Jaime López
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El periodismo es un servicio público y administra uno de los recursos más valiosos y poderosos de las sociedades modernas: las noticias.
Una noticia puede desencadenar la caída de un funcionario, el retroceso de una medida gubernamental, la huida de inversionistas o que los ciudadanos prefieran quedarse en casa el día de las elecciones.
Normalmente en nuestras sociedades la noticia refleja y es entendida como la "verdad" de los hechos. Y de ahí deriva el poder del periodismo y su capacidad de influir e incidir en las conductas y relaciones sociales.
El periodismo selecciona qué hechos pueden constituirse en noticia y decide la presentación de la información, optando por un enfoque y asignándole un espacio o tiempo de exposición determinados. En otras palabras, es el periodismo el que moldea y construye la "verdad noticiosa", la que debería ser siempre una representación fiel de los hechos.
Pero, ¿a quién responde ese poder? Teóricamente debe responder a la verdad, a la búsqueda del bien común y la estricta observancia de la ética periodística. Sin embargo, en la práctica, responde a la voluntad de un periodista, con sus particulares prejuicios e intereses; a un editor leal a la línea establecida por los propietarios del medio; a un departamento de mercadeo de prensa que debe decir "sí" en todo a los anunciantes; a dueños que miden su "compromiso con la verdad" según las utilidades de los estados financieros y sus relaciones con la elite económica y política; y todos ellos influenciados o presionados por el gobierno, partidos políticos, grupos empresariales y otros que buscan beneficiarse o evitar salir perjudicados con los contenidos noticiosos.
(...)
"La Objetividad no debería existir en el periodismo",
porque "el deber supremo del periodista de izquierda
no es servir a la verdad, sino a la revolución".
Salvador Allende
Corrupción en el periodismo
Cuando se habla de corrupción en el periodismo normalmente se evoca la imagen de un comunicador que recibe un soborno o un favor a cambio de alterar una noticia. Sin embargo, este enfoque es demasiado limitado e injusto, y dice muy poco sobre las manifestaciones de la corrupción en el periodismo, los actores que intervienen en ella y más importante aún, cómo puede ser enfrentada.
Corrupción en el periodismo es el uso de los recursos y el poder noticioso para favorecer o beneficiar intencional e ilegítimamente los intereses de un partido político, una empresa, un funcionario público, un pariente o amigo, en detrimento de la veracidad y en perjuicio de la colectividad. En otras palabras, es el uso irregular de la información por quienes inciden e influyen -directa o indirectamente- en los contenidos noticiosos.
Sus responsables directos son los periodistas, editores y dueños de medios que se prestan a jugar con la información, e indirectamente intervienen los gobiernos, partidos políticos, anunciantes, empresas de publicidad y "amigos" del medio.
Algunas formas de corrupción en el periodismo son:
la creación artificial de hechos noticiosos para confundir o distraer la opinión pública y evitar así que temas que sí son de relevancia obtengan la atención que merecen;
las campañas infundadas para destruir la imagen de una persona o grupo que no es afín a la ideología de los dueños de los medios o que amenaza el "status" de los grupos económicos y políticos a los que está vinculado el medio;
la promoción desproporcionada de candidatos a puestos públicos afines con la orientación política del medio;
la presentación descontextualizada de las noticias para distorsionar las conclusiones del público;
la censura sobre temas y contenidos noticiosos que puedan ofender a los anunciantes o al partido gobernante;
las tendencias y acciones para monopolizar la propiedad de los medios de comunicación y el control de las frecuencias radioeléctricas, y la exclusividad de las fuentes informativas;
los cruces y dualidades de periodistas con funciones de relacionistas públicos o promotores en oficinas gubernamentales; y
la complicidad en las regulaciones y prácticas gubernamentales que comprometen la independencia periodística, como las leyes anti-prensa o el uso arbitrario de la publicidad oficial.
La corrupción dentro del periodismo también incluye las acciones que ayudan a disimularla, encubrirla y tolerarla.
Al difundirse noticias falsas, incompletas o tendenciosas se introducen serias distorsiones en todos los órdenes de la vida social. En el caso de los países latinoamericanos, la corrupción en el periodismo contribuye a encubrir las violaciones a los derechos humanos, la destrucción del medio ambiente, el saqueo de los bienes y recursos públicos; fomenta el morbo, el amarillismo y la pobreza espiritual; aliena las conciencias y conduce a la pérdida de identidad de los ciudadanos; favorece las relaciones y estructuras de inequidad en la sociedad y en otras maneras promueve una falsa imagen de democracia.
La corrupción en el periodismo puede tener diversas magnitudes y visibilidad. Hay unos casos donde se habla de recompensas millonarias y otros donde hay coacción o temor de por medio. Unos que sí son reconocidos como corrupción y otros que se consideran prácticas normales. Están los casos escandalosos y los que normalmente pasan desapercibidos.
(...)
El palangre o palangrismo es la forma de cobrar o aceptar dinero para favorecer una o varias personas u una o varias instituciones sin importar la verdad del hecho. En lenguaje periodístico, práctica de recibir palangre (pago ilícito).
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