lunes, 25 de octubre de 2021

LIBRO "¡DESPIERTA!": CÓMO LAS ÉLITES ESTÁN CONTROLANDO EL MUNDO EN NOMBRE DE LA SALUD por FERNANDO PAZ 🏪😡🔆


¡DESPIERTA!
Cómo las élites están 
controlando el mundo 
en nombre de la salud


El historiador y presentador Fernando Paz publica su nuevo libro ¡Despierta!, en el que quiere alertar de cómo las élites están controlando el mundo. «Estamos asistiendo a una guerra entre las élites globalistas y sus pueblos, a quienes aspiran a arrebatar identidad y libertad. Ellas están construyendo un mundo a “dos velocidades”, en el que gozan de todas las ventajas frente a los cada día más desposeídos hombres del común», sentencia.
«Las sucesivas crisis que venimos padeciendo en las últimas décadas han engordado los patrimonios más holgados y han elevado los salarios de las rentas más altas, mientras se depauperan y proletarizan las clases medias y se precarizan las clases trabajadoras, los empleados y autónomos; desde los noventa hemos sido testigos de grandes transferencias de riqueza en favor de esas rentas más altas», afirma Fernando Paz.
«Su objetivo es el de disminuir la cantidad de población mundial, al tiempo que se aumenta el control sobre esta. El modelo es China, pero Occidente camina por la misma senda, en nuestro caso en el nombre de la salud. La vacunación está jugando un papel esencial en el control y clasificación de los ciudadanos a manos del poder, listándonos en obedientes y disidentes. La siembra del miedo parece dar su fruto, anulando toda conciencia crítica en buena parte de la población. Si aceptamos el futuro que las élites nos han diseñado sin que se rebele algo dentro de nosotros, la imposición del pasaporte covid no será más que el prólogo de un oscuro camino hacia la sumisión más completa», advierte.

En ¡Despierta!, el autor explica como en octubre de 2019 tuvo lugar en Nueva York el Evento 201, un encuentro al más alto nivel en el que se dieron cita las principales agencias globalistas. Allí se simuló la irrupción de una pandemia que se extendería por el mundo debido a un novedoso coronavirus especialmente contagioso, basado en el SARS y que, procedente de un murciélago, saltaba a los humanos a través de un animal intermedio. El supuesto incluía la ausencia de vacuna durante el primer año. Las consecuencias sociales y económicas de la pandemia resultaban devastadoras.

Tres meses después, «una OMS sostenida por los intereses privados de Bill Gates y de las farmacéuticas declaró la pandemia de covid-19», afirma. «Desde entonces –continúa– nos han confinado, embozado y vacunado. Los ataques a la libertad han sido feroces, las redes sociales han cerrado miles de cuentas, verificadoras ideologizadas determinan lo que es verdad y lo que es mentira, Donald Trump ha sido expulsado de la presidencia de los Estados Unidos y la Agenda 2030 nos anticipa que debemos olvidarnos de comer carne y de viajar en avión. El mundo se precipita en una crisis a la que no se le ve salida, mientras China crece y las farmacéuticas obtienen beneficios fabulosos imponiendo la vacunación general incluso a los niños y animales domésticos. La inmigración ilegal se dispara, pero se limita drásticamente el tráfico legal de personas».

Fernando Paz es historiador y autor de una docena de libros –con La Esfera ha publicado Núremberg. Juicio al nazismo–, pero también ha dirigido y presentado programas de televisión sobre Historia y actualidad. Con el ensayo que ahora llega a las librerías pretende explicar las políticas de las élites y cuál es el futuro que nos tienen diseñado.

«Es más fácil engañar a la gente 
que convencerlos de que han sido engañados». 
MARK TWAIN

INTRODUCCIÓN

¿LOS NEGACIONISTAS TENÍAN RAZÓN?

Et beneficiario de un crimen es siempre el primer sospechoso, aunque, ciertamente, la circunstancia del provecho nosea suficiente para determinar la autoría. Pero el investigador parte siempre de ese supuesto, seguro de que el criminal no ha de hallarse muy lejos; por eso, las pesquisas comienzan por tener en cuenta tan elemental presupuesto. Cui prodest?
Los beneficiarios de los hechos que aquí se relatan son perfectamente identificables, con sus nombres y apellidos: China, las grandes farmacéuticas, las big tech, la élite globalista. ¿Han sido ellos?
Ciertamente, no puede afirmarseque el SARS-CoV-2 haya sido puesto en circulación deliberadamente. No hay pruebas. Pero sí parece claro que el virus salió del Instituto de Virnlogía de Wuhan, y que, con toda probabilidad, se trata de una quimera, el resultadode una intervención artificial en el laboratorio. A estas alturas, ambas cuestiones pueden darsepor seguras, pese a que la «ciencia» y los medios defendie­ ron locontrario durante largos meses.

Casi la totalidad de la población ha sido encerrada, confinada, embozada y vacunada. Una buena parte ha visto su vida arruinada en términos humanos, económicos y psicológicos,mientras se apoderaba de ellos la obsesión de la pandemia. Y, sin embargo, la inmensa mayoría no ha oído hablar siquiera del Evento 201. No es, desde luego, culpa suya:los medios han oscurecido sistemáticamente la información, proscribiendo cualquier debate y ahogando toda disidencia.

Como consecuencia de la pandemia, la libertad de expresión seha vistoobscenamente limitada; las re­des sociales han impuesto una permanente censura de la protesta; las verificadoras determinan lo que es verdad y lo que no lo es; Donald Trump ha sido expulsado de la presidencia de Estados Unidos; la Agenda 2030 adelanta sus previsiones y nos anticipa que dejaremos de viajar en avión y de comer carne; China se hace de oro mientrasel resto del mundose abisma al desastre;las farmacéuticas duplican sus beneficios e imponen la vacunación incluyendo niños e inclusoanimales domésticos; la inmigración ilegal se dispara, pero se limita drásticamente el tráfico legal de personas.

¿Cuál es el vinculo entre todos estos hechos? Pues que son el resultado de las políticas de la élite mun­dial, los objetivos que esta lleva persiguiendo desde hace décadas. Cada uno de ellos constituía un propó­sito nada fácil de conseguir; todos juntos, parecía un imposible. Sin embargo, la pandemia lo ha hecho posible. ¿La pandemia?
Bueno, eso es lo que todos creemos. O fingimos creer. Que esto es una pandemia. Desde el punto de vista legal, lo es; desde el punto de vista ético y del sentidocomún, está muy lejos de serlo. Mucho. Las ci­fras globales dejan poco margen a la duda. ¿De verdad vamos a considerar pandemia a una enfermedad que ha matado -a fecha del verano de 2021- a unos 4 millones de personas a lo largo y ancho de un pla­neta en el que viven 7.700 millones de seres humanos, es decir, a una persona de cada 1.900? Incluso en el caso de España, un país particularmente golpeado, la proporción es de 1 fallecido por cada 900 habitantes.
Hoy, se hace más verdad que nunca el viejo dicho de que una mentira tiene muchas más probabilida­des de ser creída cuanto mayor sea. Pero, por si acaso, cualquier cuestionamiento de las bases de esta pan­demia es rechazada con una visceralidad irracional.

Sin embargo, de modo inadvertido, lo que hace pocos meses se tenía por «negacionista» ha pasado a convertirse en doctrina oficial. Y es que los «negacionistas» han tenido razón desde el principio: porque ahora resulta que todo el mundo admite que la mascarilla no sirve para nada en exteriores, que impide respirar correctamente y que es un disparate hacer deporte con ella puesta; ahora resulta que los confina­ mientos son contraproducentes y que no ahorran contagios, destiuyendo las bases de un combate eficaz contra el covid-19, al perjudicar la economía; y ahora resulta, igualmente,que ya nadie duda seriamente de que el virus salió -por accidente o deliberadamente- del laboratorio del Instituto de Virología de Wuhan.

Estas afirmaciones eran las que los medios consideraban hace unos meses, despectivamente, como «negacionistas». Al parecer, lo razonable era considerar que la mascarilla -frente a toda experiencia y al sentido común- no afectaba a la respiración o que el virus había salido de una sopa de murciélago con o sin pangolín de por medio, en lugar de proceder de un laboratorio en el que se trabajaba la ganancia de función de un coronavirus, laboratorio situado en la misma ciudad de la que procedíael virus.

Y como esto, tantas cosas. No,no es negacionismo. Es disidencia frente al poder. Un poder que ha !-.e­ cho todo lo posible por acallai·esa disidencia a través de sus terminales mediáticas.Porque, en definitiva, y respondiendo la pregunta del principio: Cuí prodest scelus, is fecit (aquel a quien aprovecha el crimen es quien lo ha cometido).

PRÓLOGO

CORRÍA EL AÑO 1898

En Elberfeld, el químico Heinrich Dreser, jefe del laboratorio de la farmacéutica alemana Bayer, daba el visto bueno para impulsar la producción de un nuevo y muy prometedor medicamento; un opiáceo -más poderos que la morfina- al que se le suponían múltiples aplicaciones. Un verdadero hallazgo, sotre todo teniendo en cuenta que apenas unos meses antes, Bayer había sintetizado y comenzado a producir ácido acetilsalicílico, que patentaría como «aspirina al año siguiente».
Pues esto podría ser aún mejor. La nueva producción de la factoría Bayer, insistía Dreser, debía ser ex­perimentada con animales -ranas y conejos- antes de su comercialización. El jefe del laboratorio de Bayer no ignoraba que el producto había sido sintetizado como diamorfina por un británico, el también químico Charles Romley Alder Wright, dos décadas atrás.

Las investigaciones de Wrigth, que buscaban un medicamento contra la tos que fuese efectivo pero que no produjese adicción -como sucedía con la morfina-, le había llevado a la conclusión de que tal cosa no era posible, sobre todo después de sus experimentos con animales. Wrigth había hervido durante unas pocas horas anhídrido acético con alcaloide de morfina para conseguir un producto muy eficaz, pero cuyos efectos, a medio plazo, eran peores que el mal que combatía. Dreser no lo ignoraba, pero deci­dió apuntarse el tanto. Y Bayer -así, como suena- comenzó a experimentar la terapia con sus propios trabajadores.

Al principio, todo resultó estupendamente. Los primeros que lo agradecieron fueron los empleados de la farmacéutica. El nuevo producto parecía maravilloso; nada le hacía a uno sentirse mejor. Los síntomas de casi todo desaparecían; los dolores, el malestar... Dreser acudió al Congreso Alemán de Naturalistas y Médicos de 1898 y anunció que disponía de un producto diez veces más potente que la codeína para la tos. y solo una décima parte de tóxico que esta. Además, adelantándose a las críticas que se veía venir, aseguró que carecía de los efectos adictivos de la morfina. Por sus efectos, el medicamento milagroso ya tenía nombre: heroína.

Habían sido los propios trabajadores de Bayer los que bautizaran la nueva medicina, porque ese tér­mino describía perfectarnente cómo se sentíria. tras tomarla. Dreser la había recetado con generosidad -hay que reseñar que también se la había administrado a sí mismo- y, pese a los buenos resultados en un principio,en algún momento se había torcido el experimento. Tiempo más tarde, algunos empleados de la compañía seconvertirían en adictos a la sustancia, y muchos de ellos lo dejarían todo para seguir con­sumiéndola; luego, incluso vendieron lo que tenían para procurársela por los medios que fuesen necesa­rios. Terminarían sus días merodeando por los vertederos de chatarra para pagarse la creciente cantidad diaria que su cuerpo demandaba. De su actividad como mendigos por los basureros de Elberfeld les quedó el término «yonki» (en español), una simple derivación del junkie, vocablo que no necesita más ex­plicación si consideramos que "junk" significa en inglés «basura».

Dreser aseguraba que el medicamento producía unos benéficos efectos sobre el paciente y, además, era inofensivo. Resultaba tres veces más potente que la morfina y podia consumirse por las más diferentes vías. Como sedante y para las afecciones respiratorias, no había nada mejor. Incluso la psiquiatría le encontró una aplicación de primera en los tratamientos de depresión y neurastenia. ¡Y hasta se recetó para los tratamientos de rehabilitación de los morfinómanos! El Boston Medica! and Surgical journal conside­raba la heroína superior a la morfina, y «sin riesgo de adicción». Huelga precisar que, en el hígado, la he­roína se transformaba en morfina, y que la adicción que generaba era mucho mayor que la de esta.

A fines del siglo XIX, la tuberculosis causaba estragos en Europa. Se trataba de un mal que parecía im­parable, por cuanto se padecía desde el siglo XVII, y conforme había aumentado el hacinamiento conse­cuencia de la revolución industrial, incluso se había agravado. No era raro que los niños enfermasen de ella. y que, peor pertrechados inmunológicamente que los adultos, muriesen. Por toda Europa y América, un gran número de familias había experimentado la angustia nocturna de oír la tos de sus hijos, prepa­rándose para lo peor.

Bayer comenzó una campaña contra la tuberculosis por los cinco continentes y, dadas las cualidades de la heroína, su consumo se dirigió en especial a los niños. Pronto, el «jarabe Bayer de heroína» estaba presente en los domicilios de toda Europa. En 1899 ya se vendía y recetaba en veintitrés países. Se pres­ cribió con largueza, hasta como preventivo de los catarros, como aseguraba la publicidad («En la estación lluviosa: jarabe Bayer de heroína»); y encima, según se aseguraba, no provocaba estreñimiento. Su popu­laridad fue enorme. De modo que cuando comenzó el siglo XX, los estudios médicos en Estados Unidos habían detectadolos estragos que causaba entre las amas de casa y los niños, que, con frecuencia, fingían estar constipados para recibirla.
Aunque a los pocos años surgieron voces que clamaban contra el uso medicinal de la heroína -consi­guiendo, finalmente, poner fuera de la circulación el «medicamento»-, este se extendió a otros com­puestos que siguieron comercializándose hasta bien entrada la tercera década del siglo XX. Eli Lily llegó a vender frascos de cien tabletas de heroína, y la británica Allen and Hanburys (que pasaría, más tarde, a formar parte de Glaxo) patentó unas pastillas que, para potenciar su efecto, mezcló con cocaína.

Toda esta locura venia bien avalada por la ciencia. Los tratados de medicina clínica incluían amplias recomendaciones acerca de la heroína. En España su venta fue libre hasta que en 1918 se obligó a adqui­rirla con receta médica, si bien Bayer había retirado su producto en 1913. Y aunque en Estados Unidos se excluyó de la venta libre en 1920, para entonces ya existían unos doscientos mil heroinómanos en el país; pero solo fue prohibida en 1925. Ese mismo año, la Enciclopedia de Espasa Calpe todavía la describía como «Un buen sucedáneo de la codeína y de la morfina...».

El Comité de Higiene de la Sociedad de Naciones -lo más semejante a la OMS que podemos encontrar en esa época- no aconsejó su ilegalización hasta 1931. Increíblemente, en Alemania la heroína siguió vendiéndose en farmacias hasta 1958, y no se prohibió sino en 1971. A despecho de las teorías en favor de la legalización de las drogas como factor decisivo para su erradicación, en los años setenta en la República Federal de Alemania se consumía la mitad de toda la heroína de Europa.
Si usted se pregunta -amable lector- qué tiene que ver este prólogo con el tema que nos ocupa, estoy seguro de que se lo aclararán las páginas que siguen.



“No tendrás nada y serás feliz”. Fíjense que la famosa frase es algo más que la enunciación de un objetivo del Foro de Davos y su famosa Agenda 2030. La forma en que está enunciado es la de una orden. Como un mandamiento del Decálogo. No matarás. No robarás. No tendrás nada. Y serás feliz (por tanto no te quejarás, o a la inversa). No es algo optativo. No tendrás nada y punto. Y serás feliz y te aguantas. No hay peros.

No tener nada resulta fundamental para la dominación de un conjunto. O sea, una cosa es la obsesión de tener, que también es una esclavitud, pero otra muy distinta es no tener nada y que se te niegue el derecho a la propiedad. Alguien que no tiene nada es alguien totalmente dependiente. Dependiente del que tiene. ¿Y de quién será todo en ese mundo 2030 en el que nadie tendrá nada? Porque de alguien tendrá que ser todo. ¿De los plutócratas que manejan los hilos de Davos? ¿Del estado? Pues de ellos será de quienes dependamos en todo al no tener nosotros nada, al ser todo de ellos.

Alguien que no tiene nada, aparte de dependiente, es alguien con menos motivos para luchar por algo. Alguien que no ha recibido nada de sus padres. Alguien que no tiene nada que defender. Alguien que no tiene nada que dejar a sus descendientes. Después de una vida de esfuerzos no tendrás nada. Estarás igual que al comenzar el camino, al comenzar a esforzarte. El premio a tus esfuerzos será seguir sin tener nada después de todos tus esfuerzos. Claro que para ese entonces quizá ya hayas decidido hace tiempo dejar de esforzarte. No te esfuerces. No luches. No te rebeles. Sé feliz. Obedece.

Con eso y con todo, contra el “no tendrás nada y serás feliz” ya nos vamos previniendo poco a poco. Lo vamos conociendo, siquiera una minoría con pensamiento crítico. Lo vamos propagando. Advertimos de lo que viene a nuestros conocidos. A veces con poco éxito. Parecemos unos paranoicos. ¿Quién nos va a dejar sin nada? ¿Quién nos va a impedir tener un coche o circular con él por donde queramos? ¿Quién nos va a obligar a comer gusanos? Somos la rana en el puchero, no nos enteramos de que nos están abrasando.

Pero lo peor quizá no es lo de que no tendremos nada y seremos felices. Lo peor, que también va implícito en la Agenda 2030 y la ideología de género, es la idea de que tampoco seremos nada. Además de no tener nada en 2030 no seremos nada. Y seremos felices no siendo nada.No tener nada es bastante dramático, pero no ser nada es mucho más amenazante todavía. Bajo el regalo envenenado de que podremos ser lo que queramos, al punto de que podremos hasta autodeterminar nuestro género, lo que en el fondo nos están haciendo es robarnos lo que somos. Para poder ser cualquier cosa hay que no ser nada. Para poder ser cualquier cosa hay que ser plastilina, una hoja en blanco. Si soy una jirafa no puedo ser un perro. Si soy un hombre no puedo ser una mujer. Si puedo ser una jirafa o un perro es que no soy ni una jirafa ni un perro. Eres o nada o algo que niega lo que realmente es, seducido por la idea de poder ser cualquier cosa. El problema es que poder ser cualquier cosa es una maldición, no un regalo. Para poder ser otra cosa tienes que negar lo que eres; pero negar lo que eres, por otro lado, no te convertirá en otra cosa que lo que eres. Una jirafa que quiere ser un perro no es un perro, es una jirafa lamentable. No te dicen que si quieres puedes ser un perro para que realmente seas un perro, sino para que te comportes como tal, para que puedas traerles en la boca los palos que te lancen a cambio de una caricia. No tener nada es la parte buena de la Agenda 2030. La parte preocupante de verdad es la de que no serás nada. No teniendo nada y no siendo nada, siendo totalmente dependiente y negando tu identidad, estarás preparado para ser el esclavo total. Un esclavo feliz con sus cadenas. Un esclavo infeliz se podría rebelar. Ser un esclavo feliz, por tanto, no puede ser opcional.


Lo peor de la Agenda 2030 no es que no tendrás nada, sino que tampoco serás nadie
“No tendrás nada y serás feliz”. Fíjense que la famosa frase es algo más que la enunciación de un objetivo del Foro de Davos y su famosa Agenda 2030. La forma en que está enunciado es la de una orden. Como un mandamiento del Decálogo. No matarás. No robarás. No tendrás nada. Y serás feliz…

LA REALIDAD DE LA HUMANIDAD EN 3 MINUTOS

OÍDO AL PARCHE. SOBRE EL GENOCIDIO SANITARIO

EL FIN DEL SER HUMANO ESTÁ CERCA: 
NUEVA (SUB)NORMALIDAD AGENDA 2023 - 2030  T
RANSHUMANISMO CONTROL DICTADURA ALIENACIÓN   
GLOBALISMO GENOCIDIO HUMANICIDIO

ENFRIAMIENTO DEL ESPÍRITU HUMANO

Fernando Paz: "Sánchez es solo el criado de los magnates internacionales de la Globalización”


FICCION CERCANA A LA REALIDAD. "UTOPIA". Cortometraje.

En 15 minutos denunció todos los planes globalistas brillantemente... ¡IMPERDIBLE!

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Gracias por Comunicarnos, por Compartir:

Gracias a ello, nos enriquecemos desde la pluralidad y desde la diversidad de puntos de vista dentro del respeto a la libre y peculiar forma de expresión.

La Comunicación más alta posee la gracia de despertar en otro lo que es y contribuir a que se reconozca.

Gracias amig@ de la palabra amiga.

"Nos co-municanos, luego, co-existimos".

Juan Carlos (Yanka)