jueves, 23 de diciembre de 2021

LIBRO "LA PANDEMIA X: ¿PROLEGÓMENOS DE UN NUEVO TOTALITARISMO BIOPOLÍTICO? 🔆🔆🔆 Y LA IDIOTIZACIÓN DE LA SOCIEDAD COMO ESTRATEGIA DE DOMINACIÓN


Pandemia X 
¿Prolegómenos de un nuevo 
totalitarismo biopolítico?


Nuestra sensibilidad (política) no era indiferente a todo el sufrimiento (fallecidos, desempleo, aislamiento) que se estaba produciendo en España y sobre todo en los países más empobrecidos; y no podía ser indiferente tampoco a la ingente cantidad de medidas sociopolíticas que se estaban implementando en cascada, tanto a plano nacional como internacional, y a una velocidad de vértigo mientras la población en estado de shock quedaba confinada por razones de salubridad pública.
Todas estas medidas sociopolíticas metidas bajo la presión vírica y con la mirada puesta en el oriente tenían un denominador común: EL CONTROL BIOPOLÍTICO DE LA POBLACIÓN. Por tanto, nos propusimos estudiar todo el entramado institucional y estructural que estaba detrás; que se había venido fraguando desde hace años hasta el presente y que permitía en este momento histórico hacer comprensible lo que estaba pasando. Ponemos en vuestras manos, este material de tal forma que sirva para que el pensamiento crítico vaya creciendo en la sociedad y podamos luchar y trabajar mejor por el Bien Común.

A la hora de escribir estas líneas todavía no sabemos realmente a qué nos estamos enfrentando. La pandemia del covid-19 podría llamarse la «Pandemia X» porque ni las causas reales ni el alcance de las consecuencias pueden siquiera vislumbrarse con mediana perspectiva. Tampoco hay un conocimiento suficiente del virus y tampoco hay una lógica en las actuaciones que se están llevando. De hecho no se sabe el número real de muertos. Y ni las noticias oficiales nacionales o de la OMS ofrecen garantía de responder a la realidad.
En estos momentos ya han fallecido por lo menos 20.000 personas en España. Muchas de ellas ancianas que levantaron este país tras la guerra civil. La mayoría han muerto prácticamente solos. El dolor de todas está personas y sus familias no se puede trivializar y no nos puede ser indiferente. Es una auténtica tragedia nacional cuyas consecuencias sociales y psicológicas no nos atrevemos a predecir pero habrá que afrontar.

Pero al mismo tiempo que la gente enferma y muere se están produciendo cambios radicales en las formas de vida personales, sociales y políticas. Esto está provocando que nuestra perspectiva de la realidad esté cambiando de la noche a la mañana. Incluso veamos de manera muy diferente nuestro pasado inmediato y sobre todo nuestro futuro próximo.
Decisiones que en condiciones normales tardarían años en tomarse se ejecutan en cuestión de horas. Actuaciones que en tiempos de normalidad se decían imposibles ahora son realidad. Y esto no es solamente para mal sino también para bien. No podemos perder la perspectiva de que a pesar del dolor y del sufrimiento, muchas personas y familias han puesto su vida en juego por ayudar a los demás. Esta crisis está haciendo descubrir a mucha gente dimensiones de su vida personal y social hasta ahora ocultadas por el individualismo o el materialismo de nuestra cultura.

Así por ejemplo el Bien Común, un concepto prácticamente olvidado en la vida social y política, está emergiendo con una fuerza propia y si bien es cierto que parece que se quiere imponer un nuevo orden político y económico, no es menos cierto que la gente está viendo la posibilidad real de que las cosas puedan cambiar a mejor si todos se comprometen en ello y no dimiten de su responsabilidad. Esto es lo que nos mueve para hacer este trabajo: la promoción del Bien Común. El Bien de todos y de cada uno, de tal forma que todos seamos realmente responsables de todos.
Vamos a intentar analizar qué es lo que está pasando en esta crisis para que podamos entenderla mejor y no nos embargue la sensación de miedo y caos. Sin duda se está implementando un cambio social, político y económico radical y tenemos la obligación de no dejarnos instrumentalizar y manipular aceptando ciegamente todo lo que se nos proponga bajo los efectos del impacto brutal. Estemos atentos para que no caiga sobre todos un nueva dictadura camuflada. Familias, Familias de Familias, asociaciones sociales de todo tipo deben organizarse para ayudarse y combatir la crisis desde la solidaridad y el Bien Común de toda la humanidad, especialmente teniendo en cuenta a los más débiles. No podemos aceptar el miedo y la desconfianza en los demás como criterios.
Tampoco se debe olvidar que el 80% de la humanidad está viviendo en unas condiciones sociales (hambre, miseria, desempleo, precariedad, marginación,…) radicalmente injustas y por tanto son las primeras víctimas. No todos afrontamos esta crisis desde la mismas condiciones. Siempre debemos tener como medida de todo lo que digamos y de todo lo que hagamos a los que más están sufriendo. Sin este principio ético básico todo es cuestionable.

Conocer para comprender. Comprender para actuar

Debemos ir poniendo algunas piezas de este rompecabezas encima de la mesa para que nos permita, más pronto que tarde, conformar una imagen lo más completa y real de esta crisis. Algunas piezas es posible que no aparezcan, pero su «hueco», nos va a permitir deducirlas. Otras piezas no serán nítidas, pero podemos ver su trasfondo. Tampoco se nos oculta la complejidad de los mecanismos que están actuando simultáneamente y a una velocidad enorme. Mecanismos de tipo biológico, político, social, económico por supuesto, psicológico, cultural etc. Todos interactuando dinámicamente siendo al mismo tiempo causa y consecuencia de otros mecanismos.

Por ello, vamos a intentar plantear una serie de cuestiones que nos ayuden a conocer y comprender lo que está pasando. No queremos cerrar nada, todo lo contrario, estamos abiertos a cualquier información veraz que nos ayude pero con una serie de criterios claros y orgánicamente vinculados.
La centralidad de la persona humana. Toda persona humana desde su concepción hasta la muerte natural tiene una dignidad inalienable. En su dimensión material y espiritual; en su dimensión personal y comunitaria. Aceptando que la naturaleza humana es un dato objetivo que tiene inscrito un mensaje ético que no se puede obviar y que consiste básicamente en que una persona se desarrolla plenamente en la donación sincera de sí mismo a los demás: en el matrimonio, en la familia, en la sociedad, en la comunidad política,…
Principio de Solidaridad. Solidaridad avalada por unas formas de vida personales y sociales concretas. La solidaridad entendida como decisión (moral) firme y perseverante de trabajar por el Bien Común (no es el interés general), bien de todos y de cada uno sin excepción, sin excluir a nadie. No es el bien de la mayoría, es el conjunto de condiciones de todo tipo que permiten el desarrollo integral y pleno de todas las personas. El Bien Común es la única forma de armonizar el bien personal y el social..
El Principio de Justicia. A cada uno según su necesidad y de cada uno según su capacidad. No hay derechos sin deberes y no hay deberes sin derechos. Sabiendo que todo el mundo tiene obligación de colaborar al Bien Común y sabiendo que los más débiles y vulnerables deben ser especialmente respetados y cuidados.

Principio de subsidiariedad. La comunidad política (social y económica) se construye desde el protagonismo de cada persona, de cada asociación de base empezando por la familia, de abajo hacia arriba. Todo poder legítimo (estado, autoridad nacional o internacional) debe ser subsidiario y debe basarse en el respeto de los principios anteriores.
Desde aquí vamos a trabajar para que la sociedad no caiga en la resignación sino descubra la esperanza de que es un desafío que si lo afrontamos juntos, solidariamente, podemos sacar muchas cosas buenas de una situación de un gran dolor y sufrimiento. La esperanza no es un virtud pasiva y pusilánime es la virtud del que lucha.

¿Qué grado de conocimiento tenemos sobre la auténtica gravedad de esta crisis biopolítica?

Una de las primeras cuestiones que tenemos que plantearnos es que la sociedad ha estado y sigue estando radicalmente mal informada de lo que estaba sucediendo. Hay informes científicos y militares suficientes para comunicar la gravedad de la situación a la gente.

Según el informe más citado en estos días elaborado por el Imperial College de Londres:
«El impacto global de COVID-19 ha sido profundo, y la amenaza para la salud pública que representa es la más grave en un virus respiratorio desde la pandemia H1N1 de 1918».

«El principal desafío de la supresión es que este tipo de paquete de intervención intensiva, o algo equivalentemente eficaz para reducir la transmisión, deberá mantenerse hasta que una vacuna esté disponible (potencialmente 18 meses o más), dado que predecimos que la transmisión se recuperará rápidamente si las intervenciones son relajadas. Mostramos que el distanciamiento social intermitente, desencadenado por las tendencias en la vigilancia de la enfermedad, puede permitir que las intervenciones se relajen temporalmente en ventanas de tiempo relativamente cortas, pero las medidas deberán reintroducirse si los números de casos rebotan o no.»
Según el informe, mientras no se disponga de una vacuna, la agresividad del virus hace que el confinamiento sea la única forma real de ralentizar los contagios con lo que eso supone a todos los niveles. Estaríamos hablando de un periodo no inferior a dos años. Durante ese tiempo las formas de vida van a cambiar radicalmente especialmente para los más vulnerables. Ancianos, enfermos crónicos, marginados sociales se están convirtiendo en las víctimas propiciatorias de una eutanasia social tácitamente aceptada ante el dilema de salvar a los más aventajados biológica o socialmente.

Las consecuencias de un confinamiento masivo y prolongado son impredecibles. Pero desde luego van a moldear nuestra forma de concebir la vida social, laboral y política. Especialmente grave es la situación para aquellos que están sometidos a la dictadura del desempleo y la precariedad laboral. Los empobrecidos, los pobres, que son la mayoría los que no tienen recursos para simplemente mantener la higiene van a ser especialmente castigados. Millones de seres humanos van a ser eliminados en los países enriquecidos y en los empobrecidos no por el covid-19 sino por la injusticia y la desigualdad propia del neocapitalismo. El darwinismo social se puede convertir, sino lo es ya, en la filosofía hegemónica.
Nos encontramos, por tanto, ante un dilema social y político. Mientras no haya vacuna debemos estar más o menos confinados con lo que ello supone a todos los niveles. Y cuando la haya, los que dispongan de ella lo tendrán que hacer en unas determinadas condiciones de idoneidad social impuestas por el poder político-sanitario si quieren disponer de sus «derechos sociales básicos». Evidentemente nos preguntamos cuáles van a ser esas condiciones porque estamos viendo cómo hay países que ya están legislando en este sentido.

Dinamarca, sin estar apenas afectado por la pandemia, está tomado las medidas más duras desde la II Guerra Mundial lo cual indica que existe una presión muy fuerte para una modificación legislativa inminente que desde lo sanitario suponga una intervención del estado en la vida social. Intuimos también que los sistemas sanitarios públicos serán radicalmente transformados aprovechando el impacto de esta crisis. ¿En qué sentido? ¿Hacia una privatización neoliberal, ya exigida por el AGCS de enero de 1995, o hacia una mayor justicia social? ¿Se atenderá por igual a los jóvenes que a los viejos o a los enfermos crónicos? No podemos olvidar que en el parlamento español hay un proyecto de ley para la legalización de la eutanasia que sin duda agilizará la eliminación de las vidas humanas más vulnerables.

El nivel de caos y confusión que se ha extendido entre la población hace que el miedo se haya convertido ya en un actor fundamental de esta crisis provocando que las sociedades disminuyan aún más el nivel de racionalidad a la hora de juzgar los acontecimientos y la trascendencia de las decisiones que se están tomando. La excepcionalidad de este momento favorece la imposición de medidas de control social que se toman casi sin control legislativo y que no suelen derogarse una vez superada la crisis, debido a que su pertinencia ya ha sido aparentemente justificada por la gravedad de la situación. Conviene estar muy atentos porque esto puede estar abriendo la puerta a un nuevo modelo de «gobernanza» de naturaleza totalitaria aceptada incluso por una mayoría de la población. Por ejemplo el gobierno español, acaba de derogar el pasado 29 de marzo de 2020 la Directiva 95/46/CE y la Ley Orgánica 3/2018, de 5 de diciembre, de Protección de Datos. Esto permite controlar cada uno de nuestros pasos y conocer nuestros comportamientos e intenciones con el Big Data y la Inteligencia Artificial.[8] Se trata como nos dice el filósofo Giorgio Agamben de hacer que el «estado de excepción» sea lo normal.[9] O en pocas semanas se nos «propondrá» una aplicación móvil que fiscalice nuestros movimientos con la loable intención de evitar contagios.

La estrategia de la desinformación

Uno de los mayores problemas a la hora de enfrentarse al análisis de la realidad es el nivel masivo de desinformación deliberada que hay para ocultar a los protagonistas reales[1] de las decisiones que se han tomado y se están tomando. Se ha generado una nube global de toxicidad informativa a través de las redes sociales y ni si quiera los organismos oficiales están libres de estar obedeciendo a estrategias comunicativas para intoxicar a la opinión pública.
Por ejemplo un tema especialmente intoxicado que está apareciendo es la guerra en el interior de la OMS por la creciente influencia de China frente a la tradicional influencia occidental.
Desde su fundación en 1948, el presupuesto de la OMS tiene dos fuentes: las cuotas y las contribuciones voluntarias. Cada Estado miembro debe pagar una determinada cantidad para ser parte de la organización; esto se denomina «cuota asignada» y su cantidad depende de la población y el desarrollo económico de un país. Las contribuciones voluntarias son donaciones de los Gobiernos y socios como organizaciones benéficas y fideicomisos, y la financiación suele destinarse a proyectos concretos.

La OMS, que cuenta con 194 Estados miembros, funciona en un ciclo presupuestario de dos años. Y para 2020 y 2021, su presupuesto asciende a unos 4.800 millones de dólares, o 2.400 millones de dólares por año.
A principios de este siglo, la organización recibió casi la mitad de su presupuesto en forma de cuotas de los Estados miembros, pero ahora estas se han reducido a alrededor del 20 % de sus ingresos. Esto significa que la OMS ha pasado a depender más de las contribuciones voluntarias para llevar a cabo su trabajo. Esta dependencia deja a la OMS altamente susceptible a la influencia de países u organizaciones particulares.
Además la noticia se ha confirmado en estos días. El presidente de los EEUU ha anunciado su salida de la OMS dejando en manos del propietario de Microsoft la principal financiación del organismo. La OMS queda así a expensas de Bill Gates y algunos millonarios afines, ya que el resto de países solo cubren los salarios del organismo. Por otra parte decir que el multimillonario ha colocado miles de millones de euros en 7 vacunas, una de ellas está en la fase más avanzada a nivel mundial.

Las contribuciones de China a la OMS han aumentado en los últimos años:

52 % desde 2014, hasta alcanzar aproximadamente 86 millones de dólares. Si bien este salto se debe en gran medida al aumento de las cuotas de China, Pekín también ha aumentado ligeramente las contribuciones voluntarias, de 8,7 millones de dólares en 2014 a aproximadamente 10,2 millones de dólares en 2019. Aun así, no logra compararse con lo que aporta Estados Unidos, que es, de lejos, el mayor donante de la organización. Entre 2018 y 2019, la contribución total de Washington a la OMS fue de 893 millones de dólares. Las donaciones de EE. UU. representan alrededor del 15% de todas las contribuciones voluntarias a nivel mundial. El segundo país miembro con las mayores contribuciones es el Reino Unido, que pagó 434,8 millones de dólares en concepto de cuotas y donaciones durante ese período, seguido de Alemania y Japón. A pesar de su baja participación en el financiamiento general de la OMS, los expertos afirman que las crecientes contribuciones financieras de China aumentan su peso, particularmente en un momento en que se considera que Estados Unidos se quiere desligar de las organizaciones internacionales y amenaza con recortar la financiación de la salud mundial.

Por tanto, no nos queda más remedio que ir juzgando los diferentes «hechos» en base a la coherencia de su lugar en el puzle que estamos intentando hacer a sabiendas de la complejidad del mismo ya que se empieza a vislumbrar la influencia de un importante conflicto geopolítico. Sabemos que Japón no improvisa y trabaja a largo plazo. ¿Por qué están retirando las empresas japonesas sus inversiones directas de China?
Por otro lado, el entrecruzamiento de organismos, instituciones, personas en diferentes planos es enorme. Un actor genérico fundamental en toda la estructura política mundial son los fondos de inversión privados o soberanos que con su poder financiero y su libertad de acción participan de diversas corporaciones (especialmente tecnológicas) y condicionan a gobiernos que a su vez tienen capacidad de influencia en instituciones y organismos de la «salud global».
Por ejemplo y para que estemos atentos a la bolsa, estos fondos estarían encantados de encontrar un país como España barrido económicamente por la pandemia y que podrían comprar a precio de saldo. Esto supondría una reasignación de recursos a nivel mundial brutal para estrategias posteriores como por ejemplo la instalación de la red 5G.
También estos fondos financiero-tecnológicos forman parte de las mismas empresas globales que orientan la opinión pública a través de las redes y plataformas digitales. Al mismo tiempo, estos fondos participan directa o indirectamente también de las agencias de nuevo cuño que se encargan supuestamente de desbrozar la mala información y garantizar la veracidad de la misma simplemente remitiéndose a organismos oficiales que previamente ya han sido penetrados por los mismos fondos. Y todo esto sin contar con la cantidad de dominios delictivos que surgen en internet en momentos de caos y confusión. Por tanto, vamos a intentar remitirnos en muchos momentos al simple sentido común sobre los hechos que son públicos.

Lo primero que nos encontramos es que esta «pandemia X» estaba anunciada en la red, en el cine y en la televisión y al mismo nivel que en la OMS. Varias películas y series producidas sobre todo por nuevas plataformas digitales relatan con espectacular detalle este fenómeno que puede destruir la economía de un país como España, una de las primeras ( 13º) economías del mundo. También desde hace unos años era habitual encontrarse con intervenciones de diferentes personajes como Bill Gates anunciando públicamente la posibilidad de que esto sucediese. Por cierto, estructuralmente preparado para «dar respuesta» a esta crisis.

La película de la OMS

En el otoño de 2019, un informe de Naciones Unidas y el Banco Mundial avisaba del serio peligro de una pandemia que,además de cercenar vidas humanas, destruiría las economías y provocaría un caos social. La certera descripción impresiona:
«Si es cierto el dicho de que «el pasado es el prólogo del futuro», nos enfrentamos a la amenaza muy real de una pandemia fulminante, sumamente mortífera, provocada por un patógeno respiratorio que podría matar de 50 a 80 millones de personas y liquidar casi el 5% de la economía mundial. Una pandemia mundial de esa escala sería una catástrofe y desencadenaría caos, inestabilidad e inseguridad generalizadas. El mundo no está preparado».

Llamaba a prepararse para lo peor: una epidemia planetaria de una gripe especialmente letal transmitida por vía respiratoria. Señalaba que un germen patógeno de esas características podía tanto originarse de forma natural como ser diseñado y creado en un laboratorio, a fin de producir un arma biológica. Y hacía un llamamiento a los Estados e instituciones internacionales para que tomaran medidas a fin de conjurar lo que ya se describía como una acechanza cierta. La presidenta del grupo que firmaba el informe, Gro Harlem Brundtland, antigua primera ministra de Noruega y exdirectora de la Organización Mundial de la Salud, denunció que un brote de enfermedad a gran escala era una perspectiva tan alarmante como absolutamente realista y podía encaminarnos hacia el equivalente en el siglo XXI de la muy mal llamada “gripe española” que durante 1918 y 1919 infectó a 500 millones de personas en todo el mundo y originó entre 50 y 100 millones de víctimas. Desde entonces, han surgido nuevos brotes epidémicos como el de la gripe H1N1 de 2009, la gripe aviar H7N9 que ha infectado a más de 1.500 personas en China desde 2013, el del ébola en el África Occidental en 2014, el zika en Sudamérica, el MERS-Cov en Oriente Medio o la actual epidemia de enfermedad por virus del Ébola en República Democrática del Congo.

Aunque ninguna de estas epidemias ha tenido el impacto de la gripe de 1918 y el contacto entre humanos ha sido extremada­mente limitado, los científicos muestran preocupación por el aumento del número de brotes epidémicos que se está produ­ciendo en los últimos años. El número de enfermedades nuevas por década se ha multiplicado por cuatro durante los últimos se­senta años y desde 1980 el número de brotes por año se ha tri­plicado. En el caso concreto del virus H7N9 se está observando que puede adaptarse para diseminarse de manera efectiva entre la población. Estos datos hacen pensar que ha comenzado una nueva era en el riesgo de epidemias. El número y diversidad de los even­tos epidémicos se ha incrementado durante los últimos treinta años, una tendencia que se espera que se intensifique en el futuro.

Casi el 75 % de las enfermedades infecciosas emergentes en hu­manos son zoonosis, los patógenos que más comúnmente las producen son los virus ARN, la mayoría procedentes de animales no domésticos. El SARS (síndrome respiratorio agudo grave) surgió como una enfermedad respiratoria y gastrointestinal en el su­roeste de China y, en unos meses, se había extendido a 29 paí­ses, donde provocó 8.098 casos y 774 muertes.
Por otro lado, desde hace varias décadas la resistencia a los antimicrobianos (RAM), esto es, la capacidad de los microbios para soslayar sus efectos, constituye una amenaza creciente para una gama cada vez mayor de enfermedades infecciosas. Un número creciente de agentes infecciosos (clásicos) como son los que provocan la neumonía, la tuberculosis, la gonorrea o la salmonelosis, se están haciendo fuertes frente a los antibióticos.

Se estima que al año mueren unas 50.000 personas (valor inferior), por causa de la RAM solo en Europa y EE. UU., y unas 700.000 en todo el mundo. En el año 2050 la cifra podría llegar a los 10 millones de individuos. Hay estimaciones sobre las consecuencias que la RAM tiene para la economía que no deben pasarse por alto. Por ejemplo, se ha calculado que su coste anual para el sistema sanitario de EE. UU. estaría entre 21.000 y 34.000 millones de dólares, gasto al que hay que agregar más de 8 millones de días adicionales de hospi­talización
Una de las causas que acrecienta este riesgo es el llamado eufemísticamente » uso dual de la biología». Es decir el uso militar ( incluido el terrorista) de la misma reforzado sobre todo la creciente falta sentido moral y ético de gran parte la comunidad científica. La cual trabaja tanto para organizaciones estatales cuyo objetivo fundamental es incrementar el poder geopolítico como para laboratorios privados que pudieran convertir el riesgo en un negocio económico global.
La convergencia de una falta de ética científica y política sobre todo en países cuya tradición cultural no tiene ningún apego – ni siquiera formal – por los derechos humanos; con la existencia de un mundo más globalizado gobernado por los principios de lucro y poder; y sobre todo con una distribución radicalmente injusta de la riqueza a nivel mundial que hace que el 80 o el 90% de la humanidad no tenga a su disposición sistemas sanitarios y sociales con las mínimas garantías humanitarias, convierte un brote local de alcance epidémico, natural o artificial, en un riesgo global totalmente predecible. Y por tanto utilizable como arma política si tienes el poder para ello.

Si riegas el mundo con gasolina lo normal es que más pronto que tarde cualquier chispa lo incendie.

Así, desde el punto de vista político, la responsabilidad de las instituciones públicas nacionales e internacionales , de las grandes corporaciones multinacionales es evidente. Los enfrentamientos geopolíticos tanto de EEUU, China, Rusia o la UE interconectados con los intereses de las grandes empresas que controlan financieramente toda la base científica, tecnológica y productiva del mundo hace verosímil que un tipo de pandemia generada, inducida o permitida pueda ser utilizada para cualquier objetivo político-económico.
Es evidente que, según veamos cómo han actuado y cómo actúan estos actores en relación a la pandemia del covid-19, podremos afinar más sobre las verdaderas causas y sobre las consecuencias que tendrá esta crisis.
«Cada nuevo brote tiene el potencial de tener consecuencias geopolíticas, no solo por las pérdidas de vidas sino también por alterar el comercio y la productividad económica, a nivel nacional, regional e internacional. La gravedad de estos impactos depende de la conexión del país con el resto del mundo, de la mortalidad del brote y de su forma de propagación».
Se llama pandemia a la propagación mundial de una enfermedad. El vocablo procede del griego πανδημία, de παν (pan, todo) y de δήμος (demos, pueblo), expresión que significa reunión de todo un pueblo. Por tanto, es fundamental conocer cómo es la situación de la población mundial para entender las claves político-demográficas de esta crisis.

Control demográfico

Desde los tiempos de Israel en Egipto se sabe que el control demográfico de los empobrecidos[2] por parte de los poderosos de cada época ha sido una clave política fundamental a lo largo de la historia.
Ya en los orígenes de la Revolución Industrial nació la ideología malthusiana, que afirmaba falsamente que la población crecía más deprisa que los alimentos. Actualmente la tierra tiene recursos para más del doble de la población actual.
Esta ideología se ha revestido de ropajes cientifistas pero no ha conseguido ocultar la realidad de que es una estrategia para el control de la población empobrecida.
En el siglo XX, después de la II Guerra Mundial, el control demográfico de los empobrecidos ha sido una constante geopolítica de los países «desarrollados» camuflada fundamentalmente bajo el mito de la superpoblación. Apenas nadie sostiene hoy desde el punto de vista científico esta afirmación.

A instancias del presidente norteamericano J. F. Kennedy, comienza el apoyo oficial e institucional del gobierno norteamericano a las políticas de control natal.
Tras el fracaso del programa de ayuda económica a Latinoamérica, la “Alianza para el Progreso”, promovido por el presidente Kennedy, su sucesor, Johnson, en el célebre discurso en las Naciones Unidas dijo que “actuaría sobre el hecho de que cinco dólares invertidos en control natal equivalen a cien dólares invertidos en crecimiento económico”, lo cual implicó que a partir de ese momento la Agencia Internacional para el Desarrollo (AID), organismo oficial de ayuda norteamericana, volcara un volumen importante de sus recursos a los programas antinatalistas. La guerra contra la población había sido declarada por los Estados Unidos, y en el propio seno de las Naciones Unidas… Posteriormente Johnson declaró:

«Existen 3 mil millones de personas en el mundo y solamente 200 millones son nuestras. Tenemos una desventaja de 15 a 1. Si la fuerza tuviera razón, inundarían Estados Unidos y se llevarían lo que tenemos. Nosotros tenemos lo que quieren. Es decir, el enemigo es el mundo entero y si no lo hacemos bien, se abalanzarán sobre nosotros para quitarnos lo que es nuestro»
Apenas un año después, en 1967, se crea el Fondo de las Naciones Unidas para Actividades en Materia de Población (FNUAP), del que se nombra director en 1969 a Rafael M. Salas, quien le da un fuerte impulso. En junio de 1973 ya disponía de un capital de más de 100 millones de dólares.
A partir de finales de la década de los sesenta, el Banco Mundial , está dirigido por Robert McNamara hasta 1981. En 1970 otorga su primer préstamo para control demográfico y se suma a diversas agencias de las N.U. (especialmente el FNUAP, PNUD, UNICEF, OMS y la FAO), para promover campañas mundiales de control natal. Así, por ejemplo, en el discurso inaugural como nuevo Presidente del Banco Mundial, Robert McNamara se dirigió a la Junta de Gobernadores, el 30 de septiembre de 1968 en la ciudad de Washington, en estos términos:

«El rápido crecimiento demográfico es una de las mayores barreras que obstaculizan el crecimiento económico y el bienestar social de nuestros Estados miembros».

El 18 de Julio de 1969, el presidente de EEUU, Richard Nixon dirigió al Congreso su “Mensaje especial para el Congreso sobre Problemas de Crecimiento de la Población“, en el que declaró que:

«Durante algún tiempo, el crecimiento de la población ha sido visto como un problema de los países en vías de desarrollo. Sólo recientemente la presión demográfica se ha manifestado como un problema para los países industrialmente avanzados (…) Es por todos estos motivos que hoy propongo la creación, por parte del Congreso, de una Comisión sobre el crecimiento de la Población y el Futuro de América. El Congreso debería de otorgar a dicha Comisión la responsabilidad de investigar y hacer recomendaciones sobre tres áreas específicas:
Primero, el curso probable del crecimiento de la población, las migraciones internas y los desarrollos demográficos desde ahora hasta el año 2000.
Segundo, los recursos en el sector público de la economía que se requieran para abordar el crecimiento de población anticipado.
Tercero, modos en que el crecimiento de población puede afectar a las actividades del Gobierno Federal y de los gobiernos locales».

«Uno de los retos más serios del destino humano en el último tercio de este siglo será el crecimiento de la población. Que la respuesta del hombre a este desafío sea digna de orgullo o de desesperanza en el año 2000, dependerá mucho de lo que hagamos hoy en día. Si ahora comenzamos nuestro trabajo de la forma adecuada, y seguimos prestando considerable atención y energía a este problema, entonces la humanidad será capaz de superar este reto como ha superado otros muchos a lo largo de la civilización».
Dicha Comisión, estuvo encabezada y presidida por John D. Rockefeller III quien presentó así el informe final:
«Tengo el honor de transmitir para su consideración el Informe Final que contiene los resultados y recomendaciones de la Comisión sobre el Crecimiento de la Población y el Futuro de América, Sec.8, PL 91-213.»
«Después de dos años de concentrado esfuerzo, hemos concluido que, a largo plazo, no se obtendrán substanciales beneficios del continuo crecimiento de la población de la Nación, por el contrario, la gradual estabilización de nuestra población a través de métodos voluntarios, contribuiría significativamente a la capacidad de la Nación de resolver sus problemas»

Los «Rockefeller» han sido uno de los principales promotores mundiales del control demográfico de población, especialmente de los empobrecidos. En estos momentos encabeza, junto con los Gates (Microsoft), diversas iniciativas en relación a la investigación y desarrollo de vacunas y respecto al proyecto de identidad digital universal en el marco de la nueva «gobernanza». Es decir, su estrategia se sigue proyectando en la actualidad mediante el control de la sanidad global como más adelante podremos profundizar.
A principios de los años 70 el presidente Nixon pidió al Congreso mayores fondos para financiar las actividades de población.
En su carácter de secretario de estado del gobierno norteamericano, Henry Kissinguer suscribió el 24 de abril de 1974, el documento titulado “Memorandum de Estudio para la Seguridad Nacional nº 200 (NSSM 200) – “Implicaciones del Crecimiento Poblacional Mundial para la Seguridad de Estados Unidos e Intereses de Ultramar”.

En 1989 estos documentos fueron desclasificados. Esto permitió descubrir como el Informe Kissinger recomendaba al Ejecutivo del gobierno de Richard Nixon declarar de máxima prioridad el control de natalidad en 13 países. Brasil aparecía en primer lugar; los otros países eran India, Bangladesh, Paquistan, Nigeria, México, Indonesia, Filipinas, Tailandia, Egipto, Turquía, Etiopía y Colombia. Se alegaba que la “explosión” demográfica era una “amenaza” para la seguridad de de los EE.UU. Entre otras cosas, recomendaba a las agencias del gobierno de EE.UU. no usar el término “control de la natalidad” para no asustar a los políticos, sino expresiones como “planificación familiar” o “paternidad responsable”. El objetivo era garantizar el acceso de los EE.UU. a las materias primas de esos países, minimizando el consumo interno en ellos. Dicho de otra forma, generar un de déficit crónico de lo indispensable para vivir, al mismo tiempo que se expolian sus riquezas naturales y humanas.
Desde entonces todos los países enriquecidos, sus corporaciones trasnacionales, las fundaciones y ONGs vinculadas han desarrollado y extendido la estrategia de control poblacional a través de muchos instrumentos: créditos y donaciones condicionadas; la Ayuda Oficial al Desarrollo; programas humanitarios ejecutados por ONGs y agencias de Naciones Unidas; los Objetivos de Desarrollo Sostenible y sus predecesores los Objetivos del Milenio… Cumbres Mundiales sobre Población, Mujer, Cambio Climático,… etc.

Nuevo control global e integral de población

En este sentido actualmente partimos de este punto ampliamente conocido y documentado:

Todos los organismos gubernamentales, agencias internacionales, especialmente la OMS, empresas transnacionales y sus respectivas fundaciones y ONGs están orientados hacia un creciente control de la población tanto cuantitativo como cualitativo.
Los ODS, pero más específicamente el objetivo nº 3 dedicado al tema de la salud, recogen una pléyade de actuaciones, metas y objetivos en este sentido. Y este control no es por la falta de recursos o más modernamente por el cambio climático antropogénico sino porque el sistema económico actual se basa en que una minoría de la población mundial mantenga unos niveles de vida altos a costa de la inmensa mayoría del planeta.

El sistema así constituido pivota sobre el control de:

los recursos naturales;
el comercio internacional;
las finanzas mundiales;
la ciencia y la tecnología
la información y la opinión pública
lo militar

Por eso, el control demográfico ha sido y es una pieza fundamental que debemos tener en cuenta históricamente para comprender el momento actual de la estructura político-financiera internacional. El poder hegemónico de cada época y cada sociedad debe siempre controlar la base social porque es de donde pueden surgir las diferentes propuestas de transformación social.
Durante miles de años el crecimiento demográfico ha sido lentísimo (tasa anual próxima a cero) a partir de 1650 experimentó una aceleración tan vertiginosa que podría ser calificado como el hecho más destacado de la historia contemporánea. La población mundial seguirá aumentando pero los países enriquecidos están estancados y todo el crecimiento estará en los países empobrecidos.
Respecto a la distribución de la población. El 82% se encuentra en países empobrecidos y el 18% en países enriquecidos. Las tasas de fecundidad en países ricos están por debajo del nivel de reemplazo y la fecundidad sigue siendo alta en los países empobrecidos, aunque se prevé que descienda. En muchos ha descendido desde finales de los 70 del siglo XX y para el 2050 la mayoría de ellos estará por debajo del nivel de reemplazo generacional, por ejemplo Brasil.
El control de la población para limitar el acceso a los recursos es uno de los puntos neurálgicos del momento geopolítico actual que haría de una pandemia global un arma estratégica. Con ello nos estamos refiriendo tanto a la supresión directa de población como al sostenimiento y promoción de condiciones sociales que facilitan la propagación de enfermedades. Y estas enfermedades generadas por unas condiciones de injusticia social son, al mismo tiempo, un falso argumento «humanitario» para potenciar las intervenciones políticas y económicas que se estimen necesarias en las zonas empobrecidas.

Veamos cómo está la situación.

Solo los empobrecidos crecen algo

Se estima que la población mundial alcance los nueve mil millones en 2050. Prácticamente todo este crecimiento se producirá en países empobrecidos de Asia y África, lo que originará una presión sobre los recursos básicos que actualmente controlan los países enriquecidos. Más de la mitad de la población mundial prevista para 2050 se agrupará en solo nueve países: India, Nigeria, Pakistán, República Democrática del Congo, Etiopía, Tanzania, In­donesia, Egipto y Estados Unidos. Este crecimiento va a ser es­pecialmente relevante en el África subsahariana ya que se estima que, en 2040, en esta región, la población de edad comprendida entre 15-24 años será tres veces mayor que la de EE. UU. y Eu­ropa juntos y el doble que la de China.

Envejecimiento

Este crecimiento contrasta con la inversión de las pirámides de población en los países enriquecidos ya que un tercio de estos países tendrá más de sesenta años en el 2050. La División de Población del Departamento de Asuntos Económicos y Sociales de la Secretaría de Naciones Unidas afirmaba en 2007 que el actual envejecimiento de la población es un proceso que no tiene precedentes en la historia de la humanidad. Los ancianos sobrepasarán por primera vez a los jóvenes antes del año 2050.
Este proceso afectará a todos los países del mundo, también al Tercer Mundo debido fundamentalmente a la caída de los niveles de fecundidad, que se han hecho prácticamente universales. El envejecimiento parece irreversible puesto que es improbable que las tasas de fecundidad aumenten. En 2007 había 9 trabajadores por cada persona mayor de 65 años. En 2050 habrá 4 trabajadores por cada persona mayor de 65 años.
En los últimos años, la esperanza de vida ha aumentado y se estima que esta tendencia continuará en el futuro pasando de los 72,6 años a 77,1 en 2050, lo que significa que habrá un mayor número de población vulnerable que ejerza una gran presión sobre los sistemas socio- sanitarios. Esto evidentemente es un problema financiero para el estado y al mismo tiempo un gran negocio farmacéutico. Suponemos que el sistema buscará un equilibrio dinámico entre ambos.
La implantación de leyes pro eutanasia en países enriquecidos podría ser un elemento clave de gran impacto económico, social y cultural para eliminar población anciana o enferma. La OCDE ya se ha planteado que es económicamente inviable sostener tantos viejos y tantos enfermos crónicos. Se habla de 150 millones de demencias en el mundo para el año 2050. La mayoría Alzheimer en poblaciones de países enriquecidos.

Urbanización suburbial

Otro factor demográfico será el aumento de la urbanización. El porcentaje de po­blación que vivía en ciudades en 2015, que era del 54 %, pasará a ser del 66 % en 2050. Este cambio tendrá lugar en su mayoría en el hemisferio sur empobrecido, donde se espera que casi el 37 % del aumento tenga lugar en solo tres países: India, China y Nigeria. La con­centración de la población en las megaciudades plantea grandes desafíos como la necesidad de proporcionar los servicios básicos como el agua, el transporte, el tratamiento de los residuos y la aparición de desigualdades que pueden generar sociedades muy conflictivas. Conviene recordar que casi dos tercios de la población que vive en las urbes africanas lo hace en suburbios. En el caso de Sierra Leona, se está urbanizando a un ratio del 3 % cada año y en 2005 más del 97 % de su población urbana vivía en suburbio. Estas condiciones fomentaron la propagación del ébola.

Control biométrico de inmigrantes

Los desplazamientos humanos debido a situaciones políticas y económicas intolerables para la población afectada es otro de los factores demográficos que también convierten a las enfermedades en armas estratégicas que al mismo tiempo que eliminan población vulnerable generan una presión política sobre la sociedad receptora provocando un cierre de fronteras controlado, y sobre todo, justificado por la opinión pública. Las poblaciones en general, tanto enriquecidas como empobrecidas, verán a los inmigrantes no como víctimas de un sistema sociopolítico injusto sino como fuente de transmisión de enfermedades contagiosas.
El filtrado de población, por tanto, será mucho más efectivo y estará dotado aún más de toda una infraestructura tecnológica no solo represiva sino también biométrica, es decir que controle las constantes biológicas de los inmigrantes tanto a la salida como a la llegada. Al mismo tiempo, otros sectores de población privilegiados dispondrán de una mayor libertad de movimientos global garantizada por su identificad digital biométrica.
En resumen, los nuevos desafíos demográficos no pasan desapercibidos para las elites financieras y políticas. Forman parte de su agenda desde hace décadas. En un mundo globalizado, el control integral, cuantitativo y cualitativo, de la población es fundamental.

Esta crisis está poniendo encima del tablero medidas muy agresivas desde el punto de vista social, político y tecnológico. Sin embargo, la implementación tan rápida de estas directrices como la geo-localización, los sistemas biométricos de identificación o incluso la fumigación generalizada (que podría tener efectos secundarios muy importantes para la fertilidad humana) nos hacen pensar que de alguna forma ya estaban previstas o programadas en algún ámbito sin que hubiera un conocimiento de la opinión pública. Solo hacía falta que un fuerte impacto y una situación excepcional las pusiera en funcionamiento haciendo que se aceptaran sin apenas reacción crítica.
Por ello, nos tememos que estás medidas excepcionales no solo no se van a retirar sino que se van a quedar con la excusa de «prevenir» o «controlar» por anticipado. Por eso, no debemos bajar la guardia ni dimitir de la responsabilidad política solidaria que todos tenemos por el Bien Común.

Preparando la nueva gobernanza

La conformación de un nuevo modelo de poder

En todo análisis político debemos contar con dos planos. Un plano, el visible, el institucionalmente legal y otro plano menos visible, a veces deliberadamente oculto, a la opinión pública donde se suelen tomar las decisiones estratégicas de fondo.
En el primer plano, se sitúan los gobiernos, los parlamentos, las grandes organizaciones internacionales, supranacionales que implementan las leyes y reglamentos que nos rigen y que están sometidos a cierto control público. En el segundo plano, se sitúan círculos de influencia concéntricos de diferentes niveles formados por dirigentes y gestores de corporaciones fundamentalmente financieras y tecnológicas.
Ambos planos están conectados y básicamente el primero está subordinado al segundo pero con una misión muy importante: hacer legalmente factible las decisiones estratégicas que se toman en el segundo.

Según un trabajo para el Club de Roma de Yehzel Dror, La capacidad de gobernar (1995), estos círculos dirigentes oscilan, de afuera adentro, según su poder de decisión de la siguiente forma:
50.000 personas en gestión de organismos y empresas globales de los cuales:
5.000 personas toman decisiones importantes, de los cuales 1.000 tienen capacidad de decisión global; de estas, 400 son políticos; de los cuales 200 son políticos elegidos por procedimientos democráticos occidentales.
Evidentemente, estos datos no pueden ser exactos pero nos interesa manejarlos por su orden de magnitud en relación a una población mundial de 7.000 millones de habitantes. Aún así, todavía queda un núcleo reducido básicamente anónimo de cara a la opinión pública donde se toman las decisiones que afectan a toda la humanidad.

En definitiva, la arquitectura del poder global es muy poco democrática, como no podía ser de otra manera. Y en ese «Estado profundo», donde se toman las grandes decisiones, no están precisamente los parias de la Tierra.
Todo esto se visibiliza en parte en los diferentes foros globales: UE, G7, G20, Red de Naciones Unidas en un plano. Y en el otro plano la Comisión Trilateral, Club Bilderberg, Foro de Económico Mundial, etc…
Pero además, en los últimos años se ha generado una «zona gris intermedia» que cada día tiene más visibilidad, en la que se está desarrollando un nuevo concepto de «gobernanza» que integra a los gobiernos y organismos internacionales y supranacionales públicos; al poder económico global de las grandes empresas trasnacionales y a lo que denominan «la sociedad civil» constituida fundamentalmente por las fundaciones «filantrópicas» y ONGs financiadas básicamente por gobiernos y corporaciones.

El nacimiento de esta nueva gobernanza se basa en el principio de que el poder político tradicional fundamentado en la soberanía del estado nación es incapaz de afrontar los retos de la globalización. En el mismo sentido, la arquitectura institucional internacional nacida de la II Guerra Mundial y predominante durante dos tercios del siglo XX también ha demostrado, según los partidarios de esta «gobernanza», que por sí misma tampoco tiene recursos propios para gestionar una sociedad global.
El poder político tradicional, que todavía mantiene alguna relación -aunque sea formal- con el Bien Común y por tanto con los derechos humanos, es sistemáticamente desprestigiado y deslegitimado. A esto le añaden la secular corrupción política, nacional e internacional, que es indudablemente cierta pero que casi siempre se debe, aunque esto se silencia, a que las instituciones políticas son corrompidas por el poder económico. No solo es corrupto el que se «vende», sino también el que «compra».

Al final la conclusión es: solo el poder económico (denominado público-privado + sociedad civil,…) -dicen ellos- es eficaz para la gestión de la globalización.
Pero los promotores de esta nueva gobernanza necesitan dos elementos que no posee por sí misma: la legalidad política y la legitimidad social.
La legalidad se la proporciona el elemento gubernamental y la legitimidad social se la proporciona la llamada «sociedad civil», que de acuerdo con Gramsci es la expresión social y cultural de la hegemonía del poder económico de una clase. Por tanto, esta nueva gobernanza está «trucada»: Primero, porque no tiene ningún mecanismo de control ya que el controlado y el controlador son el mismo sujeto. Y segundo, porque no hay separación de poderes ya que quien hace la ley, la ejecuta y vigila su cumplimiento.
Con esta nueva gobernanza, son los titulares del poder económico los que toman las grandes decisiones, no por procedimientos democráticos, sino mediante una especie de «consenso» de las élites dirigentes «capacitadas, legalizadas y legitimadas» según ellos mismos. Se generan alianzas globales público-privadas entre gobiernos siempre de países poderosos, organismos internacionales, empresas, fundaciones y ONGs; que condicionan, determinan y suplantan los mecanismos de decisión democráticos de países y poblaciones enteras. Así, podemos ver como el poder económico asume el control político y el control social consiguiendo implementar decisiones verticalmente desde los niveles internacionales más altos y profundos hasta la base de la sociedad. Y todo esto lubricado, como es lógico, con el control de la opinión pública mediante los grandes y nuevos medios de comunicación social. Hoy las nuevas empresas digitales integran redes sociales, distribución mercantil, seguros, poder financiero, etc..

Esta nueva gobernanza también está suponiendo un cambio en la estructura del poder y es muy probable que la actual crisis suponga no solo un cambio social muy profundo sino también un relevo en el vértice dirigente. Sin olvidar que este relevo en la cúpula puede ser pacífico o violento. La historia del siglo XX en España y en el mundo nos los recuerda.
Profundizando más en el concepto de la nueva gobernanza hay que destacar ciertos mecanismos de esta estrategia especialmente relevantes.
El primero es el control científico tecnológico. El aval científico es clave para sostener una propuesta política ante la sociedad cuando la legitimidad democrática no es muy consistente.

La hipoteca del conocimiento científico al poder económico es galopante ya que está orientando y controlando cada día más la producción científica mediante el patrocinio de la universidad y de los centros de investigación. Los principales centros universitarios y científicos del mundo así como las publicaciones científicas trabajan para el poder económico que las financia y patrocina. Pero además, al incrustarse financieramente en estos centros también rentabilizan para beneficio propio las inversiones públicas. Se ha conseguido que la estructura científica pública trabaje para el poder económico privado asumiendo costes muy importantes, como la formación de los investigadores, que no revierten socialmente a no ser que pueda interesar circunstancialmente. Por ejemplo, el desarrollo de una nueva vacuna o un nuevo medicamento socialmente necesario pero no rentable desde el punto de vista económico.
Otro mecanismo de esta estrategia es el de las «puertas giratorias» que permite que los mismos sujetos vayan pasando de unas instituciones a otras. Por ejemplo, Gro Harlem Brundtland, la co-autora del informe de la OMS-Banco mundial que preconizaba en septiembre de 2019 la pandemia de coronavirus, está formada en Harvard; miembro del partido laborista noruego; primera ministra de Noruega; directora de la OMS entre 1998 y 2003.

Son las mismas personas rotando en diferentes instituciones públicas y privadas.
Un personaje especialmente de moda en estos días es el propio Director General de la OMS, Tedros Adhanom Ghebreyesus, al que se le acusa de trabajar al servicio de China que parece que presionó mucho en 2017 para su elección.
Por cierto, elección que por primera vez en la historia de la OMS tuvo varios candidatos y no como tradicionalmente se hacía mediante cooptación de un único candidato dentro de la propia tecno-estructura de la OMS que siempre ha estado bajo la influencia predominante de los mayores contribuyentes (EEUU, Reino Unido,…) También conviene recordar que la anterior directora de la OMS, Dra. M. Chan, era de la República Popular China y nunca supuso un problema para occidente.

China parece que ha usado toda su tremenda influencia inversionista en África para que los países de este continente eligieran al actual director de origen etíope. Esto ha sido utilizado por EEUU y seguramente por otros gobiernos occidentales para amenazar con la retirada de fondos de la OMS. Sin embargo, parece que se olvidan que el actual director es un funcionario muy importante de la OMS que lleva décadas trabajando en este organismo llegando a asumir responsabilidades muy importantes al servicio de los intereses de muchos de los que ahora le acusan. En 2009 fue elegido Presidente del Fondo Mundial de Lucha contra el Sida, la Tuberculosis y la Malaria, y anteriormente había sido Presidente de la Junta de la Alianza para Hacer Retroceder el Paludismo y Copresidente de la Junta de la Alianza para la Salud de la Madre, el Recién Nacido y el Niño. Es decir, dos de los programas más importantes tanto a nivel financiero como político del que participan activamente corporaciones y gobiernos del neocapitalismo sanitario global.
Por tanto, China tiene ahora una fuerza que otrora tenía EEUU y otros países. Y dentro de su estrategia como actor geopolítico internacional es consciente del grado de influencia que puede ejercer a través de la OMS. El afán de poder de China, por tanto, no es menor que el del resto de actores geopolíticos internacionales. El neocapitalismo de estado chino (estado + corporaciones) está exhibiendo su musculatura gestada pacientemente durante las últimas décadas.

El paradigma de la nueva gobernanza

Un ejemplo paradigmático de esta gran estrategia de la nueva gobernanza es a fundación Bill &Melinda Gates. Posiblemente la fundación «filantrópica» más activa y mejor financiada del mundo. Su patrimonio directo puede estar rondando los 40.000 millones de dólares. Los tres patrones de la fundación son Bill y Melinda Gates y Warrent Buffett, tres de las personas más ricas del mundo. Buffett es símbolo del poder financiero y Gates símbolo del poder tecnológico- financiero.
Un episodio interesante del devenir de esta fundación fue la creación-financiación de la sección «Planeta Futuro» del periódico El País desde donde genera opinión pública en las sociedades de habla española. Siguiendo esta sección se puede ver directamente la ideología de la fundación a favor de toda la antropología transhumanista actual del gran poder financiero.

La fundación ha tenido siempre un objetivo único: el control de población. Para ello ha utilizado la salud y la ideología de la salud como mecanismo de influencia política global. Su penetración en la OMS, junto con la gran industria farmaceútica, ha sido fundamental.
Simultáneamente, los ODS (2015) como los anteriores ODM (2000-2015) han sido penetrados también estratégicamente para ser diseñados en esta dirección del control de población mediante diversos mecanismos financieros y programas globales de salud.
En abril de 2017 Bill Gates inaugura en Ginebra la Segunda Reunión Mundial de Asociados sobre Enfermedades Tropicales Desatendidas (ETD), organizada por la Organización Mundial de la Salud (OMS). Hay representantes de las grandes multinacionales farmacéuticas (Bayer, GSK, Gilead, Novartis, Pzifer, Merck) y representantes de fundaciones privadas (Fundación Bill Gates, la fundación END, la fundación Oswaldo Cruz, la DNDi – Drugs for Neglected Diseases initiative, La fundación CIFF – Children´s Investment Fund Foundation, Fundación Mundo Sano, El Instituto Carter, El Instituto LEGATUM).

En el bienio 2014-2015, los fondos donados por la Fundación Bill y Melinda Gates equivalían a más del 10% del presupuesto ordinario de la OMS, que ascendía a 4.357 millones de dólares, siendo la segunda aportación más importante, por detrás de EE UU. Los discursos de Bill Gates (2005 y 2011) y el de su esposa (2014) en tres Asambleas Mundiales de la OMS, digiriéndose a los representantes de todas las naciones, son clara muestra de su peso en la discusión de los temas y las políticas de esta Organización que, por principio, debe ser intergubernamental. Es este sentido conviene no olvidar que varias compañías farmacéuticas (entre otras GSK, Novartis, Sanofi o Merck) financiaron también a la OMS con más de 91 millones de dólares en 2015, en subvenciones voluntarias y en “especie” (medicamentos).
En resumen, en los últimos años, la mayor entidad sanitaria del mundo, la Organización Mundial de la Salud (OMS), ha ido “privatizándose”.

Con la actual crisis sanitaria este proceso ha concluido una etapa. Como decíamos en entregas anteriores, la retirada de EEUU de la OMS supone que la fundación Gates queda como el principal contribuyente de esta organización a nivel mundial con lo que ello supone.
¿Por qué ciertas organizaciones privadas, vinculadas a grandes empresas multinacionales, controlan y gestionan desde hace décadas la salud a nivel planetario en cuestiones relacionadas con epidemias emergentes y nuevas vacunas?
La razón de ello es porque que la ideología de la salud es, probablemente, la más potente para implementar todo un modelo antropológico, ético y político de explotación y dominación. La salud es el mejor Caballo de Troya.
Todo el mundo está dispuesto a aceptar cambios en su vida de manera más sencilla si piensa que eso es algo bueno. Creemos que la salud se ha convertido en una ideología que tiene un poder de persuasión enorme para cambiar formas de vivir y de pensar.
Una de las formas mejores de conocer a una sociedad es como cuida su salud personal y colectiva. Y no es lo mismo optar por un modelo biologicista, materialista y utilitarista que por otro modelo más humano por ser más solidario con los más débiles o vulnerables.
La salud es la ventana por donde se implementan un montón de iniciativas políticas y legales que transforman silenciosamente nuestras vidas y pensamientos sin que nos demos cuenta porque como se dice popularmente «la salud es lo más importante».

Las bioideologías y la bioideología de la salud.

La experiencia nazi representa, en gran parte, la culminación del biopoder. Nuestra actual cultura política ha recibido mucho de ella aunque cueste reconocerlo. Michel Shooyans afirma que la escasa repercusión que tuvo la conmemoración de los 50 y 60 años de los juicios de Nurenberg pone de manifiesto que hay mucho interés en las oligarquías mundiales en que no se establezcan comparaciones entre el presente y la época nazi. Nos quedaríamos asombrados y escandalizados de ver estas semejanzas. De hecho hay autores que afirman que el régimen nazi es el paradigma de un nuevo progresismo postmoderno basado en la biología: la Alemania nazi era un régimen apoyado en una política socialmente eugenésica y eutanásica.
Algunos ejemplos significativos nos ayudan mejor a entenderlo. Primero, la gran semejanza que hay entre el llamado espacio vital, que querían conquistar los nazis al este de Alemania, y la defensa actual del medio ambiente. Entonces los eslavos sobraban como personas, ahora sobran los empobrecidos del Tercer Mundo. Otro ejemplo sería la economía de guerra que implantó Alemania muy parecida a los mecanismos actuales de expolio a los pueblos empobrecidos. Otro ejemplo también sería el aborto selectivo de los no arios entonces y las campañas actuales de esterilización en países pobres. Y en ultimo lugar se podrían señalar un montón de medidas sociales que implementaron los nazis en Alemania como: el seguro obligatorio de coche, las vacaciones pagadas, los restaurantes para trabajadores en las empresas… Claro, todo a costa de los que eran apartados de la existencia como seres humanos.

Sin duda, la técnica fue un elemento muy importante, pero a diferencia de las ideologías mecanicistas (liberalismo clásico y marxismo), las bioideologías son mucho más flexibles, erráticas, indeterministas, diversas, complejas y oportunistas. Es cierto que tanto las ideologías como las bioideologías comparten la obsesión mítica por el hombre nuevo. Hanna Arendt afirmaba, antes de aparecer las bioideologías, que lo que persiguen por encima de todo los totalitarismos no es la transformación del mundo exterior o la trasmutación revolucionaria de la sociedad, sino la transformación de la naturaleza del ser humano. Son obra de oligarquías que persiguen el poder para realizar sus sueños.

Pero tanto las ideologías como las bioideologías tienen en común que persiguen el poder para hacer el hombre que debe ser. Son moralismos que implican, decía Clyde Lewis, el poder de algunos hombres para hacer con otros hombres lo que les place.
El enemigo ahora es la propia naturaleza humana, que las bioideologías pretenden cambiar, pareciendo, solo pareciendo, más pacíficas. Las bioideologías ya no buscan una justificación altruista, sino que postulan la transformación del ser humano como una exigencia de su verdadera naturaleza.
La con-vivencia debe ser sustituida por la co-existencia con una obsesión por liberarse de lo humano. Del bios racional al zóe irracional. La biología vence a la física y el nacionalsocialismo, en su trasmutación neocapitalista pos II Guerra Mundial, vence al marxismo.

Los derechos humanos se interpretan ahora desde el punto de vista de la biopolítica, es decir, no se trata de personas con derechos y deberes, sino de individuos definidos como seres vivientes. Las bioideologías dan por supuesta la muerte definitiva del sujeto. Para ellas, todo es material biológico. De momento, no se plantean la consecución del poder político en sí mismo para transformar la sociedad globalmente, sino más bien la construcción a la carta de la identidad humana. Sus medios preferidos son la reivindicación de «derechos», la ingeniería educativa, la propaganda apoyada en la ingeniería médica y genética. Hoy la lucha se ha trasladado de la economía a la cultura (antropología) aunque todavía nuestras estructuras mentales no lo hayan aceptado.

Diferencias entre ideologías y bioideologías

La primera diferencia estriba en que las bioideologías consideran probado «científicamente» la inexistencia de la naturaleza humana constante y universal. Por tanto, esta es modificable.
La segunda es, que mientras las ideologías universalizan una visión parcial de la realidad, que en parte es verdadera, las bioideologías presentan como importante y verdadera una particularidad biológica sin perjuicio de otras particularidades. En esto consiste su pluralismo. Es un pluralismo que tiende a la fragmentación impidiendo una cosmovisión unitaria de la realidad y facilitando su penetración totalitaria.
La tercera es que, aunque comparten una aversión por las religiones tradicionales porque dicen que son anticientíficas, las bioideologías tienen una tendencia a aceptar aquellas cosmovisiones religiosas que puedan adaptarse a sus fines. La oposición más fuerte es al catolicismo, ya que este desdiviniza lo que ellas suelen divinizar y viceversa. Las bioideologías se convierten a sí mismas en religiones de lo político.
En cuarto lugar, las bioideologías son más ambiguas e inconsistentes que las ideologías. Las primeras dicen que buscan un mundo mejor y feliz, las segundas buscaban una sociedad perfecta.
En quinto lugar, el capitalismo no es el enemigo a batir, sino una fuente de recursos a explotar. De hecho podríamos decir que las bioideologías son un diseño del hipercapitalismo.
Por último, las ideologías mecanicistas utilizan la ingeniería social para realizar los experimentos sociales, sin embargo las bioideologías se apoyan retóricamente en técnicas relacionadas con la biología y en la ingeniería biológica que remodela la vida del ser humano. Es decir, las ideologías esperan cambiar al hombre indirectamente, transformando los mecanismos o estructuras sociales; las otras aspiran a transformar directamente la naturaleza humana y, secundariamente, las estructuras institucionales; estas últimas se transforman si cambia el ser humano.

¿Cuáles son las principales bioideologías?

Aunque su apariencia es muy progresista son tremendamente reaccionarias. Son ideologías que nacen y sirven para mantener el estatus político y económico de una minoría de la humanidad mientras la inmensa mayoría sufre las consecuencias de una organización injusta de la sociedad.
Hay tres bioideologías que tendrían un carácter más totalizador. Estas serían el Ecologismo la Ideología de Género y la Ideología de la Salud.

El Ecologismo es una doctrina, casi fundamentalista, que se está utilizando para divinizar a la diosa Tierra en contra de una numerosa y depredadora humanidad. Si bien es cierto que existe un deterioro ambiental provocado por los niveles de producción y consumo de los países industrializados, también es cierto que se está empleando actualmente como argumento para el control demográfico -sin citarlo- de los pueblos empobrecidos del Tercer Mundo y sin cuestionar las bases económicas de un sistema globalizado de expolio. El malthusianismo moderno se disfraza de ecologismo. Cuando la engañifa de la “bomba demográfica” no cuela nos quieren vender la falacia del “desarrollo sostenible”. Sin embargo, lo más importante, al margen de consideraciones geoestratégicas, es que la divinización de la diosa Tierra sirve para rebajar el estatus ontológico del hombre justificando su control biológico como especie. Todo esto está apoyado por un cientifismo muy difundido mediáticamente. Objetivamente, el ecologismo sirve para identificar el interés de la humanidad con los de una oligarquía muy poderosa. Paradójicamente, esta bioideología es de una gran aceptación porque nadie puede negar lo bondadoso de cuidar y administrar el medioambiente, de ahí que sea una de las más eficaces en el objetivo de abolir lo esencialmente humano. Por ejemplo, un buen número de organizaciones católicas han aceptado el juego medioambiental de los Objetivos del Milenio y de los Objetivos de Desarrollo Sostenible de Naciones Unidas en donde se camuflan estrategias de control poblacional.

La Ideología de Género presenta como aspecto biológico sustantivo la naturaleza mutable de la sexualidad humana y por tanto la diferenciación entre sexo y género.
Es una bioideología que defiende que las diferencias entre el hombre y la mujer no corresponden a una naturaleza fija, sino que son unas construcciones meramente culturales y convencionales, hechas según los roles y estereotipos que cada sociedad asigna a los sexos.
¿Por qué hay tanto interés en promocionar la Ideología de Género desde los ámbitos del poder neocapitalista? Porque el neocapitalismo desea romper todas las estructuras solidarias que protegen al ser humano. La primera y primordial estructura solidaria del ser humano es su sexualidad hecha para la vida. Por eso, se busca una sexualidad artificial y esencialmente estéril.

Manipulada y alienada la sexualidad humana, el siguiente paso se deriva automáticamente: el matrimonio entre el hombre y la mujer, y la familia fundada en él, deben ser desprestigiados hasta hacerlos socialmente irrelevantes. Estas instituciones clave es donde el ser humano es amado por sí mismo y en donde aprende a amar, a compartir, a vivir la solidaridad. Por ello, una sexualidad adecuada es siempre una fuente de resistencia al utilitarismo, al materialismo, al hedonismo y al individualismo, es decir, al neocapitalismo y a su intrínseco carácter totalitario. La sexualidad humana tiene inscrito un mensaje moral: está abierta al don de la vida y al amor. La separación entre sexualidad, maternidad/paternidad y matrimonio es de las agresiones más profundas al ser humano tanto en el plano personal como político. Toda la estrategia de los derechos sexuales y reproductivos (ODS) se basa esta Ideología de Género.

La Ideología de la Salud, es también totalizante, puesto que busca la salvación del mundo a través de la prolongación indeterminada de la vida promocionando un concepto de salud al margen de consideraciones morales, materialista, hedonista e individualista. Un concepto alienante que es un auténtico negocio, mientras la mayoría de los enfermos del mundo mueren por carecer de unos medios básicos de salud. Este paradigma de salud es una autentica cultura de la muerte en la que se sacrifican millones de seres humanos para que otros vivan. La llamada calidad de vida es un concepto realmente perverso que puede llegar a justificar casi cualquier cosa. Mientras la obesidad crece en los países enriquecidos, cada día mueren 100.000 personas de hambre. Mientras se investigan enfermedades rentables para hacerlas crónicas y perpetuar el negocio, hay millones de niños que morirán por una simple diarrea provocada por el agua sucia. La «salud» es lo más importante, más que la vida de otro ser humano. Además con este concepto psicopatológico de la salud, el miedo se hace mucho más eficaz como arma política. De esto tuvimos una experiencia con el asunto de la pandemia de la gripe A. Con la complicidad de gobiernos y organismos internacionales, no sólo un par de multinacionales se han enriquecido, sino que ha quedado demostrado que se puede engañar a casi 7.000 millones de seres humanos y que no pase nada. ¿Se puede pedir mejor ensayo biopolítico? Tal vez estamos asistiendo con la crisis del covid-19 al estreno definitivo de esta estrategia.

Este modelo de salud será capaz de invertir en las tecnologías más sofisticadas y en los medicamentos más avanzados intentando lograr la inmortalidad y la eterna juventud (transhumanismo) de una minoría privilegiada. Sin embargo, y sin ninguna contradicción insalvable, esta ideología asesinará al niño en el vientre de la madre simplemente por salud mental. De hecho el embarazo, o sea el niño, se vive o como un problema de salud o como un derecho que hay que satisfacer. También podríamos incluir en esta bioideología todas las formas de fecundación artificial, toda la manipulación y destrucción de embriones para fines “terapéuticos”, etc. Todo un elenco de nuevas tecnologías de la salud no terapéuticas y terapéuticas que suponen un atentado a la dignidad de la persona humana.

Otro aspecto muy importante de la bioideología de la salud es la psicologización de la vida. Neurosis, depresiones, nuevas enfermedades psicosociales buscan salida en multitud de terapias psicológicas, de autoayuda, o en la llana medicalización, etc. La dimensión espiritual del hombre se reduce a psicología o farmacología. Esta tendencia conecta muy bien con las espiritualidades orientales y con la gnosis en detrimento de otras espiritualidades que cuestionan el estatus del actual orden político mundial.
En resumen, la salud es un Caballo de Troya por el cual se legitiman muchas injusticias. Las políticas y las infraestructuras de salud son todas de doble uso. La infraestructura humana y material que se utiliza para sanar también se puede utilizar para matar.

Nuevo paradigma de salud. 
Clave para entender la estrategia de salud.

La OMS, nacida en 1948 al mismo tiempo que la Declaración Universal de los Derechos Humanos adoptó una definición de salud acorde con los principios de la misma declaración que decía:
“La salud es un completo estado de bienestar físico, mental y social y no solo la ausencia de enfermedad o incapacidad”.
“El lograr el mayor grado de salud que sea posible esperar constituye uno de los derechos fundamentales de todo ser humano, cualquiera sea la raza, religión, opiniones políticas o su condición económica social”.

La Declaración Universal señala también la importancia del contexto social e internacional que permite que todos los hombres puedan gozar efectivamente de sus derechos. Es por lo tanto indispensable tener en cuenta que el primer derecho del hombre es el derecho a la vida y a la integridad física que es el soporte de los demás derechos; sin este derecho todos los demás carecen de la posibilidad de ser ejercidos. El derecho a la salud que permite preservar la vida implica una acción concertada para permitir el acceso por igual a servicios de salud. Cosa que no sucede debido a la injusta distribución de la riqueza.

El paradigma -por lo menos teórico- que rigió los destinos de la OMS desde su creación en 1948 y reafirmado en la Conferencia de Alma Ata de 1978, tenía como objetivo primordial el atender los problemas de salud de toda la población. Ello permitiría poner en aplicación la Salud para Todos en base a un desarrollo económico y social que proporcionara una mejor calidad de vida, lo que contribuiría a la paz mundial.
Al año siguiente de la Declaración de Alma Ata, el doctor Kenneth Warren, funcionario de la Fundación Rockefeller y luego el Presidente del Banco Mundial Robert McNamara, consideraron el proyecto como utópico e irrealizable y propusieron una Atención Primaria de Salud Selectiva como alternativa para países empobrecidos. Esta propuesta constituyó la base de los objetivos del Nuevo Paradigma de la Salud cuyo fundamento era la estrategia de Seguridad Demográfica.
La Dra. Pérez de Pío en su excelente trabajo La globalización de la Salud y la Ética del Nazismo (2012) señala las evidentes coincidencias entre las propuestas del Nacional Socialismo (nazismo) y el cambio de paradigma ético a nivel mundial en 1992. Todo ello en el marco de la nueva globalización neocapitalista.

El proceso de globalización que actualmente estamos viviendo tiene su origen en el comienzo de los años 70 del siglo XX en donde se agudiza la conciencia de que hay un Norte de países enriquecidos y un Sur de países empobrecidos. Esta conciencia crece aún más con la caída del bloque comunista. La seguridad demográfica de los países enriquecidos seguía ocupando un lugar principal en la estrategia geopolítica de estos. Destacan en esta época los trabajos de los expertos del Club de Roma que auguraban una catástrofe demográfica ( que no se ha producido) los cuales llegaron a proponer el control natal obligatorio de los países pobres. El Club de Roma de los años 70 estaba formado por grupos financieros, científicos y funcionarios de importantes organismos internacionales. Entre los miembros del Club de Roma de esa época figura el Dr. Adeoye Lambo, que era Subdirector de la OMS en la época en que el Dr. Halfdan Mahler era Director General de la Organización.

Las opciones políticas fueron:

Mundialismo o globalismo.
Sociedad planificada.
Mantenimiento de un cierto Statu quo.

Como soluciones se propusieron:

Creación de un “Nuevo Orden Internacional”.
Desarrollo de una “Democracia Socio-económica Planetaria”.
Creación de estructuras supranacionales como por ejemplo una Europea y otra Latinoamericana.

Las Naciones Unidas debería cumplir un papel preponderante para ser impuesto globalmente.
Reducir la diversidad ideológica ya que las religiones tradicionales son una influencia nefasta para estos planes en base a un Nuevo Humanismo.
En este “Nuevo Orden Mundial”, los países deberían renunciar a su soberanía en relación con recursos no renovables (petróleo, gas, agua).

En relación con estos planes se presentaron una serie de recomendaciones que fueron catalogadas como granos de sabiduría.
Entre ellas se pueden mencionar las siguientes:
Si bien la procreación es la expresión suprema del ser humano debe responder a una ética rigurosa: nadie puede oponerse a la elección destinada a interrumpir conscientemente la maternidad o prevenir embarazos si los objetivos son evitar una vida de abyección y muertes por hambre o una guerra. (aborto/ esterilizaciones/…)
En un mundo donde el fenómeno de la sobrepoblación crea problemas planetarios, las políticas demográficas nacionales deben ser compatibles con los intereses de la humanidad.
La calidad de la población es más importante que la cantidad.
El principio de soberanía territorial es uno de los mayores obstáculos para la paz. Por ello debe ser gradualmente limitado y reformado hasta llegar a su supresión.
El Nuevo Orden a crearse debe ser internacional y en lo posible global, para poder establecer reglas coherentes sobre derechos y deberes de toda la comunidad mundial.

Es evidente el talante totalitario del globalismo de la salud.

En el año 1991 el director General de la Organización Mundial de la Salud (OMS), Dr. Hiroshi Nakajima presentó ante la Asamblea Mundial de la OMS, la necesidad de elaborar un nuevo paradigma de salud que fuera respuesta a las realidades políticas, económicas y sociales en constante cambio. Para justificarlo mencionó los “dramáticos cambios” en política económica, los problemas demográficos y epidemiológicos, la “preocupante situación” de los sistemas sociales y la crisis de la deuda en los países pobres.
La falta de un paradigma válido era un “inconveniente para planificar”, ya que la OMS se veía “presionada por los donantes a ser selectiva centrándose en un número limitado de prioridades a bajo costo”; este último enfoque se veía muy reflejado en las iniciativas de supervivencia infantil. Con una visión “muy negativa” sobre la salud de los niños menores de 5 años agregó que sin embargo, “poco sentido” tendría para un niño sobrevivir a la poliomielitis un año para morir de paludismo al año siguiente o no tener un crecimiento que le permita llegar a ser un adulto sano y productivo.

En 1992 la OMS presenta el Nuevo Paradigma de la Salud que va a constituir el nuevo marco orientador sanitario para las políticas mundiales de salud. Este paradigma se ha aplicado mediante un compromiso político mundial de los estados miembros de la Organización y nunca ha sido tratado a nivel parlamentario de los países. La necesidad de este cambio se plantea como indispensable desde un punto de vista socio-económico. Según los economistas, políticos e instituciones financieras, la finalidad es, “mitigar la pobreza”, lo que significa destinar la mayor parte de los recursos para el desarrollo económico en lugar de destinarlos a la salud. Para ello, era indispensable un cambio en el rol de los estados en cuanto a control de las actividades económicas y como proveedores de servicios de salud y educación a toda la población; dejar en libertad de acción a los mercados era fundamental.

Estos argumentos se centraron en que, como la mayor causa de enfermedades era la desnutrición, una economía floreciente para toda la humanidad, como la que se proponía en estos planes económicos, iba de por sí a reducir drásticamente la morbilidad y la mortalidad.

Nuevo Paradigma de la Salud – Exclusión de la justicia y la solidaridad

Se pone en aplicación un doble estándar de normas sanitarias. Ello implica dar recomendaciones diferentes según se trate de países de altos ingresos o de medianos o bajos ingresos. En los países de altos ingresos las recomendaciones se dan de acuerdo a lo que la ciencia aconseja como más seguro. En cambio, para los países de medianos o bajos ingresos, lo que se tiene principalmente en cuenta es la disponibilidad de recursos. Ello permite manipular la ciencia para hacer aceptables ciertas recomendaciones.
Cambio en el concepto de Salud Pública. Lo que interesa no es la salud de las personas sino la utilidad que el individuo presta al organismo social. Grupos enteros de personas pueden quedar excluidos de servicios de salud, lo que implica que la Salud Pública ya no cumplirá fehacientemente con su función tanto preventiva como curativa, lo que favorece un aumento importante de la morbilidad.
Abandono del Juramento Hipocrático: Principios como los establecidos en el Juramento Hipocrático, que se concibieron para que rigieran las relaciones entre el médico y su paciente, hoy día ya no tienen razón de ser ya que la ética sanitaria atañe a las relaciones entre el sector de la salud y la sociedad.
Cambio en los valores éticos a nivel profesional. En estos planes el primer valor protegido no es la vida ni la integridad física de las personas, sino la urgente necesidad de limitar la población mundial, especialmente en los países pobres, para proteger el medio-ambiente.
La eutanasia es vista como positiva, para el paciente, sus familiares, y muy especialmente para la economía.
Los programas deben ser sostenibles o sustentables: los recursos son muchas veces fijados por los organismos.

Orientaciones ideológicas del Nuevo Paradigma de Salud de la OMS

Curiosamente el Dr. Nakajima dijo que el modelo de “paradigma” elegido correspondía al introducido por el filósofo Thomas Kuhn en su libro Estructura de las Revoluciones Científicas. Al respecto agregó: “No deja de ser interesante que este cambio de paradigma no se limita solamente al sector de la salud, sino que está teniendo lugar en toda la sociedad, pues depende de las repercusiones políticas, de los cambios en la situación económica y en las relaciones internacionales. Llámenlo transición, mutación, crisis de cambio, reforma, reestructuración o como mejor les parezca”.

En consonancia con las necesidades mundiales de limitar la población en los países pobres la teoría de la “Trampa Demográfica” del Dr. Maurice King influyó enormemente. De acuerdo al Dr. King, un país está en la Trampa Demográfica cuando debe recurrir a otros ecosistemas o emigrar para procurarse recursos vitales, especialmente alimentos. La teoría de Malthus se considera superada, ya que nadie duda actualmente que es posible alimentar a toda la población mundial.
De acuerdo al antropólogo francés Claude Levy Strauss, uno de los teóricos de estos planes globalistas:“La furiosa explosión demográfica que conoce nuestra especie (que califica como la bomba “D”) se debe al progreso de la medicina y al desarrollo económico que permitió mejorar las condiciones de vida de la población, ayudado por los grandes descubrimientos científicos y médicos. En el tercer mundo el dramático descenso de la mortalidad debido a las campañas de vacunación en gran escala, ayudas humanitarias de todo tipo y la instalación de dispensarios contribuyó a hacer vivir a los niños no solo una vida más larga sino mejor. Anteriormente una pareja debía tener 6 niños para que uno llegara a la edad adulta; actualmente la erradicación de gran parte de la mortalidad infantil no solo aumentó la población mundial sino que ha multiplicado el número de individuos aptos a procrear”

Una inquietante pregunta se presenta: ¿Restringir los adelantos de la medicina y propiciar una recesión económica a nivel de esos países solucionaría el problema mundial?
Es evidente el cinismo del famoso antropólogo francés.
En 1999 la OMS pone en práctica el nuevo concepto de salud propuesto por el Nuevo Paradigma que se ve reflejado en que:

1) La OMS urge cobertura para todos pero NO para todo.
2) El desarrollo de unos servicios de salud en base a análisis costo-beneficio.

Esta nueva política sanitaria se puso en aplicación como parte integral de un Nuevo Orden Económico Internacional, pero no de acuerdo a las propuestas de Alma-Ata sino a las del Banco Mundial de 1979, quedando la Salud para Todos reducida a salud para unos pocos.

Los objetivos del nuevo paradigma son:

1) Determinar y jerarquizar las medidas prioritarias para atender las necesidades básicas para el desarrollo.
2) Elegir y poner en práctica las que sean compatibles con los recursos de los que se disponga en ese momento o aquellos que tengan mayores probabilidades de éxito.

Este cambio de ética sanitaria a través de un nuevo paradigma depende de dos factores, la disponibilidad de recursos y las probabilidades de éxito. Por lo tanto, lo que hace es priorizar la atención sanitaria de la clase activa que es la que rinde beneficios a la economía; en los países donde los recursos destinados a salud son escasos, los menores de 5 años y las personas de la tercera edad son los perdedores. Otra de las consecuencias es que las enfermedades incurables o crónicas, que son muy costosas, dejan de ser atendidas.

El menosprecio por la vida característico de esta nueva ética, considera la vida humana como una simple cifra en rojo que a veces es necesario sanear para lograr un buen balance económico; por ello el problema no es una simple falta de recursos sino de voluntad política de atender a todos los pacientes.
Para la puesta en aplicación de estos planes se ha tergiversado el verdadero significado de términos como: derechos humanos, salud pública, epidemiología y discriminación. Aunque los términos sigan siendo los mismos su significación es otra, lo que ha sembrado una total confusión.
Debido a que los derechos humanos ya no son los derechos de todas las personas se suele utilizar selectivamente los derechos de las mujeres y los niños orientándolos hacia los fines globalistas dando recomendaciones muchas veces reñidas con la ciencia lo que los hace más vulnerables a la enfermedad y a la muerte.
Existen actualmente grupos de individuos de los países pobres que son a menudo utilizados en investigaciones reñidas con la ética y expuestos a enfermedades mortales sin que ello signifique ninguna responsabilidad.
Se dijo que estos planes por el momento tendrían por objeto mitigar la pobreza. Ello significa destinar la mayor parte de los recursos para el «desarrollo económico» según el consenso de Washington en lugar de destinarlos para salud, educación y otros objetivos sociales.
Desde el principio fue claro que la verdad sobre estos cambios no debía ser conocida por la población que la sufriría. Fue por ello que nunca fueron tratados a nivel parlamentario de los países. Para implementar estas medidas se crearon programas engañosos en base a manipulación de la información y desconocimiento de la ciencia.

La globalización permite poner en aplicación estos planes a nivel mundial a través de las agencias de la ONU. Muchas de las decisiones que se toman a esos niveles no tienen en cuenta las necesidades de las poblaciones. Esta falta de transparencia genera muchas veces interrogantes en la ciudadanía que no alcanza a comprender como los políticos no cumplen con los compromisos de sus campañas políticas.
Curiosamente, todos los partidos políticos en los países, ya sean de izquierda, centro o derecha, aceptan estos planes que cumplirán estrictamente al llegar al poder. Ello nos habla del alcance e importancia mundial de estos planes; sin duda la democracia representativa ha ido perdiendo su rol.

En estos argumentos es indispensable también no perder de vista que una de las razones más importantes detrás de estos planes no es de origen económico sino la urgente necesidad de reducir drásticamente la población a nivel de los países más pobres a los que se acusa de poner en peligro el ecosistema.
Programas como los de Salud Reproductiva y legalización de abortos ocupan un lugar central en estos planes. Como así también la falta de atención sanitaria a los menores de 5 años que se considera que están de más. Debido a esta situación surgen en estos momentos preguntas extremadamente preocupantes. Una de las cuáles se relaciona con la falta de prevención del VIH/SIDA.

Para que los objetivos de este nuevo paradigma comenzaran a ser puestos en aplicación era necesario que los recursos disminuyeran. Es por ello que otra de las posibilidades era que la crisis financiera, minuciosamente orquestada, tuviera por finalidad poner en aplicación los objetivos del Nuevo Paradigma a nivel de los países de altos ingresos donde cada vez más a menudo se informa sobre recortes en los planes de salud.
Estos planes económicos mundiales no solo no mejoraron la situación económica de la población, como se prometía, sino que llevaron a una crisis financiera sin precedentes desde la Segunda Guerra Mundial. Pero lo que es peor, causaron un verdadero desastre humanitario del que nunca nadie se hace responsable.
Como señalamos anteriormente la ideología de la salud es una de las bioideologías más potentes a la hora de diseñar políticas de gran influencia social. Es evidente que preservar la salud es un bien fundamental por eso todo lo que pueda implementarse argumentando que es bueno para la salud personal en su acepción física y psicológica es de una potencia enorme desde el punto de vista político y social.

Por eso, desde hace décadas grandes organizaciones y empresas transnacionales han penetrado en el ámbito de la salud para incrementar su influencia y su poder. Vamos a profundizar más en esta estrategia conociendo a estos actores globales. Ya avanzamos que la Fundación Bill & Melinda Gates es, posiblemente, el paradigma de organización que desde su enorme poder financiero y tecnológico ha penetrado más en las Naciones Unidas, los ODS y la OMS para conformar un nivel de influencia planetaria consiguiendo al mismo tiempo legalidad y legitimidad para sus negocios económico-políticos. Veamos la importancia política de este sector:
Si se produjera una pandemia grave de gripe, la carga total de mor­bilidad sería de gran importancia, pero otras consecuencias serían aún más costosas. Las economías sufrirían de absentismo laboral, interrupciones en cascada en los mercados de bienes y servicios, y reacciones humanas al miedo y a los rumores, que pueden propa­garse más rápidamente que la propia enfermedad. Los documen­tos de planificación recientemente desclasificados del gobierno de Estados Unidos caracterizan el impacto como una guerra global. Los países pobres, especialmente los más vulnerables o frágiles, pueden ser los menos capaces de hacer frente a la situación.

Y desde el sector de la salud se puede intervenir «legalmente» en cualquier país del mundo.

¿Quién tiene legitimidad para establecer reglas de juego vincu­lantes en el flujo entre países, y de impulsar el fortalecimiento de los sistemas de salud cuando la iniciativa no se toma por parte de los Estados miembros?

Las Naciones Unidas, la Organización Mundial de la Salud (OMS) y las organizaciones interguberna­mentales son la única fuente de reglamentos internacionales ju­rídicamente vinculantes para la respuesta a las pandemias, cuya importancia no solo no ha disminuido, sino que es cada vez mayor, y proporcionan asistencia técnica y directrices normalizadas a los Estados.
De hecho, hemos de recordar que la OMS, de acuerdo con su constitución aprobada por todos los Estados miembros de Naciones Unidas, ha tenido y tiene como responsabilidad fun­damental la gestión de la acción mundial contra la propagación internacional de las enfermedades, y que, conforme a los artí­culos 21(a) y 22 de dicha Constitución, la Asamblea Mundial de la Salud está facultada para adoptar reglamentos «destinados a prevenir la propagación internacional de enfermedades», que una vez adoptados por la Asamblea de la Salud, entran en vigor para todos los Estados miembros de la OMS, excepto aquellos que expresamente los rechacen dentro del plazo estipulado.

Si el poder económico penetra en la estructura institucional legal de la salud a nivel internacional y además consigue la legitimidad social mediante sus fundaciones y ONGs, el nivel de influencia es tan grande que se puede plantear como factible implementar ciertas normas y reglamentos a toda la población del planeta: campañas de vacunación obligatorias; certificados de identidad biométrica y de salud, etc. Y esta normativa digitalmente aplicada y controlada mediante el big-data y la inteligencia artificial puede suponer, a parte de una fuente de información económica, un nivel de control de la población total tanto por parte de los gobiernos y sobre todo por parte de las grandes corporaciones trasnacionales.

La resistencia por parte de importantes sectores de la población mundial podría ser tan grande que hubiera que pensar una forma radical de reducirla y esta forma podría ser generando un opinión pública masiva a favor de implementar dichas normativas. ¿Podría ser esta crisis una forma de aelerar este proceso?
Como ya hemos ido mostrando con algunos ejemplos, la penetración del poder económico en la estructura institucional de la salud a nivel internacional no es reciente. Se ha ido conformando paulatinamente en diferentes ámbitos.

Primero veamos la estructura «legal»:

La OMS es la única autoridad mundial intergubernamental para el control de pandemias. Este papel se consolidó con la aprobación del nuevo Reglamento Sanitario Internacional (RSI) en 2005 con un amplio poder global. La versión actual del RSI entró en vigor el 15 de junio de 2007 y es vinculante para 196 países de todo el mundo, incluidos todos los Estados miembros de la OMS.
Muy recientemente, en 2016 se creó el Servicio de Financiación de Emergencias para Pandemias (PEF) del Banco Mundial.
En 2017 se creó un nuevo fondo de contingencias para pandemias articulado en la nueva iniciativa de emergencias sanitarias de la OMS por el que se crea un pro­grama único, con su propio personal, un presupuesto, un conjun­to de reglas y procedimientos y una estructura jerárquica clara.
Las políticas de la Unión Europea (UE) en el campo de la prevención y control de pandemias presentan limitaciones objetivas. Lo cierto es que en la Unión Europea no ha habido una base normativa que favorezca un planteamiento proactivo, sino me­ramente reactivo ante este tipo de retos. Solo a partir de 2010, cuando entró realmente en vigor el actual Tratado de Lisboa que incorporó como artículo 168 temas específicos de «salud pública». La dimensión normativa y que estructura acciones de la UE se articula sobre todo a partir de la jurisprudencia y acciones re­activas derivadas de las decisiones del Tribunal de Justicia de la Unión Europea.

Sin embargo las diferentes crisis sanitarias, según los expertos, han puesto en evidencia lo insuficiente de estos medios, lo inadecuado de los mecanismos o la incapacidad de sus gestores gubernamentales. El hecho es que la respuesta de la OMS a la pandemia de gripe de 2009 fue ampliamente criticada, incluida la sobreestimación de la amenaza y las acusaciones de corrupción.
Debido a esto, en 2011 se crea el Marco de Preparación para una Gripe Pandémica (conocido como marco de PIP, derivado de las siglas en inglés: Pandemic Influenza Preparedness Framework) con el objetivo común de aumentar la preparación del mundo para responder a la próxima pandemia y, específicamente, reducir la incertidumbre respecto de nuestra capacidad colectiva para inter­cambiar virus y los beneficios que ello puede tener.

Se reunieron todos los actores involucrados en este tema: la OMS, los Estados miembros, la industria, la sociedad civil y otras partes interesa­das. El Marco incluye un sistema de distribución de beneficios del «Pandemic Influenza Preparedness Framework» que prevé una contribución de asociación anual a la OMS por parte de fabri­cantes de vacunas, kits diagnósticos y productos farmacéuticos contra la gripe a través del Sistema Mundial de Vigilancia y Res­puesta ante la Gripe de la OMS. En general hay todo un conjunto de iniciativas políticas y técnicas sanitarias a nivel mundial comandadas por la OMS pero muy penetradas por agentes económicos.

Aunque no es estrictamente un tratado, el Marco del «Pandemic Influenza Preparedness Framework» tiene características de derecho internacional, tales como la responsabilidad colectiva, la colaboración de los socios y los procedimientos de cumplimiento. Es decir está al máximo nivel de influencia política.
Sin embargo hay factores derivados de luchas políticas comerciales que influyen en todos esos procesos. Así, tras las tensiones comerciales entre Estados Unidos y China desde 2018, China ha llegado a retener muestras de peligrosos virus de influenza (del tipo de gripe aviar H7N9), impidiendo la caracterización que es imprescindible para el desarrollo de vacunas y tratamientos.
Por ello y sin calentarnos mucho, la actual crisis parece apuntar a una especie de guerra híbrida ( política, económica, tecnológica,…) entre diferentes actores geopolíticos y geoeconómicos sobre el campo de batalla de la salud de la población mundial. Sin duda, quien saque ventaja tiene muchas posibilidades de llevarse todo el pastel.

En un segundo nivel, también llamémosle «legal»
… se sitúan las principales instituciones financieras internacionales como el Fondo Monetario Inter­nacional (FMI), el Banco Mundial (BM) y la Organización para la Coo­peración y Desarrollo Económico (OCDE) cuyas actuaciones vienen determinadas desde su nacimiento en el sentido de proteger y promover los intereses de los países más ricos. De hecho, su efectividad en este sentido ha sido impecable. La desigualdad en el mundo no ha dejado de aumentar en los últimos 50 años.
En coherencia con esta estrategia, estas instituciones económicas dirigen selectivamente sus inversiones para regular los sistemas sanitarios de los países más empobrecidos e imponer sus políticas económicas y sociales condicionadas a que se cumplan sus exigencias. Así por ejemplo, la altísima mortalidad durante la crisis del Ébola en algunos países africanos, y en otros no tanto, fue por el desmantelamiento de los sistemas sanitarios para tener que cumplir con los compromisos de la deuda externa. Además los sistemas de salud de los países empobrecidos están financiados ideológicamente de tal forma que se acaten ciertos requisitos respecto perspectiva de género, salud reproductiva o derechos sexuales.

Llegados a este punto se abre un nuevo espacio político de intervención global como ya adelantábamos:

Durante los anteriores brotes pandémicos se detectó una cierta falta de autoridad y coordinación en la respuesta ante la pan­demia por parte de los organismos oficiales internacionales. De forma paralela, las actividades de fundaciones, alianzas y ONG internacionales han contribuido significativamente a relle­nar esta laguna, aunque frecuentemente de manera bastante descoordinada y fragmentada. Parece evidente que existe una insuficiente gobernanza mundial para abordar los problemas de salud internacionales, y quizá por ello se ha propiciado un nuevo espacio político generado por la sociedad civil y nuevos actores, como los filántropos internacionales (por ejemplo Bill Gates) y las asociaciones de salud mundial entre los sectores público y privado, como la Global Alliance for Vaccines and Immuniza­tion (GAVI), que no pertenecen a ningún territorio geográfico específico. Intentando enlazar las instituciones oficiales supranacionales y las propias de la sociedad civil.

En el contexto actual se viene fraguando un nuevo espacio de influencia política global donde se deslegitiman unas organizaciones públicas frente a otras privadas de enorme poder socio-económico. Esto cambia totalmente el concepto político de la democracia a nivel mundial.
A la hora de analizar iniciativas concretas de instituciones concretas siempre debemos distinguir entre la finalidad formal y la finalidad real de una institución. Confundirlas por ignorancia es un lamentable error; muy grave en política. Pero no distinguirlas deliberadamente es mentir e instrumentalizar.
Las instituciones globales que estamos analizando tienen un gravísimo problema moral. Por un lado, establecen una finalidad formalmente «buena». Pero por otro lado, la finalidad real es radicalmente perversa. Instituciones que (aparentemente) afirman trabajar por la salud de toda la humanidad, en realidad están diseñadas para ejercer un poder político sobre la inmensa mayoría población del planeta, precisamente a través de la salud.

Para poder mantener esta dicotomía, estas instituciones tienen que desarrollar un discurso de mentira, de inverosimilitud y con ello conseguir un efecto masivo de alienación de las conciencias y de dominación social y política. Para ello, la inversión en la generación de opinión publica intra y extra institución es fundamental. La financiación de publicaciones científicas; la inversión en publicidad o inversión directa en los medios de comunicación; incluso la creación de ONGs propias por parte de las grandes corporaciones son un conjunto de prácticas de marketing social claves para sostener la estrategia política de la nueva gobernanza. Muchas de las personas, que de buena fe colaboran con estas organizaciones, ignoran en parte la finalidad real de las mismas. Otras, sin embargo, son perfectamente conscientes.

La estrategia de la «nueva gobernanza» que está permitiendo a las grandes corporaciones tomar el control político ( el económico ya lo tienen) exige la legalidad institucional y la legitimidad social. Justamente es, este último aspecto, donde las organizaciones de la llamada «sociedad civil» y sus alianzas publico-privadas juegan un papel determinante.
Se podrían señalar varias formas de actuación. Por orden de importancia política destacamos:
Fundaciones (Gates, Rockefeller,…) que financian y por tanto deciden ideológicamente la orientación de los cuantiosos fondos. Directamente conectadas con las grandes corporaciones madre y con los organismos políticos de alto nivel. Su nivel de penetración es enorme: organismos, gobiernos, medios de comunicación, universidades, ONGs, …
Asociaciones de financiación público-privada (GAVI, y Fondo Global para el SIDA, Tuberculosis y Malaria). Son instrumentos de acción transversal no limitados geográficamente. Determinados por las primeras.
Organizaciones de investigación y desarrollo (la denominada «Coalition for Epidemic Preparedness Innovations», CEPI, y el «Global Virome Project»). De carácter más técnico pero orientadas según los criterios de las dos anteriores.
Organizaciones humanitarias y ONGs. Implementan sobre el terreno de los países empobrecidos, que son la mayoría de la humanidad, los planes sanitarios decididos en los niveles superiores condicionando, cuando no determinando, sus decisiones políticas. También juegan un papel muy importante en la configuración de la opinión pública de la sociedad de los países enriquecidos.

Las organizaciones humanitarias más potentes del mundo articulan acuerdos de colaboración especialmente con los gobiernos de los países donantes para implementar acciones en los países empobrecidos. Acciones que están lógicamente sujetas a las condiciones de los que financian. Realizan labores de promoción de la salud, desarrollo de servicios básicos de salud, refuerzo de los sistema sanitarios, etc. Las capacidades operativas y los recursos de las ONG humanita­rias pueden superar las capacidades políticas y económicas de los gobiernos locales para prestar servicios públicos básicos, lo cual les da un poder inmenso. En muchos lugares las instituciones políticas están subordinadas a las directrices de las organizaciones humanitarias.
Por ejemplo, Médicos Sin Fronteras (MSF) constituye una de las ONG humani­tarias más grandes e influyentes. La organización cuenta con más de 42.000 miembros, incluyendo profesionales de la salud, personal logísti­co y administrativo. En cuanto a su financiación, alrededor del 90 % de sus fondos proviene de donantes privados y el resto de las donaciones son corporativas. En 2017, el presupuesto anual de MSF era de apro­ximadamente 1.530 millones de euros, cifra comparable a la de la propia OMS (que asciende a 1.850 millones de euros). MSF se encuentra entre los principales actores internacionales que tra­bajan en pandemias, siendo reconocida como entidad de carácter consultivo general por el Consejo Económico y Social de las Na­ciones Unidas, habiendo sido galardonada con el Premio Nobel de la Paz en 1999.

En el plano de las fundaciones destaca, como ya se ha dicho, el millonario Bill Gates. El fundador de Microsoft Corporation considera que las pandemias son una de las mayores amenazas para la humanidad:
«Veo la amenaza de pandemias mortales justo ahí arriba con la guerra nuclear y el cambio cli­mático. La innovación, la cooperación y la planificación cuidadosa pueden mitigar dramáticamente los riesgos que presenta cada una de estas amenazas».
Para implementar su agenda , Bill Gates trabaja en primer lugar a través de su propia fundación privada, la Fundación Bill y Melinda Gates (BMGF), fundada en el año 2000. La fundación está controlada por sus tres patronos: Bill y Melinda Gates, y Warren Buffett. En 2017, BMGF gastó más de 5.000 millones de dólares en sus programas globales, lo que la convierte en el actor no gubernamental más influyente y poderoso.
Otra fundación con gran tradición en lo sanitario es la Fundación Rockefeller, que viene operando desde 1913. Está considerada como una de las instituciones más activas a la hora de internacionalizar la sanidad «pública». Sus be­cas internacionales sirvieron para desarrollar grupos de expertos en materia de política sanitaria. Su influencia sobre la sanidad pública en muchos países es muy importante marcando directrices hacia el control de población.

La iniciativa de Redes de Vigilancia de Enfermedades de la Funda­ción Rockefeller (Disease Surveillance Networks Initiative, DSN) fue lanzada en 2007 bajo el nuevo marco estratégico de la Fun­dación. La evaluación de las actividades de la iniciativa DSN ha llevado a renombrar o proponer el formato de «comunidades de políticas y prácticas transnacionales de salud pública» para reflejar esta necesidad de prácticas que superen fronteras. En definitiva y como ellos mismos publican se trata de generar una nueva Diplomacia Global de la Salud desde la cual ejercer su influencia.
La Alianza para Vacunas GAVI, es otra iniciativa clave para prevenir pandemias y cuenta asimismo con el apoyo de Bill Gates. Creada en 2000, GAVI es una asociación público-privada, con el objetivo de crear un acceso igualitario a vacunas nuevas e infrautilizadas para los niños que viven en los países más pobres del mundo. GAVI se financia a través de contribuciones de gobiernos donantes y de la Fundación Bill y Melinda Gates, así como de mecanismos financieros innovadores como el Servicio Financiero Internacional para la Inmunización, el GAVI Matching Fund y el Compromiso Anticipado de Mercado Neumocócico.

El presupuesto de GAVI para 2016-2020 es de 9.200 millones de dólares en contribuciones y promesas de los donantes y de 8.500 millones de dólares en ingresos y promesas de los donantes. GAVI actualmente contempla la administración de 13 vacunas: antipoliomielítica inactivada, encefalitis japonesa, sarampión, meningitis A, cólera, pentavalente, neumococo, rotavirus, fiebre tifoidea, fiebre amarilla, virus del papiloma humano.
La Alianza proporciona financiación a los países que son «adecuados» para el apoyo y toman la iniciativa en la identificación de sus propias necesidades de inmunización, solicitando cobertura económica y documentando y monitorizando la implementación de programas de vacunación. La Alianza firma contratos a largo plazo con los fabricantes de vacunas para el suministro de cantidades significativas de vacunas, a un nivel de decenas de millones de dosis al año, a los precios fijos más bajos.

Todos los programas en los que GAVI participa en la estructura sanitaria mundial son fundamentales para implementar el control de población.

Dentro del plan estratégico de dominar toda la estructura sanitaria del mundo hay que destacar también que Bill Gates es, además, cofunda­dor y uno de los principales donantes y partícipes de la ambiciosa iniciativa que supone la denominada Coalición para la Innovación en la Preparación para Epidemias (en anglosajón, Coalition for Epidemic Preparedness Innovations, CEPI). Fundada recientemente en 2017, CEPI es una asociación innovadora entre or­ganizaciones públicas, privadas, «filantrópicas» y civiles como los gobiernos de Noruega, Alemania, India y Japón, Wellcome Trust y el Foro Económico Mundial. Hasta la fecha, la CEPI también ha recibido financiación de los gobiernos de Australia, Bélgica y Canadá. La Comisión Europea ha anunciado una contribución en especie de 250 millones de euros que apoyará las iniciativas pertinentes a través de los mecanismos articulados por la propia CE.
La CEPI ha anuncia­do dos convocatorias de financiación de proyectos. La primera para posibles vacunas contra los virus MERS, Lassa y Nipah. La segunda, para el desarrollo de plataformas que puedan uti­lizarse para el desarrollo rápido de vacunas contra patógenos desconocidos. El objetivo de CEPI es corregir una importante deficiencia del mercado en lo que respecta a las vacunas contra patógenos de baja probabilidad que pueden causar epidemias.
Otra asociación de financiación público-privada de enorme im­portancia es el Fondo Mundial de Lucha contra el SIDA, la Tu­berculosis y la Malaria (en inglés, The Global Fund), que trabaja en la prevención y respuesta a las pandemias, y también está financiado en gran parte por el magnate de Microsoft.

El Fondo está diseñado para acelerar el fin del SIDA, la tuberculosis y la ma­laria como epidemias, y fue fundado en 2002 a partir de una asociación entre los gobiernos, la sociedad civil, el sector privado El Fondo Mun­dial recauda e invierte alrededor de 4.000 millones de dólares al año para apoyar programas implementados por expertos locales en los países beneficiarios. Estamos hablando de la organiza­ción financiera más grande del mundo que trabaja en el cam­po de los programas de prevención, tratamiento y atención del SIDA, la tuberculosis y la malaria. Hasta 2017, la organización había desembolsado 36.800 millones de dólares. En 2010-2011, se revelaron los casos de corrupción entre los receptores del Fondo Mundial, y se criticó la forma en que el Fondo manejó el mal uso.

Otro proyecto ambicioso lanzado en el 2018 es el «Global Virome Project» (GPV) o proyecto mundial de viroma. Entre el 8 y el 11 de agosto de 2016, representantes de todo el mundo: responsables políticos y de toma de decisiones de alto nivel, líderes de opinión, expertos en la materia, investigadores y representantes de organizaciones internacionales (incluidas aquellas relacionadas con la salud humana, animal y ambiental), académicos, donantes, fundaciones y el sector privado: se reunieron en el Centro de Conferencias Bellagio de la Fundación Rockefeller para desarrollar una visión sobre la importancia y la viabilidad del GVP en la construcción de un mundo a salvo de la amenaza de enfermedades virales emergentes.
Se trata de una iniciativa científi­ca global de cooperación, utilizando la capacidad del Big Data para reducir significativamente el riesgo de daño de futuros brotes virales. En el ámbito de las amenazas virales emergentes, el proyecto de viroma mundial equivaldrá a lo que el Proyecto Genoma Humano significa en tér­minos de una medicina personalizada.

En resumen, todas estas iniciativas globales (DSN, GAVI, CEPI, GF, GPV,…) coinciden en que era muy probable, por no decir seguro, que se produjese una pandemia de escala mundial de origen natural o artificial; accidental o provocada en el contexto incluso de un guerra abierta o encubierta. Como nos recuerda Albert Cortina:
Resulta cuanto menos curioso que el Johns Hopkins Center for Health Security (EE.UU.) llevase a cabo el 18 de octubre de 2019 una cuidada simulación de una epidemia tipo coronavirus en el Event 201 Pandemic Exercise: Highlights Reel. Dicho evento fue patrocinado principalmente por el Foro Económico Mundial y la Fundación Bill y Melinda Gates.
Solo se podía acudir por invitación, con la asistencia de medios como Bloomberg. No se permitieron grabaciones de video y audio, sino que después del evento, se seleccionaron videos y audio de alta calidad para su difusión en medios seleccionados, normalmente prensa especializada dirigida a público determinado.

Entre los participantes estuvieron Ryan Morhard, asesor en materia de salud y economía del Foro Económico Mundial; Chris Elias, presidente de la División de Desarrollo Global de la Fundación Bill y Melinda Gates; Tim Evans, ex director de salud del Banco Mundial; Avril Haines, ex subdirector de la CIA, Sofía Borges, en representación de Naciones Unidas; Stanley Bergman, presidente de la Junta y CEO de Henry Schein (un distribuidor mundial de suministros médicos y dentales, incluidas vacunas, productos farmacéuticos, servicios financieros y equipos); Paul Stoffels, Director Científico de Johnson & Johnson; Matthew Harrington, Director de Operaciones Global de Edelman (una de las firmas de consultoría de marketing y relaciones públicas más grandes del mundo); Martin Knuchel, Jefe de Gestión de Crisis, Emergencias y Continuidad de Negocios de Lufthansa; Eduardo Martínez, presidente de la Fundación UPS; Hasti Taghi, Vicepresidente y Asesor Ejecutivo de la cadena norteamericana NBC o Lavan Thiru, Representante Jefe de la Autoridad Monetaria de Singapur.

Es decir, esta crisis no ha sido ninguna sorpresa en los ámbitos del neocapitalismo mundial. Sin embargo, los sistemas públicos de salud de la humanidad no estaban preparados ni se iban a preparar para tal circunstancia. La mayoría de la humanidad vive en países empobrecidos por un sistema neocapitalista global que no ha promovido ni permitido el desarrollo de la inmensa mayoría de los países del mundo a los que se les sigue llamando eufemísticamente subdesarrollados o en vías de desarrollo después de 60 años desde la descolonización. Una pandemia en estas circunstancias de creciente globalización en un mundo desigual y empobrecido sería un genocidio que eliminaría mucha población al mismo tiempo que permitiría la implantación de medidas de control político sanitario de la sociedad.

Al mimo tiempo es evidente que el poder financiero mundial (empresas trasnacionales, gobiernos de países desarrollados, organismos internacionales,…) han conformado e implementado una estrategia de control de las estructuras sanitarias mundiales para convertirlas en instrumentos de poder político global. Poder que debía ejercerse tanto sobre los países empobrecidos, para seguir expoliando sus recursos materiales y humanos, como sobre los países enriquecidos, cuyas poblaciones envejecidas están ejerciendo un presión económica sobre los sistemas socio-sanitarios haciéndolos insostenibles según el poder financiero.
A esto hay que sumar otra pieza del rompecabezas que intentamos hacer: el papel de las nuevas tecnologías digitales, el big data y la inteligencia artificial. (Veremos en la próxima entrega)

El «Big Farma». Una de las mayores inmoralidades.

No podemos olvidar el punto de partida de este trabajo y es que vivimos en un mundo injusto con suficientes recursos, donde la inmensa mayoría de la humanidad sufre hambre, miseria y como consecuencia enfermedades perfectamente evitables en su inmensa mayoría. Y en este contexto, la industria farmacéutica ha jugado un papel especialmente oscuro y vergonzante. Suele pasar cuando la salud, la educación o el amor se convierten en negocio. Dejan de ser lo mejor para convertirse en lo peor.
Ya hemos apuntado sucintamente algo sobre el papel de la industria farmacéutica y el negocio de la salud y cómo está afectando a la arquitectura institucional de las organizaciones responsables (técnica y políticamente) de la sanidad a nivel internacional. Podemos sintetizar esta situación en dos enunciados:

Primero. Las industrias farmacéuticas han penetrado de diferentes formas en la OMS financiando muchas de sus iniciativas y por tanto condicionando su papel como organización oficialmente reconocida para regular la sanidad a plano internacional.
Segundo. Lógicamente, para la industria de la salud, lo primero es el negocio y lo segundo la salud. Y esto tiene repercusiones a todos los niveles:
La medicalización de la vida. Las enfermedades que puedan dar muchos ingresos ( de habitantes de países enriquecidos) tienden a cronificarse y no a sanarse.
Fabricar medicamentos que traten enfermedades que sean rentables.
Los medicamentos que no sean rentables no se desarrollan a no ser que tengan financiación pública. Incluso los que se han financiado con recursos públicos se venden a precios desorbitados.
El control de patentes de medicamentos de primera necesidad.
El gran negocio del cáncer.
Los ensayos clínicos en países empobrecidos.
Generación de alarmas sanitarias que implican una demanda pública fraudulenta, etc. 

En definitiva, afrontamos la mayor pandemia de la historia de la humanidad con un sector farmacéutico mundial de dudosa moralidad
En definitiva, afrontamos la mayor pandemia de la historia de la humanidad con un sector farmacéutico mundial de dudosa moralidad. Desde ahí podemos también entender mejor que está pasando.

Las grandes empresas farmacéuticas tienen fondos pero carecen de la «motivación» lucrativa. Y los organismos públicos tienen urgencia político-humanitaria formal pero carecen del efectivo. En pocas palabras, las compañías farmacéuticas que poseen los medios para financiar nuevas vacunas costosas pero no lo hacen porque ven mayores retornos en los tratamientos para afecciones crónicas como la diabetes y el colesterol alto, es decir las enfermedades de los «satisfechos».
La falta de motivación lucrativa ha generado una falla en el sistema. Hay muy pocas compañías que producen actualmente vacunas. En 1955, había 27 compañías; para 1980, había 18; hoy hay cuatro. ¿Quién se va a encargar de financiar la vacuna del Covid-19?

La magnitud de la crisis provocada por Covid-19 ha estimulado a las principales empresas a involucrarse, pero tardíamente y solo con un fuerte respaldo estatal. Los gigantes farmacéuticos Johnson & Johnson y la multinacional francesa Sanofi, confían en el trabajo financiado por los contribuyentes de la Autoridad de Investigación y Desarrollo Avanzado Biomédico, una división del Departamento de Salud y Servicios Humanos de los Estados Unidos, para respaldar su trabajo en una vacuna.

De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud, más de 60 equipos separados en aproximadamente una docena de países están involucrados en el sprint global para desarrollar una vacuna contra el coronavirus, que comprende las principales compañías farmacéuticas, empresas de biotecnología, institutos administrados por el gobierno y universidades que van desde la Universidad de Queensland hasta Johnson & Johnson y El Centro Chino para el Control y Prevención de Enfermedades.
Michael Kinch, director del Centro de Investigación de Innovación en Biotecnología y Descubrimiento de Medicamentos de la Universidad de Washington en St. Louis, dijo que las principales compañías farmacéuticas generalmente veían el desarrollo de vacunas como de alto riesgo y bajo en recompensa.

Las principales compañías farmacéuticas han reducido drásticamente los presupuestos de I + D en los últimos años, para centrarse en el desarrollo y la fabricación en etapas avanzadas de tratamientos promovidos externamente, a menudo por entidades financiadas con fondos públicos, como institutos gubernamentales y universidades.
Los 210 nuevos medicamentos aprobados por la Administración de Drogas y Alimentos de los EE. UU entre 2010 y 2016 se desarrollaron con fondos de los Institutos Nacionales de Salud, que distribuyen alrededor del 80% de su gasto anual de 40 mil millones de dólares en investigación médica entre 2,500 universidades e investigadores de institutos en todo el mundo.
Dada la dependencia de la industria de la investigación financiada con fondos públicos, los problemas de recursos a nivel de universidad o instituto de investigación tienen el potencial de afectar drásticamente la gama de tratamientos que finalmente entran en línea.

«La industria solo se involucra en la fabricación y comercialización de un producto probablemente exitoso»
La gran industria farmacéutica generalmente ya no tiene divisiones de investigación, las regalaron cuando descubrieron que su investigación era tres veces más costosa por medicamento desarrollado que las obtenidas de la academia, dijo Ian Frazer, profesor de la Universidad de Queensland, quien inventó conjuntamente la vacuna contra el virus del papiloma humano. «La industria solo se involucra en la fabricación y comercialización de un producto probablemente exitoso». 

BENEFICIOS, MEDICAMENTOS

Frazer afirma que no abordar las deficiencias en la financiación de la investigación académica dejaría a los países sin preparación para futuras amenazas a la salud pública. «Corremos el riesgo de que nuestros laboratorios no estén listos para la próxima pandemia con las últimas tecnologías en química de proteínas, genómica, cristalografía, etc.»
Compañías farmacéuticas importantes están desarrollando la colaboración con empresas de biotecnología de nueva creación que a menudo son más innovadoras y ágiles como en el caso de la asociación de Pfizer para desarrollar una vacuna con la compañía alemana BioNTech.
Y esta falla del sistema producida por el afán de lucro de las empresas farmacéuticas, sirvió para que el poder financiero y tecnológico, representado por los Gates-Buffett-Rockefeller, entrara por la puerta grande en la investigación en vacunas como una estrategia política para controlar el sector a medio plazo.
Así ese estableció el CEPI del que ya hemos hablado tras el brote de ébola en África Occidental en 2014-2016 que mató a 11.000 personas que se sepa.

Debido a que los brotes de enfermedades infecciosas a menudo disminuyen con el tiempo o se contienen antes de infectar a un gran número de personas, el incentivo financiero para desarrollar una vacuna puede ser débil hasta que se produzca una gran crisis de salud pública, particularmente en las regiones más pobres donde las perspectivas de obtener grandes ganancias son muy pequeñas. El Dr. Anthony Fauci, director del Instituto Nacional de Alergias y Enfermedades Infecciosas de EE. UU., lamentaba a mediados de febrero de 2020, que las principales compañías farmacéuticas aún no habían «intensificado» su compromiso en fabricar un vacuna. Por ejemplo, en 2016, investigadores del Baylor College of Medicine en Houston, Texas, desarrollaron una vacuna para el síndrome respiratorio agudo severo (SARS), pero no pudieron atraer fondos para ensayos en humanos porque hasta ese momento no había habido nuevos casos durante más de una década.

Por otro lado, se ha subestimado la capacidad de producir una vacuna a gran escala y en tan poco tiempo. Otro de los elementos que hay que tener en cuenta es la seguridad. Se administran vacunas a personas sanas para mantenerlas sanas, y los desarrolladores de vacunas deben garantizar que la seguridad no se vea comprometida. La ausencia de información sobre SARS-CoV-2 o Covid-19 en sí resalta aún más esta responsabilidad. Tales consideraciones de seguridad no son una preocupación abstracta. A fines de la década de 1970, el lanzamiento apresurado del gobierno de EE. UU de un programa de vacunación para inmunizar a la población contra una nueva cepa de gripe porcina resultó en que más de 450 personas desarrollaran el síndrome de Guillain-Barré, un trastorno poco común que causa parálisis.

También, la vacuna contra el SARS-CoV-2 se enfrentaría a otro obstáculo de seguridad debido a cómo el virus afecta a las personas mayores con mayor severidad que a los jóvenes. Debido a esta posibilidad, cualquier vacuna será examinada para asegurarse de que no causará una enfermedad más grave. Las preguntas sin respuesta sobre la naturaleza del virus, incluida la prueba definitiva de que los infectados obtienen inmunidad, también podrían complicar el desarrollo. Los virus del tracto respiratorio superior sin una fase de infección transmitida por la sangre no han sido atacados con éxito por las vacunas. En el lado positivo, este parece ser un virus relativamente estable, no como la gripe o el VIH, donde el virus cambia rápidamente.

Al final se ha ido generando un argumento muy potente:

«Ante la inmoralidad de la farmacéuticas que han abandonado la investigación base aprovechándose del sector público; ante la incapacidad de liderazgo y falta de talante moral de los responsables políticos; la sociedad civil (capitalista) a través de sus fundaciones, alianzas e iniciativas puede salvar a la humanidad de la futuras y previsibles pandemias globales».
Todo estaba ya preparado para tomar el timón político. El fundador de Microsoft convertido en «filántropo global» ha anunciado planes para financiar de manera preventiva la construcción de plantas de fabricación para siete de los candidatos más prometedores a la vacuna contra el coronavirus.
CEPI con sede en Oslo ha comprometido fondos para ocho proyectos relacionados con las vacunas que involucran a socios que incluyen la Universidad de Queensland, la Universidad de Hong Kong y la firma estadounidense de biotecnología Inovio Pharmaceuticals.
CEPI tiene como objetivo producir al menos tres vacunas viables que puedan ser autorizadas para su uso entre el público. Esto no será antes de 18 meses sin embargo su puesta de largo política desde su nacimiento apenas hace tres años es «deslumbrante». Se va cerrando el círculo con el que las corporaciones terminarán por controlar todos los mecanismos de la sanidad global.

Preparando la Identidad Digital Universal

Damos un salto desde el campo de la sanidad global hasta la llamada IV Revolución Industrial que se está desarrollando actualmente en el mundo. ¿Por qué? Pues porque es imposible desligar el dominio de la sanidad global como forma de control político de la humanidad de los instrumentos tecnológicos disponibles.
La «ciclo-génesis» que se está produciendo entre lo digital (nanotecnología, redes 5G,…) , lo biológico (Biología molecular, Genética,…) y lo físico-matemático ( Big data (BD), Inteligencia artificial (IA), Internet de las cosas (IO).. ) está produciendo una auténtica revolución. Algunos la han denominado la Cuarta Revolución Industrial. Y es muy posible que suponga un auténtico cambio de época.
La cuarta revolución industrial (término acuñado en 2011 en la Feria industrial de Hannover) que se está generando en estos momentos se caracteriza por la convergencia entre diferentes tecnologías físicas, digitales y biológicas que antes permanecían relativamente incomunicadas. Se está desarrollando una nueva forma de pensamiento lateral, horizontal, complejo donde la biología, las matemáticas, la física y la informática se conectan y se integran al mismo tiempo produciendo un tipo de desarrollo de naturaleza exponencial, es decir, muy rápido y potente, lo que multiplica la incertidumbre sobre sus consecuencias. La velocidad, amplitud y profundidad de los cambios son tan grandes que se está planteando hasta la modificación sustancial de la propia naturaleza humana.

La bioideología del futuro ya está aquí. Del transhumanismo al posthumanismo

Y esta revolución es la revolución de los más poderosos que están intentando no solo el control económico y político sino el imprescindible control cultural. Para ello, se está instilando en la sociedad una nueva bioideología que integra a todas las demás bioideologías superándolas. Es el transhumanismo/posthumanismo.
Todas las bioideologías anteriores (el falso Ecologismo, la Ideología de Género, la Ideología de la Salud) eran parciales y por ello fácilmente asimilables. Han cumplido y siguen cumpliendo un papel fundamental: hacer de puente hacia una nueva antropología antihumanista total que se plantea por primera vez en la historia la modificación radical de la naturaleza humana. Es la expresión más contundente de un nuevo totalitarismo que se está levantando desde hace años pero que ahora se ha acelerado por la crisis del covid-19.

El especialista en transhumanismo, Albert Cortina nos dice: Entre las corrientes de pensamiento que actualmente están reflexionando sobre los desafíos de las tecnologías exponenciales o disruptivas y que resultan más influyentes en los ambientes que se preguntan por el futuro de la humanidad, se encuentra el transhumanismo, ideología que el filósofo Nick Bostrom ha definido como «un movimiento cultural, intelectual y científico que afirma el deber moral de mejorar las capacidades físicas y cognitivas de la especie humana, y aplicar al hombre las nuevas tecnologías, a fin de que se puedan eliminar los aspectos no deseados y no necesarios de la condición humana: el padecimiento, la enfermedad, el envejecimiento e, incluso, la condición mortal»
Con la expansión de esta visión mesiánica que va de la mano de la globalización, cabe preguntarse si el desarrollo tecnológico tiene que ver, cada vez más, con la supervivencia individual que con la perspectiva de mejora colectiva. La lógica neoliberal de la supervivencia de los más aptos y capacitados es la misma que alimenta todas las especulaciones del movimiento transhumanista. De este modo, el “capitalismo de élites” y el transhumanismo confluyen en la misma dirección en este cambio de era que viviremos intensamente en los próximos años veinte del siglo XXI.
En ese sentido, parece que el objetivo del posthumanismo es trascender la condición humana y protegerse de este modo del cambio climático, del aumento de los niveles del mar, del agotamiento de los recursos naturales, de los grandes flujos migratorios, de las pandemias globales, e incluso de la propia muerte.

Llegados a este punto podemos señalar algunas proyecciones especialmente importantes donde la tecnología va a jugar un papel decisivo. El nuevo paradigma antropológico posthumanista que se quiere imponer desde los poderosos no se va a aceptar fácilmente, porque la naturaleza humana, aunque herida por el egoísmo, es connatural con el bien, la libertad y la justicia. Por eso hay que doblegarla por la fuerza. El miedo, el caos, la incertidumbre, el desempleo, el hambre, etc. son formas de violencia planificada, necesarias para forzar a la humanidad a aceptar la dictadura del nuevo capitalismo tecno-nihilista. Nos quieren cómplices y víctimas del propio sistema totalitario que se está gestando.
Dentro de los fórceps que se están implementando está la transformación de todo el aparato productivo del planeta, que supone una radical revolución del mundo del trabajo y del empleo; por otro lado, la transformación profunda de las organizaciones políticas y sociales por la irrupción de la tecnología en los sistemas de identificación personal en tiempo real.

Identidad Digital Universal

En este contexto hay un proyecto especialmente relevante. Es el proyecto ID2020 sobre identidad digital universal que puede suponer un primer paso para que una parte muy importante de la humanidad esté identificada digitalmente especialmente a nivel biométrico.
De acuerdo con la propia web de ID2020 “se está construyendo un nuevo modelo global para el diseño, financiamiento e implementación de soluciones y tecnologías de identificación digital. Para más de mil millones de personas en todo el mundo, el acceso a bienes y servicios básicos es difícil, si no imposible, debido a la falta de identificación reconocida. Con una identidad digital “buena”, las personas pueden usar credenciales emitidas por una variedad de instituciones diferentes para obtener acceso a una variedad de servicios diferentes, al tiempo que preservan la privacidad y la seguridad y mantienen el control sobre su información”.

Entre los socios de la Alianza ID2020 se encuentran Microsoft, la Fundación Rockefeller, Accenture, Ideo.org y la Alianza de Vacunas Gavi, que “reúne a los sectores público y privado del sector con el objetivo compartido de crear un acceso igualitario a las vacunas nuevas y subutilizadas para los niños que viven en los países más pobres del mundo”. La implicación de las Naciones Unidas de nuevo es clave para que las empresas multinacionales financiero-tecnológicas implementen su estrategia con la legalidad «adecuada». Junto a ello es imprescindible que fundaciones, ONGs, etc se unan mediante un programa «humanitario» que legitime la penetración en la estructura legal de Naciones Unidas y desde ahí baje por «gravedad política» a implementarse en cada país mediante la implicación de ONGs y gobiernos locales. El gran marco de referencia para todas estas estrategia pasadas, presentes y futuras es el de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (2015-2030) anteriormente denominados Objetivos del Milenio (ODM) 2000-2015.

En la cumbre ID2020 en 2017 en las Naciones Unidas donde se planteó el proyecto, compañías tecnológicas como Microsoft y Accenture y grupos humanitarios, incluido el Programa Mundial de Alimentos y la Agencia de la ONU para los Refugiados, plantearon crear una identificación digital para cada persona en el planeta, que esté vinculada a sus huellas digitales, fecha de nacimiento, registros médicos, educación, viajes, cuentas bancarias y más. No es difícil ver el potencial de control totalitario sobre toda la población del planeta.
La actual crisis sanitaria mundial está empujando para que se imponga legalmente un tipo de control biopolítico donde se registren absolutamente todos los datos históricos de cada persona, especialmente sus constantes biométricas en tiempo real de tal forma que el sistema de control puede estar recibiendo permanentemente las reacciones biológicas inconscientes del sujeto ante los diferentes acontecimientos que le sucedan.

En esta cumbre, Accenture demostró un prototipo funcional que proporcionaría la información de una persona a través de una aplicación. En ausencia de un dispositivo personal, esa persona aún podría ser reconocida a través de huellas digitales o escáneres de iris, siempre que esa información estuviera en la base de datos. Durante la demostración, David Treat, director gerente de Accenture, dijo que el prototipo tardó tres semanas en desarrollarse y que esperaba que fuera utilizado en las fronteras para mostrar identificación a través de códigos QR. «No estamos hablando de años y años de construcción. La tecnología está aquí y es escalable». También señalan que tecnología blockchain será la que permitirá salvaguardar la privacidad, pero sinceramente, no nos parecen muy convencidos.

Un estudio de caso que se planteó en la cumbre y que podría servir de experiencia piloto fue como en 2009, India lanzó Aadhaar, un programa de identificación digital en el que los ciudadanos inscriben voluntariamente nombre, fecha de nacimiento, sexo, dirección, número de teléfono, correo electrónico, 10 huellas digitales, dos escaneos oculares y una foto. A cambio, pueden usar la identificación digital para firmar documentos en línea, solicitar crédito y trabajos, ir a hospitales e intercambiar dinero, entre otras características. Pramod Varma, el arquitecto jefe del programa, cree que India se convertirá «rica en datos» en unos pocos años.
Sin embargo, actualmente parece que va a ser China la que proporcione el prototipo adecuado según las informaciones provenientes del control de la pandemia. En estos momentos, en medio de la crisis, se están haciendo propuestas de alcance para la inserción de interfaces digitales en seres humanos que registren toda su información, en primer lugar su estado sanitario. Ya hay entre 3000 y 4000 suecos que voluntariamente se han insertado microchips.

Al mismo tiempo Bill Gates ha anunciado que lanzará cápsulas implantables para humanos que tienen «certificados digitales»; Estos pueden mostrar quién ha sido examinado para el coronavirus y quién ha sido vacunado contra él. Los «certificados digitales» serían «puntos cuánticos- tatuajes» en los que los investigadores del MIT y de la Universidad de Rice están haciéndolos funcionar como una forma de mantener un registro de las vacunas. Actualmente, la forma más factible de implementar la identidad digital es a través de teléfonos inteligentes o sistemas de microchip RFID.
En paralelo, la edición de certificados sanitarios es una opción a corto plazo muy real (Alemania ya está en ello) que va a segmentar a la sociedad, empujando socialmente a su aceptación mediante el chantaje sanitario, económico y laboral. De la ampliación de estos certificados a una identificación integral no hay mucho trecho.

La RED 5G

Ahora bien, hacer funcional la identificación digital universal incluyendo parámetros biométricos exige la máxima operatividad de la red digital 5G haciendo funcionar el denominado «internet de las cosas/personas» (IoT) junto con el Big Data (BD) , la Inteligencia Artificial (IA) todo en tiempo real. Así cada individuo estaría perfectamente controlado y clasificado según nacimiento, ingresos, vivienda, preferencias de consumo, trayectos realizados habitualmente, comportamiento cívico, genoma, enfermedades, constantes biológicas actuales, etc.
La implantación de las redes 5G es un tema tecnológico, económico y de seguridad nacional y por ello nos introduce en un conflicto geopolítico global entre China, EEUU y la UE y sus respectivas empresas trasnacionales.

Con la 5G, estamos en medio de una enorme revolución: no sólo se multiplicarán por cien las velocidades de la red, sino que también necesitaremos una nueva infraestructura de red de telecomunicaciones, nuevos teléfonos móviles habilitados para la 5G y muchos más nodos de red que puedan hablar con múltiples dispositivos, no sólo con teléfonos móviles. En un mundo dominado por los dispositivos conectados será nuestra realidad en los próximos 10-15 años. Subyacente a todo esto está lo que fluye y conecta todos estos dispositivos y puntos de contacto: trillones y trillones de gigabytes de datos viajando en 5G a velocidades más rápidas de lo que podemos comprender, lo que lleva a la siguiente componente que permite esta revolución «Inteligencia Artificial» (IA).

5G no se desplegará instantáneamente a nivel mundial. Las épocas pasadas de 1G a 4G se construyeron sobre los sistemas existentes, mientras que 5G es un cambio costoso y que requiere mucho tiempo ya que se debe desarrollar una nueva infraestructura de telecomunicaciones. La tecnología 5G sólo está en manos de unos pocos países y algunos están más adelantados que otros. Dado el potencial y la amplitud de la tecnología para transformar las industrias y crear otras nuevas, los países se están empujando y bloqueando entre sí para controlar, definir y decidir quién impulsará esta tecnología. Más que quién controla la tecnología, un sistema de reglas, controles y equilibrios es crítico para asegurar que el mundo esté preparado para los cambios masivos que se avecinan. El marco para garantizar la seguridad y la privacidad sin estrangular la innovación en esta rápida red sobrecargada de información es primordial. La red de 5G es la columna vertebral de la era de los dispositivos de IO conectados, el petróleo que la alimenta será la gran cantidad de datos digeridos y la IA impulsada por los datos. Si bien la primera generación de la inteligencia artificial ha sido diseñada por los humanos, esperamos que la IA sea cada vez más decisiva para impulsar un mayor crecimiento y un ajuste más fino a medida que las enormes cantidades de puntos y nodos de datos superen la comprensión, el control y la gestión por parte de los humanos. El impacto en la IM (investigación de mercados) y las percepciones, en términos de fuentes de datos y análisis será transformador. No estaremos segmentando las poblaciones en generaciones (Millenniums, Gen Z, etc.), estaremos más enfocados en segmentar por «uno»; segmentando, personalizando y apuntando a los mercados para cada consumidor individualmente. Los fabricantes y servicios podrán adquirir un conocimiento profundo de sus consumidores para adaptar e influir en sus elecciones. Seguirán utilizando técnicas e instrumentos de investigación de mercado, aunque a escala.

La naturaleza misma del muestreo evolucionará hacia una mentalidad de censo, dada la posibilidad de reunir información de grandes poblaciones de manera más rápida y precisa. La analítica en vivo y el «dash-boarding» serán capaces de entregar datos sobre el comportamiento de los consumidores de forma instantánea, y serán lo suficientemente dinámicos para identificar tendencias y buscar nuevos datos a medida que se recogen usando algoritmos de aprendizaje automático (IA).
Los investigadores serán capaces de obtener datos a menudo disponibles públicamente de todos los aspectos de la vida diaria de un usuario, dando una visión de 360 grados de un consumidor, lo que nos permite predecir con precisión sus acciones antes de que se den cuenta. Las reuniones e interacciones virtuales serán la nueva normalidad para algunos tipos de investigación. Podremos construir mundos virtuales (como centros comerciales y experiencias de compra) para que los investigadores observen a los participantes y estudien su comportamiento. Mientras que los modelos de investigación evolucionan constantemente, esperamos que se creen nuevos modelos y que cambien drásticamente nuestro paisaje.

Dadas las vastas inversiones que se esperan para la tecnología 5G, habrá regiones en las que no penetrará – lugares que algunos de nosotros visitaremos para escondernos o seremos enviados a desintoxicarnos de un mundo de IO conectado 24/7. 
Con este resumen podemos hacernos una idea del contexto en el que nos movemos cuando hablamos de 5G.

China potencia 5G

Si vemos la expansión de China por el mundo contemplaremos el poder geopolítico que está construyendo a base de inversiones de todo tipo. Al mismo tiempo esta la guerra comercial con EEUU. En 2018, el comercio representó el 59% del PIB mundial, casi 1,5 veces más que desde 1980. Durante este período, el comercio internacional se ha transformado significativamente, no solo en términos de volumen y composición, sino también en términos de los países en los que se apoya el resto del mundo para sus relaciones comerciales más importantes. Ahora, se está produciendo un cambio crítico en el panorama, y China ya ha usurpado el puesto a Estados Unidos como el socio comercial más dominante del mundo. Desde 2018, ambas partes han enfrentado una relación tensa, imponiendo aranceles importantes a los bienes de consumo e industriales, y las represalias están alcanzando alturas cada vez mayores. Pero ahora la guerra alcanza niveles de intensidad muy altos por el control de la tecnología 5G.
La tecnología 5G es cualitativamente distinta de cualquier batalla comercial ya que quien la controle no solamente tiene una ventaja comercial inalcanzable sino que poseería el control de la seguridad nacional de los países donde se instalara.
El auge de China como potencia ha traído consigo un nuevo escenario de competencia estructural entre Washington y Pekín. Y en esta competencia, la supremacía tecnológica juega un papel fundamental. La Unión Europea, actor sin autonomía tecnológica, se ha visto presionada por ambas potencias para vetar o incluir a Huawei en las redes 5G.

¿Qué es y qué supone la red 5G?

A grandes rasgos, se trata de una nueva generación —la quinta— de tecnologías móviles. Desde el 1G, desarrollado en los años 80, hasta el 4G, la red mayoritaria actualmente, hemos ido aumentando calidad, volumen de datos y aplicaciones derivadas. El 1G permitió el uso de teléfonos móviles, el 2G los mensajes de texto, el 3G llevó internet al móvil, y el 4G permite el streaming de audio y video. El 5G, por su parte, no solo aumentará la velocidad de descarga, sino que servirá también para que más dispositivos estén conectados a la vez, abriendo la puerta a un gran número de industrias como las smart cities, los coches sin conductor o el Internet de las cosas. El 5G, además, al permitir la recolección y análisis de datos a tiempo real, se convertirá en los «ojos y oídos» de los sistemas de Inteligencia Artificial. Y, al reducirse también la latencia —la suma de retardos temporales dentro de una red—, las interacciones entre Internet y la nube se vuelven prácticamente instantáneas. Se trata de la infraestructura tecnológica sobre la que se construya la Cuarta Revolución Industrial. En definitiva, supone un salto no solo cuantitativo, sino también cualitativo que cambiará los modos de vida y traerá consigo nuevos retos y, con ellos, un debate internacional complejo en los terrenos económico, de seguridad y geopolítico.
En el terreno económico, se trata de una industria que puede ofrecer beneficios muy altos y, en este sentido, existe una «carrera» por el desarrollo de esta tecnología. Las tecnologías móviles representaron un 4,4 % del PIB mundial en 2016, por un valor de 3,3 billones de dólares. Se estima que en 2020 estas tecnologías reporten un total de 4,2 billones de dólares, ascendiendo a representar un 4,9 % del PIB mundial.

Actualmente, existen varias empresas con patentes en la industria del 5G (las chinas Huawei y ZTE, las europeas Nokia y Ericsson, las estadounidenses Qualcomm e Intel o las surcoreanas Samsung y LG), pero, en principio, es Huawei el que está en condiciones de ofrecer la instalación más completa y barata actualmente. También hay que tener en cuenta que sobre estas redes se sustentarán infinidad de industrias y aplicaciones —como los coches sin conductor o la automatización avanzada de las fábricas— que, muy posiblemente, compondrán la mayor fuente de beneficios económicos y políticos derivados del 5G. Algunos países europeos (Alemania, Reino Unido, España) tienen ya instaladas redes Huawei de generaciones anteriores y desmantelarlas sería muy costoso y disruptivo y prácticamente sería perder para siempre el futuro.
Por otro lado, un efecto muy relevante de la confrontación en materia de 5G para los países europeos ha sido la transformación de un asunto económico en uno de seguridad nacional. Tendrán que calcular muy bien cada decisión que tomen en materia de asociación tecnológica con China. Y es que es, en los posibles riesgos a la seguridad que puede plantear la implantación de redes de origen chino, donde ha puesto el acento Estados Unidos. Lo ha hecho señalando que Huawei y ZTE presentan riesgos a la seguridad nacional por sus intentos de extraer información sensible y sus vínculos directos con el Gobierno de Pekín.

La carrera por las patentes y posterior instalación de redes 5G es una competición geopolítica de primer orden. En esta Cuarta Revolución Industrial la tecnología en se ha convertido en la «nueva frontera del poder». Desde el think tank de la Comisión Europea, European Political Strategy Centre, lo tienen claro: En el siglo XXI, quien controle la tecnología digital cada vez tendrán más influencia económica, social y política. Estamos en un contexto de «geopolítización de la tecnología». Y en el presente escenario de tensión entre Estados Unidos y China, y al considerarse las redes 5G como una industria estratégica, estas se han convertido en «un campo de batalla importante para en la confrontación entre China y Estados Unidos sobre el futuro de las nuevas tecnologías»
China se está convirtiendo en una potencia con un papel fundamental en la innovación. Combinando planificación estatal con iniciativas claras que gozan de mucho presupuesto dirigidas a áreas muy concretas —como robótica, biotecnología, o telecomunicaciones—. Esto, junto con su enorme tamaño y población, se ha traducido en un crecimiento exponencial que ha situado a China en primer plano, con ambiciones de dominar la esfera tecnológica en muchos ámbitos.

Comenzó a impulsar su estrategia Go Global en 1999 con idea de aprovechar las ventajas que los mercados internacionales podían ofrecerle. Para ello impulsó a diversas empresas buscando crear «campeones globales». Huawei fue una de las empresas beneficiadas. La política industrial china, definida en la estrategia Made in China 2025 tiene el claro fin de convertir a China en una superpotencia global en alta tecnología a través de inversiones billonarias en I+D en numerosos campos.
El 5G, por su parte, juega un papel clave en esta estrategia, como se pone de manifiesto tanto en el propio plan Made in China 2025 donde, respecto al tema concreto de estas redes se estipuló «hacer avances en la comunicación móvil de quinta generación», como en el 13º Plan Quinquenal (2016-2020)42 donde describen el 5G como una «industria estratégica emergente» y una «nueva área de crecimiento». Su momento ha llegado. Ahora son los mejor posicionados para implantar estas redes por tanto para jugar un papel clave en la gobernanza digital y en la creación de la arquitectura digital global.
China es ya el principal inversor en Europa, habiendo superado a Estados Unidos en 2016, y su influencia económica se puede sentir en el seno de la UE, con el cálculo y diferente trato a los países que necesitan de la inversión China y los que no.

Mientras el este de Europa ofrece una buena plataforma donde asentarse para ganar influencia, es en el norte y oeste donde se encuentran las mayores inversiones chinas, donde se encuentran las empresas más potentes y los Estados más estables. Es allí, destacando Alemania y Francia, donde han concentrado gran cantidad de la inversión mediante la adquisición de acciones de diversas empresas en sectores estratégicos. Sobre todo, en compañías logísticas, infraestructuras e industria de alta tecnología.
El mundo vira hacia un escenario de competencia geopolítica que pone en riesgo, por un lado, la capacidad de los Estados miembros de defender sus intereses y valores. Y por otro, la relevancia de la UE como actor global, ya que los pilares en los que basaba su influencia: promoción del multilateralismo, valores políticos pierden relevancia a escala global.

Ericsson y Nokia cuentan con muchas patentes para la implantación de las redes 5G. De hecho, Ericsson presume de haber sido la primera compañía suministrar estas redes en 4 continentes. Y, ampliando la mirada sobre la innovación tecnológica, algunos países europeos son líderes en innovación, como Suecia (cuna de Ericsson), Finlandia (cuna de Nokia) o Dinamarca. La UE se ha visto envuelta en la competencia entre dos grandes potencias, llegando a ser presionada tanto por Washington como por Pekín. Con Estados Unidos llegando amenazar a la UE y a sus miembros con represalias en cooperación en materia de inteligencia o defensa si no bloqueaban a Huawei; y con China haciendo lo propio con medidas económicas si la vetaban como pedía Washington.
En resumen, es muy posible que haya un gran conflicto geopolítico de fondo detrás de esta crisis. La vacunación universal, su seguimiento global y digitalizado a nivel individual, la tecnología 5G forman una triada brutal para el control de la población con enormes consecuencias sistémicas.
El capitalismo se define por estar en crisis, se reinventa permanentemente, en un proceso en el que unos pocos sacan provecho y otros quedan apartados en las cunetas de la historia.

Este ha sido un proceso repetido en la historia económica y social, sobre todo desde el siglo XX. Las crisis económicas del capitalismo eran descritas por Rosa Luxemburgo de esta manera: “Todos sabemos cómo aterroriza el espectro de la crisis comercial a cualquier país moderno: la manera de anunciarse el advenimiento de dicha crisis es, de por sí, significativa. Después de unos cuantos años de prosperidad y buenos negocios, empiezan a aparecer vagos rumores en los diarios; la Bolsa recibe algunas noticias poco tranquilizadoras de ciertas quiebras; las indirectas que lanza la prensa se vuelven más específicas; la Bolsa se pone cada vez más aprensiva; (…) por último, las noticias de bancarrotas y cierres caen como gotas de agua en un chaparrón” (Rosa Luxemburgo, 1917).
Ya en el siglo XX aparece en este sentido la idea de la destrucción creativa, que en economía es un concepto ideado por el filósofo-sociólogo alemán Werner Sombart y popularizado por el economista austriaco Joseph Schumpeter en su libro Capitalismo, socialismo y democracia (1942). En él se describe el proceso de innovación que tiene lugar en una economía de mercado en el que los nuevos productos destruyen viejas empresas y modelos de negocio. «El proceso de Destrucción Creadora», escribe Schumpeter con mayúsculas​, «es el hecho esencial del capitalismo”.

Lo que suele suceder en este tipo de procesos es que, en la cresta de la ola, se sitúan los más poderosos, gobernando y timoneando los procesos.
Hagamos un repaso de cómo llegamos a la crisis financiera de 2008 y sus consecuencias. Es importante entender este antecedente cercano para comprender mejor lo que está pasando.

Después de la II Guerra Mundial

El Pacto Social Capital-Trabajo (del que fue excluido el Tercer Mundo) que había existido después de la II Guerra Mundial se rompió, debido a la imposición del poder del capital sobre el trabajo, en concreto de las grandes compañías multinacionales, que en EEUU (y también en otras economías enriquecidas) se conoce como la Corporate Class.
El Pacto Social había posibilitado el elevado crecimiento económico desde 1945 hasta mediados-finales de los años setenta en los países enriquecidos del Norte. En el sector industrial, el pacto daba lugar a convenios colectivos de cinco años, inicialmente firmados por el Sindicato del Automóvil (United Autoworkers Union, UAW) y las tres compañías de automóviles de EEUU, y que se convertían en el punto de referencia para el resto de los convenios colectivos en tal sector.

Durante gran parte de la mitad del siglo XX, los salarios estaban ligados a la productividad, de manera que el crecimiento de ésta determinaba el crecimiento correspondiente de los salarios. Durante aquel periodo, la riqueza creada por el aumento de la productividad se distribuyó a todos los sectores. Desde 1949 a 1979, el incremento de la renta del decil inferior fue de un 116% y el de la del decil superior fue de un 99%.
Esta situación cambió durante la Administración Carter, cuando el Gobernador del Banco Central Estadounidense, Paul Wolcker provocó una recesión, aumentando los intereses bancarios, induciendo un elevado desempleo y bajada de los salarios. El argumento utilizado “es que había que reducirlos a fin de controlar la inflación”. En realidad, significaba un cambio en las relaciones de poder, que dio origen a unas políticas fiscales y económicas que claramente beneficiaron a las rentas de capital y a las rentas más elevadas. Fue el fin del llamado Pacto Social, y ello determinó que a partir de entonces los crecimientos de la productividad no se tradujeran en un crecimiento paralelo de los salarios. La riqueza creada por el aumento de la productividad pasó a beneficiar primordialmente a las rentas del capital y a las rentas superiores. En esta época la información pasaba a ser la fuerza productiva más importante. a la par que se producía un declive de la mano de obra industrial.

Del periodo 1970 a 2005, el 5% de la población de renta superior incrementó su riqueza un 81%, el 20% de la población de renta superior un 53%, el 20% de la población con menor renta vio descender su renta un 1%. Y ello fue consecuencia de que los salarios descendieran o se estancaran durante aquel periodo, tal como han documentado los informes The State of Working America” del Economic Policy Institute. Es este descenso el que determinó el gran endeudamiento de las familias, que originó el enorme crecimiento de la banca. La financiarización de la economía (es decir, la gran extensión del sector financiero en la economía) se explica precisamente por el gran endeudamiento de la población. Endeudamiento que era posible por el elevado precio de la vivienda, y la mayor facilidad de tal endeudamiento.

La práctica agresiva de promoción del endeudamiento por parte de la Banca llegó también al fenómeno de las hipotecas basura que se supone que son el origen de la crisis financiera. A esto se añadían las distintas burbujas que existían en Europa, también las inmobiliarias.
La crisis financiera de 2008 trajo consecuencias de todo tipo. Una de ellas la mayor deuda de los países empobrecidos y los países del Sur de Europa. Tras el colapso de la economía en el 2008, se hizo bajar los tipos de interés a cero y se dejó crecer el endeudamiento de forma desorbitada, sobre todo para luego rescatar a las entidades financieras y grandes empresas multinacionales mientras la sociedad y el empleo se hundía.

Del 2007 al Covid-19

Tras repasar la historia de la expansión de la deuda en la economía mundial en el siglo XXI es lógico temer y esperar otras crisis.
En las primeras décadas del nuevo siglo se produjo una explosión de deuda en el sector privado del 20% al 37% impulsado por la desregulación bancaria, la globalización financiera y tipos de interés muy bajos. Esto provocó una catastrófica crisis hace exactamente diez años. En los cinco años anteriores de la crisis del 2008, según los datos del IIF (Instituto de Finanzas Internacionales), la deuda de los consumidores subió de 20 a 37 billones de dólares a escala mundial. La deuda en el sector bancario pasó de 30 billones en el 2003 a 58 billones de dólares el año 2018 y la de las empresas no financieras, de 26 billones a 46 billones.

En octubre del 2008, tras el colapso de las llamadas hipotecas basura en Estados Unidos, un ataque de miedo colectivo paralizó los mercados financieros globales. Para evitar que esto desembocara en una depresión económica, fue necesario no solo bajar los tipos de interés hasta cero o menos, sino también dejar crecer la deuda pública para amortiguar el golpe. La deuda la siguen pagando los más pobres. En forma de desempleo, salarios de hambre, financiaciones abusivas de servicios básicos e inestabilidad política (caos) que propician un avance al totalitarismo.Hipotecas Subprime

Como ejemplo de las consecuencias económicas decir que los estadounidenses nacidos a mediados de la década de 1980 han acumulado un patrimonio 34% inferior de lo que se preveía tomando en cuenta lo ocurrido con las generaciones anteriores, según estimaciones de la Reserva Federal de San Louis.
Se instauró a nivel mundial la precariedad, la poca capacidad de ahorro, y el crecimiento de la economía de plataformas bajo demanda, haciéndonos a unos esclavos de los otros. Se estableció el consumo como satisfacción de una demanda instantánea, en las sociedades enriquecidas.

Hemos de recordar aquí la teoría del llamado capitalismo del desastre definido así por la canadiense Noemi Klein. Según ella este capitalismo insta a los Gobiernos, inducidos por las grandes empresas, a aprovechar las crisis económicas, las guerras, las catástrofes naturales, las epidemias y los ataques terroristas para llevar a cabo todo tipo de medidas a favor del capital, la desregularización y, en definitiva, el capitalismo sin cortapisas, pero que incluye un control de la población, social y político.
Noemi Klein (hablando sobre la actual situación COVID) afirma que, en situaciones de crisis como desastres o pandemias, la ciudadanía puede perder mucho: las élites aprovechan esos momentos para aprobar reformas impopulares que agravan las divisiones económicas y sociales. N. K. afirmaba que: “Esta es una crisis global que no respeta fronteras. Por desgracia, los líderes en todo el mundo están buscando la forma de explotarla. Así que nosotros también debemos intercambiar estrategias”

A este momento histórico llegaron numerosas empresas multinacionales bastante saneadas y con las arcas llenas. Muchas de ellas obtuvieron después de 2008 amplias financiaciones gubernamentales, de forma directa o indirecta, algunas más de una vez fueron rescatadas en bolsa. Las más encaramadas en la cresta de la ola, se habían preparado para un proceso de cambio tecnológico, que el Covid-19 no ha hecho más que acelerar, profundizando en la brecha entre capital-trabajo.
Este pequeño recorrido nos demuestra que la actual crisis del COVID-19 está dentro de esta estrategia de transformación e imposición del capital.

¿Quién pagará la recesión económica desencadenada por el COVID-19?

Las consecuencias de la propagación del virus son desastrosas desde el punto de vista económico y social, sobre todo para los más empobrecidos, en forma de deuda y desempleo.
Estamos ante un escenario donde se destruirán, miles de empresas y empleos, en todo el mundo. Y en lugares donde no había ni si quiera empleo regularizado, habrá otras consecuencias más graves. Para unos pocos privilegiados ha sido una “gran oportunidad”. Incluso algunos lo aprovecharon apostando a la baja en las bolsas. Siempre, en toda crisis, se redistribuye el capital entre los de arriba.

Acumulación de deuda

El desencadenamiento de los distintos rescates, va a multiplicar la deuda de forma considerable en los países más empobrecidos o ya muy endeudados, ver gráfica entre 1970-2018). Esta es la gran losa que tendrán que soportar los más empobrecidos.
Si en Europa se produce una tormenta de cierre de empresas y desempleo (España tiene un 25% de economía sumergida), en los países donde no hay protección social ni empleo formal, las circunstancias se agravan considerablemente.
Las medidas de paralización total o parcial provocadas por la pandemia han afectado a casi 2.700 millones de trabajadores, es decir, al 81 por ciento de la fuerza de trabajo mundial. La recuperación de la actividad productiva del sistema capitalista va a dejar a millones de trabajadores y familias en la periferia, descartados o en la precariedad.
Quienes deberán enfrentarse a una reducción drástica y arrolladora de recortes salariales, a mayores niveles de explotación o esclavitud, o al despido, son los 1.250 millones de trabajadores empleados en múltiples servicios: de alojamiento y comidas, las industrias manufactureras, el comercio, transportes, actividades inmobiliarias y actividades administrativas y comerciales, que representan casi el 40 por ciento de la fuerza de trabajo mundial.

El hecho de que gran parte, entre el 50% y 60% de la economía sea informal (sin contrato laboral), hace que la mayoría de los trabajadores del mundo no pueda contar con medidas de apoyo en caso de cierre por confinamiento.
En las zonas más enriquecidas, mientras el parón se sucede, las grandes beneficiadas son las plataformas tecnológicas de entretenimiento (que recogen todos nuestros datos del confinamiento); así como las farmacéuticas, y las grandes empresas del sector sanitario y biológico. Todas ellas saldrán de esta crisis con más fuerza, con capacidad para fagocitar a los pequeños o a los que se encuentren más debilitados por los efectos del “virus”, económicamente hablando.
Por otra parte, el juego por internet e incluso la pornografía infantil han crecido como industrias ultra destructivas durante el confinamiento. Toda una conjura contra el ser humano y la familia, en forma de ensayo sociológico y con la lógica de una economía que mata, de una economía que controla y somete.
La gran línea estratégica de esta “gran transformación” se puede expresar como la ruptura, destrucción, degradación de las estructuras solidarias que conforman al ser humano convirtiendo a este a un individuo aislado y fragmentado desde el cual levantar el nuevo orden institucional

Cada día más cerca del Gran Hermano

Ya hay mucha información que nos puede dar pistas de lo que se nos viene encima: los certificados sanitarios en Alemania; el sistema de puntuación social de China; la vacunación obligatoria en Dinamarca; los microchips subcutáneos de Suecia; la Identidad Digital Universal; el levantamiento del secreto en la geolocalización; el reconocimiento facial biométrico, los códigos personales QR, las aplicaciones móviles biométricas… También transformaciones estructurales en el mundo laboral, educativo, sanitario, en el transporte que están transformando la realidad social silenciosa e implacablemente.
Y sobre todo lo que los expertos llaman la disonancia cognitiva general. Es decir, a pie de calle, realmente no se sabe que es lo que sucede: los datos oficiales dicen una cosa; los medios de comunicación dicen otra; no hay una fuente fiable de información científica. El objetivo es sembrar el miedo, la incertidumbre y el caos para poder seguir implementando nuevas medidas que apuntalen la “nueva normalidad totalitaria” que básicamente se resume en un control cuantitativo y cualitativo de la población. Control que en el caso de muchos países, como España, incluye un desastre económico que pone en manos de los fondos de inversión ( todos “buitre”) sectores enteros de la economía a precio de saldo.

El virus existe y los cientos de miles de muertos existen también. La situación de los países empobrecidos es un genocidio en toda regla. Los sectores sociales más bajos y vulnerables de los países enriquecidos constituyen también las primeras y mayoritarias víctimas. Se podría hablar tranquilamente de que ha sido declarada una guerra total contra la población, especialmente contra la población más pobre.

Se aceleran las tendencias totalitarias que ya existían en el neocapitalismo.

Desconocemos realmente todavía el origen del virus y como se ha llegado a convertir en una “pandemia global”, pero es cierto que la misma está sirviendo como instrumento para acelerar una serie de procesos de naturaleza totalitaria que ya se apuntaban anteriormente.
El neocapitalismo digital nacido antes de la crisis vírica mostraba ya tendencias totalitarias que ahora se han implementado a una velocidad inusitada desde el punto de vista de la aceptación social. Este nuevo sistema totalitario parte de las bases del modelo neocapitalista anterior que ya había sido superado por integración/elevación. Las crisis anteriores desde los años 90 del siglo XX han ido poniendo las bases institucionales y estructurales de un nuevo sistema hiper-capitalista global que necesita liquidar los restos que le estorban de la fase capitalista anterior: el estado-nación como sujeto formal de soberanía; la clase media industrial y de servicios en los países desarrollados; el modelo social de familia burguesa básicamente cooperativa de egoísmos; el empleo estable en los países enriquecidos…

Los que, denunciando esta tendencia globalista, se siguen refugiando en modelos capitalistas anteriores donde disfrutaban de privilegios ilegítimos, ahora volatilizados, no tienen fuerza moral frente a este nuevo sistema hipercapitalista totalitario. Las etapas anteriores del capitalismo que estos sectores añoran fueron fases necesarias para el nacimiento de este nuevo sistema que ahora repudian. El capitalismo anterior (liberal o comunista), básicamente nacido después de la II Guerra Mundial, se apoyaba estructuralmente sobre la explotación y dominación del Tercer Mundo, es decir del 80% de la humanidad. Y sobre esta base de injusticia estructural, que sigue asesinando a 100.000 personas diarias de hambre, se levantó el bienestar consumista de las sociedades opulentas del llamado Norte enriquecido que ahora se reivindica desde populismos tanto de extrema derecha como de extrema izquierda.

Degradación y destrucción de la naturaleza solidaria del ser humano

La gran línea estratégica de esta “gran transformación” se puede expresar como la ruptura, destrucción, degradación de las estructuras solidarias que conforman al ser humano convirtiendo a este a un individuo aislado y fragmentado desde el cual levantar el nuevo orden institucional:
Negación de la dimensión religiosa del ser humano absolutizando el poder político del estado-mercado neocapitalista. Confirmación de una religión secular que se cree capaz de conseguir la perfección humana y social mediante la tecnología. Negación del sentido transcendente de la existencia.
Destrucción del concepto de naturaleza humana como dato objetivo que tiene inscrito un mensaje ético absoluto. Se favorece con ello la dictadura del relativismo que permite la dominación/explotación de los poderosos contra los débiles. Se impone un reduccionismo tecno-biologicista del ser humano. El concepto de dignidad sagrada del ser humano salta por los aires. La sociedad acepta una pseudocultura tecnocrática, transhumanista/ posthumanista que “cree” y quiere hacernos creer que la naturaleza humana es moldeable hasta hacer que la propia especie llegue a mutar.
Ataque sistemático al matrimonio y a la familia como escuela de vida, amor y solidaridad dejando a la persona aislada y fragmentada sin los vínculos fundantes y fundamentales (filiación, fraternidad, paternidad, maternidad, amistad y solidaridad) que le permiten desarrollarse plenamente. Como consecuencia se desarrollan individuos narcisistas, dependientes, adictivos y fácilmente manipulables.

Consolidación del Hipercapitalismo digital. Crecimiento exponencial de la dictadura del capital contra el trabajo. Degradación y explotación del mundo del trabajo favoreciendo la autoexplotación, la esclavitud, el descarte social y sobre todo la destrucción de la dimensión profesional de la vocación humana que permiten la independencia de la persona y por tanto la formación de una familia y un hogar que den solidez a una militancia por la justicia.
Imposición manipulativa de una ideología tecnocrática que anula la necesidad/responsabilidad política personal y colectiva por el Bien Común sustituyéndola por un determinismo tecnológico automático que solo cabe aceptar. La Comunidad Política queda reducida a escombros.

Del estado de “alarma” al estado de “excepción”. ¿Un golpe de estado?

Juan Manuel de Prada afirma que se ha producido un auténtico golpe de estado político y antropológico.
…, al cobijo del estado de alarma decretado por la patulea que nos gobierna, se está perpetrando un golpe de Estado. Y, en efecto, es cierto que estos bellacos se han arrogado facultades más propias del estado de excepción que del estado de alarma. Es cierto también que, aprovechando intempestivamente la emergencia sanitaria, han modificado la regulación de los servicios secretos. Es cierto, asimismo, que se ha suprimido de un plumazo el control parlamentario, Pero la atención sobre este hipotético golpe de Estado político no debe distraernos del más amedrentador golpe de estado antropológico que se está produciendo ante nuestros ojos y ante nuestra pobre alma hecha fosfatina. A nadie se le escapa que el estado de alarma está propiciando un acongojante experimento de disciplina social en el que el Estado Leviatán se erige en fiscalizador despótico no sólo de nuestros movimientos, sino también de nuestras emociones y pensamientos, que han sido regulados y estabulados de modo aplastante, hasta convertirnos en un rebaño egoísta y desalmado que sale cínicamente a los balcones a aplaudir a médicos y asistentes sanitarios (en lugar de rebelarse contra unos gobernantes perversos que los empujan a la muerte sin procurarles protección), o que presume de cívico quedándose en casa (mientras otros menos afortunados producen y distribuyen a cambio de un salario ínfimo y con gran riesgo de su vida los alimentos que zampamos)…. Tanta abyección no sería, sin embargo, posible si entretanto no se hubiese adelgazado nuestra condición humana, hasta hacerla casi reptiliana. Resulta pavoroso comprobar cómo el rasgo civilizatorio más característico (la reverencia ante la muerte y ante los muertos) ha sido abolido por completo, de la forma más expeditiva y atroz, sin que nadie rechiste. Los enfermos de coronavirus mueren en soledad, aislados de sus familiares, sin recibir consuelo espiritual alguno, y son entregados a la tierra o al fuego devorador como si fuesen muebles desencolados.

Duras palabras, pero no menos duras que la realidad. Ni siquiera sabemos el número real de muertos. Y sobre todo ha quedado de manifiesto la debilidad de las sociedades opulentas de occidente machacadas por un neocapitalismo global que ha triturado su espíritu.
Por otro lado, Albert Cortina nos plantea la configuración de un nuevo orden mundial.
Al drama sanitario le seguirá la depresión económica, el colapso del sistema financiero actual, la explosión social y tal vez, a modo de una «tormenta perfecta», esta situación nos pueda conducir a la intensificación de la presente guerra mundial híbrida, es decir, a un conflicto armado global que mezclaría tácticas de guerra convencional (sin descartar el uso de las armas nucleares), la guerra irregular y la ciberguerra, junto con las fake news y el uso de las últimas tecnologías disruptivas a través de las cuales la influencia y el control absoluto sobre la población resultarían vitales …. El Nuevo Orden Mundial necesitaba una crisis sistémica como esta para poder implementarse con mayor celeridad y extensión, y la pandemia -sea o no de «falsa bandera»- ha sido el detonante perfecto. ….. Algunos globalistas acarician la idea que el control de la población a través de una eugenesia liberal, o la reducción del número de habitantes en el planeta, sería la solución definitiva a la emergencia climática y a la crisis ambiental.

En el espejo del modelo asiático

Tras las explosión y control de la pandemia en China, Corea, Singapur, Hong Kong, Taiwan y tras el desastre de los países occidentales incluida Sudamérica se nos está proponiendo un modelo social asiático, confucianista, totalitariamente aceptado por la sociedad basado en un control digital de la población.
El filósofo Byung-Chul Han afirma que la conciencia crítica ante la vigilancia digital es en Asia prácticamente inexistente.
En comparación con Europa, ¿qué ventajas ofrece el sistema de Asia que resulten eficientes para combatir la pandemia? Estados asiáticos como Japón, Corea, China, Hong Kong, Taiwán o Singapur tienen una mentalidad autoritaria, que les viene de su tradición cultural (confucianismo). Las personas son menos renuentes y más obedientes que en Europa. También confían más en el Estado. Y no solo en China, sino también en Corea o en Japón la vida cotidiana está organizada mucho más estrictamente que en Europa. Sobre todo, para enfrentarse al virus, los asiáticos apuestan fuertemente por la vigilancia digital.

Sospechan que en el big data podría encerrarse un potencial enorme para defenderse de la pandemia. Se podría decir que en Asia las epidemias no las combaten solo los virólogos y epidemiólogos, sino sobre todo también los informáticos y los especialistas en macrodatos. Un cambio de paradigma del que Europa todavía no se ha enterado. Los apologetas de la vigilancia digital proclamarían que el big data salva vidas humanas. 
China ha introducido un sistema de crédito social que permite una valoración o una evaluación exhaustiva de los ciudadanos. Cada ciudadano debe ser evaluado consecuentemente en su conducta social. En China no hay ningún momento de la vida cotidiana que no esté sometido a observación. Se controla cada clic, cada compra, cada contacto, cada actividad en las redes sociales. A quien cruza con el semáforo en rojo, a quien tiene trato con críticos del régimen o a quien pone comentarios críticos en las redes sociales le quitan puntos. En China hay 200 millones de cámaras de vigilancia, muchas de ellas provistas de una técnica muy eficiente de reconocimiento facial.

En China es posible esta vigilancia social porque se produce un irrestricto intercambio de datos entre los proveedores de Internet y de telefonía móvil y las autoridades. Prácticamente no existe la protección de datos. En el vocabulario de los chinos no aparece el término “esfera privada”. Toda la infraestructura para la vigilancia digital ha resultado ser ahora sumamente eficaz para contener la epidemia, según ellos. Cuando alguien sale de la estación de Pekín es captado automáticamente por una cámara que mide su temperatura corporal. Si la temperatura es preocupante todas las personas que iban sentadas en el mismo vagón reciben una notificación en sus teléfonos móviles.

Una guerra fría no declarada

La UE emerge como la gran derrotada de esta crisis. Su unidad se ha puesto una vez más al borde al abismo y realmente a estas alturas no se sabe si aguantará el golpe. Su tradición cultural es contraria a la cultura asiática pero como ha dicho Macron: «Muchas certezas y creencias desaparecerán. Muchas cosas que pensábamos imposibles están pasando».
Henry Kissinger, que fue Secretario de Estado de la Administración Nixon, cree que los gobernantes deben comenzar a prepararse para la transición a un orden mundial nuevo tras el coronavirus. Aunque el Secretario General de Naciones Unidas, Antonio Guterres, habla de cooperación entre las grandes potencias para vencer al virus, lo cierto es que parece que los tiros van por otro lado. La pandemia se ha convertido en una competición por el liderazgo global.

Ya son muchos los que defienden que el modelo oriental ha ganado la globalización. Se trata de una guerra fría no declarada que llevaba tiempo fermentando y muestra su faz verdadera a la dura luz del Covid-19. China va a ser capaz de vender su estado policial digital como modelo de éxito frente a la pandemia. En occidente los votantes, atraídos por ideas relacionadas con la seguridad de sus comunidades, podrían estar dispuestos a sacrificar sus libertades. El coronavirus va a acelerar un cambio de tendencia en el ejercicio de poder e influencia desde occidente a oriente.
Muchos en la izquierda europea, entre ellos el filósofo esloveno Slavoj Žižek, temen también un contagio del autoritarismo y predicen que llegará a occidente “una nueva barbarie de cara humana -medidas despiadadas encaminadas a la supervivencia, aplicadas con una mezcla de arrepentimiento y simpatía, pero legitimadas por las opiniones de los expertos”

El filósofo Yuval Noah Harari vocero del globalismo hipercapitalista conecta perfectamente con el nuevo totalitarismo al defender una especie de cooperación de los poderosos basada en la supuesta capacidad técnica [que no moral]de una élite de expertos que sí podría moverse libremente por el planeta mientras los demás debería estar más o menos confinados.
“Podría argumentar que no hay nada nuevo en todo esto. En los últimos años, tanto los gobiernos como las corporaciones han estado utilizando tecnologías cada vez más sofisticadas para rastrear, monitorear y manipular a las personas. Sin embargo, si no tenemos cuidado, la epidemia podría marcar un hito importante en la historia de la vigilancia. No solo porque podría normalizar el despliegue de herramientas de vigilancia masiva en países que hasta ahora las han rechazado, sino aún más porque significa una transición dramática de la vigilancia «sobre la piel» a «bajo la piel»….

…Otro requisito es llegar a un acuerdo global sobre viajes. Suspender todos los viajes internacionales durante meses causará enormes dificultades y obstaculizará la guerra contra el coronavirus. Los países necesitan cooperar para permitir que al menos un goteo de viajeros esenciales continúe cruzando fronteras: científicos, médicos, periodistas, políticos, empresarios. Esto puede hacerse alcanzando un acuerdo global sobre la preselección de los viajeros por su país de origen. Si sabe que solo los viajeros cuidadosamente seleccionados fueron permitidos en un avión, estaría más dispuesto a aceptarlos en su país”. 

Conclusión

Estamos asistiendo a una “gran transformación” integral que está reestructurándolo casi todo. El control de población (cuantitativo y cualitativo) integral que se deriva de las anteriores dimensiones descritas supondrá una nueva etapa en la historia de la humanidad que podría alterar incluso el concepto la naturaleza humana.

El poder global de este Nuevo Orden Mundial se estructuraría en diferentes niveles:
El núcleo duro va a estar formado por las grandes empresas tecnológicas globales -occidentales y chinas- y los fondos financieros de inversión que participan en todas las estructuras del poder (mediático, económico, político).
Junto a este núcleo duro se apalanca la llamada sociedad civil neocapitalista formada por una red institucional público-privada supranacional (fundaciones, ONGs, alianzas, fondos, mecanismos,…) que gestiona la intervención de toda una “diplomacia global filantrópica” y que dispone de un poder financiero enorme proveniente de las donaciones privadas del vértice capitalista y también recursos públicos usurpados por los gobiernos de los estados-nación previamente “cooptados” por el gran núcleo del poder hipercapitalista.
Finalmente, el tercer nivel lo forma el tradicional poder político nacional e internacional totalmente subordinado al núcleo primario y cuya importante misión es hacer legalmente posible sus exigencias. Esto no es nuevo. El Estado moderno siempre ha sido la estructura legal necesaria que aportara seguridad jurídica, política, policial y militar al capital.

De un lado se ha ido constituyendo una élite con ingresos óptimos, salud óptima, seguridad optima que podría moverse por el planeta libremente. Por otro lado, la gran masa de población estaría segmentada corporativamente y tendría diferentes restricciones de todo tipo: sanitarias, de movilidad, crediticias, laborales…. La brecha de la desigualdad se está convirtiendo en un abismo. El descarte y la esclavitud, en la condición de la inmensa mayoría. Tal vez tardemos en aceptar “formalmente” una dictadura pero, como ya hemos apuntado, si la mayoría de la población va aceptando estas restricciones en base al supuesto “interés general”, no es algo difícil de imaginar.
De momento, no nos hemos resignado. La pregunta que nos hacemos es sencilla, pero exige una respuesta: Ante este panorama, ¿qué vamos a hacer? No querer planteársela ya es una opción.


Una respuesta adecuada al desafío 
de un nuevo sistema totalitario


Existe el virus y también existe la configuración institucional y estructural de un nuevo sistema totalitario. Sistema que se está implementando globalmente aprovechando la pandemia y acelerando las tendencias del hipercapitalismo digital configurado en la última década.
Las grandes empresas tecnológicas globales y los fondos de inversión que concentran el capital están el vértice de esta estructura que en cascada va controlando los organismos supra y trasnacionales; los gobiernos de los estados nación y la sociedad civil neocapitalista (fundaciones, ONGs,…) que administra la legitimidad social.

Existen los dos fenómenos, y además hay una correlación entre ambos. Esta correlación no está nítidamente definida, no podemos afirmar taxativamente una relación causal, pero si es cierto, como ya hemos dicho, que toda la estructura y dinámica institucional de la salud a nivel global estaba siendo preparada desde hace décadas para implementar un nuevo y más potente mecanismo político de control de población. Era muy plausible que, con el nivel tecnológico alcanzado, tanto en extensión (planetaria) como en intensidad ( hasta los planos más íntimos del ser humano), los dirigentes del neocapitalismo global se plantearan coordinadamente, aprovechando o induciendo alguna crisis, acelerar los cambios para los que ya estaban preparados.

Cualquiera que conozca mínimamente cómo funciona el poder moderno (económico-político) sabe que trabaja siempre a medio y largo plazo; y con varios, no pocos, escenarios posibles para los que suele tener protocolos de actuación establecidos. Este dinamismo se ha incrementado sustantivamente con la inteligencia artificial y todo el conjunto de “tecnologías convergentes” ( nanotecnología, biotecnología, ciencias de la información y del conocimiento). Para el poder “casi todo” suele estar bajo control incluso sus propios conflictos internos que no son pequeños precisamente. Este poder global no es unívoco y siempre esta sometido a grandes tensiones internas propias del afán de dominación pero que intentan minimizar con una gran nivel de coordinación a través foros y organismos multilaterales públicos y privados (ONU, G6,G20, Trilateral, Club de Roma, Bilderberg, Davos, UE, …etc.). También cuentan con toda la red oculta de los servicios de inteligencia política, militar y económica.
Sin embargo, a la sociedad, al pueblo le suelen sorprender los acontecimientos y eso genera incertidumbre, sensación de caos y por lo tanto miedo. El miedo debidamente dosificado a través de los canales de comunicación social es un arma política de primera categoría. No podemos nunca olvidar que la inmensa mayoría de los medios de comunicación están bajo el control de los fondos de inversión y de las grandes empresas tecnológicas que marcan las directrices que configuran la opinión publica a nivel global.

No se pueden permitir personas, comunidades, pueblos que piensen con cabeza propia, que se autoorganicen para responder a sus necesidades.

La falta de preparación y previsión de la sociedad es deliberada, está perfectamente planificada. No se pueden permitir personas, comunidades, pueblos que piensen con cabeza propia, que se autoorganicen para responder a sus necesidades. Es clave que todo y todos estén subordinados al vértice económico-político. Hay una estrategia de fondo permanente para generar dependencias, adicciones, déficits, deudas, resignaciones, impotencias, desesperanzas que hagan a las personas y a los pueblos dependientes del poder.
El individualismo, el corporativismo, el nacionalismo, el consumismo, la falta de la cultura política, la anulación de la dimensión religiosa de la vida, la decreciente conciencia social, los infinitos mecanismos de manipulación de la conciencia, la instrumentalización de la opinión pública, el fracaso del sistema educativo, el desempleo, la precariedad, el fraccionamiento de tiempo, la destrucción de la estructuras solidarias que conforman y vinculan al ser humano como por ejemplo la familia, etc. Son toda una batería de mecanismos que sistemáticamente desvertebran, dividen y licuan a la sociedad. Actualmente, podemos afirmar que el individuo está solo, fragmentado y desarmado frente al poder.

Además los voceros mediáticos y políticos de este nuevo sistema totalitario, para defender la mano que les da de comer, intentan desacreditar siempre cualquier análisis estructural que denuncie la existencia de esta nueva configuración política imperialista de la gobernanza mundial. Para ello están generando una confusión deliberada, sistemática y permanente que impida adquirir una conciencia adecuada de la situación en la que estamos. Intentan mezclar a los llamados “negacionistas” del virus con aquellos que están denunciando la imposición de un nuevo sistema hipercapitalista de naturaleza totalitaria. El virus existe y mata; el imperialismo existe y también mata.

¿Qué percibe la gente? No hay certeza científica; no hay certeza informativa y sobre todo no hay confianza política. El grado de desinformación es brutal y ello está provocando una disonancia cognitiva en la sociedad de tal magnitud que impide cualquier tipo de respuesta racional. El emotivismo está descontrolado. Pasamos del aplauso al pánico y a la delación mientras aceptamos tácitamente la eutanasia social de los más vulnerables.
Frente a este nuevo clima totalitario que se esta configurando es necesario que aportemos unas coordenadas de actuación que intenten dar respuesta adecuada al desafío que se nos está planteando. 

¿Qué podemos hacer? Pues mucho:
  1. Buscar y trabajar por la verdad. Solo la verdad nos puede liberar y por ello debemos desarrollar un pensamiento crítico y autocrítico (vs autocomplacencia; vs victimismo; etc.)
  2. Romper el individualismo. Buscar la colaboración, la ayuda mutua; buscar a otros con los que poder afrontar los problemas y situaciones difíciles a las que nos enfrentamos.
  3. Cambio en nuestras formas de vida. Ir cambiando nuestras formas de vida materialistas y consumistas por unas formas de vida austeras y sencillas que respeten a los demás y respeten nuestra casa común, la naturaleza. No dejarnos adoctrinar por los medios de comunicación sino buscar alternativas reales a la cultura actual.
  4. Creer en lo pequeño organizado. El poder nunca va contra el propio poder. Por ello no se puede confiar en las alternativas que buscan, exigen o necesitan el poder para materializarse. Solo desde lo pequeño organizado y planificado al margen de los mecanismos del poder se puede generar una genuina alternativa.
  5. Gratuidad. En la misma línea hay que potenciar la entrega sacrificada y desinteresada a un ideal de justicia y solidaridad. Hay que renunciar a todos los beneficios del poder.
  6. Solidaridad y Bien Común. Trabajar asociadamente por una cultura de la solidaridad entendida esta como la decisión firme y perseverante de trabajar por el Bien Común de la sociedad. Única forma de hacer compatible el bien personal y el colectivo. Ello exige entrega y sacrificio.
  7. Promoción personal y colectiva. Iniciar un proceso personal y colectivo de promoción formando nuestra conciencia moral y política frente la manipulación del sistema totalitario. Para ello es necesario leer, formarse junto con otros en un ideal común de justicia.
  8. Afirmar la naturaleza humana como dato moral objetivo. Aceptar y defender que la naturaleza humana es un dato objetivo que tiene inscrito un mensaje ético con absolutos morales. El principal es la defensa incondicional de la vida humana inocente.
  9. Defensa radical de la vida humana y su dignidad. Es clave aceptar la dignidad inalienable de la persona humana desde la concepción hasta la muerte natural. Todo ser humano es persona y posee la máxima dignidad en cualquier fase o circunstancia de su vida. Es inaceptable un concepto de dignidad humana materialista y utilitarista.
  10. Promoción de la vocación en cada persona. Potenciar personal y comunitariamente el descubrimiento de la vocación de cada persona en todas sus dimensiones (sexual, estado, profesional, política) poniéndola al servicio del Bien Común como forma de descubrir y vivir adecuadamente la plenitud de la existencia.
  11. Matrimonio y familia como base de la sociedad. Potenciar el matrimonio y la familia como comunidad de vida, amor y solidaridad abierta a los demás, abierta al mundo. Generar Familia de familias como respuesta comunitaria a las agresiones que actualmente esta sufriendo esta institución.
  12. Trabajo sobre capital. Luchar asociadamente defendiendo la prioridad del trabajo frente al capital. La centralidad de la persona humana y su dignidad hacen que el trabajo, es decir la persona humana, esté por encima del capital (dinero, tecnología,…)
  13. Responsabilidad política. Comprometernos políticamente por el Bien Común desde nuestra vocación específica. No es posible la neutralidad y no es admisible la indiferencia. El ser humano tiene una vocación política intrínseca.
  14. Opinión pública solidaria. Participar en la creación de una opinión pública que denuncie las verdaderas causas de las injusticias y dé a conocer las verdaderas respuestas a los problemas humanos que solo la sociedad puede y sabe hacer.
  15. Vertebrar la sociedad desde la base. Generar estructuras y proyectos profesionales autogestionarios (protagonismo personal) que articulen la sociedad (protagonismo colectivo) desde la base aplicando el principio de solidaridad y el principio de subsidiariedad. Proyectos sanitarios, educativos, sociales, tecnológicos al servicio del pueblo y al margen de los condicionantes del poder que vayan articulando orgánicamente la sociedad en una verdadera comunidad política.
  16. Finalmente, y no por ello lo último, hay que cultivar y profundizar nuestra dimensión religiosa, trascendente que nos haga ver más allá. El cristianismo, desde el que escribimos, estas líneas no es una religión, aunque implica una religación a Dios y a los hombres. No es una ley, aunque implica una serie de preceptos. El cristianismo es fundamentalmente una fe por tanto es un don que primero se recibe y que luego nos impulsa a una tarea. Tarea basda en la confianza del que va delante y que ya ha derrotado a la muerte y a toda injusticia. Es el seguimiento de Jesús, el Hijo de Dios, que se entregó total y radicalmente hasta la muerte y una muerte de cruz por nuestra salvación. Con Jesús, verdadero Dios y verdadero hombre sabemos que la injusticia no tiene la última palabra.
Cada una de estas coordenadas se puede concretar en millar de pequeñas acciones que pueden convertir nuestra vida cotidiana en un despliegue virtuoso de posibilidades. Solo desde aquí es posible la esperanza, la auténtica, porque la esperanza es la virtud del que lucha.

EL FIN DEL SER HUMANO ESTÁ CERCA: NUEVA (SUB)NORMALIDAD AGENDA 2023 - 2030  
TRANSHUMANISMO CONTROL DICTADURA ALIENACIÓN   GLOBALISMO GENOCIDIO HUMANICIDIO

PLANDEMIA - CAMPAÑA CONTRA LOS NO VACUNADOS

Rescatamos esta recopilación como dedicatoria a todos los hijos de satanás que en el día de hoy han alzado la voz contra “la cultura del odio y las cacerías inhumanas”.
Con el pasar del tiempo, vuestro terrorismo informativo está quedando todavía más en evidencia.


La idiotización de la sociedad 
como estrategia de dominación

Para conseguirlo, el poder se vale del entretenimiento vacío, con el objetivo de abotagar nuestra sensibilidad social, y acostumbrarnos a ver la vulgaridad y la estupidez como las cosas más normales del mundo, incapacitándonos para poder alcanzar una conciencia crítica de la realidad.
En el entretenimiento vacío, el comportamiento zafio e irrespetuoso se considera valor positivo, como vemos constantemente en la televisión, en los programas basura llamados “del corazón”, y en las tertulias espectáculo en las que el griterío y la falta de respeto es la norma, siendo el fútbol espectáculo la forma más completa y eficaz que tiene el sistema establecido para aborregar a la sociedad.

En esta subcultura del entretenimiento vacío, lo que se promueve es un sistema basado en los valores del individualismo posesivo, en el que la solidaridad y el apoyo mutuo se consideran como algo ingenuo. En el entretenimiento vacío todo está pensado para que el individuo soporte estoicamente el sistema establecido sin rechistar. La historia no existe, el futuro no existe; sólo el presente y la satisfacción inmediata que procura el entretenimiento vacío. Por eso no es extraño que proliferen los libros de autoayuda, auténtica bazofia psicológica, o misticismo a lo Coelho, o infinitas variantes del clásico “cómo hacerse millonario sin esfuerzo”.
En última instancia, de lo que se trata en el entretenimiento vacío es de convencernos de que nada puede hacerse: de que el mundo es tal como es y es imposible cambiarlo, y que el capitalismo y el poder …del Estado son tan naturales y necesarios como la propia fuerza de gravedad. Por eso es corriente escuchar: “es algo muy triste, es cierto, pero siempre ha habido pobres oprimidos y ricos opresores y siempre los habrá. No hay nada que pueda hacerse”.

El entretenimiento vacío ha conseguido la proeza extraordinaria de hacer que los valores del capitalismo sean también los valores de los que se ven esclavizados por él. Esto no es algo reciente, La Boétie, en aquel lejano siglo XVI, lo vio claramente, expresando su estupor en su pequeño tratado Sobre la servidumbre voluntaria, en el que constata que la mayor parte de los tiranos perdura únicamente debido a la aquiescencia de los propios tiranizados.
El sistema establecido es muy sutil, con sus estupideces forja nuestras estructuras mentales, Y para ello se vale del púlpito que todos tenemos en nuestras casas: la televisión. En ella no hay nada que sea inocente, en cada programa, en cada película, en cada noticia, siempre rezuma los valores del sistema establecido, y sin darnos cuenta, creyendo que la verdadera vida es así, nos introducen sus valores en nuestras mentes.

El entretenimiento vacío existe para ocultar la evidente relación entre el sistema económico capitalista y las catástrofes que asolan el mundo. Por esto es necesario que exista el espectáculo vacuo: para que mientras el individuo se autodegrada revolcándose en la basura que le suministra el poder por la televisión, no vea lo obvio, no proteste y continúe permitiendo que los ricos y poderosos aumenten su poder y riqueza, mientras las oprimidos del mundo siguen padeciendo y muriendo en medio de existencias miserables.

Si seguimos permitiendo que el entretenimiento vacío continúe modelando nuestras conciencias, y por lo tanto el mundo a su antojo, terminará destruyéndonos. Porque su objetivo no es otro que el de crear una sociedad de hombres y mujeres que abandonen los ideales y aspiraciones que les hacen rebeldes, para conformarse con la satisfacción de unas necesidades inducidas por los intereses de las élites dominantes. Así los seres humanos quedan despojados de toda personalidad, convertidos en animales vegetativos, siendo desactivada por completo la vieja idea de luchar contra la opresión, atomizados en un enjambre de egoístas desenfrenados, quedando las personas solas y desvinculadas entre ellas más que nunca, absortas en la exaltación de sí mismas.

Así, de esta manera, a los individuos ya no les queda más energía, para cambiar las estructuras opresoras (que además no son percibidas como tales), ya no les queda fuerza ni cohesión social para luchar por un mundo nuevo.
No obstante, si queremos revertir tal situación de enajenamiento a que estamos sometidos, solo queda como siempre la lucha, solo nos queda contraponer otros valores diametralmente opuestos a los del espectáculo vacuo, para que surja una nueva sociedad. Una sociedad en que la vida dominada por el absurdo del entretenimiento vacío sea tan solo un recuerdo de los tiempos estúpidos en que los seres humanos permitieron que sus vidas fueran manipuladas de manera tan obscena.

Pandemia X ¿Prolegómenos de un nuevo totalitarismo biopolítico? por Carlos Llarandi

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