LOS CONVERSOS EN LAS INDIAS
LA HISTORIA DETRÁS
DE LA LEYENDA NEGRA
FEDERICO RIVANERA CARLÉS
PRELIMINAR
Poco después que España logró su unidad y empezó la conquista indiana que la transformaría en la mayor potencia del mundo, a principios del siglo XVI, desde Inglaterra, se lanzó contra ella y su pueblo una interminable campaña de odio, calumnias y falsedades, forjándose así una deleznable caricatura de España y de los españoles, de la monarquía, la Iglesia y la Inquisición, su religiosidad, cultura, hábitos, etc.
Esta Leyenda Negra, instigada por sus enemigos, sigue vigente. Una pretensa historia llena de aseveraciones sin respaldo alguno se impuso como verdad revelada, cobrando nuevo impulso en el V Centenario del Descubrimiento y el Edicto de Expulsión de los judíos públicos. De este modo, la historia de España y de las Indias ha sido reemplazada por una ficción literaria: la Leyenda Negra. Los judíos conversos han tenido singular protagonismo en el proceso histórico indiano, cuya ignorancia toma a éste incomprensible.
Ahora bien, para su completa intelección es menester aprehender el fenómeno marrano. En tal sentido, el tratamiento sistemático de este problema, que comenzó en la península después de la guerra civil, adoleció de una orientación unilateral marcadamente favorable al judaísmo y justificativa del criptojudaísmo1, lo cual afectó seriamente su objetividad, al margen de las críticas de ciertos autores hacia el comportamiento de los cristianos nuevos en sus actividades económicas y financieras.
En consecuencia, aunque se han publicado excelentes trabajos sobre diversos aspectos de la cuestión, no se extraen las conclusiones resultantes, a veces imputable a una concepción errónea del judaísmo y, por tanto, del marranismo, sus razones y metas, pero, generalmente, más allá de esa limitación, las tergiversaciones son deliberadas y atribuibles a pusilanimidad y espíritu acomodaticio. Si bien algunos investigadores judíos realizaron valiosos aportes, tal el caso de Albert Sicroff acerca de los estatutos de limpieza de sangre, concluyen, es lógico, en un panegírico de sus conraciales y diatribas contra los adversarios, el Santo Oficio y la España imperial. Sucede otro tanto en los escritos de temas indianos y, pot: otra parte, ni siquiera existe un estudio de conjunto relacioµado con la presencia de los cristianos nuevos en las Indias.
Como puede advertirse, en estos tiempos son muy escasos los historiadores genuinos, a pesar de que existen sobresalientes estudiosos. En Bartolomé de las Casas (2 vols., 1953-1960) Francisco Giménez Fernández realizó una crítica profunda de la actuación de los conversos en las Indias, pero se circunscribe al período inicial y fundamentalmente a la relación con los indígenas. Sin embargo, esta investigación pionera, escrupolosamente documentada -en parte con material inédito-, constituye un texto imprescindible, pese a que también muestra un deficiente conocimiento del problema marrano.
La Leyenda Negra sigue predominando en la historiografía, pero detrás de ella se encuentra la historia real de los conversos en las Indias. Esta es la que abordaré de manera sucinta, pero en sus variadas y complejas facetas que exceden el marco indiano, respaldada en una copiosa documentación proveniente sólo de fuentes judías y projudías2. Esto me ha posibilitado dilucidar quiénes fueron los verdaderos responsables de la explotación de los indios, el contrabando, el tráfico de negros, etc., así como de la desintegración del Imperio Hispánico y el sometimiento bicentenario de Hispanoamérica.
El presente escrito es una refundición parcial de mi libro Los conversos. Estimé pertinente hacerlo ante la necesidad de disponer de un texto exclusivamente referido a la actuación de los cristianos nuevos en las Indias, ya que en el mismo esto se encuentra distribuido de otro modo, puesto que trata el tema en general. Respondo así a las solicitudes que, desde la aparición de la obra de marras, me hicieran llegar lectores interesados y, así también, incorporo nuevos datos, parte de los cuales omití entonces para no demorar la publicación de aquélla, ya que el cúmulo de documentación que obtuve luego de finalizarla, en enero de 1990, habría hecho necesaria su completa reelaboración, según expliqué en el prólogo. Entre el material adicionado se destaca el importante tema del comercio legal de esclavos negros, y los alzamientos secesionistas del siglo XVI -muy sumariamente reseñados-, que prefiguran los independentistas de tres centurias más tarde.
Federico Rivanera Carlés
Ciudad de la Trinidad (Buenos Aires3),
2 de diciembre de 2011.
REFLEXIONES FINALES
La Leyenda Negra fue pergeñada e impulsada en todas partes por los judíos conversos, junto con sus hermanos públicos, constituyendo un arma vital que se empleó exitosamente en la guerra marrana contra España. 4
Tal mistificación histórica presenta la conquista del Nuevo Continente signada por la avidez de riquezas, el despojo y la esclavitud de los naturales, el crimen y la tiranía de los corrompidos funcionarios reales, etc., enmascarado todo en la evangelización de aquéllos. Como respuesta, los hispanistas, desconocedores del problema converso, o sea de la historia verdadera de las Indias, han forjado una contraleyenda que la transformó en gesta misional católica, cuyos protagonistas, salvo excepciones, fueron héroes, santos y nobles soldados y caballeros. Ambas versiones distorsionan torpemente la realidad histórica. Su esclarecimiento es de singular trascendencia para el prestigio y el honor de España, así como para su porvenir y el de los pueblos hispanoamericanos. La documentación existente prueba que la meta de la empresa ha sido el aumento de los dominios españoles, lo que trajo aparejado la evangelización de los indígenas, aspecto éste incomprensible para quienes ignoran la profunda catolicidad de la monarquía española.
Desde el inicio, empero, entre los principales actores de la misma hubo cristianos nuevos, los cuales tenían por finalidad el lucro y el encumbramiento político y social y, paralelamente, sabotear en las Indias la política de la Corona, prosiguiendo desde allí la conspiración antiespañola. E incluso se intentó fundar nada menos que un Estado judío. Si bien ha habido en las Indias gobernantes justos y funcionarios honrados, así como sacerdotes idealistas y sinceros propagadores de la Fe, algunos de los cuales sufrieron sinnúmero de penalidades y hasta dieron su vida por Dios y por España, ellos han constituido una minoría. Sin embargo, también hay que señalar que fueron minoritarios los responsables del comportamiento delictivo y criminal en la conquista y población de las Indias, pero la mayoría han sido judíos conversos y no españoles.
Ahora bien, es evidente que esto último no hubiera sido posible sin el ingreso masivo de cristianos nuevos a las Indias -transgrediendo reiteradas disposiciones prohibitivas-, hechos ambos imputables a la Corona española y de modo particular a los marranos que operaban en su seno, que se apoderaron del gobierno de las Indias durante la Regencia de Fernando V y cuya gravitación fue muy significativa desde el reinado de Felipe IV. De ese modo, la conquista incorporó el Nuevo Mundo para el cristianismo, la Hispanidad y Occidente, pero su magna obra fue entorpecida y alterada desde el principio por el marranismo. El judío Aarón Spivak tras destacar que "la influencia del judaísmo dejábase sentir en todos los aspectos de la vida de las colonias", hasta el punto de que "si no hubiese sido por el Santo Oficio toda la América Latina sería hoy «cristiana nueva»", plantea la cuestión en términos exactos: "La historia de la América colonial es, si se mira bien, la historia de la lucha entre judaísmo y antijudaísmo" 5. Entre Sefarad y España.
Gracias a la justa y sabia política de la Corona6, plasmada en las extraordinarias Leyes de Indias, y a la actuación del Tribunal del Santo Oficio, la empresa indiana fue, pese a los conversos, infinitamente superior en todo sentido a la política de saqueo organizado, de crueldad y de absoluto desprecio por la vida y el bienestar de los indios, llevada a cabo por Inglaterra, Holanda e inclusive Francia. Por otra parte, acabó con las bárbaras y sanguinarias costumbres indígenas de sacrificios humanos y canibalismo, igual que con la poligamia, las relaciones incestuosas y la homosexualidad tan extendida, etc. La obra cultural de España, por ejemplo, sigue causando admiración al observador honrado. De inmediato levantáronse universidades y excelentes colegios, y no bien se afianzó la empresa pobladora se editó gran número de libros.
La diferencia con los ingleses es abismal, en todos los campos, y no resiste comparación. España no se propuso sojuzgar sino evangelizar y civilizar, así como incorporar las nuevas tierras en un pie de igualdad con las peninsulares. Por eso fueron de hecho y de derecho, sus ptovincias ultramarinas. Inglaterra, en cambio, vino a tomar por asalto las riquezas del Nuevo Continente, a someter a un trato inhumano a los naturales, a los que ni siquiera se preocupó seriamente en infundirles, por suerte, el credo protestante. Ella, igual que Holanda, vino a colonizar. Y no se olvide el protagonismo marrano en ambas naciones.
La Corona española con su legislación indiana impidió la exterminación de los indíos. La mejor prueba de ello es la existencia de millones de indígenas : y mestizos en Hispanoamérica, que contrasta con la casi extinción de los indios en los territorios colonizados por Inglaterra, cuya actuación fue sí una Historia Negra. Como si no bastara la falaz Leyenda Negra que ocultó la verdadera historia.indiana, se llegó a borrar hasta el nombre de Indias Occidentales con que España bautizó al Nuevo Mundo. Si bien no llevó éste el del marrano Colón, se le dio el de otro individuo que, de acuerdo a diversas evidencias, habría sido también judío converso: Américo Vespucci7.
La hispanofobia conversa, la envidia y el interés de las naciones enemigas de la noble España, que intentaban afectar sus legítimos títulos sobre el Nuevo Continente, lograron imponer esa denominación a todas luces arbitraria e injusta (y que constituye una afrentosa burla si, como se cree, Vespucci era converso), aceptada finalmente por la anti-España borbónica, en cuyos gobiernos pululaban los "de la nación". Sobre las ruinas de la Leyenda Negra, emerge, a:l fin, la verdad: fueron los conversos -y la Inglaterra Judía- quienes escribieron en las Indias una Historia Negra.
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1 Excepto algunas obras de sacerdotes católicos que enfocaron sólo el ángulo religioso.
2 La grafía de los documentos antiguos ha sido actualizada.
3 Erróneamente suele llamarse a esta ciudad Santa María del Buen Aire, nombre de la primera fundación. Juan de Garay la bautizó "Ciudad de la Trinidad, puerto de Santa María de Buenos Aires", que por su extensión en los documentos oficiales, a partir del gobierno de Felipe II, abrevióse en "Ciudad de la Trinidad, puerto de Buenos Aires". El nombre nunca se modificó, pero fue deliberadamente abandonado por el marranismo dominante, en razón de que el trinitarismo es el dogma antijµdío por excelencia. Esto ha permitido que a sus habitantes se los denomine impropiamente porteños y no trinitarios.
4 Entre los autores que contribuyeron a la misma se destacan en primer lugar las obras de los conversos Antonio Pérez, Relaciones (seud. Rafael Peregrino, París, 1598) y Casiodoro de Reina (seud. Reginaldo González Montano, 1520-1594), Exposición de algunas mañas de la Santa Inquisición española (1567). La obra fue escrita en latín y publicada por primera vez en Heidelberg: Sanctae /nquisitionis hispanicae artes aliquot detectae ac palam traductae ... Addidimus appendicis vice piorum quorumdam martyrum Christi elogia qui ... inquisitores eos suis artibus perfidiae ac defectionis infamarint. Reginaldo Gonsalvio Montano authore (1567). A ambos ya conoce el lector (v. cap. 2). También hay que mencionar a Michel de Montaigne, Ensayos (lib. III, cap. VI, 1588). Su madre era judía sefardí (v. Universal Jewish Encyclopedia, vol. 7, p. 636). Y a Guillaume Raynal ( 1713-1796), Histoire philosophique et politique des étabblissements et du commerce des européens dans les deux lndes (Amsterdam, 1770). Lo tengo por confeso (v. Encylopaedia Judaica, vol. 13, 1590).
5 Aarón Spivak, Judeoamérica, JUDAICA, año V, nros. 51-53, p. 117, Büenos Aires, septiembre-noviembre de 1937.
6 Cuando faltaban sólo tres días para su muerte, el 23-XI-1504, Isabel la Católica dictó en Medina del Campo su célebre codicilo, que refleja la misión evangelizadora y el amor a los indígenas que debía predominar en la Conquista:
«Concedidas que nos fueron por la Santa Sede Apostólica las Islas y la Tierra Firme del mar Océano, descubiertas y por descubrir, nuestra principal intención fae la de tratar de inducir a sus pueblos que abrazaran nuestra Santa Fe Católica y enviar a aquellas tierras religiosos y otras personas doctas y temerosas de Dios para instruir a los habitantes en la Fe y dotarlos de buenas costumbres poniendo en ello el celo debido; por ello suplico al Rey, mi señor, muy afectuosamente, y recomiendo y ordeno a mi hija la princesa y asumarido, el príncipe, que así lo hagan y cumplan y que éste sea su fin principal y que en él empleen mucha diligencia y que no consientan que los nativos y los habitantes de dichas tierras conquistadas y por conquistar sufran daño alguno en sus personas o bienes, sino que hagan lo necesario para que sean tratados con justicia y humanidad y que si sufrieren algún daño, lo repararen.»
7 Pineda Yañez, Américo Vespucci, etc., pp. 43-52.
Los Conversos en las Indias... by ritacarles
"Somos el ÚNICO pueblo que ponemos ESTATUAS
de TRAIDORES en nuestras plazas".
"Lamentablemente en España ha habido un abandono real, de los principios básicos de mantener la verdad de su historia gloriosa, de su patrimonio histórico como gran legado para las futuras generaciones. Como puede ser que el gran Santiago de Liniers, Agustín Agualongo, José Tomás Boves no tengan ninguna estatua en España, en cambio, está llena de estatuas de traidores a España como San Martín y de Bolívar.
E incluso se haya ocultado la historia los propios españoles su propia historia, el pueblo ignora todo esto. Es lamentable. Ahora llegó el momento de poner las cosas en su lugar.
La independencia ha sido la mayor desgracia para toda hispanoamérica, incluso, para los pueblos autóctonos indígenas". Federico Rivanera Carlés
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