JEREMÍAS
¿Puede un hombre cambiar el destino de una nación y el decurso de la historia? La cuestión de la libertad del hombre, situado ante su propio destino y el destino de la nación, es central en este drama teatral, uno de los primeros que escribió Karol Wojtyła cuando tenía apenas veinte años. El hombre que reflexiona sobre la historia y la identidad de su patria resulta ser el propio autor, que protagoniza como un personaje más su propia obra. A través de sus personajes y de la sucinta trama de la obra, Wojtyła dialoga con los mitos nacionales de su época, como el mesianismo y el sarmatismo, y con las grandes tradiciones culturales: la Antigüedad clásica, la tradición bíblica, el Romanticismo, el misticismo español de san Juan de la Cruz, o el hispanismo polaco, representado sobre todo en Calderón de la Barca y en la tradición quijotesca.
Estudio preliminar
La elección de Karol Wojtyła como Sumo Pontífice de la Iglesia Católica, el 16 de octubre de 1978, suscitó un enorme interés por redescubrir las facetas de poeta, dramaturgo y actor, que el nuevo Papa había cultivado en el pasado. Ese inicio de su pontificado fue, sin duda, una ocasión destacada, que impulsó una creciente solicitud por conocer su obra literaria. Sin embargo, no fueron pocas las dificultades para recopilar los textos originales de sus escritos poéticos y de sus obras de teatro, pues, hasta entonces, muchas de esas obras no habían sido publicadas por su autor. El arzobispo y cardenal de Cracovia, Karol Wojtyła, incluso cuando ya se había convertido en el papa Juan Pablo II, mostró escaso interés por publicar su obra literaria y, más bien, siguió prefiriendo que sus composiciones quedaran, simplemente, como manuscritos o como copias mecanografiadas.
Especialmente laboriosa fue la recopilación de los escritos que Karol Wojtyła había compuesto en los años de su juventud, durante el primer periodo cracoviense, que transcurrió de 1938 a 1946. En mayo de 2015, el que fuera secretario personal del papa Juan Pablo II, el cardenal Stanisław Dziwisz, que por entonces era Arzobispo de Cracovia, creó una Comisión Científica con el fin de preparar la edición definitiva de los textos originales de la obra literaria juvenil de Karol Wojtyła. Los estudiosos tuvieron que afrontar una cuidadosa investigación y una esmerada labor de crítica textual, que dio como fruto el descubrimiento de textos inéditos, además de la publicación de los tres volúmenes que recogen la obra literaria completa de Karol Wojtyła en lengua polaca.
En 2019 se publicó el primero de ellos: K. Wojtyła / Jan Paweł, Dzieła literackie i teatralne.
Tom 1: Juwenilia (1938-1946). Pod redakcią: Jacka Popiela. Zespół redakcyjny: Marta Burghardt, Stanisław Dziedzic, Anna Karoń-Ostrowska, Jan Machniak, Zofia Zarębianka (Znak, Kraków 2019) 1. En él se recogen los escritos poéticos y teatrales de la denominada época literaria juvenil, que abarca desde el año 1938, coincidente con el último año de estudios de Wojtyła en la Escuela Secundaria de Wadowice, hasta 1946, año de su ordenación sacerdotal.
El segundo tomo se publicó en el año 2020: K. Wojtyła / Jan Paweł, Dzieła literackie i teatralne. Tom. 2: Utwory poetyckie (1946-2003). Pod redakcią: Zofii Zarębianki. Zespół redakcyjny: Marta Burghardt, Krzysztof Dybciak, Stanisław Dziedzic, Anna Karoń-Ostrowska, Jacek Popiel, Paweł Ptasznik (Znak, Kraków 2020) 2. En él se recogen los escritos poéticos de su época de madurez, compuestos en el segundo periodo cracoviense, es decir, desde 1946 hasta el momento en que fue elegido Papa.
El tercero y último tomo se publicó en 2022: K. Wojtyła /Jan Paweł, Dzieła literackie i teatralne. Tom. 3: Dramaty. Szkice. Pod redakcią: Jacka Popiela. Zespół redakcyjny: Marta Burghardt, Stanisław Dziedzic, Anna Karoń-Ostrowska, Jan Machniak, Zofia Zarębianka (Znak, Kraków 2022). En él se recogen las obras teatrales del segundo periodo cracoviense, las que más se han traducido a otras lenguas y, por tanto, las más divulgadas y conocidas. En los últimos años de su vida, en 2003, se publicó en Roma su última obra poética conocida: Tríptico romano.
La obra Jeremías, cuya traducción directa del polaco ofrecemos en estas páginas, pertenece al grupo de los escritos juveniles de Wojtyła y se sitúa, por tanto, en el primer periodo cracoviense.
El texto original en polaco está recogido en el primero de los tres volúmenes mencionados. No existía hasta ahora una traducción de esta obra en lengua española. Los estudiosos de Wojtyła que estaban interesados en ella tenían un referente en la edición bilingüe polacoitaliana 3. Se hacía necesario, por tanto, acometer la gratificante —y nada fácil— tarea de elaborar la edición en español de esta obra de Wojtyła, de gran valor literario, histórico, filosófico, teológico y autobiográfico, para hacerla accesible al amplio público de lengua hispana. Una vez que la publicación de los tres volúmenes de la obra literaria completa de Wojtyła había conseguido recopilar y fijar los textos originales en polaco, quedaba ya abierto el camino para que su obra literaria juvenil pudiera ser traducida al español. Esta edición bilingüe del drama Jeremías abre el camino a la futura edición en español de los demás escritos poéticos y teatrales de Wojtyła, que se sitúan también en el primer periodo cracoviense.
Dentro del panorama de estudios sobre la figura y la obra de Karol Wojtyła resulta significativo que, a la hora de presentar las raíces y la génesis de su pensamiento, los biógrafos y estudiosos no parecen dar una especial relevancia a la gran actividad artística que nuestro autor desarrolló durante los años previos a su entrada en el seminario de Cracovia. En ese tiempo Wojtyła compuso una parte considerable de su amplia obra literaria. Y, sin embargo, para conocer adecuadamente la obra filosófica, teológica y magisterial de Karol Wojtyła/ Juan Pablo II, hay que considerarla en unidad y continuidad con esa primera matriz cultural de su pensamiento, que se forjó durante su primer periodo cracoviense y que con tanta riqueza quedó expresada en su primera obra poética y teatral.
En las fuentes originarias del pensamiento de Karol Wojtyła encontramos la Sagrada Escritura y la tradición cristiana, la huella de san Agustín, la herencia de la cultura griega y romana, la cultura polaca y el más antiguo tronco eslavo, la tradición caballeresca y el teatro litúrgico medieval, el hispanismo polaco, la huella del barroco jesuítico de la contrarreforma, las grandes obras y autores del Romanticismo polaco, el misticismo español, representado de manera singular en la obra y doctrina de san Juan de la Cruz, y la propia experiencia autobiográfica. Todas ellas están presentes de algún modo en el drama Jeremías.
Wojtyła entró en contacto con el mundo cultural, artístico y filosófico del Romanticismo polaco y europeo, pero también con la herencia del mundo clásico, a través de la mitología, el teatro y el pensamiento grecoromano. A ello habría que añadir, además, el sólido patrimonio espiritual y cultural cristiano, que recibió desde la infancia en su entorno familiar y en la escuela de Wadowice, el gusto por los grandes autores del Siglo de Oro español, que Wojtyła descubrió especialmente en su tiempo de estudio universitario en Cracovia, y la cercanía con los escritos y la mística de san Juan de la Cruz. Con el santo español nuestro autor se había ido familiarizando desde muy temprana edad, mucho antes de su encuentro con Jan Leopold Tyranowski, acaecido, según los biógrafos, en marzo de 1940.
Sin esta rica matriz cultural, que Wojtyła recibió en su familia, en la Universidad, y en los numerosos círculos artísticos que frecuentó, primero en Wadowice y más tarde en Cracovia, se corre el riesgo de estudiar el pensamiento más maduro de nuestro autor desarraigado de su primer armazón y de su originario fundamento cultural. El análisis interno del drama Jeremías nos permitirá comprobar que algunos temas que serán centrales en su pensamiento más maduro aparecen ya delineados en sus primeros dramas. Karol Wojtyła no cultivaba el arte escénico por mero esteticismo, o por un interés puramente erudito o literario, sino como una vía privilegiada para expresar sus ideas y volcar toda su interioridad. De hecho, desde sus primeras obras se advierte ya la especial atención de Wojtyła a los dos polos fundamentales que articulan su reflexión: Dios y el hombre.
1. Aproximación a la obra desde su contexto histórico-literario
Los inicios de la dedicación de Karol Wojtyła al teatro se entrelazan con los comienzos de su andadura intelectual, primero durante los años de estudio en Wadowice y, más tarde, en su breve período de vida universitaria en Cracovia. Su vocación teatral se enmarca en el ambiente de gran florecimiento artístico, que se produjo en la Polonia libre del período de entreguerras. El influjo del movimiento histórico-literario de la Joven Polonia 4 explica, en parte, su peculiar estilo teatral, que hará entroncar al joven actor y dramaturgo Wojtyła con la gran tradición literaria romántica polaca y europea. Sin olvidar que, ya desde los años escolares de Wadowice, Wojtyła se había ido familiarizando con la estética y el ideario del Romanticismo, a través del estudio y la representación escénica de las obras de los grandes autores del Romanticismo polaco. Este es, a grandes rasgos, el momento histórico y literario en el que se encuadra la etapa teatral juvenil de Karol Wojtyła, que discurre entre el año 1930, fecha en que Wojtyła inicia sus estudios de Secundaria en la escuela de Wadowice, y el año 1940, en el que nuestro autor ultimó la composición de su drama Jeremías, antes de comenzar a trabajar como obrero en una cantera de piedra, en octubre de ese mismo año.
La obra Jeremías se sitúa, por tanto, al final de ese período teatral juvenil. Fue escrita cuando Karol Wojtyła tenía apenas veinte años. La pieza se enmarca, por tanto, en el entorno históricoliterario del primer período cracoviense, que comienza a partir del verano de 1938, cuando Wojtyła se traslada a la capital polaca, para iniciar sus estudios universitarios de polonística en la Universidad Jaguelónica de Cracovia. La fecha de composición del drama, 1940, y, sobre todo, las características internas de la obra, que la sitúan en diálogo con la herencia literaria del Romanticismo, enmarcan su composición en el período prerapsódico de Wojtyła. De hecho, habrá que esperar al verano de 1941 para ver constituido formal mente el Teatro Rapsódico, fundado por Mieczysław Kotlarczyk, con un reducido grupo de jóvenes actores, entre los que se encontrará Karol Wojtyła. Sin embargo, en Jeremías se advierte ya la presencia de muchos de los rasgos que, más adelante, caracterizarán ese novedoso teatro polaco. El drama Jeremías se encuadra todavía en los años de los primeros pasos de Wojtyła en el arte de la composición dramática y del surgir de un incipiente estilo teatral, que madurará en una forma particular y muy personal de concebir y componer su propio Teatro Rapsódico. En esos inicios se fraguó también la especial vinculación literaria de Karol Wojtyła con el drama simbólico de Stanislaw Wyspiański (1869-1907), el gran reformador del teatro polaco 5, cuyo influjo explica, en parte, el rico y complejo uso de la analogía y del simbolismo que articula internamente el drama Jeremías.
En una carta dirigida a su gran amigo Mieczysław Kotlarczyk, fechada en abril/verano de 1940, Wojtyła menciona ya este drama:
“El segundo es un drama por el momento titulado Jeremiasz, pero quizá se titulará Zakon. Ha nacido de manera fulminante, como una revelación, mientras leía las Profecías de Jeremías” 6. Más tarde, en octubre de ese mismo año, Wojtyła volverá a referirse a esta obra, mencionando el grupo de teatro Studio dramatyczne 39, que nuestro autor había frecuentado durante el año anterior, en 1939, antes del estallido de la Segunda Guerra Mundial:
No he escrito tanto como podrías pensar (…) La vida nos envuelve y nos impone una cierta prisa (…) Te confieso que, al menos por ahora, me he aficionado a lo que, de momento, he titulado Jeremías. Sin embargo, Tadeusz Studio 39 no lo predestina para la escena. Yo, en cambio, pienso que se trata de algo nuevo 7.
Por la cronología de estas cartas, fechadas en la primavera/verano y otoño de 1940, parece que Wojtyła ultimó la composición de este drama antes del mes de abril de 1940. Sin embargo, el tiempo hizo que la obra cayera en olvido y no fue publicada hasta el año 1980 8. El fundador de la citada compañía de teatro Studio dramatyczne 39, Tadeusz Kudliński (1898-1990), consideró su difícil escenificación, quizá por la escasa trama escénica que presenta la obra. En cambio, destacan en ella los densos monólogos y los diálogos largos, a veces casi salmódicos, de sus protagonistas, que resultan más aptos para ser recitados y pensados conceptualmente que representados en un escenario. Tal vez Wojtyła solo pretendía así emular a Juliusz Słowacki (1809-1849), cuyos dramas fueron concebidos para la lectura y no necesariamente para ser llevados a escena 9. Sin embargo, también este rasgo anticipa ya mucho del estilo rapsódico y del teatro interior que caracterizará sus futuros dramas teatrales, pertenecientes ya a la época literaria más madura del segundo periodo cracoviense.
La obra Jeremías consta de tres partes y está escrita en verso, con amplias didascalias en prosa, que describen y definen visualmente la escena, comentan y acompañan el desarrollo de la trama y dan las claves necesarias para su interpretación. En ellas parece vislumbrarse ya la amplitud y densidad que estas piezas irán adquiriendo en las futuras obras de teatro de Karol Wojtyła 10. En los planes de su autor estaba que la obra Jeremías formara parte de una tetralogía, que, finalmente, no llegó a completarse. La trayectoria biográfica de Karol Wojtyła dio tal giro a partir del otoño de 1940, que ese primer proyecto dramático quedó sin concluir:
Por otra parte, tengo una serie entera de ideas. No quiero mencionarlas más. Ese Zakon se me anticipa en este momento bastante claro como una parte de la Tetralogía. Pero es algo lejano. Un día, si Dios quiere, hablaremos de ello 11.
Zakon [Ley] es el título que inicialmente Wojtyła había pensado para su obra y que, finalmente, no llegó a elegir: “El segundo es un drama por el momento titulado Jeremiasz, pero quizá se titulará Zakon” 12. De hecho, el drama lleva por título el nombre del héroe que la inspira, como gustaban de hacer los grandes literatos románticos. En una carta a su amigo Kotlarzyck, Karol Wojtyła resume así la trama de su propia obra:
La trama es la siguiente: Acto I. Delante de la puerta del templo (catedral) hay una capilla, la celda del Padre Piotr Skarga. En la capilla, el altar está cubierto con un velo morado (Cuaresma). Padre Piotr reza. Sobre el altar Ángeles Blancos sostienen un velo, hablan. Después, un poco detrás de la ventana de la capilla comienzan a pasar personas. Pasan “los dioses terrenos”, se dirigen a la Dieta a tener sus sermones. Padre Piotr se da cuenta de ellos. Son duros (él ya lo ha experimentado). Skarga va con la mente a Jeremías, cuando tuvo que luchar con los ancianos de Israel. Entonces los Ángeles corren la cortina. Detrás de ella se desarrolla una acción. Las figuras cobran vida, tiene lugar la “predicación de Jeremías” a los ancianos de Judá. El Padre Piotr ve todo ello y se da cuenta de su predestinación. La visión desaparece. Sigue el monólogo de Padre Piotr —durante todo el acto en la iglesia de al lado se desarrolla una función. Ahora ha terminado. Padre Piotr sale para el sermón.
Acto II. El sermón. Después del sermón hay un coloquio con Żółkiewski (soberano de las almas y caballero). Juntos deben intentar evitar la ruina. Y, así, estipulan un pacto. Es un largo diálogo que termina con el pacto de que, después de la muerte, se encontrarán de nuevo aquí para una última reunión. Terminada esta escena, entra un jovencísimo fraile, Andrés (Fr. Andrés Bobola). Skarga está impresionado. Le pide que abra el libro con las Profecías y que lea. Andrés lee sobre la suerte de su cuerpo martirizado y sobre la misma suerte de la nación. Al final, distribuye las palmas (es un domingo de abril, de la iglesia parte la procesión; los Tres Mártires).
Acto III. El año de la derrota de Cecora de 1620. Durante el Oficio Matutino de Tinieblas, entra en la Iglesia un Caballero-Mensajero e informa de la derrota y de la muerte del Señor de Żółkiew. El rey sale de la Iglesia. Durante la Misa aparece Piotr, y después, en una magnífica coraza de plata, como Triunfador —aparece el hetman. Última reunión, el hetman llega delante del tribunal de Dios. Se habla del Orden: del Orden de los Corazones de las Naciones. El drama termina con la exhortación a los Vengadores. Viene desarrollado aquí el pensamiento de Żółkiewski: “que de mis huesos renazca el Vengador”.
En este momento aparecen en alto dos ángeles que con las trombas llaman al hetman al Juicio. Fin: se ve cómo el hetman se aleja en la luz hacia el Juicio y Padre Piotr retoma su último pensamiento y lo exterioriza en la iglesia vacía (en el teatro lleno). —Es todo 13.
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1 Puede verse una recensión a este volumen en Quién 13 (2021) 167-169.
2 Puede verse una recensión sobre este volumen en Cuadernos de pensamiento 35 (2022) 271-276.
3 Karol Wojtyła. Tutte le opere letterarie. Poesie, drammi e scritti sul teatro. Testo polaco a fronte. Saggi introduttivi di Bolesław Taborski. Presentazione di Giovanni Reale (Bompiani. Il pensiero occidentale, Milano 2011).
4 La primera Joven Polonia se sitúa entre 1820, año de la Oda a la juventud de Adam Mickiewicz (1798-1855), y la insurrección de Varsovia de 1830. Su nexo de unión con la segunda Joven Polonia, a finales de siglo, se encuentra en uno de sus más grandes representantes: Stanisław Wyspiański, en el que confluyen ambos períodos clave de la historia de la literatura polaca. Sobre esta división, cf. R. Mansberger Amorós, “Entre la Joven Polonia y el Modernismo hispánico: el Dr. Józef Leonard”: Epos. Revista de Filología 12 (1996) 473-480.
5 Cf. F. Presa González (Coord.), Historia de las literaturas eslavas (Cátedra, Madrid 1997) 801ss.
6 Carta a Mieczysław Kotlarzyck, fechada por Zofia Kotlarzyck en Abril/Verano 1940, en K. Wojtyła, Il Teatro Rapsodico. Articoli e Lettere. Traduzione di Jadwiga Radzik Lanzetta. Presentazione di Domenico Galdieri, Massimo Pedroni. Prefazione di Luca Doninelli. Introduzione di Lucio Brunelli. Postfazione e cura di Jacek Popiel (ETI-Titivillus Edizioni, Roma 2003) 61.
7 Carta a Mieczysław Kotlarzyck, desde Cracovia, fechada el 7-X-1940, en Wojtyła, Il Teatro Rapsodico, 64.
8 Se editó formando parte de la colección K. Wojtyła, Poezje i dramaty. Ed. M. Skwarnicki (Znak, Kraków 1980).
9 Cf. Presa, Historia de las literaturas eslavas, 725.
10 Cf. B. Taborski, “Introduzione”, en Wojtyła, Karol Wojtyła. Tutte le opere letterarie, 429.
11 Carta a Mieczysław Kotlarzyck, fechada por Zofia Kotlarzyck en Abril/ Verano 1940, en Wojtyła, Il Teatro Rapsodico, 62.
12 Carta a Mieczysław Kotlarzyck, fechada por Zofia Kotlarzyck en Abril/ Verano 1940, en Wojtyła, Il Teatro Rapsodico, 61
13 Carta a Mieczysław Kotlarzyck, fechada por Zofia Kotlarzyck en Abril/ Verano 1940, en Wojtyła, Il Teatro Rapsodico, 61.
«¿Qué puedo hacer para salvar mi país?»:
lo pensó Wojtyła en 1940
y su respuesta es global y vigente
El próximo 16 de octubre se cumplirán 45 años de la elección de Karol Wojtyła como Papa de la Iglesia. Uno de los eventos que celebrarán esta efemérides será la presentación de una obra desconocida para el público no polaco. "Jeremías", escrita en plena ocupación alemana (1940), se trata de una obra de teatro que combina la reflexión, la historia y la fe para buscar respuesta a un interrogante que entonces nublaba la identidad polaca y su relación con su herencia espiritual.
Carmen Álvarez Alonso, profesora en la Facultad de Teología de la Universidad Eclesiástica san Dámaso (Madrid) y teóloga, es la responsable de la edición y estudio preliminar de Jeremías.
Habla con Religión en Libertad sobre una obra relacionada con multitud de retos actúales y, curiosamente, con el hispanismo, ofreciendo respuesta a dos interrogantes cargados de actualidad: "¿Por qué ha caído Polonia -u Occidente-? ¿Puedo yo cambiar el destino de mi nación?".
Álvarez Alonso, profunda conocedora del papa polaco y especialmente de esta obra, considera que Jeremías ni tiene un enfoque particularista y mucho menos coyuntural. Tanto es así que se equivocaría quien piense que este drama teatral "tiene como destinataria únicamente la nación polaca".
La obra, dice, "no busca resolver la cuestión polaca, sino plantear entre otras la gran cuestión de la identidad nacional", tantas veces tratada por Wojtyła.
Algo que se plasma en la multitud de temas abordados: La noción de patria, la importancia de la tradición, la relación entre el destino del hombre y el destino de la nación, la cuestión de la libertad individual y nacional, el valor identitario de la cultura, el actuar de Dios en el decurso de la historia y en la vida de las naciones, la visión cristocéntrica de la historia o los mesianismos políticos, sociales o ideológicos… Son, según la profesora, algunas de esas conexiones con el presente que también "iluminan el momento histórico y cultural que vivimos en Occidente".
¿Por qué ha caído España, Europa u Occidente?
Sin embargo, hay otra relación plasmada en la obra más relevante si cabe entre septiembre de 1939 y la actualidad, que la entrevistada expone en forma de pregunta: "¿Por qué ha caído Polonia? ¿Por qué ha caído España, Europa, Occidente, en manos de ideologías globalistas y totalitarias, que diluyen el valor sagrado de cada persona en el anonimato de la masa, o imponen dictatorialmente su sistema para lucrar y sostener el poder de unos pocos?".
La respuesta de Wojtyła que se desprende de Jeremías no da lugar a equívocos. Álvarez Alonso la secunda y explica afirmando que el motivo es haberse "apartado de la ley de Dios" y, en su lugar, tratar de "construir un imperio sobre el poder del hombre y de la maquina, en el que no haya espacio para lo sagrado ni lo espiritual".
Lo cierto es que la invasión alemana o soviética de Polonia fue un sinónimo de "despolonización" o, más precisamente, "borrar cualquier rastro de la cultura polaca y especialmente de sus profundas raíces cristianas".
Hacerlo así fue según la profesora "el modo más eficaz de disolver la identidad nacional y el sentido de la patria". Aquello motivó a que Wojtyła se viese movido durante sus años como obispo, cardenal y pontífice a reiterar en innumerables ocasiones la cuestión del patriotismo y su inclusión en el cuarto mandamiento.
Y en parte, explica, también por eso escribió Jeremías, "para consolar a su pueblo, alentar su esperanza y fortalecer su fe en Dios, presente en la oscuridad de la prueba, para reflexionar sobre ese sombrío momento histórico a la luz de la visión cristiana de la historia".
La obra no se queda en lamentos. De hecho, interpela a sus lectores de entonces y de hoy dirigiendo una segunda pregunta, "¿puedo yo cambiar el destino de mi nación?", a lo que responde con el afamado general polaco Stanisław Żółkiewski, fallecido en la batalla de Cecora.
La patria, una auténtica "madre" según Wojtyła
En este sentido, Jeremías no es más que un capítulo más de la extensa obra de Wojtyła en torno al patriotismo: abundan las "bellísimas reflexiones sobre el amor a la patria y a la verdad de la nación que pone en boca de sus personajes", así como la misma referencia a Polonia como su "madre".
Para Wojtyła, dice Álvarez Alonso, "el hombre no es un sujeto pasivo", sino que "se configura como sujeto histórico a través de sus acciones y del ejercicio de su libertad", de modo que su destino "está unido inseparablemente a la historia y destino de su nación".
"De ahí que la dimensión patria sea constitutiva de nuestra identidad personal. La tierra deja de ser una tierra anónima y se convierte en patria cuando se vincula definitivamente al origen de cada hombre que nace en ella. La generación y el nacimiento sitúan objetivamente al hombre en un entramado de relaciones originarias, entre las que se encuentra su vinculación con esa tierra concreta, que se ha convertido para él en su patria, y con la comunidad natural de una familia y una sociedad", explica.
Un manual de batalla para la batalla cultural: fe, belleza y patriotismo
La especialista en Juan Pablo II también considera que en medio de este debate del patriotismo, su papel configurador en la persona y su relación con la fe, emerge de Jeremías un cierto manual para la "batalla cultural" o ideológica.
Así, Wojtyła, se enfrenta en esta obra a la "apropiación exclusivista del concepto de nación por parte de una minoría selecta y elitista" que guarda no pocas semejanzas con "las ideologías de hoy": "imponer de forma violenta y forzada sus argumentos y el interés personal de unos pocos por encima de la verdad y del bien común de la nación o del bien individual del sujeto".
"Cuando una nación cae en la trampa de las ideologías y vende su cultura, su historia, su religión o su moral, tarde o temprano saborea su fracaso histórico y pierde la fuerza moral, histórica y social de su específica identidad", subraya.
En el plano cultural, también se desprende de Jeremías y de la misma profesora una concepción de la belleza "como camino que conduce hacia la Belleza suprema" y que Wojtyła persiguió especialmente tras el estallido de la guerra y la invasión alemana.
En ese momento, explica, "eligió las armas de la palabra, del arte y de la cultura" para "custodiar la propia tradición cultural y defender la identidad nacional".
"Muchos jóvenes formaron grupos de teatro clandestinos para interpretar a Mickiewicz, Słowacki, Norwid o Wyspiański, o para recordar al gran Chopin, corriendo el riesgo de ser fusilados. ¿Quién de nosotros arriesgaría así su vida por leer a Cervantes, Lope de Vega o Calderón de la Barca?", plantea.
La curiosa relación de Juan Pablo II y el hispanismo
Álvarez Alonso concluye mencionando la curiosa relación de Jeremías y su por entonces joven autor con la cultura hispana, pues ya desde sus estudios en la Universidad de Cracovia frecuentó los cursos de hispanística que ofrecía la cátedra de Filología Románica.
De hecho, explica, en Jeremías no solo "es perceptible la huella cervantina a través del tema quijotesco", sino también la influencia de Calderón de la Barca, admirado por Wojtyła, o de San Juan de la Cruz, plagado de referencias en la obra.
VER+:
Basada en el cuento ‘El mayor regalo (The Greatest Gift), 1943’, de Philip Van Doren Stern, ‘¡Qué bello es vivir!’(Frank Capra, 1946) se ha convertido ya en un clásico imprescindible en Navidad.
La historia fue publicada primero como un libro en el diciembre de 1944, con ilustraciones de Rafaello Busoni. Inspirado en un sueño, publicado después de trabajar en ello desde finales de los años 1930 pero, incapaz de encontrar a un editor, envió las 200 copias que había impreso a amigos como tarjetas de Navidad en el diciembre de 1943. Uno de los folletos llegó a las manos del productor de RKO Pictures David Hempstead, que lo mostró al actor Cary Grant, que se interesó para tener el papel protagónico. RKO compró los derechos de la película por 10.000 $, en los cuales se adaptó "Es una Maravillosa Vida!
Según mi opinión, Philip Van Doren Stern, se inspiró en la película "Vientos del Páramo (Winds of the Wasteland, 1936)" dirigida por Mack V. Wright con guión de Joseph F. Poland y protagonizada por John Wayne.
El tema central es ver cómo un sólo hombre hace progresar un pueblo que estaba a punto de morir o de convertirse en un pueblo fantasma.
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