Aristóteles definió tres formas de degeneración del gobierno: la tiranía, la oligarquía y la oclocracia, siendo esta última el gobierno de la muchedumbre, de la masa orteguiana.
Polibio, doscientos años antes de Cristo, llamó oclocracia al fruto de la demagogia, definiéndola como la tiranía de las mayorías incultas y el uso indebido de su fuerza para obligar a los gobernantes a adoptar políticas, decisiones o regulaciones desafortunadas.
YO INCLUIRÍA OTRO TÉRMINO:
"ILITIOCRACIA": EL GOBIERNO DE LOS ESTÚPIDOS
Muchos países y bastantes democracias, entre ellas la española, expulsan del poder a las élites mejor preparadas y se convierten en estúpidas. Uno de los peores rasgos del actual liderazgo mundial es que está siendo dominado por mediocres, lo que constituye una tragedia cuyas consecuencias ya se están viendo: mal gobierno, crisis económica, frustración ciudadana y un peligroso divorcio entre la sociedad y los que mandan.
El triunfo de la mediocridad Estados Unidos ofrece una imagen inquietante como líder mundial; la Unión Europea carece de un liderazgo solvente, capaz de adoptar las decisiones urgentes que necesita; muchos países se deterioran, víctimas de malos gobiernos; los ciudadanos se sienten mal gobernados y decepcionados. La mediocridad y la idiotez parecen dominar el planeta político. ¿Qué está ocurriendo? La respuesta está en los partidos políticos, que son eficaces maquinarias productoras de mediocres a gran escala. Los partidos políticos están imponiendo, poco a poco, un liderazgo mundial torpe y estúpido.
En democracia, la mayoría siempre tiene razón, aunque se equivoque, porque en la mayoría reside oficialmente la verdad. En esa característica de la democracia reside su grandeza y, al mismo tiempo, su mayor peligro y riesgo. Si las personas que influyen y hasta controlan a las mayorías son estúpidas o perversas, la misma democracia se torna imbécil, malvada o ambas cosas.
La democracia es un sistema para convivir en paz, no una garantía de eficacia y acierto. Si le dijéramos a un colectivo acostumbrado a obedecer "como sois soberanos, podéis gobernaros", lo más probable es que se abrieran las puertas del caos y de muchos males y problemas.
Todos los sistemas políticos y poderes necesitan organización, preparación y entrenamiento, pero la democracia lo necesita más que ningún otro sistema, porque sus posibilidades de convertirse en estúpida son enormes.
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No puede existir democracia sin la complicidad y el esfuerzo común de la escuela, la actividad de los partidos políticos, la prensa, las corrientes de opinión y el valor de los principios. Todas estas fuerzas son imprescindibles para convertir al esclavo en ciudadano y generar un pueblo soberano y clarividente.
Otra necesidad de los sistemas políticos es contar con las élites mejores de la sociedad, la gente mejor preparada para gobernar por sus conocimientos, clarividencia y alta moralidad. Esas élites han participado en el gobierno del mundo desde el principio de los tiempos, pero la democracia, convertida en el imperio de los mediocres, gracias a la dictadura de los partidos políticos, es el primer sistema de la Historia que las ha expulsado del poder.
Cuando los partidos políticos, que se han convertido en la fuerza dominante y decisiva en las democracias, no tienen interés alguno en crear ciudadanos y se sienten más cómodos gobernando a masas aborregadas y llenas de incultura y miedo, entonces empiezan a promocionarse desde el poder la incultura, el sometimiento y hasta la brutalidad. En un mundo gobernado por los partidos políticos no puede haber sitio para la gente libre, ni para los ciudadanos que quieren autogobernarse, ni para las élites más preparadas. La democracia es pervertida por sus mismos protagonistas y es transformada en una vulgar dictadura de partido, imbécil, sin ciudadanos, sin inteligencia y muchas veces también sin moral.
La proliferación de democracias marcadas por la estupidez es ya una plaga en el siglo XXI porque los partidos políticos y sus dirigentes han decidido que les conviene más gobernar a rebaños estúpidos que a ciudadanos cultos y preparados para el autogobierno. En términos reales, han antepuesto los intereses personales y el control del poder a la salud democrática.
El avance de las democracias estúpidas crea una seria de problemas que tendrán pronto gran efecto en la convivencia, la cultura, la civilización y la misma configuración del mundo. El principal problema será la muerte de la democracia real y su sustitución progresiva por dictaduras de partidos, ya plenamente vigentes en algunas democracia degradadas, como la española. Sin embargo, habrá otras consecvuencias que causarán enormes daños, como la desaparición de las verdaderas élites intelectuales, técnicas y morales, que están siendo expulsadas del poder, de manera implacable, por unos partidos políticos dominados por mediocres.
Algunos pensadores sostenemos que los partidos políticos han representado toda una revolución en la estructura del poder mundial al conseguir que los mediocres y torpes. organizados y unidos, se impongan sobre los fuertes y los más inteligentes, que no tienen cabida en un mundo político dominado por la mediocridad.
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Juan Carlos (Yanka)