martes, 3 de octubre de 2023

LIBRO "EL ESPÍRITU DEL CAPITALISMO DEMOCRÁTICO (THE SPIRIT OF DEMOCRATIC CAPITALISM)" por MICHAEL NOVAK

THE SPIRIT OF 
DEMOCRATIC CAPITALISM
EL CAPITALISMO DEMOCRÁTICO

MICHAEL NOVAK

El espíritu del capitalismo democrático es un libro de 1982 del filósofo Michael Novak., en el que Novak pretende comprender y analizar los supuestos teológicos del capitalismo democrático, su espíritu, sus valores y sus intenciones. Novak define el capitalismo democrático como un sistema social pluralista que contrasta con el estado unitario de la sociedad tradicional y el estado socialista moderno. Lo analiza como una diferenciación de la sociedad en tres centros de poder distintos pero interdependientes: un sector político, un sector económico y un sector moral-cultural. La democracia necesita la economía de mercado y ambas necesitan una cultura liberal pluralista. Frente al continuo crecimiento del capitalismo democrático, el socialismo moderno ha pasado de ser un robusto programa utópico a un vago "idealismo sobre la igualdad" y una crítica exagerada del capitalismo, sobre todo en la "teología de la liberación" de América Latina.

Ningún teólogo "ha evaluado todavía la importancia teológica del capitalismo democrático", (p. 13), la sociedad de "tres sistemas dinámicos y convergentes que funcionan como uno solo: una entidad política democrática, una economía basada en mercados e incentivos, y un sistema moral-cultural que es pluralista y, en el sentido más amplio, liberal." (p14) El vínculo no es un accidente. Sólo se puede tener democracia con una economía de mercado, alimentada y nutrida por una cultura liberal pluralista: un sistema triple.
El capitalismo democrático requiere crecimiento económico, la "creencia de todos los individuos de que pueden mejorar su condición". (p15) Sin crecimiento y movilidad social la democracia desemboca en la "guerra de todos contra todos" hobbesiana.

Los tratamientos del capitalismo democrático por parte de escritores religiosos, en las encíclicas papales y en la teología protestante principal, no han comprendido realmente su esencia. De modo que el capitalismo democrático necesita una teoría moral sobre sí mismo, para definir una "economía política más en consonancia con la tradición judaica y los evangelios cristianos" (p20).
El capitalismo no es ni el cielo ni el infierno. "Sin embargo, todos los demás sistemas conocidos de economía política son peores." (p28)

¿Qué es el capitalismo democrático?

La gente odia el capitalismo; sus éxitos no impresionan a los "poetas, filósofos y sacerdotes" (p31). "Cuanto más triunfa, más fracasa". (p32) Los intelectuales acusan al capitalismo de todo tipo de pecados: opulencia, debilidad moral y gusto vulgar. Los intelectuales que sí defienden el capitalismo no han presentado argumentos lo suficientemente amplios.
“Las carreras de los políticos son más cortas que las consecuencias de sus acciones. El Estado contrae deudas cada vez mayores, y sin embargo el público clama incesantemente “¡más!”. El líder político gasta y gasta, […] pues es raro que alguien gane votos reduciendo los servicios públicos. Todos los sectores sociales desean más, así que los políticos prometen más. Gastan dinero que no es suyo, dinero que el sistema no tiene. La falla estructural en todo Estado del Bienestar es el deseo de la población de vivir por encima de sus posibilidades”.

"¿Cuál es el espíritu del capitalismo democrático?" (p36) Max Weber vio que el comercio adquiere un nuevo significado o espíritu en los países capitalistas. El espíritu del capitalismo requería trabajo libre, inteligencia práctica, planificado y organizado con fines de lucro en una empresa continua en una red estable de leyes que operaba principalmente en ciudades y pueblos.
Pero Weber no vio la "conexión necesaria entre libertad económica y libertad política". (p45) No es sólo "un sistema económico dependiente de un espíritu moral". (p46) En lugar de ser una "jaula de hierro", "el capitalismo democrático es demostrablemente abierto"(p47); se reinventa constantemente. "El espíritu del capitalismo democrático es el espíritu de desarrollo, experimentación y aventura. Renuncia a la seguridad presente en aras de mejoras futuras. Al diferenciar el sistema económico del Estado, introdujo un pluralismo novedoso en el centro mismo del sistema social").

Pluralismo 

La gran idea del capitalismo democrático es el pluralismo. Una sociedad tradicionalista o socialista "impone un sentido colectivo de lo que es bueno y verdadero... ejercido por un conjunto de autoridades". (p49) ¿Pero puede funcionar la sociedad si nadie tiene el control? Muchas personas, desde Solzhenitsyn hasta los papas, consideran que esa sociedad es inmoral y caótica. Los científicos sociales lo encuentran repugnante porque produce anomia, alienación, etc.
Los fundadores del capitalismo democrático "temían más al absolutismo que al pluralismo" (p. 52). En una sociedad plural, la gente puede cuestionar las cosas. Uno puede salir de su "dosel sagrado" y experimentar un "choque cultural". "En una sociedad genuinamente pluralista, no existe un dosel sagrado." (p53) La sociedad se renueva mediante crisis de conciencia, la "raíz principal del capitalismo democrático". (p55) El pluralismo evita el único "dosel sagrado" por diseño .

Los fundadores separaron deliberadamente las instituciones económicas del Estado y limitaron el poder de los burócratas clericales y estatales para inmiscuirse en la economía. Los activistas políticos compiten en el sector político, los activistas económicos en el sector económico y los activistas religiosos e intelectuales en el sector moral-cultural. Por diseño, es difícil para una sola persona obtener poder sobre los tres sectores. Pero los tres sectores se necesitan mutuamente. El capitalismo necesita una cultura moral que alimente "el autocontrol, el trabajo duro, la disciplina y el sacrificio" (p57) y un sistema político comprometido con un gobierno limitado, una moneda sólida y la regulación de la competencia.
Los autores de The Federalist Papers querían evitar la tiranía de la mayoría, por lo que construyeron un "sistema político que empoderaría a muchas facciones e intereses". (p58) A ningún grupo se le confiaría el bien común, sino que, reunidos, los (p. 58). Pero los utilitaristas se han adelantado a esta sabiduría práctica, y luego los idealistas la han acusado de ser un "liberalismo de grupos de interés" meramente utilitario. Novak prefiere utilizar su propia tradición tomista, reconociendo los "peligros inherentes al idealismo, la singularidad de la persona y las ventajas especiales del orden práctico". (p59)

Nacemos en un mundo social, en familias, y sólo más tarde nos convertimos en individuos. El sistema de los fundadores institucionaliza esto en tres pasos. En primer lugar, reconoce que no todas las personas de buena voluntad y bien pensantes tienen la misma visión moral. Lo segundo es diferenciar "entre un individuo y una persona ". (p63) "La personalidad implica el derecho -la vocación- a ser diferente. En tercer lugar, exige una fe secular o cívica. Así, la Constitución de los Estados Unidos: " una visión práctica, más que credencial, de la buena sociedad." (p66) Hace menos que ordenar las virtudes socialistas; hace más que autorizar el mero regateo de los grupos de interés.
"Una sociedad capitalista democrática, en principio, no está comprometida con ninguna visión de un orden social." (p67) Por lo tanto, las instituciones morales y culturales pertenecen al sistema, pero no deben comandarlo . Los organismos religiosos tienen un papel. "Pero no está ni al mando ni en el centro." (p69)

INTRODUCCIÓN

Michael Novak, el preeminente teórico social católico romano de nuestro tiempo, es el prolífico autor de numerosos gráficos, artículos y reseñas monográficas, y ha escrito más de veinticinco libros influyentes de filosofía. teología, economia política y cultura. Ocupa la Cátedra George Frederick Jewett de Religión, Filosofía y Políticas Públicas en el American Enterprise Institute en Washington, DC, donde también se desempeña como Director de Estudios Sociales y Políticos.
Ha dado conferencias en todo el mundo y ha enseñado en Harvard, Stanford, Syracuse y Notre Dame. Durante 1981 y 1982 se desempeñó como Jefe de la delegación de Estados Unidos ante la Comisión de Derechos Humanos de las Naciones Unidas en Ginebra como designado por Reagan con rango de Embajador. Sus escritos han aparecido en más de una docena de idiomas. En 1994, recibió el prestigioso Premio Templeton al Progreso en la Religión por su servicio en defensa de la libertad y por su trabajo increíblemente influyente en la enseñanza social cristiana sobre economía. 

Una vez estudió para el sacerdocio y durante años fue un socialista democrático declarado. Novak alguna vez creyó en el socialismo porque su ostensible sistema ético parecía tan superior. 
En cuanto a los inmigrantes de Europa del Este, alguna vez pensó que la ética religiosa comunitaria de su herencia estaba siendo atacada por la ética individualista del comercio. Sin embargo, mediante la observación de los asuntos humanos y una intensa reflexión, se convenció de que estaba equivocado. Ahora cree fervientemente que el capitalismo es superior al socialismo tanto en la práctica como en la teoría y que las virtudes judeocristianas no sólo sobreviven sino que florecen bajo el capitalismo democrático. Ahora se puede considerar a Novak como un intelectual neoconservador que cree apasionadamente en la libertad.

Según Novak, la vida religiosa y cultural es fundamental, no sólo complementario—para todos los aspectos de nuestras vidas. La religión y la cultura afectan todo en la vida de las personas, incluidas sus políticas y economías. 
Novak defiende cuidadosamente, utilizando una amplia gama de argumentos morales y teológicos, que el capitalismo correctamente entendido no sólo es compatible con la enseñanza social católica, sino que también es también la fuerza de liberación más poderosa que el mundo haya conocido. Estas destacadas obras marcan un avance en el pensamiento político, económico y religioso con respecto al correcto orden de nuestras vidas. Los bien documentados libros de Novak ofrecen una explicación original e interesante de la estructura moral de la economía de mercado y son una lectura indispensable para cualquiera que se preocupe por la moralidad en la sociedad contemporánea. La visión revolucionaria de Novak es su explicación de los fundamentos morales-culturales de los sistemas políticos y económicos que dan orden, coherencia y dirección moral a la sociedad. Novak razona que los principios morales y religiosos no sólo respaldan el capitalismo democrático, sino que el mercado, a su vez, refuerza virtudes como la honestidad, el trabajo duro, la humildad y la caridad.

Michael Novak ha pintado hábilmente un cuadro del capitalismo democrático y ha discutido exhaustivamente una serie de ideas fundamentales y conceptos básicos que sustentan el capitalismo democrático. Esas ideas y conceptos básicos incluyen, entre otros, los siguientes: permitiendo: 

(1) la persona como libre, responsable de sí misma y responsable ante Dios; (2) el hombre, como portador de la imagen de Dios, con el derecho inalienable y la oportunidad de participar en el proceso de creación del futuro del mundo; (3) ejercer el derecho a la iniciativa económica personal es cumplir parcialmente la imagen de Dios inherente a cada hombre y mujer; (4) la naturaleza tripartita del capitalismo democrático que incluye una economía de mercado, una democracia política y, lo más importante, un sistema moral-cultural basado en el respeto a la libertad individual; (5) el concepto de persona es distinto y más rico que el concepto de individuo: una persona es capaz de comprender y amar; (6) persona y comunidad; (7) amor buscado por el amado; (8) la caridad como preocupación voluntaria por los demás seres humanos; (9) el individuo comunitario; (10) la familia como indispensable para el gobierno republicano, las instituciones democráticas y la tradición liberal; (11) el individuo como trascendente; (12) interés propio correctamente entendido; (13) ordenó la libertad en contraposición a la licencia; (14) administración; (15) los humanos como criaturas defectuosas; (16) un estado limitado basado en la la inviolabilidad de los derechos personales y el escepticismo del poder concentrado; (17) un gobierno constitucional como sistema social eficaz diseñado para los pecadores; (18) pluralismo que resulta en la difusión del poder en muchas asociaciones para garantizar la libertad frente a la tiranía; (19) el principio de subsidiariedad; (20) instituciones mediadoras basadas en la libertad de asociación; (21) la distinción entre sociedad civil y Estado; (22) la sociedad civil compuesta por personas libremente elegidas o asociaciones naturales a través de las cuales los ciudadanos pueden gobernarse a sí mismos independientemente del Estado; (23) el Estado como medio creado por el hombre para asegurar la libertad y justicia para todos los hombres por igual; (24) el bien común como algo logrado por el participación de todos los ciudadanos; (25) la doctrina de las consecuencias no deseadas; (26) el velo de la ignorancia; (27) orden espontáneo y catalaxia; (28) cambio como destrucción creativa; (29) el bien común de la sociedad civil es más grande, más fundamental y más vital que el bien común de la comunidad política (es decir, el Estado); (30) la mente humana como causa de la riqueza de las naciones; (31) la sabiduría práctica como razón ordenada; (32) la tradición católica Whig; (33) la ética católica que enfatiza la creatividad, la libertad y la responsabilidad del individual; (34) la propiedad privada como necesaria para la creatividad humana; (35) entonces, La justicia social como hábito social y virtud personal que implica activismo, organización, y tratar de mejorar el sistema; (36) comprensión de que un sistema que crea el crecimiento económico desde abajo hacia arriba es la mejor manera de ayudar a los pobres; (37) el principio del progreso económico humano que implica la capacidad dada por Dios a cada persona para crear en su vida más de lo que consume; (38) suma positiva conceptos de hombre, naturaleza y riqueza; (39) transacciones de suma positiva en las que todas las partes de una transacción creen que se beneficiarán (es decir, mutuamente beneficiosas), intercambios); (40) poder basado en la autoridad; (41) el estado de derecho en lugar del gobierno de los hombres; (42) la corporación como institución económica mediadora con responsabilidades específicas y limitadas que se interponen entre el individuo y el estado; (43) la importancia de los incentivos; (44) el beneficio como recompensa y como indicador de que una empresa está funcionando bien empleando adecuadamente factores productivos y satisfaciendo las necesidades humanas; (45) competencia honesta a través de la cual los competidores se obligan entre sí a cooperar mejor con el público comprador; (46) la noción de que el florecimiento humano es la tarea vital de cada individuo; (47) el negocio como vocación; (48) las virtudes empresariales cardinales de la creatividad, la comunidad construcción y realismo práctico; (49) leyes de propiedad intelectual; y (50) los accionistas como los únicos verdaderos accionistas. 

Novak ha hecho mucho con respecto a delinear la base teórica del capitalismo democrático. Ha dedicado gran parte de su vida a explicar los principios fundamentales del capitalismo democrático y será recordado durante mucho tiempo, por su trabajo innovador, especialmente por su influencia en el Papa Juan Pablo II y Centesimus Annus. El objetivo principal de este artículo es servir como introducción a las ideas básicas de Michael Novak en sus trabajos publicados. 

Al leer y Al estudiar los libros de Novak usted mismo, obtendrá una comprensión mucho más completa de sus ideas y obtener un aprecio mucho mayor por sus contribuciones académicas.


DEFENDIENDO EL CAPITALISMO DEMOCRATICO 
THE SPIRIT OF DEMOCRATIC CAPITALISM. 
Michael Novak. American Enterprise Institute/Simon and Schuster, 433 pp. 

"¿Quién puede ser, de buena fe -por convicción y voluntad de comprometer la propia vida en su defensa-, un capitalista democrático?", pregunta Michael Novak. Dado el éxito comparativo de los regímenes capitalistas democráticos y la bancarrota evidente de las principales alternativas, llama la atención nuestra dificultad para creer de todo corazón en el valor de nuestro propio sistema de vida. Por alguna razón, comenta Novak, "el capitalismo democrático parece haber perdido su espíritu" -o quizás nunca lo encontró-, ya que "el talón de Aquiles del capitalismo democrático es que, hace dos siglos ya, ha atraído poco al espíritu humano". En este ambicioso libro, Michael Novak busca proporcionar aquello que ha estado faltando, y defender el capitalismo democrático demostrando que éste puede (y de hecho logra) atraer al espíritu humano. 

La defensa que hace Novak del capitalismo democrático puede diferenciarse de las dos principales líneas contemporáneas que lo defienden. La primera es sobria, sensata y antiutópica. El capitalismo democrático funciona razonablemente bien; sus ciudadanos tienden a ser relativamente sanos, prósperos y si no sabios, al menos, decentes. Para funcionar de acuerdo a lo propuesto, las alternativas al capitalismo democrático requerirían de una transformación de la naturaleza humana y resultarían crueles y miserables en la práctica. El capitalismo democrático tendría algunas tendencias autocorruptoras, e incluso, autodestructivas, pero con la ayuda de la prudencia y la moderación (más ciertos hábitos e instituciones que tienen raíces fuera del capitalismo democrático, pero que pueden coexistir, aun con dificultades, con él) estas tendencias pueden ser controladas. Esta posición es intelectualmente poderosa, pero no demasiado inspiradora. 

(En verdad, esta defensa mundana y madura a veces se aproxima a un lamento melancólico y hastiado del mundo.) Ciertamente palicede -aunque sea injustamenteante las promesas de "emancipación humana" y verdadera "liberación", que hacen los ideológos hostiles. Debido a que los ciudadanos del capitalismo democrático -particularmente los hijos de los más exitosos ciudadanos del capitalismo democrático- son susceptibles a tales promesas, el partidario del 'capitalismo democrático, cualesquiera sean sus opiniones profundas, estará tentado a traspasar la sobriedad antiutópica para tratar de descubrir una doctrina más inspiradora para defenderlo. La responsabilidad política incluso parece requerir tal defensa inspiradora, si es que es posible. Esto nos lleva a la segunda línea de defensa. Quienes la proponen se alejan de los escritos de los dentistas políticos y sociólogos para mirar a la propia retórica política (la que, después de todo, alguna vez no tuvo problemas para producir declaraciones inspiradoras en favor de la democracia liberal). 

Estas declaraciones fueron útiles en el pasado y permanecen disponibles hasta hoy para nuestro uso. Entonces, ¿por qué no reiterar simplemente nuestra adhesión a los principios de la Declaración, a las verdades de la igualdad, los derechos y el consentimiento y adoptar como nuestras las inspiradoras y bellas palabras de los presidentes Jefferson o Madison o Lincoln? El problema es que estas afirmaciones retóricas suelen ser demasiado formales o abstractas para aportar todo lo que se necesita en una defensa. Nadie podrá mejorar el discurso de Lincoln a los soldados del 166º Regimiento de Ohio acerca de la importancia de perpetuar "para los hijos de nuestros hijos, este gran y libre gobierno del que hemos disfrutado todas nuestras vidas". 

Lincoln continúa: "Es para que eada uno de ustedes, a través de este gobierno libre del que hemos disfrutado, pueda tener un campo abierto y una oportunidad justa para su industria, empresa e inteligencia; para que todos ustedes puedan tener privilegios equivalentes en la carrera de la vida, con todas sus deseables inspiraciones humanas ... Vale la pena pelear por la nación para poner a salvo tan inestimable joya". Sin embargo, este gobierno libre sólo es una joya inestimable si sus ciudadanos realmente persiguen aspiraciones humanas deseables y no ruines, y si algunos siguen -y logran- metas admirables más que mediocres. Tal como lo comprendió Lincoln, la defensa "formal" de la democracia liberal fracasa si (como denunció Solzhenitsyn en su discurso en Harvard) sus ciudadanos usan su libertad más frecuentemente para el mal, o tontamente, que para el bien; si el principal efecto de la democracia capitalista es "el debilitamiento de los seres humanos en Occidente". 

Así, cada una de las dos principales líneas de defensa del capitalismo democrático enfrenta dificultades. La obstinada defensa sociológica no inspira y la inspiradora defensa retórica parece ajena a la opulenta realidad norteamericana. La particularidad de Novak reside en su intento de proveer una defensa a la vez inspiradora y substantiva del capitalismo democrático. Hace esto en la primera y más importante parte de "The Spirit of Democratic Capitalism". Pero será conveniente, antes de examinar el argumento de esta primera sección: "El ideal del Capitalismo Democrático", hacer un breve resumen de la segunda y tercera sección del libro.  

La segunda parte de "The Spirit of Democratic Capitalism" es un análisis del "ocaso del socialismo". Novak bosqueja la transformación del socialismo desde lo que fue alguna vez -un programa político concreto basado sobre una teoría intelectual seria- a lo que ha llegado a ser una perversa justificación intelectual del despotismo o un conjunto de posturas expresionistas y autodestructivas, basadas en un vago rechazo al capitalismo democrático y un (irreal) afecto por la igualdad. 
La crítica de Novak al "socialismo como arrogancia", contribuye a sentar las bases para su explicación en la primera parte acerca de por qué llegó a pensar que "el sueño del socialismo democrático es inferior al sueño del capitalismo democrático y que la superioridad de este último es innegable en la práctica".

La tercera parte, "Una Teología de la Economía", es también, en primer lugar, una crítica de algunos de los argumentos presentados por algunos teólogos en contra del capitalismo democrático y en favor del socialismo. Novak construye un verdadero silabario de los errores políticos y económicos en que incurren los "socialistas cristianos" y los "teólogos de la liberación" en sus pronunciamientos acerca del mundo; además de exponer lo singular de sus enseñanzas teológicas. Cita la declaración del influyente teólogo protestante Jurgen Moltmann quien señala que "los oprimidos tienen en sus manos la llave para liberar a la humanidad de la opresión" y sugiere que la teología judía y cristiana enseña más bien que la humanidad no será liberada de la opresión (salvo quizás al final de los días). "El mundo no llegará a ser -jamás- un reino de justicia y amor", y nada es más pernicioso que pretender que un programa político -especialmente uno que justifique el aumento del poder del Estado- pueda lograrlo. Esto no significa, por supuesto, que la actitud de Novak hacia este mundo sea de una resignación piadosa o que él crea que es completas mente posible separar los intereses políticos de los religiosos. 

Según Novak, el concepto judío y cristiano de la vocación religiosa es "no buscar escapar de este mundo", sino "asumir responsabilidades mundanas"·. Ninguna forma particular de economía política es directamente implicada o justificada por el judaísmo o el cristianismo, y Novak advierte que "es esencial entonces, no confundir la trascendencia del cristianismo y el judaísmo con la supervivencia del capitalismo democrático". Pero Novak sí sostiene que "la práctica concreta del capitalismo democrático es más consistente con las metas superiores del judaísmo y el cristianismo que la práctica de cualquier otro sistema". El que Novak se niegue a defender demasiado, aunque ya lo hace bastante, al capitalismo democrático, demuestra su impresionante habilidad para combinar una apreciación de los límites de todo sistema social con un compromiso entusiasta con el sistema que él considera superior. Para llegar a comprender al capitalismo democrático, Novak cuenta que debió desaprender los "demasiados clisés" que nos impiden ver lo que nos rodea. 

La educación de Novak fue un ascenso de la práctica a la teoría; a través de la reflexión sobre "las experiencias comunes dentro del capitalismo democrático", llegó a ver cuáles eran sus "ideales implícitos", y cómo funcionan concretamente. Así, en la primera parte de su libro, Novak busca "expresar en palabras los verdaderos presupuestos del capitalismo democrático tal como existe actualmente..., describir con exactitud el presente sistema y deducir de su actual práctica las intenciones dinámicas y los ideales ya presentes en él"; busca "articular su sabiduría desarticulada". Novak hace suya la sugerencia de Reinhold Niebuhr de que "el sistema en el cual vivimos es mejor que cualquier teoría sobre él", e intenta estructurar un "ideal" fiel a la realidad del capitalismo democrático. 

Este "ideal" es un todo que está constituido por tres partes separadas pero relacionadas: una economía predominantemente de mercado, una organización política _liberal y democrática y un "sistema moral-cultural pluralista y, en el más amplio sentido, liberal''... Este último aspecto, aunque es quizás el menos formalizado, parece ser el más importante; Novak se refiere a él como la "base moral-cultural". El capitalismo democrático se caracteriza por la diferenciación de estos tres sistemas o esferas de la vida, cada uno con instituciones relativamente autónomas; su autonomía es apoyada por el espíritu pluralista que distingue definitivamente al capitalismo democrático de las sociedades pre-liberales y socialistas. 

El concepto que tiene Novak de pluralismo va más allá del de la mayoría de los dentistas políticos. El pluralismo no es simplemente un problema de desconfianza hacia las "defensas de un idealismo, racionalidad y discernimiento moral especiales"; ni un reconocimiento y compromiso a contrapelo con el carácter egoísta y pertinaz de los seres humanos. Más bien el pluralismo como espíritu y encarnación en instituciones, representa el esfuerzo del capitalismo democrático "por preservar íntegra la esfera de la persona". El capitalismo democrático "se gloría en la divergencia, la disidencia y la singularidad", y los principios e instituciones del pluralis:tno son un intento por alcanzar la cooperación social respetando a la vez estas características. 

Los procedimientos del pluralismo hacen posible la búsqueda de bienes substanciales, pero al hacerlo "ellos mismos se convierten en un tipo de bien substancial". El pluralismo se transforma en una especie de fe cívica; algo más substantivo que "maniobras de grupos de interés", algo menos que la previa "especificación de fines y medios" que sería apropiada para una visión no pluralista y unitaria de la vida social. El pluralismo sería "un sistema demasiado bajo para los ángeles, (pero) no parecería ser demasiado alto para los humanos tal como son. Los estira un poco". El modo que entiende Novak el capitalismo democrático, se desprende en general de su concepto particular de pluralismo. El capitalismo democrático reconoce los límites de la virtud que puede esperarse de sus ciudadanos y, al construir sobre "la doctrina de las consecuencias no intencionales" logra -al menos en las esferas de la economía y la política- empujar hacia una sociedad libre y justa a través de las instituciones económicas y políticas (el libremercado, el gobierno representativo), más que a través de la dependencia de .las intenciones morales de sus ciudadanos. 

De este modo, el capitalismo democrático "alcanza un resultado altamente moral al poner menos énfasis en los objetivos morales". Pero no ningún énfasis; ya que su utilización de acuerdos sistemáticos para compensar (en parte) el abandono de las intenciones morales, no obvia el hecho que el capitalismo democrático depende "en un alto grado de la virtud cívica de sus ciudadanos (y de un sistema moral y cultural especialmente poderoso, separado del Estado)". En verdad, "el sistema de la cultura moral y religiosa debe instruir a los individuos en los caminos de la libertad y la virtud". Porque aunque "la ética del comercio provee de una escuela de virtud favorable al gobierno democrático", el comercio es, a fin de cuentas, insuficiente para promover por sí mismo la virtud, y, de hecho, las virtudes comerciales son insuficientes para su propia defensa moral e intelectual. 

Aunque es un error creer que los sistemas políticos y económicos viven simplemente del sistema moral-cultural sin retribuir nada a cambio, en el sentido de la habituación a la virtud, en definitiva, el sistema moral cultural es la clave. Y, en este sistema, Novak reconoce que no todo está bien. Los guardianes del espíritu del capitalismo democrático "no han descifrado ni enseñado su sabiduría espiritual. No han amado su propia cultura". Nuestras instituciones moral-culturales realizan menos bien su trabajo que nuestras instituciones políticas y económicas. A veces Novak reconoce que la vida moral y cultural del hombre bajo el capitalismo democrático puede estar fallando peligrosamente. Más a menudo sugiere que nuestros intelectuales dejan de percibir las cualidades morales y culturales que sí existen. Así, en su interesante discusión acerca de la comunidad bajo el capitalismo democrático, Novak parece estar afirmando no simplemente que las cosas podrían ser como él las bosqueja, sino que son así aunque no sean percibidas de esa forma porque los clisés ideológicos nublan nuestra experiencia cotidiana. Novak desafía la afirmación común de que el capitalismo democrático destruye la comunidad. 

En efecto, las sociedades pluralistas desarrollan sus propias formas de comunidad, la comunidad de personas libres asociadas voluntariamente. Tomando nota de la necesidad de tolerancia y cooperación reforzada por una sociedad pluralista y del "rico tejido de asociaciones en Norteamérica", Novak nos recuerda que "sólo -porque los individuos no estén colectivizados no se desprende que no sean comunitarios". Novak sostiene que "una ética de asociación, trabajo de equipo y colaboración, orientada por tareas y metas asumidas voluntariamente caracteriza al capitalismo democrático; y esto, aunque no es la única forma de comunidad, es una forma noble, al respetar la singularidad de cada persona permitiendo a 1a vez una vida comunal intensa, voluntaria y múltiple. El ideal capitalista democrático es comunitario y, también lo es la práctica, democrática, aunque podría serlo miás si el ideal fuese mejor comprendido.  Por mucho que nuestra experiencia sea diferente del ideal que él afirma haber deducido de nuestra vivencia, Novak intenta bosquejar el concepto fundamental que anima la base moral-cultural del capitalismo democrático. Porque el capitalismo democrático en conjunto descansa sobre "ciertas presuposiciones morales y culturales acerca de la naturaleza de los individuos y sus comunidades". 

En verdad, "apartados de ciertos puntos de vista específicos sobre la vida humana y la esperanza humana, ni un sistema democrático ni una economía de mercado tiene sentido". Se podía decir que una política económica capitalista democrática requiere de una ética capitalista democrática, que a su vez requiere o implica lo que podría llamarse una metafísica capitalista democrática. ¿Cuál es esta metafísica del capitalismo democrático, según Novak? Aquí Novak parece vacilar entre dos puntos de vista fundamentales que podrían denominarse, aproximadamente, existencialismo cristiano y un tipo de aristotelismo cristiano. Ambos están lejos de la "metafísica" de aquellos a quienes generalmente consideramos corno los fundadores del capitalismo democrático: John Locke, David Hume y Adam Smith; y, tal vez, esta necesidad de repensar los fundamentos filosóficos del capitalismo democrático es más reveladora de lo que parece serlo la incertidumbre del propio Novak. 

De los dos puntos de vista acerca de "la vida humana y la esperanza humana" que dan color al pensamiento de Novak, el existencialismo cristiano es el predominante. En una nota al pie de una página, Novak cita con aprobación el comentario de Bernard Murchland sobre "la cercana relación entre el existencialismo -la filosofía del esfuerzo propio- y el capitalismo", y mucho del lenguaje de Novak acerca del capitalismo democrático tiene un sabor existencialista. Según Novak, "el espíritu del capitalismo democrático es servir a la hermandad al reconocer que el más precioso de todos los bienes comunes es la individualidad de cada persona", y el capitalismo democrático "hace del discernimiento. y la elección de la persona humana, el poder determinante de la historia". ¿Qué guía tal elección? Aparentemente, nada en particular, porque la meta del capitalismo es "romper las cadenas de la mera lucha por la subsistencia y permitir a las personas individuales 'encontrarse', definirse a través de los intereses que hacen el centro de sus vidas".

Este proceso de autodefinición parece estar abierto para los individuos involucrados y también para el sistema, que según Novak es "un sistema con el propósito de constituir una revolución permanente"_ y "capaz de una infinita transformación futura". No hay  verdades evidentes por sí mismas e inalterables en una "sociedad genuinamente pluralista"; más bien "en su corazón espiritual existe un santuario vacío. Ese santuario permanece vacío en el entendido de que ninguna palabra, imagen o símbolo es digna de lo que todos buscan allí. El vacío, por lo tanto, representa la trascendencia a la cual se acercan las conciencias libres desde un infinito número de direcciones". Al contrario de Jefferson, para quien ciertas verdades constituían el núcleo de una sociedad libre, y para quien el entendimiento de esas verdades era el mejor soporte de la libertad, Novak asegura que "es debido a que los individuos son capaces de experimentar la nada -es decir, capaces de preguntarse acerca de los esquemas de la comunidad, el orden, el propósito y significado, y pueden elegir en la oscuridad- que tienen derechos inalienables". 

Es el "respeto por la común errancia humana en la oscuridad" y no la posibilidad de esclarecimiento, lo que constituye el corazón de una sociedad libre. Por otra parte Novak se refiere a veces a la virtud y las virtudes de manera tal que uno puede pensar que el propósito del capitalismo democrático es permitir, e incluso incentivar, la virtud y no sólo permitir a los seres humanos "llevar a cabo el destino al que se juzgan llamados". En esta vena aristotélica, Novak nos recuerda que autogobierno no significa que el ser libremente elige seguir sus pasiones, que el autogobierno se opone a "soltar". Pero también se opone a la definición de uno mismo en la oscuridad, que el Novak existencialista celebra. El énfasis en la virtud y el autogobierno es consistente con la concepción del mundo como una "probabilidad emergente" que Novak analiza con cierta amplitud. 

Novak toma el término y basa su alegato sobre el trabajo del filósofo católico Bernard Lonergan; para Novak esta es una concepción del mundo en que la naturaleza entrega fines fundamentalmente inteligibles al Hombre, los cuales somos libres de tratar de alcanzar. Este mundo parece tan diferente de un mundo en que uno "experimenta la nada", como la libertad para perseguir la virtud es distinta de la libertad para "elegir en la oscuridad". Existe tensión entre el existencialismo de Novak y su cuasiaristotelismo; pero su necesidad de apelar a ambas se debe a su insatisfacción con la interpretación contemporánea del capitalismo democrático que sustenta su pérdida de espíritu. Por espíritu Novak quiere decir a la vez vitalidad y espiritualidad, y se parece a Solzhenitsyn, a quien comenta brevemente, al creer que la pérdida de una está inextricablemente ligada a la pérdida de la otra. Por supuesto que Novak difiere de Solzhenitsyn acerca de la severidad y la causa de lo que éste denomina nuestro "agotamiento espiritual". 

Para Novak, los ciudadanos de los regímenes capitalistas "no parecen ser más codiciosos, avaros, mezquinos, ávidos o anárquicos que los ciudadanos de sociedades tradicionales o socialistas"; en efecto, el capitalismo democrático bien entendido es un modelo adecuado para el resto del mundo. Para Solzhenitsyn, Occidente "tal como está hoy", no podría ser recomendado como modelo, y Occidente está corno está hoy debido a, y no a pesar de, su adherencia a sus principios fundamentales. El resultado de la práctica de estos principios es "un hecho que no puede disputarse", "el debilitamiento de los seres humanos en Occidente". El libro de Novak está muy lejos de las simples reacciones al discurso de Solzhenitsyn que tendieron a confirmar más que refutar su diagnóstico. Pero sería una exageración decir que la defensa que hace Novak del capitalismo democrático -por perceptiva y poderosa que sea- logra silenciar de una vez y para siempre los persistentes ecos del juicio de Solzhenitsyn.

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