Libro
“Emprendiendo. El arte de crear empresas y sus artistas”
de Pedro Nueno
"El empresario es uno de los papeles del hombre que ha sido más estudiado. El empresario ha ido ganando terreno social en los últimos siglos postergando al noble, al clérigo y al militar, que en otros tiempos dictaban las normas. Y el empresario parece resistir mejor que sus predecesores históricos en el liderazgo social la normal reacción a la contra de quienes tienen que callar y obedecer. Los siervos se rebelaron contra los nobles, los clérigos tuvieron que ir cediendo al poder terrenal y los militares en la mayor parte de los países se fueron subordinando de mala gana a la sociedad civil. Los empresarios también tuvieron su rebelión, quizá la más grande y universal que ha existido, con el marxismo. La ideología marxista demostró que el empresario era malo para la sociedad, lo prohibió y lo hizo desaparecer en medio mundo. Los comunistas del otro medio lucharon para eliminarlo también de allí. Incluso donde el comunismo había penetrado menos y el empresario había sido mejor aceptado, los sindicatos actuaban como si buscasen su desaparición. Pero el empresario lo ha resistido todo y hasta es posible que como los peores virus haya mutado y haya salido reforzado de tan duro ataque. Siempre en equilibrio difícil, pero avanzando sobre su rueda, como la diosa de la Fortuna, los empresarios acaban el siglo XX, menos discutidos que nunca antes en todo el mundo.
Pocos papeles del hombre son más odiados que el de empresario, sin embargo. Al empresario le odian sus empleados, los recaudadores de la Hacienda Pública que se llevan parte de los beneficios que produce, los políticos que regulan su campo de actuación, los jueces, los periodistas, los notarios que dan fe de sus operaciones, los abogados que redactan sus acuerdos, los consultores que le ayudan, sus competidores, sus vecinos, su chofer, y a veces hasta su mujer.
Y si en lugar de un empresario se trata de una empresaria el odio es distinto, es generalmente peor. Quizá por eso no hay que extenderse mucho hablando de ellos para que nos expliquen aquello de la soledad del empresario. Seguramente Simón de Monfort también se sentía solo después de machacar cientos de albigenses algún miércoles por la tarde en la Francia medieval. Y también se debía sentir solo Galileo frente a la receptividad de sus planteos científicos. Si el odio es porque el empresario es más listo y le envidiamos, no lo vamos a clarificar fácilmente. La realidad es que ese ser que llamamos empresario se ha abierto paso entre nosotros y se ha puesto delante. Ha apartado a otros que querían liderarnos y todos nosotros le hemos elegido a él como el ser impulsor de la sociedad moderna y le seguimos. Y hemos organizados las cosas de tal forma que ahora es indispensable. Aunque no nos guste, vale más que las cosas le vayan bien al empresario porque todos dependemos de él."
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Juan Carlos (Yanka)