miércoles, 1 de marzo de 2023

LIBRO "CREO, PERO AUMENTA MI FE" y "LA PRINCIPAL HEREJÍA" por JOSÉ IGNACIO MUNILLA ⚓

(Diálogos sobre el Credo con Mons. Munilla)

Libro entrevista con D. José Ignacio Munilla 
Obispo de San Sebastián
Las preguntas de esta entrevista a Mons. Munilla han sido formuladas siguiendo a grandes rasgos el Credo niceno-constantinopolitano. Partiendo de temas referentes a la afirmación «Creo», se organizan luego en tomo al desarrollo trinitario propio de nuestro Credo, en el que van apareciendo las grandes cuestiones de nuestra fe. Se trata de preguntas formuladas en tono claro que recogen en ocasiones tópicos y pretenden acertar con lo que es «la pregunta del hombre de hoy». A la pregunta del hombre contemporáneo no se responde con afirmaciones meramente humanas, de tipo sociológico, terapéutico, psicológico o histórico. El hombre busca la respuesta de Dios. Jesús se encamó precisamente para traernos esa respuesta salvadora de Dios, y la Iglesia vive con el deseo de transmitirla a los hombres.
Presentación 

Tiene Miguel de Unamuno un ensayo sobre la fe en el que critica la «fe del carbonero» con estas palabras: «¡Terrible fe la del carbonero! Porque, ¿a qué viene a reducirse la fe del carbonero? 
— ¿Qué crees? 
— Lo que cree y enseña nuestra Santa Madre la Iglesia. 
— ¿Y qué cree y enseña nuestra Santa Madre la Iglesia? 
— Lo que yo creo. 
¡Y así sigue el círculo vicioso! ... y tan vicioso. Semejante fe no es más que un acto de sumisión a una potencia terrena…, sumisión a un instituto jerárquico y jurídico». 

El lenguaje de Unamuno es ciertamente exagerado y no tiene en cuenta el valor de la fe de los sencillos que no hay que desmantelar, sino fortalecer y cuidar. Pero precisamente sus palabras nos pueden ayudar a introducir esta entrevista en la que aflora el deseo de madurar en la fe y pasar del «acto de sumisión» al «acto del asentimiento religioso». ¿Qué diferencia hay? Que este último está cargado de razones. No es ciertamente el fruto de un razonamiento. El acto de fe es un don de Dios. Pero está cargado de razones. Y las preguntas que planteamos a D. José Ignacio Munilla en esta entrevista tienen precisamente el propósito de hacer aflorar, en el contexto del Año de la Fe, esa intelligentia fidei, esa posibilidad de «dar razón de nuestra fe» a la que se refiere el apóstol san Pedro en su Carta. 

El formato de entrevista que asume esta publicación tiene fundamentalmente dos ventajas. 

1. En primer lugar, la entrevista da más acceso a la persona, aparece con más claridad no solo el contenido, sino la persona que transmite el contenido. El tema de la fe, íntimamente vinculado con el del testimonio, parecía muy adecuado para que este libro —que pretende ser divulgativo— asumiera el formato de una entrevista. El testigo es además un obispo, D. José Ignacio Munilla, nacido en 1961, vasco, con una amplia formación teológica y conocido por su presencia en medios de comunicación: colaboraciones en los periódicos locales y nacionales, intensa actividad en Radio María (donde ha explicado diariamente el Catecismo de la Iglesia Católica por espacio de siete años, y donde ahora explica el Youcat), además de su presencia en COPE y otras emisoras de radio de forma más puntual. En internet mantiene también su propia web, además de tener una presencia en las redes sociales de Twitter y Facebook, ligada a la explicación del YouCat para jóvenes. Es el responsable del Departamento de Juventud de la Conferencia Episcopal Española, lo cual también explica su esfuerzo en responder a los interrogantes de los jóvenes. Accedemos así a una persona viva y no a una teoría; a una persona que nos habla desde su experiencia: sus años de infancia, la fe que recibió de sus padres, su vocación al sacerdocio, sus años de párroco y, por fin, de obispo. Evidentemente, no es la fe de D. José Ignacio Munilla la que aquí se plasma, sino la fe de la Iglesia Católica. Pero es esa fe hecha vida en una persona concreta, en un pastor con un testimonio singularmente cualificado. 

2. En segundo lugar, la entrevista implica un planteamiento más informal de las cuestiones. El entrevistado debe responder sin aparato de erudición, dar una respuesta clara y concisa. Es un ejercicio de pedagogía y de sencillez. Don José Ignacio Munilla responde a las preguntas poniendo Las cartas sobre la mesa, e iluminando las cuestiones A la luz de Su mirada (por usar el título de dos de sus libros), exponiendo con claridad las dificultades y tratando de ofrecer respuestas que soporten convicciones. Esta claridad no es sinónimo de simplismo. La fe es una luz, no es simplemente una norma. Por eso las respuestas de D. José Ignacio iluminan oscuridades y ayudan a caminar, no son simplemente «casos», no son «respuestas de libro». Es la luz de la fe que hace vivir, que reconoce las dificultades allí donde las hay, que se derrama como aceite sobre las heridas y se acerca al enfermo con una palabra de salud. 

Las preguntas de esta entrevista han sido formuladas siguiendo a grandes rasgos el Credo niceno-constantinopolitano. Partiendo de temas referentes a la afirmación «Creo», se organizan luego en torno al desarrollo trinitario propio de nuestro Credo, en el que van apareciendo las grandes cuestiones de nuestra fe. Se trata de preguntas formuladas en tono claro que recogen en ocasiones tópicos y pretenden acertar con lo que es «la pregunta del hombre de hoy». A la pregunta del hombre contemporáneo no se responde con afirmaciones meramente humanas, de tipo sociológico, terapéutico, psicológico o histórico. El hombre busca la respuesta de Dios. Jesús se encarnó precisamente para traernos esa respuesta salvadora de Dios, y la Iglesia vive con el deseo de transmitirla a los hombres. 

Esta entrevista realizada a un obispo de la Iglesia Católica, en este caso Mons. Munilla, no es sino una acogida de la invitación realizada Benedicto XVI en su Carta Apostólica Porta Fidei, con motivo de la convocatoria del Año de la Fe: «En esta feliz conmemoración, deseo invitar a los hermanos Obispos de todo el Orbe a que se unan al Sucesor de Pedro en el tiempo de gracia espiritual que el Señor nos ofrece para rememorar el don precioso de la fe. Queremos celebrar este Año de manera digna y fecunda. Habrá que intensificar la reflexión sobre la fe para ayudar a todos los creyentes en Cristo a que su adhesión al Evangelio sea más consciente y vigorosa, sobre todo en un momento de profundo cambio como el que la humanidad está viviendo». 

En el desarrollo del libro, la pregunta se introducirá con un tipo de letra diverso, para distinguirla claramente del contenido. Como se verá, las preguntas son concisas, a veces demasiado concisas, pero es porque el centro lo ocupa aquí el entrevistado, no el entrevistador. El entrevistador busca solo provocar y conducir el hilo de las respuestas. Agradecemos a D. José Ignacio Munilla su tiempo (siempre precioso) y su disponibilidad.

Carlos Granados 
Director General de la BAC

Frente al dualismo de nuestros días, que «coquetea» con las espiritualidades desencarnadas, la clave de la espiritualidad cristiana es la unidad. En efecto, si por algo se caracteriza el cristianismo es por integrar elementos que a simple vista pueden parecer contrapuestos: materia y espíritu, secularidad y sacralidad, justicia y misericordia, mística y ascética, etc. A lo largo de la historia de la Iglesia han surgido multitud de herejías que tienen como denominador común la ruptura de esa unidad integradora. El error consiste en contraponer, hasta hacer incompatibles, elementos que están perfectamente integrados en el misterio de Dios. Se trata en definitiva, de una tendencia dualista, consecuencia de la herida que el pecado ha producido en el hombre.

La efusión del Espíritu Santo cura la herida del dualismo, haciendo posible la unidad de vida. Si el pecado disgregó a la humanidad en Babel —y no olvidemos que las confrontaciones entre pueblos son una mera expresión de la desintegración interior de la persona—, el Espíritu Santo es infundido en Pentecostés para unificarnos interiormente. Lo propio del cristianismo es integrar, complementar, sumar, madurar... Ese es el don que hemos de mendigar a Dios, fuente de toda unidad, sin dejarnos infectar por la herida del dualismo.

Pues bien, no creo que exista una forma más apropiada para concluir esta breve entrevista que la invocación de los dones del Espíritu Santo:

Reparte tus siete dones 
según la fe de tus siervos. 
Por tu bondad y tu gracia 
dale al esfuerzo su mérito. 
Salva al que busca salvarse 
y danos tu gozo eterno. Amén.

La principal herejía de nuestro tiempo no consiste 
tanto en negar las verdades de la fe sino vaciarla de contenido.

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