"Somos Aliento, somos Palabra De Dios".
Dice la Escritura que Dios conoce cada una de las estrellas del cielo, y que a cada una la llama por su nombre; también dice que el Adán comenzó a existir cuando Dios insufló su aliento. Una tradición dice que el aliento insuflado era el nombre del Adán. Me encanta pensar que el ser humano comienza a existir cuando Dios sopla o susurra su nombre.
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Y pienso en el momento en el que Dios decidió llamarme a la existencia y pronunció mi nombre con su aliento. No soy un producto de fábrica, no soy fruto de una producción en serie ni de un accidente, sino que mi existencia ha sido deseada por Dios, ha sido pensada. Y Dios no pensó en cualquier persona, sino en mí, en mi nombre. Y Dios quiso que mi nombre (es decir, YO) existiera.
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Los sufís hablan de que ese aliento de Dios que dijo mi nombre ha quedado guardado dentro de mí, es lo que me permite vivir. Somos, dicen, el aliento de Dios, la respiración de Dios, el murmullo de Dios que se ha encarnado y que algún día regresará a Quien lo exhaló.
Existe, pues, una interconexión entre Dios y cada uno de nosotros, es la intuición de Pablo cuando escribió: “Nada nos separará del amor de Dios”, y nuestra respiración, nuestro aliento, es el símbolo, el sacramento de esta interconexión, por eso muchas prácticas espirituales se basan en los ritmos de la respiración.
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Hacernos conscientes de nuestra respiración, sabiendo que ella es el símbolo del aliento divino que se nos ha dado, es uno de los mejores caminos para darnos cuenta de que vivimos unidos a Dios y que dentro de nosotros habita nuestro Nombre, pronunciado por el aliento de Aquel que nos ama.
J. Álvaro Olvera I.
Hola Yanka. Me ha llegado al alma esta reflexión. Es muy hermosa, y es que Dios es el creador de todo... Un abrazo
ResponderEliminarGracias Felix
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