NO HAY ESPIRITUALIDAD SIN RELIGIÓN Y VICEVERSA.
PERO, PUEDE HABER "ESPIRITUALISMO"
SIN Y CON RELIGIÓN.
Hoy se ha puesto de moda declararse “espiritual pero no religioso”, cláusula que sirve para atribuirse lo que da buena imagen a la fe -sentimientos filantrópicos, tolerancia universal-, sin los inconvenientes de la “religión organizada” -dogmas, preceptos, exclusividad-. Pero unas creencias blandas no nos sostendrán cuando necesitemos agarrarnos a algo firme, como advierte el autor de este artículo.
“Vivimos inmersos en una falta de creencias, aunque ésta sea señalada y torcidamente espiritual”, observó la escritora católica Flannery O’Connor. “Hay algo en nosotros... que exige el acto redentor, que clama por que lo que se venga abajo tenga al menos la oportunidad de ser restaurado”. El hombre moderno “busca este gesto, y con toda la razón, pero lo que ha olvidado es el coste que tiene. Su sentido del mal está diluido o falta por completo; por lo tanto, ha olvidado el precio de la rehabilitación”.
“En su aspecto más negativo”, concluía O’Connor, la nuestra es “una época que ha domesticado la desesperación y ha aprendido a vivir felizmente con ella”. Con mucha frecuencia, a mi parecer, lo que distingue lo “espiritual” de lo “religioso”, una vez vaciado lo primero de todo significado, es la ideología, la justificación de la desesperación domesticada. Es una forma de sentirse mejor estando solo en el universo, reivindicando una cierta relación con algo que nos supera, aunque no sabemos qué es. El marxismo está muerto como fuente de esperanza humana, pero permanece con nosotros el intento de hallar esperanza en una abstracción que se mantenga lejos de nosotros, a buen recaudo.
El libertino que proclama ser “espiritual” me recuerda a los académicos que solían ser conocidos como “marxistas a la Gucci”, que predicaban la revolución y cuyo radicalismo les llevaba a sentirse muy satisfechos de sí mismos, pero que llevaban la vida más sibarítica y lujosa que quepa imaginar, y se justificaban pensando que la revolución no había llegado.
El libertino que proclama ser “espiritual” me recuerda a los académicos que solían ser conocidos como “marxistas a la Gucci”, que predicaban la revolución y cuyo radicalismo les llevaba a sentirse muy satisfechos de sí mismos, pero que llevaban la vida más sibarítica y lujosa que quepa imaginar, y se justificaban pensando que la revolución no había llegado.
El hombre moribundo es el hombre verdadero en el sentido de que él es quien nos revela lo que esencialmente somos. Yacemos en nuestro lecho de muerte desde el día en que venimos al mundo. Parafraseando a Pascal, los moribundos no quieren al Dios de la espiritualidad sino al Dios de Abraham, Isaac y Jacob.
Espiritualidad desde abajo.pps
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Excelente reflexión la que nos presentás. Saludos!
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