sábado, 7 de octubre de 2023

LIBRO "ARTE, PROPAGANDA Y POLÍTICA": IDEOLOGÍAS DISOLVENTES EN LA PRÁCTICA ARTÍSTICA CONTEMPORÁNEA EN ESPAÑA por 🎨 PALOMA HERNÁNDEZ 🎨

ARTE, PROPAGANDA 
Y POLÍTICA
IDEOLOGÍAS DISOLVENTES 
EN LA PRÁCTICA ARTÍSTICA 
CONTEMPORÁNEA EN ESPAÑA


¿Es el Arte Contemporáneo un espacio para la expresión autónoma y libre de los individuos? ¿Qué o quién define qué es «arte» en la actualidad? ¿Cuál es el sistema de ideologías que domina la práctica artística contemporánea en España?
El sistema cultural en España, y especialmente el arte contemporáneo de las últimas décadas, ha sido en gran parte conducido, financiado, por instituciones públicas al servicio de ideologías, muchas en contra de la unidad de nuestro país.
Mientras que en el presente vemos reafirmarse a la plataforma anglosajona, a la eslava, a la islámica o a la asiática, la hispánica se disgrega, se rompe, se niega y se disuelve. Es esta una realidad que es necesario analizar y, en lo posible, confrontar. Con este libro ofrecemos a los ciudadanos españoles e hispanoamericanos un método que ayuda a modelar la opinión común desde el rigor y no desde la filosofía espontánea del que cree que, en democracia, uno puede pensar lo que quiera sobre cualquier asunto.
Paloma Hernández hace un ejercicio de crítica analítica sobre cómo se asienta socialmente todo lo que se edita o produce bajo la etiqueta “Arte contemporáneo”.

"Progresista: Fracasado que gusta culpar de sus miserias al "sistema" y procura que los demás reconozcan sus meritos como "luchador social" predicando a favor de lo que llama "justicia social", que en el fondo consiste en que unos vivan a expensas de los demás, utilizando al estado como cómplice.
Se les puede ver predicando su ideología en ONGs y organismos públicos nacionales e internacionales, donde solucionan todos los problemas desde sus escritorios mediante magníficos articulos llenos de palabras como: "articular", "visibilizar", "empoderar"y "desigualdad".
Destrozan el lenguaje con modismos sexistas ridículos como "ciudadanos y ciudadanas".
Son argolleros y gustan de hacerse pasar como intelectuales.
Se les conoce también como parásitos sociales". Martha Hildebrandt

Prólogo

La prometedora nueva andadura de Paloma Hernández

Paloma Hernández ingresa con dieciocho años en la Facultad de Bellas Artes de la Universidad de Sala­ manca, su ciudad de acogida tras nacer eventualmente en Madrid y criarse en Buitrago del Lozoya. Cursa la especialidad en pintura y se licencia tras cumplir el quinto año en la francesa Universidad Jean Monnet de Saint-Etienne. Ese mismo año 2000 abre en Salamanca la Galería de Arte Paloma Pájaro, nombre que se convertirá en su alias artístico, desde donde impulsa al año siguiente unos Cuadernos de arte y pensamiento Pájaro Palabra, de los que publica cuatro entregas monográficas, por ella maquetadas, entre enero y septiembre de 2001: «De la necesidad de crítica», «Entre el arte y el diseño»,«Criterios de independen­cia artística» y «Cinemathegue». Aquella galería de arte no pudo cuajar, pero prueba la intrepidez de su joven impulsora y las preocupaciones teóricas del entorno en elque se movía.

Los diez años siguientes fueron de aplicada y meticulosa forja como artista:sus obras se fueron cono­ ciendo en ferias, exposiciones y galerías de España, Portugal, Francia y Alemania; fueron recibiendo pre­mios (primer premio Caja España de pintura, primer premio Fundación Gaceta Jóvenes Pintores, premio Ángel de Pintura), y la artista fue becada para una estancia en 2004 en el Colegio de España en París y en 2008 en la Academia de España en Roma, galardón, este último, al que renunció por motivos personales. En 2008 pone en marcha el festival Pananderos con motivo de la inauguración de la nueva fábrica de panadería y pastelería familiar, evento en el que participaron una veintena de artistas de todas las discipli­ nas. Un año más tarde recibe la beca de la colección CAM de artes plásticas (2009-10).

La pintura no es suficiente y el curso 20 11-2012, en la Universidad Politécnica de Valencia, amplía su formación con una maestría en Postproducción Digital, que culmina con el interesante estudio «Semán­tica del sonido ambiente en la obra cinematográfica de Ingmar Bergman» (Valencia 2013). Dentro de su trayectoria como gestora cultural, merece la pena subrayar la puesta en marcha de su proyecto Dead at Home (2015 y 2016) que proponía eluso de espacios domésticos como lugares de encuentro entre creado­ res, gestores y público con la intención de favorecer el intercambio de proyectos, experiencias e intereses comunes y la divulgación de las obras y artistas presentes en la exposición.

Las cuestiones teóricas y filosóficas le atraen cada vez más, y en 2016 decide cursar otra maestría uni­versitaria en Salamanca, dicha «Estudios Avanzados en Filosofía», a la que piensa dedicar dos años estu­diando asuntos de Estética.
El primero de octubre de 2017 se consuma el circo del referéndum catalán, hito en el efímero golpe de Estado que llegó a proclamar, una vez más, la república barcelonesa (esta vez no duró horas, sino escasos minutos), proceso impulsado por insaciables oligarquías herederas de negreros y piratas, jaleado por mo­senes, imanes, sardanistas, profesores y periodistas en nómina, tras décadas de pánfilas y cómplices deja­ciones. Estos sucesos determinaron un cambio radical en el curso vital de Paloma Hernández:
«El uno de octubre de 2017, hace más de un año, estaba yo en mi casa, comprobando atónita el delirio al que era capaz de llegar el separatismo catalán y, sin embargo, a pesar del monumental cabreo que yo me tenía, un día que fui a visitar a mis padres me permití el lujo de regañar a mi padre porque había colocado una bandera de España en su ventana. Pocas semanas después, tras descubrir qué se ocultaba detrás de este prejuicio, decidí utilizar todos mis recursos para ayudar a hacer visibles las amenazas que se ocultan detrás de la ideología negrolegendaria.» (Forja 12, 17 noviembre 2018.)
En efecto, ese otoño de 2017 decide Paloma rebelarse contra la pasividad vergonzosa de quienes perma­ necen inertes ante la ruptura de España. Se enfrenta primero, hasta el distanciamiento total, con otrora colegas de complacientes tertulias salmantinas de intelectuales y artistas. Se sumerge en los debates polí­ticos que inundan prensa, radios, televisiones y redes de internet; estudia Imperiofobia y leyenda negra, de Elvira Roca Barea, y sigue las brillantes y contundentes lecciones que el profesor Jesús G. Maestro ofrece en su fecundo canal de Youtube. Se encontró con Jesús Maestro buscando por internet diferencias entre semiótica y semiología, y fue precisamente a través de Maestro como supo que existía algo dicho materia­lismo filosófico y alguien llamado Gustavo Bueno. Ha recordado Paloma, más de una vez, que a pesar de es­tar cursando el segundo año de unos pomposamente autodenominados «Estudios Avanzados en Filoso­fía», nunca allí había escuchado tal nombre, que desconocía, lo que sirvió para aumentar sus recelos ante la triste realidad universitaria.

En abril de 2018 tiene ocasión de conversar en Salamanca con el filósofo y musicólogo Raúl Angulo (in­vestigador asociado de la Fundación Gustavo Bueno y autor de un brillante y monumental libro, "La histo­ria de la cátedra de Estética en la universidad española", Pentalfa, Oviedo 20 16, 676 páginas), en el marco de la decimoctava edición del clásico Seminario de Historia de la Filosofía Española e Iberoamericana.
Y así, una madrugada de principios de mayo de 20 18, quien firma este prólogo se entera, al abrir su co­rreo electrónico, que existe por Salamanca alguien que firma Paloma Pájaro que adjunta una suerte de manifiesto político patriótico, magníficamente bien escrito, contundente y razonable, pidiendo un pare­cer antes de proceder a «difundirlo por la prensa».

Como el texto del que se pedía opinión nada tenía que objetar, me permití responder, sobre la marcha, que lo único que no encajaba era tal voluntad de la autora de difundir su escrito por la prensa, pues sería imposible encontrar periódico que publicase un texto de cuatro folios, y menos sobre tales asuntos. Por aquello de ser paisano, pues uno fue nacido en Salamanca, busqué más noticias de la autora, que ya se ha­bía presentado como pintora artística, y al encontrar su formación en postproducción digital, sugerí que, debiendo descartar ver impreso tal manifiesto en algún periódico vegetal, aunque no fuera difícil darle salida en la prensa digital, lograría mayor presencia e influencia acompañado de imágenes en un vídeo bien realizado que ella sin duda podría elaborar.
A los tres días una impaciente Paloma responde que, tras haberlo meditado largamente en sus paseos, tiene decidido no solo hacer ese vídeo, sino iniciar un canal de combate, que activará en pocos días. Ante respuesta tan contundente me permití aconsejar a mi prácticamente desconocida interlocutora, con cierto detalle, que huyese de las prisas y planease bien tal proyecto, valorando la dedicación que había de requerir, definiendo con precisión sus características, público destinatario, contenidos y demás. Aceptó tales consideraciones y quedamos en hablar en persona del asunto, dos meses después, pues tenía previsto asistir al curso de filosofía en Santo Domingo de la Calzada («Literatura y materialismo filosófico», 16-20 julio 2018), en el que efectivamente participó acompañada de su amiga Julia Martín.

En Santo Domingo de la Calzada nos expuso Paloma Pájaro a varios amigos su proyecto «Fortunata y Ja­cinta» mostrando un cuidado vídeo piloto, en el que ya estaba definida la dialéctica complementaria en­ trambos personajes jugando con el blanco y negro, etc. De manera que el 7 de agosto activa en youtube el canal «Fortunata y Jacinta» y el 26 de septiembre estrena el primer Forja: «Desmontando la Leyenda negra». 
Los primeros pasos del canal «Fortunata y Jacinta» fueron prometedores: el 19 de noviembre fue presentado, en acto organizado por la Fundación Denaes, en el Centro Riojano de Madrid (esa semana For­tunata no pudo terminar de editar la entrega de Forja, porque «Jacinta, que es la más sesuda de las dos, ha tenido que dedicarse a preparar una conferencia...»). Paloma Hernández, que hacía poco más de un año que había comenzado a leer y estudiar textos del materialismo filosófico, ofreció una lección en la Es­cuela de Filosofía de Oviedo el lunes 3 de diciembre de 2018: «Corrupción ideológica en las artes».

En enero de 20 19, satisfecha de los tres primeros meses de andadura de «Fortunata y Jacinta», procura Paloma Hernández profesionalizar esa actividad, al margen de ayudas interesadas o subvenciones enve­nenadas. Y lo logra a través de la plataforma Patreon, en la que tres centenas de mecenas particulares vie­ nen facilitando que Paloma Pájaro pueda entregar todo su tiempo al estudio y a la producción de sus en­ tregas audiovisuales.
Paloma Pájaro no llegó a conocer personalmente a Gustavo Bueno, pero miles de hispanohablantes han conocido a Gustavo Bueno a través de «Fortunata y Jacinta». Paloma Hernández es un ejemplo de que no todo está perdido, de que hay personas sanas que, aunque estén adormecidas por ideologías dominantes impuestas, pueden salir de la caverna, advertir la estupidez realmente existente e intentar despertar a otros, con un estupendo español escrito, claro y contundente, como corresponde a quien se sirve de un estupendo español hablado, modélicamente pronunciado.

Tras tres años de andadura en su fértil canal en YouTube, en verano de 2021 Paloma Hernández decide impulsar los llamados Encuentros Forjados, encuentros presencia les orientados a facilitar unas jornadas de análisis de la realidad política española e hispanoamericana de la mano de especialistas en la materia. Evitando cualquier tipo de injere ncia externa, Paloma ha decidido financiar estos encuentros con la ayuda exclusiva de los mecenas particulares que ayudan al sostenimiento de su canal en YouTube y con la venta directa de su obra pictórica, al haber quedado esta relegada de los circuitos oficiales del mercado de arte.
A raíz de su artículo «Corrupción ideológica en las artes», publicado en la revista El Catoblepas (193: 13, otoño 2020), y como respuesta a determinados mandarines académicos que le acusaron de ser una ar­tista «frustrada», «encarnadora de un pensamiento de extrema derecha» y miembro «de una secta pretendidamente postpolítica y postideológica muy peligrosa», Paloma Hernández ha preparado el libro que el lector tiene en sus manos, "Arte, propaganda y política". La autora deja claro que los filtros ideológicos que dominan la Institución Arte Contemporáneo en España segregan a artistas y obras en la medida en que estos se desvían de la dirección pretendidamente adecuada. Este libro ayudará a los lectores inteli­gentes a segregar la basura, lectores que podrán a su vez ayudar a otros a librarse de esas barreduras.
Gustavo Bueno Sánchez
Niembro, 1 º de octubre de 2021

Introducción

Muchos podemos observar cómo, en nuestro presente en marcha, operan con intensidad un conjunto de líneas-fuerza que constituyen la atmósfera ideológica que respiramos a diario a través de nuestras élites políticas, periodísticas, artísticas y universitarias y que se reproducen, desde hace décadas, en nuestros sistemas educativos. Se trata de una serie de mitos o líneas-fuerza que podemos reducir a cinco principa­les: el mito de Europa (una Europa sublime); la idea de cosmopolitismo o humanismo metafísico, que lleva a borrar las fronteras entre Estados por considerar que rompen la unidad entre los hombres; el mito de la Cultura, al que se agarran todos los nacionalismos fraccionarios y que, paradójicamente, lleva a ins­taurar nuevas fronteras interterritoriales; y, por supuesto, los mitos de la izquierda y la derecha, conti­ nuamente presentados como dos envolventes absolutos, metafísicos, y que son utilizados por todos los partidos políticos, aunque de forma especialmente agresiva por el PSOE desde Zapatero con la incorpora­ ción del concepto espurio, ideológico, de la «memoria histórica», el guerracivilismo, la alerta antifascista y la Idea de extrema derecha.

Desde la artillería crítica del Materiialismo Filosófico iniciado por el filósofo español Gustavo Bueno, que es el sistema por el que yo tomo partido, vemos que no nos encontramos ante mitos luminosos, sino ante mitos tenebrosos. En su obra El ego trascendental Gustavo Bueno expresa lo siguiente: «La clasificación más profunda de los mitos es la que los separa en dos grandes grupos: el de los que denominaremos mitos luminosos (los que conducen a alguna verdad de interés) y el de los que denominaremos mitos tenebro­ sos u oscurantistas, los que nos conducen, o en la medida en que nos conducen, precisamente a errores o falsedades». Por tanto, no todos los mitos son oscurantistas en el sentido de que fuera necesario destruir­ los en nombre del pensamiento racional. Mitos luminosos son, por ejemplo, los mitos platónicos, el mito de la Caverna, o el mito del demonio clasificador de Maxwell. Sin embargo, tal y como son tratadas hoy día, las ideas de izquierda y derecha funcionan como mitos oscurantistas y confusionarios, mitos tene­brosos que embrollan los asuntos y no traen luz a los mismos, sino tinieblas e insoportable vulgaridad, cuando no pedantería, cháchara o cuentos de viejas.

El pluripartidismo en España ha dado lugar a un frentismo en el que cada vez funciona con mayor in­ tensidad esa tendencia a la polarización dualista maniquea, esa propensión a interpretar la Izquierda y la Derecha como dos términos absolutos cuyo enfrentamiento estaría dado in illo tempore. Esta polarización suele interpretarse en clave reduccionista: la lucha entre el Bien y el Mal; la vanguardia, la heterodoxia y el progreso de la Izquierda frente al clasicismo, la ortodoxia y el conservadurismo de la Derecha. Y con­ viene destacar que estos atributos no son intercambiables: nunca se habla de la vanguardia, la heterodo­xia y el progreso de la Derecha frente al clasicismo, la ortodoxia y el conservadurismo de la Izquierda. 
Otro reduccionismo muy en boga es el sociologista, que consiste en reducir la política a la lucha de clases. Sin embargo, «izquierda» y «derecha» son términos indefinidos, sincategoremáticos, es decir, que requie­ren la determinación de los parámetros desde los que se habla. Sincategoremático es un viejo concepto escolástico y aprovecho para informar de que la escolástica es la fuente de toda la filosofía moderna, por si alguien tiene la tentación de despreciarla por oscurantista, frailuna o cosa parecida. No, el origen de la filosofía moderna no está en Kant, sino en el desarrollo de la teología dogmática cristiana, pues ella su­ puso la transformación de la filosofía griega. Mutatis mutandis, lo mismo podemos decir de las ciencias positivas cuyo desarrollo se produjo en suelo cristiano no por casualidad.

Por tanto, cuando se habla de izquierda y derecha en sentido político, como mínimo habrá que precisar desde qué género o generación de la izquierda se está hablando: ¿se habla desde una izquierda política­ mente definida tipo la izquierda jacobina, la liberal, la anarquista, la socialdemócrata, la comunista-leninista, la asiática? ¿O, más bien, se habla desde una izquierda políticamente indefinida como pueden ser la izquierda divagante, la extravagante o la fundamentalista? Por supuesto, hablar en términos de izquierda y derecha también exige precisar a qué modulación de la derecha nos referimos: ¿la primaria, la liberal, la socialista? 
Criticar a las izquierdas no supone necesariamente tomar partido por una de las modulacio­nes de la derecha, puesto que se pueden criticar todas las generaciones de izquierda y todas las modula­ciones de la derecha. A muchos seres de luz que identifican mi posición política como alineada con la ex­trema derecha les explotará la cabeza intentando asimilar que la izquierda desde la que yo hablo en este libro es la izquierda representada por el materialismo filosófico, de cierta inspiración crítica marxista, pero teniendo muy presente la «vuelta del revés» que, desde el materialismo filosófico se imprime al ma­terialismo monista del Diamat1. De manera que el problema no es etiquetar, sino etiquetar mal. Y no sa­ber clasificar, en definitiva, es no saber criticar, y por tanto es filosofar, pero filosofar mal o muy mal.

Empezaremos diciendo que la izquierda, en singular, no existe2 Por tanto, quien dice «yo soy de iz­quierda de toda la vida», quien utiliza la expresión «la izquierda» (en singular) o aquel partido político (tal sería el caso del PSOE en España) que rotula sus pancartas con el consabido lema «Somos la iz­quierda» es víctima de un mito oscurantista y confusionario. También hablaba de forma mítica Simone de Beauvoir al decir que «La verdad es una, el error es múltiple; por tanto, no es raro que la derecha sea plural», de donde se deduce que, según ella, la Izquierda es única. Al concebir la Izquierda como una acti­tud unitaria ante la política y ante la vida, como una especie de sustancia o principio activo, estas perso­nas ocultan las diferencias e incompatibilidades que se dan entre las múltiples corrientes de izquierdas, así como las diferencias e incompatibilidades que se dan entre estas y las distintas modulaciones de la derecha.
En suma, no existe la izquierda, sino las izquierdas, a menudo enfrentadas a muerte entre sí y en ocasio­ nes coaligadas solidariamente frente a un enemigo común, sin perder por ello las enormes distancias que se dan entre ellas, como ocurrió en el periodo de la Segunda República española3. Por ejemplo, una de las concepciones sobre la izquierda que Gustavo Bueno confronta apagógicamente en el primer capítulo de su libro "El mito de la izquierda" de 2004 es la que sostenía Lenin, quien consideraba al izquierdismo como «enfermedad infantil en el comunismo», una enfermedad propia de grupúsculos de intelectuales proce­dentes de una clase pequeñoburguesa y alejados de la política real. Lenin no se consideró a sí mismo «izquierdista» pues, para él, la oposición central era la oposición entre el comunismo y el capitalismo, más concretamente el imperialismo capitalista monopolista.

La versión teológica que generalmente se hace sobre estas posiciones sitúa la oposición izquierda/derecha en una oposición originaria entre el Bien y el Mal. Foucault, Deleuze y Guattari, sin em­ bargo, interpretan esta oposición en términos antropológicos. Explica Gustavo Bueno que, desde el punto de vista de estos filósofos, «el mal no viene del más allá (de los Infiernos, de Satán), sino que el mal se pro­duce en el propio proceso de la existencia del hombre: el mal es el poder que actúa no solo a través de las categorías políticas, sino también a través del lenguaje,del arte, de la moral, de las instituciones clínicaso económicas. La derecha estaría situada del lado del poder o del mal, que todo lo envuelve, mientras que la izquierda solo puede subsistir replegándose al terreno de la denuncia y del conocimiento». 
Ni que decir tiene que esta concepción de la izquierda es la más ampliamente extendida entre los profesionales del gremio de las artes en cualquiera de sus categorías, donde a menudo se interpreta la actividad artística como una forma de resistencia política, de liberación frente a la opresión, de contrapropaganda o propa­ ganda de la buena. Aquí palpita un marxismo estándar, vulgar, propio también de la socialdemocracia clásica, según el cual la oposición izquierda/derecha tomaría su fundamento, más que en el Estado, en la lucha de clases. Según esto, la izquierda esentendida como el lugar en que indefectiblemente han de mili­tar los oprimidos, los explotados, los esclavos, los siervos de la gleba, los trabajadores que venden su fuerza de trabajo. La derecha quedará, en cambio, situada en el lugar de los explotadores, de los depreda­dores. Izquierda y derecha quedan reducidos de este modo a conceptos sociológicos antesque políticos.

Por simplificar, diremos que la posición de izquierdas que hoy día impera es la socialdemocracia y tam­ bién las izquierdas indefinidas. La socialdemocracia es la cuarta generación de izquierda que pretendía traer el socialismo de un modo gradualista (reformista). De ahí que no fuesen partidarios de la lucha de clases y de la revolución violenta, sino de la reconciliación armónica entre las clases sociales mediante métodos estrictamente democráticos (es decir, dentro de la democracia liberal y la legalidad establecida por esta) y buscando la consolida:ión de una amplia clase media4. De cara a lograr sus objetivos políticos, los socialdemócratas se oponían a la dictadura del proletariado y al empleo de métodos violentos como la guerra civil.

En España la socialdemocracia la han liderado históricamente el PSOE e IU. No obstante,hay que subrayar que el PSOE que surgió del Congreso de Suresnes en 1979 es un partido diferente al que fundó Pablo Iglesias Posse en 1879. En su desarrollo hasta finalizar la Guerra Civil, el PSOE tuvo conflictos internos entre la línea reformista (que en la república y en la guerra encabezaría, no con mucho éxito, Julián Beste­rio) y la vía revolucionaria (dirigida por Largo Caballero, el llamado «Lenin español»). Pero en el exilio y tras Suresnes el PSOE ya solo sería un partido socialdemócrata, oficialmente desmarxistizado en 1979. Ahora bien, el PSOE es socialdemócrata solo en apariencia. Lo es solo en parte de su ideología y en la pro­paganda, pues en el momento tecnológico y en la política menuda ha llevado a cabo muchas privatizacio­nes y la desindustrialización de España, así como la cesión de soberanía a la Unión Europea. Hoy en día, por ejemplo, es un partido involucrado en los planes y programas ideológico-políticos de las plutocracias financieras globalistas, es decir, está alineado, junto a Unidas Podemos y Más País y en menor medida PP y Cs, alturbocapitalismo de estirpe anglosajona más escandaloso de la historia. Y no hay que alborotarse en exceso con esta realidad, de momento intentaremos comprenderla.

Según la taxonomía que nosotros manejamos, dentro de las izquierdas tendríamos a las izquierdas defi­nidas y a las izquierdas indefinidas. Las izquierdas definidas son aquellas que tienen como parámetro la organización o desorganización del Estado (territorio, fronteras, defensa, organización de los poderes dentro de ese Estado, forma de gobierno, etc.), esto es, son formas de entender el Estado y ya vimos que había seis generaciones de izquierdas definidas: la izquierda jacobina, la liberal, la anarquista, la socialde­ mócrata, la comunista y la asiática o maoísta.
Las izquierdas indefinidas, en cambio,no se definen en relación con el Estado, sino en relación con otras cuestiones que pueden ser morales, éticas, culturales, antropológicas, etc. Es decir, no se definen según cuestiones formalmente políticas, aunque tengan nexos con la política. Hablamos, por ejemplo, de cuestiones como el aborto, la eutanasia, la orientación sexual, las creencias religiosas, los toros, el cambio cli­mático, la forma de vestir o el tipo de productos culturales que uno consume. No será irrelevante subra­yar, además, que esta izquierda indefinida se caracteriza por su tendencia a condenar -por ignorancia, cobardía o mala fe- la acción histórica de España a excepción claro está, del idealizado periodo de al-Án­dalus, los ilustrados con Carlos III, las dos Repúblicas, los gobiernos socialistas del Régimen del 78 y pare usted de contar.

Esta izquierda negrolegendaria e hispanófoba sostiene la idea de la España impresentable, mostrenca y cerril que decía Juan Goytisolo. Esa idea de una España sin Renacimiento, ni Reforma, ni Ilustración, ni ciencia, ni Revolución Industrial, ni progreso, ni filósofos, ni Mayo del 68, ni reloj de cuco, ni fish and chips, ni inglés... Nada de nada, idea que tantos «intelectuales» españoles e hispanoamericanos de alto copete siguen defendiendo y que es absolutamente calumniosa, desinformada, vil y cobarde. Gustavo Bueno se refirió a estos intelectuales como los «nuevos impostores». En mi canal de YouTube los llamo «lechuzos ilustrados» e «indoctas claraboyas». Por cobardes, se merecen este tipo de apelativos y otros peores ya que, recurriendo al discurso de que España es una nación fallida, un caso anómalo dentro del concierto de naciones, justifican su «necesaria» extinción. Y esto lo mantienen mecánicamente, sin llegar siquiera a sospechar qué significado tiene la Nación en sentido político y las graves consecuencias que la demolición de España supondría para la plataforma hispánica en su conjunto.
Y el problema es que gobernar bien es una tarea complejísima que exige, ante todo y, sobre todo, la pru­dencia del político, así como una profunda preparación de la que carecen la mayor parte de nuestras éli­tes políticas salvo honrosas excepciones. El buen gobierno no consiste únicamente en saber hacer propaganda. En política, además, hay factores que nos sobrepasan supra subjetivamente y que no dependen de que la gente vote o deje de votar, no depende de si hay o no democracia y, ni mucho menos, depende de que uno sea de izquierdas o de derechas. Hablando de democracia, por cierto, convendrá recordar que la demagogia y la retórica hueca no son déficits de la democracia, sino parte consustancial de la misma, como ya vio Aristóteles y como podemos comprobar cada día.

El núcleo motivacional de este libro, por tanto, es indagar en los componentes ideológico-políticos que intervienen en la práctica artística contemporánea en España. En escritos previos señalaba que los artis­ tas ya no dependen de sus tradicionales grupos de dominio (Iglesia, monarquía, aristocracia) y que la Institución Arte Contemporáneo en España es un órgano al servicio del sistema de ideologías dominante que busca implantarse políticamente5 a través de los objetos de la cultura, tal y como sucedía en periodos históricos pretéritos. A este respecto subrayaba que elproblema no es que la precept iva ideológica que domina las artes plásticas en España priorice unos contenidos y censure otros, puesto que todo artista es hijo de su tiempo y está condicionado por las realidades políticas, sociales, religiosas y culturales de su época; el problema es que dicho sistema de ideologías es disolvente de la Nación y, por tanto, resulta im­prudente desde el punto de vista político. Dicho de otro modo, muchas de las instituciones públicas y privadas vinculadas con la «cultura» en España propagan activamente ideas que atentan contra los princi­pios superiores de la política. No nos encontramos, por tanto, ante un libro de estética, sino ante un estu­dio abordado desde distintos planos de la filosofía política, la filosofía de la historia, la filosofía del arte, la ética o la ontología.

La corrupción ideológica en el arte contemporáneo se produce en el momento mismo en que muchos profesionales de la Estética dejan de aplicar criterios de análisis objetivos para aplicar criterios ideológi­cos. Se acepta acríticamente, por ejemplo, la dialéctica izquierda/derecha sin entrar en mayores conside­ raciones, situación que lleva a pronunciar sentencias como la siguiente del poeta y profesor de filosofía Alberto Santamaría en su ensayo Arte (es)propaganda. «El arte y la creatividad se han convertido en ele­ mentos consustanciales al liberalismo conservador. La derecha ha sabido apoderarse del discurso político del arte. El activismo cultural de la derecha es omniabarcador, aparentemente invisible pero devastador». Este tipo de discursos son habituales en el mundo del arte. Es la plataforma desde la que sejustifica la ne­cesidad de un arte de contrapropaganda que hoy día asume muchos nombres -arte de denuncia, arte comprometido, arte político- generalmente vinculados a movimientos llamados «antisistema» y «contraculturales».

Desde la perspectiva posmoderna que asume que todo es relato y que lo que se da en nuestros espacios políticos es la lucha entre unos relatos y otros -un enfrentamiento entre narraciones opuestas- estos fi­lósofos defienden que el discurso de la derecha es el que se ha hecho hegemónico, «ocupando todas las frases», «arrebatando el sentido de las palabras», de hecho, «vaciando de sentido a los conceptos». Por eso se insiste una y otra vez en que es la derecha la que domina la propaganda, la que domina el relato, un re­lato, por otro lado, mitológico que «fetichiza el lenguaje» y que tiene como fin el control de la subjetividad del individuo. Desde nuestras coordenadas filosóficas, sin embargo, todo este retruécano ideológico se viene abajo: quizás en otro contexto histórico sí, pero en el presente en marcha no es el neoconservadurismo de una presunta derecha. rancia y oscurantista, sino la caverna socialdemócrata infiltrada hasta el hueso por el sistema de ideologías delglobalismo oficial, la que se ha convertido en el pensamiento políti­camente correcto en todo Occidente6 y en el pensamiento hegemónico en las artes.

Hay que ser muy ingenuo o estar en Babia para no darse cuenta de que estas izquierdas indefinidas se encuentran actualmente involucradas en los planes y programas ideológico-políticos de las plutocracias financieras de la angloesfera. La hipótesis que he sostenido en otros estudios es que la conexión entre el «Globalismo turbocapitalista» y la mayoría de los partidos que hoy día se autoperciben de izquierdas surge, precisamente, de las «globalizaciones alternativas» impulsadas a raíz de las manifestaciones «anti­globalización» cuyo hito histórico más reseñable fueron las protestas organizadas en Seattle en 1999 con­ tra la llamada -en terminología de estas mismas «izquierdas antiglobalización»- «globalización de de­rechas», «globalización capitalista» o, incluso, «globalización turbocapitalista» en palabras de Luttwak.
Esto es, la conexión surge de la idea de que «otra globalización es posible». Dicho de otra manera, ha sido a través de la indefinición de estos «antiglobalistas no radicales» por donde se ha ido filtrando la ideología del globalismo oficial en los partidos llamados de izquierdas del siglo XXI.

Procesos de infiltración de grandes magnates, de grandes financieros, en las izquierdas ya se produjeron antes de ahora con enorme éxito. Un hito histórico de estos procesos de neutralización de las izquierdas por parte de los grandes poderes imperialistas fue la Sociedad Fabiana: el objetivo era crear una izquierda domesticada que pudiera aislar a la izquierda radical, al comunismo. 
Según nuestra hipótesis, actual­ mente asistimos a un proceso parecido. La ideología de género, la ideología del cambio climático, las polí­ticas migratorias de fronteras abiertas, el fomento de los indigenismos y de los nacionalismos étnico­ lingüísticos, la llamada «nueva ética», los «derechos reproductivos», el «derecho a decidir», la Carta de la Tierra, la Agenda 2030, el movimiento Black Lives Matter, el neopaganismo de la pacha mama, etc., todos estos movimientos han fructificado en el entorno del globalismo oficial. Por tanto, una práctica artística situada a favor de estas posiciones ideológicas no sería, en modo alguno, contrapropaganda o propa­ganda «de la buena» frente a la «derecha», sino alineamiento sin fisuras con el turbocapitalismo de las plutocracias globalistas de la City y de Wall Street.

Recordemos que el verbo propagare era tradicionalmente usado en agricultura en el sentido de aumen­tar el número de plantas, cortando y plantando esquejes. Luego se amplió su uso para referirse a la exten­sión de otras cosas, por ejemplo, la extensión o propagación de creencias, valores, prácticas, ideas (ver De propagand afides del papa Gregorio XV, 1602). Tras la I Guerra Mundial, el término adquirió un sentido negativo que algunos teóricos del arte tratan de confrontar. Así lo expresa Lucy Lippard, autora de la obra "La desmaterialízación de la obra de arte": «La buena propaganda es lo que debería ser el arte: una provoca­ción, un nuevo modo de ver y de pensar sobre lo que pasa a nuestro alrededor».
Se parte, por tanto, del supuesto de que lo que ha triunfado es la mala propaganda (o sea, la propagación de las ideologías neoconservadoras y de derechas) y que lo que hay que hacer desde el arte es contrapro­paganda, esto es, propaganda de la buena, propaganda sana capaz de hacer visible lo que estas ideologías neoconservadoras y de derechas tratan de ocultar. Observamos, de esta manera, que una buena parte de los profesionales del arte contemporáneo ha asumido con brío las tareas tradicionalmente atribuidas a la filosofía: el artista debe ser capaz de sospechar, de detectar lo que se oculta detrás de las sombras. Debe ser capaz de someter la realidad a crítica, de denunciar los sofismas y debe ser capaz, sobre todo, de hacer visible lo invisible, de regresar a la caverna para informar a los otros esclavos sobre los engaños del poder. En el siglo XXI, el esclavo liberado de Platón ya no es el filósofo, sino el artista.
Pero el simplismo de explicarlo todo en función de una izquierda salvífica enfrentada históricamente a una derecha malvada (o viceversa) no resuelve nada, sino que embrolla los asuntos más, si cabe. Este dua­lismo simplista resulta muy fecundo y útil porque reduce la complejidad de la realidad plural a un enfrentamiento dual entre contrarios. Eso explica el éxito de los sistemas binarios que trabajan siempre con ideas-límite, sin tener en cuenta que hay intersecciones y matices y obviando que la realidad es plural, no dual, ni mucho menos monista. En este simplismo dualista metafísico se fundan las utopías tanto catas­trofistas como progresistas que inundan nuestro presente en marcha. En eso están tanto quienes piensan que venimos de una Edad de Oro y que nos dirigimos hacia el Apocalipsis, como aquellos que (desde pos­tulados escatológicos de signo progresista) piensan que el «Género Humano» se perfecciona cada vez más y que nos dirigimos hacia un mundo cada vez mejor.

La idea del New Order o del Nuevo Orden Mundial que propugnan los globalistas plantea, en efecto, que con la desaparición de la autodeterminación nacional acabará la dialéctica de Estados y que se consti­tuirá un Gobierno mundial donde ya no habrá guerras y donde se instalará la paz perpetua, la paz kan­tiana. También los antiglobalistas del presente creen en un gobierno mundial, pero de signo contrario. Ven un futuro controlado por un Estado único, igual que los globalistas, pero lo interpretan en clave dis­tópica: un Estado tiránico, un mundo manejado con maldad por unas élites que nos controlarán a todos con microchips. En relación con el cambio climático, tendríamos a los progresistas (que piensan que va­ mos a mejor) y a los catastrofistas, que están convencidos de que vamos a la deriva y de que se avecina la destrucción del mundo. Y como aquí interesa señalar las contradicciones, nos parece pertinente poner de relieve que esta ideología del cambio climático está siendo financiada desde hace décadas precisamente por las élites globalistas (lo hacen, al menos desde los años 70, por el Club de Roma). De manera que po­dríamos concluir que los globalistas también serían catastrofistas. Aunque, eso sí, ellos se presentan como los guardianes y salvadores del planeta.

La idea del Nuevo Gobierno Mundial plantea, por tanto, que con la desaparición dela autodeterminación nacional acabará la dialéctica de Estados y, junto con ella, la guerra. Como vemos, al tener una concep­ción finalista de la historia (el Bien triunfa sobre el Mal) el maniqueísmo desemboca en un monismo que, necesariamente, tratará de extirpar al enemigo, a quien se contempla como el Mal Absoluto. Dicho de otra forma: quien interpreta el mundo en clave maniquea metafísica de buenos y malos asumirá como impe­rativo categórico la acción de liquidar al enemigo; un maniqueo coherente con su doctrina será, pues, un exterminador, pues por imperativo moral se verá obligado a fusilarlos a todos.
Concluiré esta introducción señalando que no son infrecuentes en nuestros días los discursos que, amparados en la Institución Arte Contemporáneo, buscan preservar y potenciar acríticamente los intereses gregarios de determinados grupos sociales. En contra de lo que se sostiene habitualmente, esta suerte de productos en ningún caso desea la participación racional y crítica por parte del espectador, ni mucho me­nos posibilita una respuesta contestataria. Y la cuestión relevante no es lo que pueda o no hacer el recep­tor con relación a las proclamas dogmáticas del artista, sino evidenciar que, en muchísimas ocasiones, las intenciones del artista son esencialmente dogmáticas, ideológicas. En definitiva, este tipo de obras mal llamadas artísticas no nos seducen en la idea de que el espectador puede pensar de forma crítica, sino que indican, de hecho, lo que debe uno pensar para no que no lo segreguen de la comunidad biempen­sante a la que generalmente desea pertenecer.

Afirmamos que sin criterios sistemáticos de análisis no hay ni juicio ni crítica posible; que necesitamos recuperar criterios de análisis que trasciendan tanto los impulsos individuales como los intereses de un colectivo particular, criterios que posibiliten el acceso a interpretaciones de la obra de arte superiores e irreductibles a una creencia social o a un psicologismo colectivo. Sostenemos, por tanto, que dentro del ámbito artístico contemporáneo resulta urgente y necesario recuperar la crítica en el sentido platónico, crítica dialéctica, diagnóstica, desmitificadora y desveladora de aciertos, errores y trampas, y, sobre todo, crítica en el sentido de identificación y desarticulación de las ideologías.

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1 El Diamat fue la filosofía oficial de la URSS.

2 Desde el pluralismo político hablamos de generaciones de izquierda, que solo pueden contemplarse históricamente. Asimismo, y tal y como como señala Gustavo Bueno, «Cada generación o género de la izquierda no es solo la negación de la derecha, sino también la nega­ción de otros géneros de la izquierda».
3 Muchos españoles tienen una imagen idílica, progresista, armónica y pánfila de la Segunda República española, pero esa imagen también es la propia de un mito tenebroso. Mito presentado, eso sí, en forma de leyenda rosa, del mismo modo que se proyecta una leyenda negra contra los cuarenta años del franquismo. Lo cierto es que la disparatada Segunda República acabó como el rosario de la aurora: «¡No es esto' ¡No es esto!», exclamaba un famoso filósofo, que precisamente fue «padre espiritual» de aquel «idilio» alocado. Se llamaba Ortega y Gasset.
4 Justo esta acumulación capitalista y la consolidación de una amplia clase media fue lo que logró el franquismo, de ahí que Gustavo Buenoclasifique a dicho régimen, junto al maurismo y al primoriverismo, como derecha socialista.
5 En este sentido se manifiesta el artista español Santiago Sierra: «Nos agrade o no, la subvención es la manera en que el control (sobre el artista) se manifiesta. Por otra parte, los bancos poseen el Estado, ¿cómo no van a poseer el arte)»
6 Sobreentiendo que «nuestra sociedad» es la sociedad industrial capitalista.

Libros con Marco: 'Arte, propaganda y política', por Paloma Hernández

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