidelidad total al Espíritu de Dios, me atrevo a insinuar algunos puntos que
es necesario tener en cuenta en todo discernimiento correcto.
Son puntos que habría que desarrollar más plenamente, pero al menos podemos apuntar
algunos indicadores del camino.
1º El espíritu auténtico sólo nos puede llevar al misterio de la "kénosis", de la crucifixión y de la muerte de Jesús, para después resucitar.
Nos llevará a compartir y a compadecer, nos llevará a la solidaridad.
La vida de Jesús es asumir la situación de los otros y ver cómo dentro de esa situación se puede crear la relación filial con el Padre y fraternal con los hermanos. Hay que empezar por ponerse en el punto de vista del otro, asumir el interés del otro. Hemos oído muchas veces aquello del Evangelio:
«quien quiera ser mi discípulo, que tome mi cruz y me siga". Y ¿cómo hay que tomarla?
Mira el ejemplo de Jesús: deja tu «condición divina» -porque todos nos creemos de condición divina, nos hacemos absolutos y nos creemos dioses- y ponte en la condición del otro y procura sentir desde dentro al otro y padecer desde su situación. El Espíritu no es que revele nada nuevo, porque ya está todo revelado en Jesús. Lo que hace es hacer eficaz la revelación ya dada en Jesús. El Espíritu nos hace volver hacia Jesús, humillado, crucificado y resucitado.
Cuando nos sentimos llevados a seguirle en esto, nos lleva el Espíritu
de Jesús. Cuando nos sentimos llevados a la autoafirmación de nosotros mismos, en cualquier forma que sea, con disensiones, disputas y demás, nos arrastra un espíritu que no tiene nada que ver con el Espíritu de Jesús.
2º El Espíritu sólo puede formar comunidad. Nunca crea división.
Cuando las posturas llegan a tal extremo que todo está a punto de romperse y se rompe, es que, de alguna manera, hemos negado al Espíritu.
El sectarismo nunca es cosa del Espíritu; y el autoritarismo tampoco.
El Espíritu no divide, sino que une. Hay muchas clases de división.
Hay un genero de división por la que cada uno se va por su lado, dando lugar a la anarquía. Y hay otro género de división en la que uno, o un grupo, aplasta a todos los demás. Es el autoritarismo, la simple eliminación del otro como "otro". Se dice, y es verdad, que la Iglesia está edificada sobre el principio de la comunión, no sobre el principio de la autoridad o de la institución; lo cual no quiere decir que no sea necesario un mínimo de autoridad y de institución, precisamente para que se salvaguarde mejor la comunión.
Esto es válido para la Iglesia y para cualquier tipo de comunidad, no sólo religiosa, sino también civil. Según el tipo de comunidad, la organización y la autoridad tendrán que ser diferentes.
Pero yo diría que la Iglesia, que es precisamente la comunidad que se hace por la fuerza del Espíritu, tendría que tender al máximo de comunión y con el mínimo de institución.
¿Como determinar este máximo-mínimo, punto óptimo? El Señor Jesús, que sabía bien lo que daba de sí nuestra condición humana, determinó lo que era realmente esencial: encargó a algunos de sus seguidores -a los Apóstoles, y a Pedro como primero entre ellos- que cuidaran de la unidad y de la fidelidad en la comunidad.
Los constituyó, podemos decir, con su misma «autoridad» en la Iglesia: "Quien a vosotros oye, a mí me oye".
¿Cómo habían de ejercer esta «autoridad»? El Señor no quiso concretar demasiado. O, mejor dicho, sólo lo concretó de manera negativa, porque sabía los peligros que habría. No tenía que ser con la autoridad de los príncipes y poderosos de este mundo. Tenía que ser una autoridad no de dominio, sino de servicio (Lc 22,24-30; Jn 13,4-15). No concretó mucho más.
La autoridad en la Iglesia vendrá determinada por lo que pueda requerir el servicio de la comunión en la misma Iglesia. Y esto podrá depender de diversas situaciones y momentos. En momentos de más dificultad, de más peligro, de tensiones o situaciones difíciles, puede ser que se tenga que reforzar la autoridad o la institución. En momentos, por así decir, de plenitud de vida, la autoridad tendría que tender a retirarse, a dejar que se manifieste la fuerza creadora y renovadora del Espíritu.
Algunos pensarán que todo esto es demasiado teórico y que es necesario que esté bien determinado el alcance exacto de la autoridad en la Iglesia.
Es cierto que sólo he querido indicar un principio teórico, pero me atrevo a defender que en la práctica no se podrá acabar de fijar exactamente el alcance de la autoridad de la Iglesia: en principio es posible extenderla a prácticamente todo, porque la vida cristiana abarca a todo el hombre en su ser individual y social; pero dejándolo todo siempre abierto a la posible acción, humanamente imprevisible y siempre creadora y renovadora, del Espíritu.
Y esto no es defender la anarquía o menospreciar la autoridad de la Iglesia.
Al contrario, estoy convencido de que la autoridad viene del Espíritu y que el Espíritu actúa a través de ella; los que queremos seguir al Espíritu no podremos nunca menospreciar la autoridad o prescindir de ella.
Precisamente por esto, la autoridad misma queda abierta a la acción del Espíritu y, a la larga, es juzgada -positiva o negativamente- por ella, como lo muestra la historia de los santos que han vivido y han sabido superar las tensiones entre el Espíritu y la institución en la Iglesia.
3º Finalmente, otra señal del Espíritu es que el Espíritu siempre sostiene la esperanza.
Porque creer en el Espíritu es creer en la novedad de Dios. Y la novedad de Dios tenemos que pensar que es siempre más poderosa que la maldad de los hombres. Esto es importante, porque suele suceder que hay personas que se creen movidas por el Espíritu, y hasta quizá lo son realmente, cuando propugnan algo nuevo o importante en la Iglesia; pero, si no están muy arraigados en el mismo Espíritu, se cansan o se amargan y pierden la esperanza cuando encuentran una cierta resistencia o incomprensión.
Quien está realmente al servicio del Espíritu no se cansa nunca. Mejor dicho, se puede cansar físicamente, pero nunca abandona lo que puede ser servicio de Dios. La esperanza, o la capacidad de mantener viva la esperanza, es quizá la señal más clara de que el Espíritu está con nosotros.
Cuando empezamos a perder la esperanza es que empezamos a perder el Espíritu de Dios. Un espíritu que lleva al desánimo, a la cerrazón, al hastío, al pesimismo o al pasotismo, nunca es el Espíritu de Dios.
CONSOLACIÓN/AUTENTICA. San Ignacio Loyola, hablando de la consolación espiritual, dice:
«Sólo es del buen espíritu dar consolación espiritual», la auténtica.
En cambio, «el mal espíritu a veces da falsas consolaciones y, sobre todo, da desolaciones, desánimo y cosas semejantes». Y emplea aquella comparación: el buen espíritu es como el agua que cae sobre una esponja, suavemente.
El malo es como la gota que cae sobre la piedra, duramente. Siempre que hay dureza, aristas y actitudes semejantes, hay algo que no ha sido asumido desde la fe. Estas cosas no son siempre fáciles de controlar, porque, además del buen o mal espíritu, está el carácter de cada uno, que a menudo nos pone dificultades.
Lo que no podemos hacer nunca es pactar con la negatividad, con la ruptura, el cansancio, el desánimo... Dios no está entonces con nosotros, porque Dios nunca viene a descorazonarnos. El es la fidelidad. Dios nos ama, pase lo que pase; su amor es incondicional, como es incondicional la esperanza que Él tiene puesta en todos y cada uno de nosotros, por débiles o malos que seamos» *
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Y, esto no es tan fácil ni tan sencillo. Es muy delicado y profundo. Pero, La Iglesia tiene 2000 años de experiencia y de Tradición llena de discernimiento...
Antes de la visión, está la pre-visión.
Antes de la videncia está la e-videncia que es la certeza clara, manifiesta, patente y sin la menor duda. Se puede decir que lo evidente es lo obvio, lo visible y cercano. Es lo que aceptan sin duda alguna la plena totalidad de la comunidad.
Las realidades evidentes se percibe que "están ahí, ante nosotros"; por tanto, no hay que empeñarse con impaciencia o terquedad en que los otros las vean y las acepten ni tratar de imponerlas a nadie. La realidad es tozuda y perseverante, como se acostumbra a decir. Señalando algunas evidencias como referencias, no se trata de convencer a nadie con argumentos de autoridad sino que los individuos y los grupos tengan criterios propios. Aceptarán las evidencias si lo quieren. Es una actitud de respeto a la libertad, ¡a la libertad de pensamiento!
Se ve, además, que las evidencias no son propiedad particular de ninguno sino que pertenecen a todos y por todos pueden ser usadas, lo cual facilita el diálogo y la coresponsabilidad en la convivencia de los individuos y de los pueblos.
Para ello es necesario cultivar la capacidad de observación, de abrir los ojos a la realidad y basarse en ella, en vez de aplicar a ésta nuestros moldes e ideas preconcebidos que tanto sufrimiento causan...
Pero, no siempre, lo verdaderamente evidente es tan evidente. Se necesita del don de la C L A R I V I D E N C I A.
Clarividente es aquel que percibe lo que otros no captan. Es el que tiene sentido común que es el menos común de los sentidos.
"Clarividente es aquel que en medio de las diez mil cosas que nos distraen, es capaz de "ver" y "escuchar" lo esencial y llamarlo por su nombre". (Rubén Alves)
Cuando dejamos de "VER" y de "ESCUCHAR" al prójimo. Ya no percibimos la realidad...Estamos dormidos...Somos unos solitarios infelices... Somos unos autistas sociales...
Para "vernos y escucharnos", necesitamos tener entrañas de Misericordia...Necesitamos querer el conocernos, comprendernos, solidarizarnos, sí, adherirnos a los demás, "aprojimizarnos", AMARNOS...
Sólo comprende y emprende el que ama entrañablemente como nos AMA El Mismo Dios y nos enciende para amar así anuestr@s herman@s.
El secreto del saber está en el amor.
No se conoce (sabe) lo que no se ama ni se Ama lo que no se conoce (sabe).
Como nos dice Jesús:
La Verdad nos hará libres.
Verdaderamente El Amor libera y liberta. El AMOR ILUMINA, DESPIERTA, ENSEÑA...FORMA, MOTIVA para aprender... INSPIRA...ACONSEJA, EDIFICA...
"La santidad no consiste en saber mucho ni en mucho meditar; la santidad es un secreto: el secreto de mucho amar". Santo Tomás de Aquino.
"Ama y dilo con tu vida". San Agustín.
"LA IGLESIA NECESITA FUEGO EN EL CORAZÓN, PALABRA EN SUS LABIOS Y PROFECÍA EN SU MIRADA.LA IGLESIA NECESITA UN PERENNE PENTECOSTÉS". Paulo VI
Estamos muy obsesionados con la tatareada F O R M A C I Ó N. Como si no se impartiera ya tanta formación y catequesis.
Lo que hace falta es CONVERSIÓN. Y, después, PROCLAMAR EL ANUNCIO DE LIBERACIÓN: EL KERIGMA.
TENEMOS QUE SER KERIGMÁTICOS...TENEMOS QUE PROCLAMAR SU PALABRA. Tenemos que evangelizar... No pensar tanto en los 99 que somos. Pensar más en los que no conocen personalmente a Jesús...No pensar tanto en los que estamos, como un grupo cerrado, sino pensando en los nuevos destinatarios... Pensar más en cómo podemos hacer para llevar La Palabra de Dios a nuestros hermanos...Tendremos que hacer cosas especiales y atractivas para los jóvenes. Habrá que hacer encuentros más cortos, más económicos, más solidarios... a ver que opinan ellos mismos...
Tenemos que restaurar una nueva pedagogía y una nueva didáctica. Sí, una nueva y "renovada" Renovación Carismática, para que pueda haber una nueva evangelización. (Lo de "nueva renovación" sé que va a irritar)
Tenemos que RENOVAR E INNOVAR (arriesgadamente tenemos que hacer nuevas y constantemente distintas nuestras asambleas... nuestros retiros... No pensando para nuestro mismo público, sino para los vienen por primera vez...Nuestra asamblea regional debería ser kerigmática...para centrarnos en la efusión del Espíritu. No una asamblea de formación ni de crecimiento...
Tengamos presente el mensaje de Pittsburg: El mismo Señor abre un nuevo horizonte, da una nueva visión, pero, necesitamos dejar nuestros horizontes, nuestras metas anteriores, nuestras viejas mentalidades y sistemas y actuaciones; tenemos que arriesgarnos, tenemos que perder "nuestras seguridades". El mismo Señor, GRAN PEDAGOGO y DIDACTA, nos invita a que pasemos página, que avancemos, que nos lancemos, que no quedemos anclados, en el pasado.
Que no quedemos apeados, en nuestros sistemas mentales viejos, en nuestros miedos, en nuestros cómodos y establecidos modelos de actitudes y de actuaciones. El Señor, -en esto-, nos pide, que no seamos "conservadores", que no nos acomodemos, que no quedemos estáticos.
El Señor nos habla de algo nuevo que empieza, pero, lo que es NUEVO exige NOVEDAD...
Pidamos al Señor una nueva efusión, una nueva inflamación (reavivación) de nuestros carismas... Porque no podemos por nosotros mismos...
Pero El Señor nos da palabras de proseguir, de renovar, de avanzar, de abrir nuestras visiones estrechas y cobardes; nos habla de docilidad... De apertura, de abrirnos a otras estructuras, a otros espacios más amplios, que utilicemos nuevas estrategias, nuevos planteamientos, nuevos métodos de evangelización, más atractivas y contemporáneas...
Los problemas actuales, necesitan soluciones actuales. Que estemos muy atentos de las nuevas trampas del mundo enredadas en la nueva era cultural y social: el post-modernismo... de ver el mundo que nos rodea para discernir leyendo los nuevos signos del tiempo que convivimos y ser profetas de Dios...
Estamos pecando de ACADEMICISMO. Nuestro Dios no es un dios de intelectualistas, ni de doctores. Es un Dios de pastorcitos. Es el Dios de Abraham y de Sara, de Isaac y de Raquel, de Jacobo y de Rebeca: simples, humildes, sencillos y pobres.
Dios no llama a lo más preparados y formados. Dios llama a los más pobres y después, los prepara con su Espíritu...
Como dice La Palabra:"Cuando se reúnen, cada un@ puede participar con un carisma. Pero que todo sirva para edificar"....para que todos aprendan y todos sean animados....no impidan que se hable...Pero que todo se haga decente y ordenado". 1Cor 14,1
Se nos habla de participación con sentido común. Para el bien común no para el propio...con sentido cooperativo, constructivo y edificativo. Tenemos que pensar y sentir eclesialmente como pueblo de Dios.
¿Qué hago yo por la comunidad?
O, ¿sólo exijo que la comunidad siempre esté haciendo algo por mí?
¿Mis opiniones son para edificar la comunidad?
O, ¿sólo presiono por mis intereses o por mis puntos de vista particulares?
Dejemos actuar al Espíritu Santo.
Y, escuchemos a su pueblo... Es muy significante, que no vemos los carismas comunitarios de nuestros propios hermanos. Es curioso que no evangelizan los mismos nativos o autóctonos a su propia gente. ¿Por qué no? Es que no hay carismas ni ministerios de la Palabra en nuestras propias comunidades. O, tenemos envidias y soberbias entre nosotros....O, no tenemos carisma de Pastores...O, no tenemos discernimiento de carismas...
Es muy triste que no haya amor y conocimiento entre nosotros. No tenemos espacios para el discernimiento comunitario. Para el diálogo compartido de nuestras visiones para que sean expuestos en comunidad.
Tenemos que ir cambiando de mentalidad e ir actualizándonos:
Ahora somos una asociación. Sí, somos una comunidad eclesial de apostolado seglar... Pero, antes de todo, somos Iglesia.
Porque gracias a los estatutos, ya no vamos de "grupo" de "especiales". O de corriente multifásica...De "ALTO VOLTAJE"
El Espíritu Santo se mueve y hace mover en todas partes. No nos creamos unos elegidos. Somos unos llamados entre otros muchos... A ver si nosotros respondemos al llamado constante de Nuestro Señor... No tenemos el monopolio del Espíritu...Ni lo pensemos inconscientemente...
Hemos tenido que ser más sencillos, más simples...como nuestro Señor Jesús que se puso en la cola para ser bautizado como uno más. (No caigamos como los fariseos que al principio fueron grandes restauradores de su fe, pero al cabo del tiempo se fueron desvirtuando y enorgulleciéndose).
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Dos parábolas para interpelarnos hoy a nosotr@s
-"L@S RENOVAD@S" (entre comillas)-.
La parábola de los dos hijos
Mt 21, 28-32
Yo confieso que he dividido a la renovación por mi soberbia, mis celos, mis envidias, mi egocentrismo egotista y ególatra, por mis normas y códigos. He contribuido a deshacer los puentes de Dios y de la comunidad y de la fraternidad.
Yo confieso que soy dominante y controlador. Soy perfeccionista y muy exigente en lo que hacen los demás hermanos. Me gusta tomar decisiones sin contar con la comunidad para hacer siempre lo que quiero yo creyendo que es lo perfecto. Porque hago mi voluntad. O no tomo ninguna decisión cometiendo pecado de omisión.
Yo confieso que he pensado más en mis razones o conveniencias sin pensar en las consecuencias de la división entre hermanos y grupos. Porque he elegido lo urgente por lo importante; he cambiado los medios en fines; y, he usurpado Su pertenencia, Su propiedad y Su Gloria.
Yo confieso que como ministerio de alabanza he centralizado y controlado todos los carismas. Descuidando el mayor carisma que es el Amor de Comunión y dejando a algo secundario lo que es principal en la renovación:
"LA PROCLAMACIÓN DE LA PALABRA KERIGMÁTICA" Y EL DISCERNIMIENTO DE NUESTROS MAESTROS.
Yo confieso que he expulsado y separado a nuestros jóvenes de nuestros grupos y encuentros generales. No he querido delegar ni ceder el ministerio. No he tenido la paciencia y la pedagogía con los nuevos servidores como la que yo sí tuve de mis servidores cuando empezaba en esta corriente de gracia que yo he ayudado a estancar...
Yo confieso que he entristecido al Espíritu Santo por mi hipocresía, mi incoherencia, mi frialdad con mi prójimo; mis miedos, mis ídolos, mi ingratitud, mi arrogancia, mi superficialidad, mi tibieza, mi indiferencia.
Yo confieso que he buscado la gratificación de mis obras y mis devociones, y no he dejado a Dios ser Dios. De perder el respeto al Mismo Dios. De que no me doliera que siempre me esté repitiendo su mensaje en su palabra. De no hacerle caso. De no quebrantarme. De no dar más testimonio de vida. De no ser testigo de su amor.... De no hacer llevar más hermanos a la fuente de Vida Misma.
Yo confieso de no ser testigo de su Gratuidad; de no ser místico en la acción. De confiar más en mi ascética.
Mt 21, 28-32
«Pero, díganme su parecer (A los sumos sacerdotes y las autoridades judías):
Un hombre tenía dos hijos. Se acercó al primero para decirle: “Hijo, hoy tienes que ir a trabajar en la viña.” Y él le respondió: “No quiero”. Pero después se arrepintió y fue. Luego el padre se acercó al segundo y le mandó lo mismo. Este respondió: “Ya voy, señor.” Pero no fue.
Ahora bien, ¿cuál de los dos hizo lo que quería el padre?» Ellos contestaron: «El primero.» Entonces Jesús les dijo: «En verdad se lo digo: en el camino al Reino de los Cielos, los publicanos y las prostitutas andan mejor que ustedes. Porque Juan vino a abrirles el camino derecho y ustedes no le creyeron, mientras que los publicanos y las prostitutas le creyeron. Ustedes fueron testigos, pero ni con esto se arrepintieron y le creyeron.
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Los viñadores asesinos
Mt 21, 33-46
Escuchen este otro ejemplo: Había un propietario que plantó una viña. La rodeó con una cerca, cavó en ella un lagar y levantó una torre para vigilarla. Después la alquiló a unos labradores y se marchó a un país lejano. Cuando llegó el tiempo de la vendimia, el dueño mandó a sus sirvientes que fueran donde aquellos labradores y cobraran su parte de la cosecha. Pero los labradores tomaron a los enviados,apalearon a uno, mataron a otro y a otro lo apedrearon.
El propietario volvió a enviar a otros servidores más numerosos que la primera vez, pero los trataron de la misma manera.
Por último envió a su hijo, pensando: “A mi hijo lo respetarán”.
Pero los trabajadores, al ver al hijo, se dijeron: “Ese es el heredero. Lo matamos y así nos quedamos con su herencia”. Lo tomaron, pues, lo echaron fuera de la viña y lo mataron. Ahora bien, cuando venga el dueño de la viña, ¿qué hará con esos labradores?» Le contestaron: «Hará morir sin compasión a esa gente tan mala y arrendará la viña a otros labradores que le paguen a su debido tiempo.»
Jesús agregó: «¿No han leído cierta Escritura? Dice así: La piedra que los constructores desecharon llegó a ser la piedra angular; ésa fue la obra del Señor y nos dejó maravillados.
Ahora yo les digo a ustedes: se les quitará el Reino de los Cielos, y será entregado a un pueblo que le hará producir sus frutos.»
Al oír estos ejemplos, los jefes de los sacerdotes y los fariseos comprendieron que Jesús se refería a ellos (A nosotr@s mism@s).
Hubieran deseado arrestarlo, pero tuvieron miedo del pueblo, que lo consideraba como un profeta.
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Nosotros hoy somos como el segundo hijo y los inquilinos que nos creemos los propietarios de nuestros grupitos, que vamos matando la obra del Señor por culpa de nuestras envidias y egoísmos y celos; mucho retiro, mucho deseo de hacer cosas, mucha oración espiritualista y ego-sentimentalista, vamos a los retiros a escuchar lo mismo, pero, seguimos sin hacer nada de nada. Sabemos mucho de viña, de cepas, de uvas, de vino, de técnicas... y eso nos hace "sentir muy bien consigo mismos", pero, nunca vamos a trabajar a la viña...Y así pasa el tiempo para ir muriendo...
Nos han dicho repetidamente: "el grupo unido y unánime que no sale para fuera a evangelizar muere" y no le echemos la culpa al Espíritu Santo.
La gran mayoría piensa y cree que el fin de la renovación es en sí misma la oración y formación, formación y oración y así en círculo cerrado vicioso constante. Creen y actúan y piensan solamente que son los propietarios de sus grupitos o clubes de asociados.
Orar es el GRAN MEDIO, el fin es EL REINO DEL PADRE Y SU JUSTICIA. ORACIÓN SIN ACCIÓN NO ES VERDADERA ORACIÓN. ES PURO MONÓLOGO inmutablemente EGOTISTA y TERAPÉUTICO .
Nuestra espiritualismo es únicamente floral. La verdadera espiritualidad debe ser floral y sobre todo frutal.
Tenemos que sentipensar y actuar todos con mentalidad de hacer crecer la renovación por ahí... Nos llaman y no acudimos al llamado... Estamos muy ocupados en nuestras cosas, nuestros retiros, nuestras asambleas, normal, no tenemos tiempo para salir afuera...Ni fuera de nosotr@s mism@s ...No salimos del puerto, no vamos a la otra orilla del prójimo...del necesitado... del que está pidiendo pan de Su Palabra...
Hoy como está la renovación en nuestra diócesis haría falta únicamente celebrar la asamblea regional de la renovación para centrarnos con los nuevos y no pensar en nosotros mismos, los veteranos. Habría que dejar tantos retiros o asambleas. Y, empezar a trabajar los grupos por vicarías para ir a otras parroquias para ir a evangelizar y para formar comunidades eclesiales. También para formar ministerios de la palabra, de música, de animación, etc... Pero, hay que saber "delegar..." El servidor tiene que hacer servidores; El ministerio tiene que aumentar su ministerio con paciencia y pedagogía como cuando él mismo empezaba porque todos necesitamos aprender y tiempo...
Somos muy individualistas. El sistema de coordinación nos queda muy grande. No queremos trabajar en equipo y en coordinación desde abajo hacia arriba y viceversa. Esto sigue funcionando como una gestora o una dirección general, no como una coordinación que siga trabajando en concordancia con los anteriores. Los nuevos servidores o coordinadores harán otras cosas diferentes sin continuar ni consultar con los anteriores. Para que si yo tengo exclusivamente al Espíritu Santo, los demás no. Para que la experiencia de otros, para que el diálogo si no hay sitio ni tiempo para la construcción y la coparticipación. Sólo se responde con silencio e indiferencia. No hay respuestas, solo indiferencia y apatía. Así actuamos y respondemos paganamente con los hermanos.
Esto no es verdaderamente La Renovación Carismática Católica. Esto no es vino sino agua destilada...
Esto ha sido un proceso de descomposición desde hace muchos años...No escuchamos ni obedecemos ni hacemos la voluntad de nuestro Padre. Y eso que lo repite constantemente y pacientemente.
Pero no pasa nada, El Señor buscará a otro pueblo trabajador y fructífero.
EXAMEN DE CONCIENCIA
como servidor de la Renovación Carismática
(Sin examen de conciencia no hay arrepentimiento)
“Se os pidió despojarse del hombre viejo
al que vuestras pasiones van destruyendo,
pues así fue vuestra conducta anterior,
y renovarse por el espíritu desde dentro.”.
Ef 4, 22-23
"No entristezcan al Espíritu santo de Dios;
Éste es el sello con el que vosotros fuisteis marcados
y por el que serán reconocidos en el día de la salvación.
Ef 4, 30
"Hay un remedio para las culpas, reconocerlas".
Franz Grillparzer
Antes que nada pedimos al Espíritu Santo,
la Sabiduría para RECONOCER nuestros pecados,
la Gracia para arrepentirnos de ellos
y el Temor (Respeto) de Dios para no ser indiferentes
a Su Real Causa: Su Reinado.
Hemos pasado de la simpatía empática de Dios a la antipatía de los hombres: mira como se odian y se desunen esos antípáticos para todo el pueblo entero.
Yo confieso que soy dominante y controlador. Soy perfeccionista y muy exigente en lo que hacen los demás hermanos. Me gusta tomar decisiones sin contar con la comunidad para hacer siempre lo que quiero yo creyendo que es lo perfecto. Porque hago mi voluntad. O no tomo ninguna decisión cometiendo pecado de omisión.
Yo confieso que he pensado más en mis razones o conveniencias sin pensar en las consecuencias de la división entre hermanos y grupos. Porque he elegido lo urgente por lo importante; he cambiado los medios en fines; y, he usurpado Su pertenencia, Su propiedad y Su Gloria.
Yo confieso que como ministerio de alabanza he centralizado y controlado todos los carismas. Descuidando el mayor carisma que es el Amor de Comunión y dejando a algo secundario lo que es principal en la renovación:
"LA PROCLAMACIÓN DE LA PALABRA KERIGMÁTICA" Y EL DISCERNIMIENTO DE NUESTROS MAESTROS.
Yo confieso que he expulsado y separado a nuestros jóvenes de nuestros grupos y encuentros generales. No he querido delegar ni ceder el ministerio. No he tenido la paciencia y la pedagogía con los nuevos servidores como la que yo sí tuve de mis servidores cuando empezaba en esta corriente de gracia que yo he ayudado a estancar...
Yo confieso que he entristecido al Espíritu Santo por mi hipocresía, mi incoherencia, mi frialdad con mi prójimo; mis miedos, mis ídolos, mi ingratitud, mi arrogancia, mi superficialidad, mi tibieza, mi indiferencia.
Yo confieso que he buscado la gratificación de mis obras y mis devociones, y no he dejado a Dios ser Dios. De perder el respeto al Mismo Dios. De que no me doliera que siempre me esté repitiendo su mensaje en su palabra. De no hacerle caso. De no quebrantarme. De no dar más testimonio de vida. De no ser testigo de su amor.... De no hacer llevar más hermanos a la fuente de Vida Misma.
Yo confieso de no ser testigo de su Gratuidad; de no ser místico en la acción. De confiar más en mi ascética.
Yo confieso ante Dios Todopoderoso,
y ante vosotros hermanos de la Renovación Carismática
que he pecado mucho
de pensamiento, palabra, obra y omisión.
Por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa.
Por eso ruego a Santa María siempre Virgen,
a los ángeles, a los santos y a vosotros hermanos,
que intercedan por mí ante Dios, Nuestro Señor.
Amén.
¡Que El Señor nos renueve y nos despierte...Amén!
Juan Carlos Vázquez Castro
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Renuévanos la vida
Donde quiera que las manos
se entrelacen,
donde quiera que el pan
sea partido y repartido,
donde quiera que la vida
sea celebrada a través de un abrazo,
de un mirar cuidadoso,
tu amor, oh Dios,
es como perfume de primavera,
con aire de septiembre
que anuncia el despertar de la vida,
coloreando nuestros sueños
y nuestras esperanzas.
Renuévanos la vida,
tíranos la tinta vieja,
píntanos con colores nuevos
y brillantes,
de modo que podamos ser tus colaboradores
y tus colaboradoras
en el espacio donde construimos
y reconstruimos nuestra vida.
Amén.
Maria Dirlane y Edson Ponick
VER+:
Un movimiento mundial, pero no uniforme, ni unificado. No tiene fundador particular, ni un grupo de fundadores como muchos otros movimientos.
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Gracias a ello, nos enriquecemos desde la pluralidad y desde la diversidad de puntos de vista dentro del respeto a la libre y peculiar forma de expresión.
La Comunicación más alta posee la gracia de despertar en otro lo que es y contribuir a que se reconozca.
Gracias amig@ de la palabra amiga.
"Nos co-municanos, luego, co-existimos".
Juan Carlos (Yanka)