- «Había en la reserva un hombre, un cartero, que oyó a unos Ancianos decir algo acerca de la recepción de objetos que daban enorme poder.
El no sabía mucho acerca de tales cosas, pero pensó cuan maravilloso seria poder recibir semejante objeto, que sólo el Creador podía concederle. En particular, oyó decir a los Ancianos que el objeto de máximo valor que una persona podía recibir era una pluma de águila y decidió que eso era lo que quería.
Si conseguía una pluma de águila podría disponer de todo el poder, toda la sabiduría y todo el prestigio que deseaba. Pero sabia que no podía comprarla y tampoco podía pedir a nadie que le diera una. Sólo gracias a la voluntad del Creador podría llegarle alguna».
«Un día tras otro buscó por todas partes una pluma de águila. Se imaginaba que si mantenía abiertos los ojos, alguna se le cruzaría en el camino. Así las cosas, no pensaba en nada mas que en eso. Aquella pluma de águila le tenía el pensamiento ocupado desde que el sol salía hasta que se ponía. Pasaron semanas, meses y años.
Todos los días el cartero hacia su ronda, siempre en busca de la pluma de águila, para lo cual miraba con toda la intensidad que podía. No prestaba atención a su familia ni a sus amigos. Tenia la mente íntegramente volcada en la pluma de águila. Pero esta no llegaba. El cartero comenzó a envejecer y la pluma seguía sin aparecer. Finalmente, llego a convencerse de que, por intensa que fuera su mirada, no estaba mas cerca de conseguir la pluma que el día que había comenzado a buscarla.»
«Un día descanso al borde del camino. Se apeó de su pequeño jeep para repartir la correspondencia y mantuvo una conversación con el Creador. Dijo:
“Estoy cansado de buscar la pluma de águila. Tal vez no sea no sea yo digno de ella. Me he pasado la vida pensando en esa pluma. Apenas he dedicado un pensamiento a mi familia y a mis amigos. Lo único que me preocupaba era la dichosa pluma, y ahora me encuentro con que la vida casi se me ha pasado. He dejado de un lado una gran cantidad de cosas buenas. Pues bien, abandonare la búsqueda. Dejare de buscar y empezare a vivir. Quizá todavía tenga tiempo de hacer las paces con mi familia y mis amigos, de hacerme perdonar la vida que he llevado”»
«Entonces -y sólo entonces- le embargó una gran paz espiritual. De repente se sintió interiormente mejor que en todos los años anteriores. Apenas terminó su conversación con el Creador e iniciaba su regreso en el jeep, lo sorprendió una sombra que pasaba sobre él. Protegiéndose los ojos con las manos, miro al cielo y vio, muy arriba, una gran ave volando.
El ave desapareció casi instantáneamente. Luego vio que algo bajaba, flotando ligeramente en la brisa:
Una hermosa pluma de la cola. ¡Era su pluma de águila! Entonces se dio cuenta de que la pluma no había llegado ni un instante antes de que él hubiera dejado de buscarla y hubiera hecho las paces con el Creador.
APRENDIÓ FINALMENTE QUE LA SABIDURÍA SÓLO VIENE CUANDO SE DEJA DE BUSCARLA Y SE EMPIEZA A VIVIR -A CONVIVIR- VERDADERAMENTE LA VIDA QUE EL CREADOR HA PENSADO PARA UNO.
El cartero todavía vive y es otra persona. Ahora la gente acude a él en busca de sabiduría y el comparte todo lo que sabe. Y ahora que dispone del poder y del prestigio al que aspiraba, estas cosas ya no le importan. Se dedica a los demás, no a sí mismo.
Ahora ya sabes cómo viene la sabiduría.»
«Un día tras otro buscó por todas partes una pluma de águila. Se imaginaba que si mantenía abiertos los ojos, alguna se le cruzaría en el camino. Así las cosas, no pensaba en nada mas que en eso. Aquella pluma de águila le tenía el pensamiento ocupado desde que el sol salía hasta que se ponía. Pasaron semanas, meses y años.
Todos los días el cartero hacia su ronda, siempre en busca de la pluma de águila, para lo cual miraba con toda la intensidad que podía. No prestaba atención a su familia ni a sus amigos. Tenia la mente íntegramente volcada en la pluma de águila. Pero esta no llegaba. El cartero comenzó a envejecer y la pluma seguía sin aparecer. Finalmente, llego a convencerse de que, por intensa que fuera su mirada, no estaba mas cerca de conseguir la pluma que el día que había comenzado a buscarla.»
«Un día descanso al borde del camino. Se apeó de su pequeño jeep para repartir la correspondencia y mantuvo una conversación con el Creador. Dijo:
“Estoy cansado de buscar la pluma de águila. Tal vez no sea no sea yo digno de ella. Me he pasado la vida pensando en esa pluma. Apenas he dedicado un pensamiento a mi familia y a mis amigos. Lo único que me preocupaba era la dichosa pluma, y ahora me encuentro con que la vida casi se me ha pasado. He dejado de un lado una gran cantidad de cosas buenas. Pues bien, abandonare la búsqueda. Dejare de buscar y empezare a vivir. Quizá todavía tenga tiempo de hacer las paces con mi familia y mis amigos, de hacerme perdonar la vida que he llevado”»
«Entonces -y sólo entonces- le embargó una gran paz espiritual. De repente se sintió interiormente mejor que en todos los años anteriores. Apenas terminó su conversación con el Creador e iniciaba su regreso en el jeep, lo sorprendió una sombra que pasaba sobre él. Protegiéndose los ojos con las manos, miro al cielo y vio, muy arriba, una gran ave volando.
El ave desapareció casi instantáneamente. Luego vio que algo bajaba, flotando ligeramente en la brisa:
Una hermosa pluma de la cola. ¡Era su pluma de águila! Entonces se dio cuenta de que la pluma no había llegado ni un instante antes de que él hubiera dejado de buscarla y hubiera hecho las paces con el Creador.
APRENDIÓ FINALMENTE QUE LA SABIDURÍA SÓLO VIENE CUANDO SE DEJA DE BUSCARLA Y SE EMPIEZA A VIVIR -A CONVIVIR- VERDADERAMENTE LA VIDA QUE EL CREADOR HA PENSADO PARA UNO.
El cartero todavía vive y es otra persona. Ahora la gente acude a él en busca de sabiduría y el comparte todo lo que sabe. Y ahora que dispone del poder y del prestigio al que aspiraba, estas cosas ya no le importan. Se dedica a los demás, no a sí mismo.
Ahora ya sabes cómo viene la sabiduría.»
LEILA FISHER (RESERVA INDIA HOH)
(EXTRAÍDO DEL LIBRO LOS GUARDIANES DE LA SABIDURÍA EDITORIAL ALBA)
(EXTRAÍDO DEL LIBRO LOS GUARDIANES DE LA SABIDURÍA EDITORIAL ALBA)
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LA SABIDURÍA DEL ÁGUILA
El águila es el ave con mayor longevidad de esas especies. Llega a vivir 70 años, pero para llegar a esa edad, a los 40, debe tomar una seria y difícil decisión.
A los 40 años, sus uñas están apretadas y flexibles y no consigue tomar a sus presas de las cuales se alimenta. Su pico largo y puntiagudo, se curva, apuntando contra el pecho. Sus alas están envejecidas y pesadas y sus plumas gruesas. ¡Volar se hace ya tan difícil! Entonces, el águila tiene solamente dos alternativas: morir o enfrentar un dolorido proceso de renovación que durará 150 días. Ese proceso consiste en volar hacia lo alto de una montaña y quedarse ahí, en un nido cercano a un paredón, en donde no tenga la necesidad de volar. Después de encontrar ese lugar, el águila comienza a golpear su pico en la pared hasta conseguir arrancarlo. Luego debe esperar el crecimiento de uno nuevo con el que desprenderá una a una sus uñas. Cuando las nuevas uñas comienzan a nacer, comenzará a desplumar sus plumas viejas. Después de cinco meses, sale para su vuelo de renovación y a vivir 30 años más.
En nuestras vidas, muchas veces tenemos que resguardarnos por algún tiempo y comenzar un proceso de renovación para continuar un vuelo de victoria, debemos desprendernos de costumbres, tradiciones y recuerdos que nos causaron dolor. Solamente libres del peso del pasado podremos aprovechar el resultado valioso que una renovación siempre trae.
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Juan Carlos (Yanka)