👉EL SINGULAR👈
El singular es un excepcional, posee una humildad mayor, por que tiene que estar al servicio de lo general, estando expulsado, sin gozar de ninguna ventaja, despreciado y perseguido. Tiene que aceptar una situación que es casi un martirio.
Lo general está podrido- ¿y qué es lo general?- la sociedad, las leyes, las costumbres, las normas, las instituciones, los medios de comunicación y duele decirlo, también la Iglesia.
Presta su conformidad a lo general podrido, la masa, la multitud, la muchedumbre, o sea los no hombres, y frente a este estado de cosas se alza el particular, el singular, el excepcional.
El singular es el que tiene personalidad propia, que respeta un orden, que aborrece el desorden, son los que crean los fundamentos de una sociedad, los reformadores, los restauradores, los que conservan en una sociedad sana el bien y la verdad
Como decían los antiguos: “El inteligente es el que sabe ordenar, el inteligente es el que debe gobernar” – Por que la paz es la tranquilidad en el orden.
O sea el que ve es el que debe guiar.
¿Qué pasa cuando lo general se pudre? El singular, o sea el hombre que podría dar el remedio es puesto al margen de la sociedad y si no pueden acallarlo, lo matan.
Cuando lo general está podrido entonces no hay nada que conservar, y no sirven los conservadores; no hay nada que restaurar y no sirven los restauradores; no hay nada que reformar y no sirven los reformadores: hay que crear. ¿Cómo se crea? – convirtiendo a muchos a la Verdad, entonces esos muchos echan las bases de una sociedad nueva y lo podrido se va.
El singular es un excepcional, posee una humildad mayor, por que tiene que estar al servicio de lo general, estando expulsado, sin gozar de ninguna ventaja, despreciado y perseguido. Tiene que aceptar una situación que es casi un martirio. El singular es el que tiene una vocación religiosa a la soledad. – ¿Es un santo, un héroe, un genio, un desdichado, un incomprendido?- Algo de todo eso hay en él, podríamos decir que es el que tiene vocación a la santidad. Ama la Verdad y el Bien.
Cristo fue el excepcional, puso los fundamentos de su Iglesia por debajo de la sinagoga, que era lo general podrido.
¿Qué hace Cristo? – primero: se resigna a ser perseguido; segundo: convierte a cuantos individuos separados puede; tercero: funda una nueva sociedad; cuarto: predice la ruina de lo general podrido.
Solo el singular es capaz de religión verdadera, la misma religión en la masa existe en forma de mitología o de política: en forma de procesiones, de congresos eucarísticos y de asambleas de Acción Católica; no son religión, son acciones de política religiosa. Solamente la religión interna es la Religión. Saberse que se está ante Dios.
El Cristianismo es la única religión sobrenatural, la única que puede volver a un hombre un singular, alguien en quién la Verdad y el Bien han hecho morada.
Cristo profetizó dos cosas: que otro vendrá en su lugar y será recibido y que en su segunda venida no hallará fe sobre la tierra. Si Él es el camino, la Verdad y la Vida quiere decir que en algún momento nos encontraremos con el mal, la mentira y la muerte como instrumentos de dominio sobre los hombres. En efecto el mal irá concentrándose, creciendo, y esto ocurrirá justamente en el corazón humano por haber abandonado a Dios. La boca del hombre habla de lo que hay en su corazón: malos pensamientos, homicidios, adulterios, fornicaciones, hurtos, falsos testimonios, blasfemias.
Por ello ante una generación perversa y mala, o sea lo general podrido, concentrado en los últimos tiempos, los parusíacos, el singular será un mártir. Hoy vivir se hace imposible, porque ser virtuoso ya es un castigo en sí mismo, el cual lo puede soportar un hombre de fe. Pero el hacha está puesta a la raíz del árbol. Esto llega a su fin. Todo árbol que no dé buenos frutos será cortado.
¿No es una bendición sobrellevar la renuncia a la propia vida, vivir en un mundo que aborrece a Dios, que el fin de los tiempos llega, que la muerte y el castigo se hacen presentes, y soportarlo todo en la esperanza de la venida del Señor?
¡Si! –es un milagro, y el singular lo sabe.
“Sólo en la verdad se puede fundamentar una verdadera grandeza; sólo diciéndola se puede caminar a ella. Hoy día estamos tan sumergidos en mentiras que el amor a la verdad representa una especie de martirio, y conduce al martirio real cuando se vuelve verdadera pasión; y la verdad se vuelve pasión en todos aquellos que se abren al espíritu de Dios”. Juan Ciccioni
"Las masas nunca han sentido sed por la verdad. Se alejan de los hechos que no les gusta y adoran los errores que les enamoran. Quien sepa engañarlas será fácilmente su dueño, quien intente desengañarlas será siempre su victima". Gustave le Bon. "Psicología de las masas"
Ida y Vuelta
INTRODUCCIÓN
¿No estaremos sufriendo una corrupción nueva y misteriosa de la Iglesia? ¿No habrá dos iglesias? ¿Cuál es el alcance exacto de las promesas explícitas de Cristo? Prometió que Pedro no erraría en la fe, ni por consiguiente sus sucesores. Prometió que Él estaría con la Iglesia hasta la consumación de los siglos; no durante la consumación de los siglos, que serán los tiempos parusíacos, en los cuales habrá una inmensa apostasía. ¿No estaremos ya en los tiempos parusíacos? ¿No habrá volado la Iglesia al desierto? ¿No se habrá refugiado (por dos tiempos, un tiempo, y medio tiempo) en el corazón de hombres en soledad, que, sin romper sus lazos con la jerarquía mundanizada, la soportan sobre sí como una carga de montañas y una presión de lagar; y son incluso perseguidos por ella?
La única solución teórica está en la parábola del trigo y la cizaña y en el dogma de la Parusía. Llegará un tiempo en que el trigo y la cizaña, mezclados siempre en las eras humanas durante el curso de las edades, llegarán a la lucha suprema, la que no conoce piedad; y la cizaña crecida oprimirá al trigo de Dios de un modo insoportable, rodeándolo por todas partes como sin esperanza y sin respiro; tiempo en que la persecución, prometida a todo creyente, se hará interna además de externa. Para ese tiempo se escribieron las últimas y más terribles profecías, que son también las más consoladoras.
En este contexto, consideremos lo General y el Singular.
LO GENERAL
Lo General es aquello en que caemos al nacer, y en cuyo cauce andamos necesariamente toda la vida. Es todo lo que nos liga estando fuera de nosotros: desde las leyes y las costumbres hasta las relaciones familiares. Es “la correntada”, el conjunto de leyes, de normas, de autoridades, de usos, de instituciones, de establecimientos, de ideas y opiniones, incluso de convencionalismos, prejuicios y errores que están “establecidos”. Es lo “Establecido”, eso que los escritores actuales llaman “nuestro entorno”.
¿Qué es lo General? Lo que los ingleses llaman “convencional”: para ellos es una alabanza llamar a uno “unconvéntional”, no convencional.
Lo General, cuando nació Jesucristo, era la Sinagoga, la expectación mesiánica, Caifás, Pilato, Herodes y un pueblo parecido a una grey sin pastor.
Lo General es lo propio de “la Grey”; ya que Aristóteles definió al hombre como “animal gregario”, puesto que necesariamente el hombre vive en sociedad, y la sociedad para existir necesariamente “uniformiza”.
Lo General tiene que existir, no es condenable. Todas estas cosas deben ser respetadas siempre; también pueden pudrirse, es decir, albergar dentro de sí el error o la iniquidad.
Es un error considerar lo General siempre como corrupto, cuando en realidad es sólo “corruptible”.
Lo General religioso, a lo cual hay que pertenecer y servir para salvarse, puede estar falsificado. Situación realmente para volver loco a cualquiera…, o volverlo heroico…
Cuando lo General está enfermo tenemos una cosa de la cual hay que salir y no hay que salir: éste es el problema. ¿Cuál es la solución de la paradoja?
Toda verdad profunda se presenta en forma de paradoja.
EL SINGULAR
Para hallar la solución y descubrir la verdad es necesario saber que, además de la moral social, resultante de las necesidades que crea la convivencia y que la sociedad impone, existe otra fuente de la moral, que es la “aspiración personal”: una emoción creadora par la cual el hombre desborda el lugar estrecho en que lo coloca su individualidad, abraza lo eterno, sale de sí mismo y de su entorno. Esa aspiración personal crea al singular.
Es un aliento de amor. De allí nacen todos los sueños ardientes con que la humanidad escapa a los límites a que tiende a confinarla el momento y el espacio presente.
Sin embargo, cuando rompe del todo, o menosprecia demasiado las vallas sociales, engendra al anarquista, concibe la oposición inútil o la rebeldía absoluta y estéril.
El Singular se encuentra, de golpe y sin buscarlo, “fuera de lo general”, convertido en un “Excepcional”, en un “Solitario”, en un “Raro”, en un “Extravagante”, en un “Único”, o como quieran llamarlo.
Pero, el verdadero Excepcional al principio se corta de lo General (si no, no sería Excepcional); mas después retorna, como San Ignacio de Loyola, o bien se pone al servicio de lo general, como San Benito de Nuria. Todos no pueden ser excepcionales, es contradictorio.
En nuestro lenguaje común usamos la palabra “vulgar”, como denigrante; existe otra palabra, “regular”, conforme a la regla, que debería ser elogiante, y no lo es; y por último encontramos la palabra “ordinario”, que es fulminante en boca de las mujeres, y que literalmente significa lo que está en el orden; debería ser encomiástica, y no lo es. Lo contrario seria perordinario o extraordinario; pero las mujeres le oponen la palabra “fino”.
Esa peculiaridad lingüística muestra la exigencia que hay en el hombre de no ser común, de ser distinguido, excelente o diferente. Esta exigencia es fortísima. Es simplemente la necesidad de ser alguien, tener “carácter”. ¿Y cómo puede el hombre tener sello propio, carácter, si no se sale del sello común y de la falta de sello?
Por otro lado, están las palabras “raro”, “singular”, “extravagante”, también denigratorias; que muestran que en lo de singular no hay que ir demasiado lejos…
Así, pues ¿qué definición podemos dar del singular?
¿Es el santo? No precisamente.
¿Es el genio? No precisamente.
¿Es el héroe? No precisamente.
¿Es el desdichado? No precisamente.
¿Es el incomprendido? No precisamente.
Algo de todo eso hay.
¿Es el que tiene vocación a la santidad? Por ahí vamos mejor; pero todos tenemos vocación a la santidad.
Singular es el que tiene vocación religiosa a la Soledad. Y así se puede pensar que hay una especie de orden religiosa invisible de todos los solitarios del mundo. Y a esa vocación religiosa se puede no corresponder (con lo cual no se la suprime) y se puede corresponder bien o mal: hasta la cima o hasta uno de sus grados, que son muchos.
¿Qué es Singular o Individuo? El que está fuera y encima de lo General.
Esto, naturalmente, no significa que el Excepcional y el Singular, pueda hacer lo que se le ocurra, cualquier delito o pecado, porque está en una especie de “vacaciones de la moral”.
Tampoco significa que tiene que ser excéntrico. Ser “dandy” no es ser singular; es una parodia del singular. El “dandy” es el que quiere distinguirse de los demás; primero por una excentricidad general, después por lo menos por la elegancia en el vestir; o bien, si todos los demás visten elegantemente, por el descuido en el vestir. Eso muestra cuán fuerte es en el hombre la exigencia de ser diferente: el poderoso y magnánimo pueblo inglés hace un culto del “dandysmo”.
Individuo puede ser usado en tres sentidos:
1) en sentido vulgar: todo hombre es un individuo, o sea “indiviso en sí y diviso de los demás”, dice Santo Tomás; se contrapone a piedra, o rama o miembro de animal.
2) se contrapone a “masa”: individuo es el que tiene conciencia o carácter personal; o sea “el que tiene conciencia de Dios”. Hoy día lo llaman “persona”.
3) se contrapone a “general”: es el Singular o Excepcional; llamado también a veces el Único, o el Solitario.
Los que no son singulares constituyen “la masa”. La masa, cuando tiene poder, es el peor de los tiranos; y el mundo se va “masificando”.
Para poder ser cristiano hay que salirse de la masa. El mayor favor que se puede hacer a un hombre es hacerlo Singular.
Y si consideramos bien, todos quieren seguir la senda de los raros, quieren diferenciarse; porque singular es simplemente ser diferente, encontrar su propia diferencia individual.
El lenguaje común, como ya hemos dicho, da testimonio de esto; e incluso los que son “masa” no quieren ser masa y dicen que no lo son.
Todos al fin y al cabo tenemos el destino de volvernos singulares: tener carácter, volvernos personas. Esa doctrina del Singular es, en definitiva, la doctrina bien entendida del personalismo.
El Singular es el hombre que tiene personalidad propia; que respeta las leyes, las normas, las costumbres, las relaciones familiares, las autoridades, las instituciones, pero está, en cierto modo, por encima de ellas. Porque los Singulares son los que las crean y los que deben dirigirlas: ellos son los Creadores, los Conservadores, los Restauradores, los Reformadores. En una sociedad sana, los Singulares son los que dirigen, y dirigiendo, conservan.
No es necesario que sean el Rey o el Hijo del Rey, basta que sea un hombre sabio que está al lado del Rey y al cual el Rey hace caso.
Los antiguos decían “Intellegentis est ordinare, intellegentis est gubernare.” El inteligente es el que sabe ordenar, el inteligente es el que debe gobernar. O sea, el que ve es el que tiene que guiar: un ciego no sirve para tener el timón; en todo caso servirá para fogonero, no para timonel. Y eso pasa en una sociedad sana, o bien ordenada; o “jerarquizada”.
Hay un reparo: ¿no es soberbia querer “singularizarse” (como dicen en los conventos) y decir de sí mismo que se es un “excepcional”?
No es soberbia, el “Excepcional” posee una humildad mayor, porque tiene que estar al servicio de lo General estando, por así decir, expulsado de él, sin gozar de sus ventajas, a veces perseguido por él. Tiene que aceptar una situación emparentada al martirio. “En las barricas de arenques, las filas de arriba son estropeadas, con el fin de mantener sanas a las demás. Son sacrificadas para preservar”.
La conducta religiosa del singular, lejos de ser “una explosión de locura”, es de una lógica portentosa. Es el hombre más religioso que existe; no puede hablar de religión ni con el pueblo ni con los pastores siquiera; su religión es diferente y “chocante”.
El Singular tiene que “fabricarse” una moral para él, inventar en moral, crear a cada momento su propia ley moral; porque ha sido sacado de los caminos hechos y de las normas generales.
Es como quien tuviese que atravesar un bosque abriéndose a machete una picada; con una orientación general, y nada más. “Al llegar aquí, ya no hay camino”, dice San Juan de la Cruz.
Lo que ya está hecho, no le sirve; lo que han pasado los otros, no es lo mismo para él; todas sus situaciones son nuevas; no se parece a nadie. Está suelto, pero por otro lado está solo. Está solo, pero por otro lado está con la Honradez, con la Conciencia... con Dios.
En el paso del estadío ético al estadío religioso se suspende momentáneamente y aparentemente la moral común, social. ¿Por qué? Porque el que está en el aire, no pisa ni uno ni otro borde del abismo. Ha superado la moral ética y no tiene todavía la moral religiosa.
La razón de esto es que cuando el hombre toma contacto directo con Dios (y eso es entrar en el estadío religioso), todos los otros contactos o relaciones humanas palidecen y se descoyuntan: porque Dios es lo Absoluto, y todo lo Relativo frente a Él es como si no existiera.
Después, todas esas relaciones vuelven, purificadas y reforzadas; pero ya son relaciones con Dios. Los deberes sufren una transfiguración. “Ama, y haz lo que quieras”. En el cristiano todos los “deberes” morales están destinados a convertirse en caridad.
RELACIONES ENTRE EL SINGULAR Y LO GENERAL
Las relaciones del Singular con lo General pueden resumirse de la siguiente manera:
El Singular se corta de lo General, o a veces lo cortan; pero es para retornar, fortalecido, a lo General, o bien para ponerse a su servicio.
La pedagogía a utilizar con el superdotado es la de no estorbarlo, darle la mayor libertad posible. El creador tiene derecho a la soledad.
Si el singular quisiera ser como todos, se destruiría; si quisiera que los demás fuesen como él, los destruiría.
Los Excepcionales, que sienten en sí la atracción del amor de Dios, tienen que estar unidos de algún modo efectivo y visible “a la masa”, incluso para que vaya dejando de ser masa. O sea que postulan la existencia de una Jerarquía y un jefe único de ella; y esa Jerarquía debe estar constituida por los Excepcionales. Ésta es la idea de la Iglesia Católica; aunque no siempre es puesta en práctica, ¡helás!
El Singular no debe ser un excéntrico. El hombre más extraordinario es aquel que por dentro es extraordinario y por fuera es lo más ordinario que pueda. Este es el ideal moderno de la santidad. ¡Y Dios nos haga santos modernos! Desconfío de los santos demasiado notorios.
Cuando un hombre entra en contacto con Dios, se produce una cosa que él no puede confidenciar; se produce en él un Secreto, es portador de una cosa inefable; porque Dios es inefable. Nada levanta tanto una vida como un secreto que uno tiene que llevarse tranquilamente a la tumba.
Lo que pasó con muchos santos es que vivieron en un ambiente muy religioso; y entonces lo religioso al rojo blanco que había en ellos no chocaba; parecía simplemente blanco.
Pero sus relaciones íntimas con Dios eran su Secreto; salvo que Dios las hiciese estallar en forma de luces, raptos, o milagros. Entonces el pueblo ponía al santo como Papa, Obispo, Abad o Superior de una Orden, por ejemplo.
De este modo, el singularísimo Ignacio de Loyola reingresa en lo General. Pero no se fíen; por fuera ordinario, por dentro continúa siendo singularísimo.
Pero se da también el otro caso: cuando el ambiente es irreligioso. Entonces el Secreto no se deja entrever, la gente no ve nada, y el singular continúa siendo relegado, despreciado, negligido toda la vida, y setenta años después de muerto. Y lo que es peor, Dios mismo lo abandona, lo deja en la noche…
El ambiente puede muchísimo contra nosotros. Pareciera como que Dios hubiese dicho: “El mundo actual está en tinieblas. Voy a fabricar un santo angustiado, espantado y oscuro, como el mismo mundo moderno; esto es, un santo negro”… No un santo, sino un singular.
Pero el Singular no es una cosa rara, es una cosa común, a que todos estamos llamados, como estamos llamados a la santidad; lo cual no quita que “pocos serán escogidos”. No es necesario ser un genio literario, un genio filosófico y un genio teológico a la vez…
Como ejemplo, podemos hacer aquí una reflexión interesante. Cristo se encuentra con esta situación: lo General está podrido. Cristo es el Particular, el Singular, el Excepcional. ¿Qué hace el Singular cuando lo General está podrido?
Cristo hizo lo siguiente:
primero, se resignó a ser perseguido;
segundo, convirtió a cuantos individuos separados pudo;
tercero, fundó una nueva sociedad sana;
cuarto, predijo la ruina de lo General podrido.
¿Qué pasa cuando lo General se pudre? El Singular, o sea, el hombre que podía dar el remedio, es puesto al margen de la sociedad; y si no pueden acallarlo, lo matan.
Es el caso de Cristo. Y Cristo los acusa de haber matado los Profetas.
Cuando lo General está podrido, entonces no hay nada que conservar, y no sirven los conservadores; nada que restaurar, y no sirven los restauradores; no hay nada que reformar, y no sirven los reformadores…, hay que crear otra cosa…, ¡hacen falta creadores!
¿Cómo se crea? Se crea convirtiendo a muchos a la Verdad; entonces, esos muchos echan la base de una sociedad nueva; y lo podrido se va adonde tiene que ir…
CONCLUSIÓN
Cada vez que la historia del mundo da un paso importante o atraviesa un desfiladero difícil avanza una formación de caballos de repuesto: hombres solitarios, que viven sólo para una idea..., y son muchas veces perseguidos y sancionados…
“Caballos ligeros” llamó San Ignacio a los primeros jesuitas. En otros tiempos, esas “formaciones de caballería de refuerzo” eran realmente “formaciones”, o sea “órdenes”. Hoy día son “solitarios”…
Cuando la masa domine en el mundo, su representante, el Demagogo, será un Tirano, pero no un Señor. Su oficio será derribar toda cabeza que se levante sobre la masa pervertida y enloquecida, o sea, a todo singular.
El Mártir será el singular que aguanta sobre sí el peso del mundo, con el oficio de volver singulares a los demás, es decir, conectarlos con Dios, suscitar en ellos la conciencia y la personalidad, que en los últimos tiempos sólo podrá adquirirse por el martirio.
La desaparición del señorío en el mundo significa la desaparición de la autoridad legítima.
Cuando la autoridad desaparezca no sólo del Estado sino también de la Iglesia, la tribulación será tremenda.
El fenómeno natural de la autoridad será pervertido y dirigido al mal común.
La presión se volverá intolerable.
Los resortes naturales del mando caerán en manos del Diablo y los demoníacos, y contra ellos sólo existirá el pecho desnudo del mártir… del Singular…
_____________
BIBLIOGRAFÍA
DE KIRKEGORD A SANTO TOMÁS DE AQUINO. Editorial Guadalupe, Buenos Aires, 1973.
4. Coincidencias, III.
9. El Singular.
17. Lo General.
EL RUISEÑOR FUSILADO. Ediciones Penca, Buenos Aires, 1952.
30. La Pesadilla.
DOMINGUERAS PRÉDICAS II. Ediciones Jauja, Mendoza, 1998.
Domingo Decimonoveno después de Pentecostés.
PSICOLOGÍA HUMANA. Ediciones Jauja, Mendoza, 1997.
III. La Integración.
CASTELLANI POR CASTELLANI. Ediciones Jauja, Mendoza, 1999.
Castellani y la Esjatología. El Mártir y el Tirano; página 223.
WILSON DIAZ (ATREVETE A SER DIFERENTE)
VER+:
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Gracias por Comunicarnos, por Compartir:
Gracias a ello, nos enriquecemos desde la pluralidad y desde la diversidad de puntos de vista dentro del respeto a la libre y peculiar forma de expresión.
La Comunicación más alta posee la gracia de despertar en otro lo que es y contribuir a que se reconozca.
Gracias amig@ de la palabra amiga.
"Nos co-municanos, luego, co-existimos".
Juan Carlos (Yanka)