Estimados colaboradores y directores de Cáritas:
Entiendo que es muy duro lo que le pido en esta carta pero espero como seguidor de Jesús de Nazaret lo sepáis interpretar.
Cáritas significa amor, su función no es recoger dinero sea cual sea la fuente y entregarlo a los necesitados.
Cáritas es algo más que todo eso, tiene como modelo al Maestro por encima de cualquier otra cosa.
Nadie duda de la valía y el talento de los poderosos, pero... ¿Aceptaría el Maestro 20 millones €s sabiendo que se han ganado con el sudor de la esclavitud de los más débiles en países emergentes?
El Señor quemaría en cambio nuestros corazones con palabras de FUEGO, amor ardiente por nuestros hermanos esclavizados.
Renunciaría, sin miedo al poderoso, y públicamente explicaría ante TODA LA SOCIEDAD que le devuelve el dinero con todo el cariño y con la Esperanza de que se emplee en algo mucho más valioso que lo que Cáritas puede hacer.
Le pediría al poderoso que cree un sello en los productos que nos asegure que están hechos por trabajadores con derechos: mayores de edad, con salarios dignos, horarios dignos, condiciones laborales dignas, sanidad y educación para sus hijos.
Desde el inicio de la producción hasta el final de la cadena.
Estoy seguro de que si se las pronunciara Jesús de Nazaret directamente al Sr. Ortega lo entendería.
Pero también estoy seguro de que estas palabras pronunciadas por Cáritas moverían el corazón de los poderosos, y les animarían a cambiar el mundo, porque ellos pueden y deben.
Con todo mi afecto al que difunda este mensaje.
Cáritas significa amor, su función no es recoger dinero sea cual sea la fuente y entregarlo a los necesitados.
Cáritas es algo más que todo eso, tiene como modelo al Maestro por encima de cualquier otra cosa.
Nadie duda de la valía y el talento de los poderosos, pero... ¿Aceptaría el Maestro 20 millones €s sabiendo que se han ganado con el sudor de la esclavitud de los más débiles en países emergentes?
El Señor quemaría en cambio nuestros corazones con palabras de FUEGO, amor ardiente por nuestros hermanos esclavizados.
Renunciaría, sin miedo al poderoso, y públicamente explicaría ante TODA LA SOCIEDAD que le devuelve el dinero con todo el cariño y con la Esperanza de que se emplee en algo mucho más valioso que lo que Cáritas puede hacer.
Le pediría al poderoso que cree un sello en los productos que nos asegure que están hechos por trabajadores con derechos: mayores de edad, con salarios dignos, horarios dignos, condiciones laborales dignas, sanidad y educación para sus hijos.
Desde el inicio de la producción hasta el final de la cadena.
Estoy seguro de que si se las pronunciara Jesús de Nazaret directamente al Sr. Ortega lo entendería.
Pero también estoy seguro de que estas palabras pronunciadas por Cáritas moverían el corazón de los poderosos, y les animarían a cambiar el mundo, porque ellos pueden y deben.
Con todo mi afecto al que difunda este mensaje.
Blas de Lezo
Por una ropa limpia de explotación
Por Inés Benítez
Por Inés Benítez
Leer las etiquetas de procedencia de la ropa, informarse sobre la explotación laboral textil en países pobres y preguntarse cómo pueden ser tan baratos ciertos productos son los primeros pasos para convertirse al consumo responsable de vestimenta
#NoMásExcusas
"Sabemos lo que pasa, pero qué vamos a hacer: en estos tiempos
de crisis lo poco que compras lo tienes que comprar barato", se justifica
Virginia al salir de una tienda de un gran centro comercial en la sureña ciudad
de Málaga. "¿Aquella ropa viene de Bangladesh, no?", pregunta, señalando un
escaparate cercano.
Para la coordinadora de la Campaña Ropa Limpia (CRL) en España, Eva Kreisler, es "repugnante" que las trabajadoras que confeccionan prendas para grandes corporaciones en países como Bangladesh "subvencionen el bajo costo de producción de las empresas y el bajo precio de los consumidores" a costa de salarios miserables y precarias condiciones laborales.
Los ciudadanos "son más conscientes que antes" de los abusos a los trabajadores en la industria textil, "pero aún queda mucho por hacer", considera Kreisler. "El problema de la explotación laboral es estructural" y amerita "medidas estructurales" de las grandes empresas.
La CRL no promueve boicots a la compra de ropa de ciertas marcas, pero llama a los consumidores a cuestionar a las empresas y a participar en las campañas de presión que organiza a favor de mejores salarios textiles y respeto a los convenios internacionales de la Organización Internacional del Trabajo (OIT).
Presente en 14 países europeos, la CRL es una red internacional de organizaciones no gubernamentales, de consumidores y de sindicatos de Asia, África, Europa oriental y América Latina.
Lourdes lleva 11 años como dependienta de una tienda del grupo español Inditex, el mayor conglomerado textil del mundo y propietario de las cadenas de tiendas de moda Zara, Pull & Bear, Massimo Dutti, Bershka y Stradivarius, entre otras.
Pero la vendedora no sabe qué es un código de conducta, e ignora si la empresa lo tiene o lo aplica. Ningún cliente le ha preguntado nunca sobre la procedencia de la ropa y reconoce que ella misma compra sin leer las etiquetas.
Tierramérica la interroga sobre las condiciones laborales de quienes confeccionaron las prendas, como un vestido negro "made in Romania" y una camiseta sin mangas "made in Turkey", colgadas en un expositor cercano. "Eso no lo sé. Los trabajadores aquí estamos contentos en la empresa", contesta.
En los últimos meses se desataron tres incendios en fábricas de Bangladesh que confeccionan vestimenta para Inditex, GAP, H&M y Levi’s, entre otras marcas. El resultado fueron cientos de trabajadoras muertas.
En el último, el 26 de enero, murieron siete mujeres, cuatro de ellas de 17 años, lamenta Kreisler, partidaria de que las empresas con factorías en ese país se unan a un programa de seguridad propuesto por los sindicatos locales e internacionales para prevenir siniestros. Dos días después, Inditex señaló que se desvinculaba de sus proveedores en ese país
Noventa por ciento de la fuerza laboral de esas fábricas es femenina, muchas veces "proveniente de áreas rurales y desconocedora de sus derechos", sostiene Kreisler. Y allí se respira un claro ambiente antisindical: "Solo uno por ciento de los trabajadores de Bangladesh están sindicalizados".
Para la coordinadora de la Campaña Ropa Limpia (CRL) en España, Eva Kreisler, es "repugnante" que las trabajadoras que confeccionan prendas para grandes corporaciones en países como Bangladesh "subvencionen el bajo costo de producción de las empresas y el bajo precio de los consumidores" a costa de salarios miserables y precarias condiciones laborales.
Los ciudadanos "son más conscientes que antes" de los abusos a los trabajadores en la industria textil, "pero aún queda mucho por hacer", considera Kreisler. "El problema de la explotación laboral es estructural" y amerita "medidas estructurales" de las grandes empresas.
La CRL no promueve boicots a la compra de ropa de ciertas marcas, pero llama a los consumidores a cuestionar a las empresas y a participar en las campañas de presión que organiza a favor de mejores salarios textiles y respeto a los convenios internacionales de la Organización Internacional del Trabajo (OIT).
Presente en 14 países europeos, la CRL es una red internacional de organizaciones no gubernamentales, de consumidores y de sindicatos de Asia, África, Europa oriental y América Latina.
Lourdes lleva 11 años como dependienta de una tienda del grupo español Inditex, el mayor conglomerado textil del mundo y propietario de las cadenas de tiendas de moda Zara, Pull & Bear, Massimo Dutti, Bershka y Stradivarius, entre otras.
Pero la vendedora no sabe qué es un código de conducta, e ignora si la empresa lo tiene o lo aplica. Ningún cliente le ha preguntado nunca sobre la procedencia de la ropa y reconoce que ella misma compra sin leer las etiquetas.
Tierramérica la interroga sobre las condiciones laborales de quienes confeccionaron las prendas, como un vestido negro "made in Romania" y una camiseta sin mangas "made in Turkey", colgadas en un expositor cercano. "Eso no lo sé. Los trabajadores aquí estamos contentos en la empresa", contesta.
En los últimos meses se desataron tres incendios en fábricas de Bangladesh que confeccionan vestimenta para Inditex, GAP, H&M y Levi’s, entre otras marcas. El resultado fueron cientos de trabajadoras muertas.
En el último, el 26 de enero, murieron siete mujeres, cuatro de ellas de 17 años, lamenta Kreisler, partidaria de que las empresas con factorías en ese país se unan a un programa de seguridad propuesto por los sindicatos locales e internacionales para prevenir siniestros. Dos días después, Inditex señaló que se desvinculaba de sus proveedores en ese país
Noventa por ciento de la fuerza laboral de esas fábricas es femenina, muchas veces "proveniente de áreas rurales y desconocedora de sus derechos", sostiene Kreisler. Y allí se respira un claro ambiente antisindical: "Solo uno por ciento de los trabajadores de Bangladesh están sindicalizados".
"Hay trabajadores muriendo por producir la ropa que lucimos", sentencia.
Adquirir ropa limpia de estas injusticias puede costar un poco más. Y el
poder adquisitivo de los españoles registra bajas históricas.
"El otro
día estuve en una tienda de comercio justo y solo pude mirar, porque los precios
eran caros", dice la compradora Virginia a Tierramérica frente a un escaparate
que anuncia descuentos de 70 por ciento en plena temporada de rebajas.
María, dependienta de una tienda de cosméticos, antes era más selectiva
con sus compras en función de la procedencia de las prendas. "Pero ahora no". Y
la razón es simple: hay menos dinero.
Mercedes deambula entre
mostradores de ropa con carteles de "todo a 3 euros". Ella asegura que lee las
etiquetas de las prendas, sabe por la prensa de casos de explotación y se
pregunta "¿cómo pueden ser posibles precios tan bajos?".
El poder de las
grandes empresas para exigir costos bajos repercute en las trabajadoras de la
confección en los países proveedores, explica Kreisler.
Para ella no
vendría mal un "cambio de mentalidad" en el consumo de ropa, que muchas veces es
"compulsivo e innecesario" y esclavo de la moda.
Pero la crisis luce
también otras caras. "Ha hecho que la gente se interese más por la ropa de
segunda mano", explica a Tierramérica el periodista Pepe Morales, que además
dirige desde hace un año y medio una tienda de este tipo de prendas en la
capital malagueña.
El comercio de ropa de segunda mano no está muy
extendido en España, a diferencia de Gran Bretaña y los países nórdicos, "pero
este es un buen momento para que las cosas cambien", asegura a Tierramérica la
coordinadora de la Asociación Española de Recuperadores de Economía Social y
Solidaria, Laura Rubio.
La asociación es una plataforma de entidades
sin ánimo de lucro que realizan servicios de gestión ambiental, como
reutilización y reciclaje de ropa, para ayudar a la inserción laboral de
personas desfavorecidas.
"Intentamos alargar la vida útil de la ropa
fomentando su reutilización" a través de un circuito de tiendas de segunda mano,
explica Rubio.
En Málaga, la Fundación Cudeca, de cuidados
del cáncer, cuenta con una decena de tiendas benéficas de ropa de segunda mano
que se abastecen de donaciones y cuyas ventas contribuyen a financiar un
hospital de cuidados paliativos.
La británica Katie O'Neill,
coordinadora de estas tiendas sostenidas por más de 400 voluntarios, indica que
"hay que darle una segunda vida a la ropa".
"No hay que tirar la ropa a
la basura. Daña el ambiente. La que descartamos debemos depositarla en
contenedores destinados a reciclaje de textiles", recuerda mientras un hombre
entrega a una voluntaria una chaqueta "que está impecable".
Según
comerciantes consultados por Tierramérica, la crisis también ha hecho resurgir
establecimientos de arreglos de prendas y zapatos, cada vez más demandados por
consumidores que buscan alargar el uso de prendas y calzados.
* Este
artículo fue publicado originalmente el 9 de febrero por la red latinoamericana
de diarios de Tierramérica.
(FIN/2013)
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Juan Carlos (Yanka)