ARDERÉIS COMO EN EL 36
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¡ARDERÉIS COMO EN EL (19)36!, el grito de guerra que la izquierda radical ha vuelto a enarbolar en sus ataques contra instalaciones religiosas, nos enlaza con la persecución que padecieron los católicos españoles durante los años 30 del siglo XX.
En estos momentos en los que la izquierda hace bandera de la mal llamada Memoria Histórica, presumen de los crímenes que cometieron sus abuelos ideológicos a la vez que intentan prohibir cualquier tipo de disidencia de la verdad oficial que pretenden imponernos.
Algunos no estamos dispuestos a aceptar que la ideología más criminal que ha existido, el comunismo, y sus derivadas, socialismo y anarquismo, sean blanqueadas. Deben pasar a la historia como lo que son: la causa de cien millones de muertos en todo el mundo a lo largo de su historia. Varias decenas de miles en España.
Persecución religiosa, torturas, asesinatos, mutilaciones, infanticidios… las huellas del comunismo en España a través de la recopilación de artículos que presentamos en ¡ARDERÉIS COMO EN EL 36!
Del prólogo de Hermann Tertsch:
“El libro de Juan Pflüger que tiene Ud entre sus manos es quizás el libro más oportuno que han leído y leerán en tiempo. Es el más pertinente que uno pueda imaginarse en la dramática y en muchos aspectos nuevamente pavorosa realidad actual de España porque aporta un valor supremo al debate político más actual y encarnizado”.
Pflüger propone una nueva causa general por la verdad en la que desmantela una a una las mentiras sobre la inocencia del bando republicano. Y explica que fueron precisamente las culpas criminales de socialistas, comunistas y anarquistas las que enterraron una república no malograda al final sino condenada desde el principio. Sus capítulos sobre la persecución religiosa son sin duda una novedad para todo lector español que no se haya dedicado a la materia”.
“¡Arderéis como en el 36!” El grito de guerra con el que algunos pretenden reivindicar, desde el entorno de Podemos y su planteamiento del laicismo más radical, los ataques a la Iglesia nos lleva a alguno de los episodios más negros de nuestro pasado reciente. No solamente por la brutalidad criminal que reivindican, sino por los hechos que pretenden conmemorar, conviene recordar qué están demandando los bárbaros de hoy, herederos intelectuales de aquellos otros bárbaros que cometieron crímenes como el martirio de los 51 claretianos de Barbastro.
La comunidad claretiana misionera de Barbastro estaba formada por 60 miembros: nueve sacerdotes –de los que tres tenían el rango de superiores de la congregación-, doce hermanos y 39 seminaristas. Desde que se inició el alzamiento militar en los territorios españoles de Ceuta y Melilla habían vivido casi enclaustrados en el interior de la sede congregacional hasta que el 20 de julio irrumpieron violentamente un grupo de milicianos comunistas y anarquistas armados que, en lugar de luchar en el frente se dedicaron a la represión en la retaguardia, y que con la excusa de que los religiosos estaban almacenando armas para los sublevados, armas que jamás se encontraron como es lógico, detuvieron a los tres superiores y confinaron en la escuela de los Escolapios al resto de los claretianos.
Desde el primer momento quedó claro que la búsqueda de armas solamente era una excusa ya que los testimonios escritos por los seminaristas en sillas, paredes, y cualquier papel al que tenían acceso (incluso en los envoltorios de los alimentos) dejan claro que lo que pretendían era su apostasía y la explicación de comunistas y anarquistas de que lo que odiaban no eran “sus personas, sino sus creencias y sus hábitos negros”.
Los asesinatos sin juicio previo empezaron pronto. El 2 de agosto tras ser martirizados, apaleados y vejados, los tres superiores de la congregación fueron fusilados. Mientras, los jóvenes seminaristas eran tentados llegando a introducir a prostitutas en su lugar de reclusión para intentar tentarlos. Del mismo modo, eran frecuentes las palizas y las agresiones físicas y verbales.
El 12 de agosto asesinaron a otro grupo de seis, el resto entre los días 13, 15 y 18 del mismo mes. Así hasta un total de 51 asesinatos, junto a una ladera con una fosa común cavada donde eran arrojados los cuerpos, según la autopsia recogida en la Causa General, “sin tiro de gracia” y algunos de los cuerpos “con decenas de fracturas” que dejaban clara la tortura a la que habían sido sometidos.
Junto a los mártires de Barbastro fue asesinado Ceferino Giménez ‘El Pelé’, un gitano de gran devoción religiosa que fue golpeado y asesinado por negarse a entregar un rosario bendecido que pretendían profanar. ‘El Pelé’ se ha convertido en el primer gitano beatificado por la Iglesia Católica, al igual que sus 51 compañeros de martirio.
En este mismo contexto y con los mismos autores materiales fue brutalmente torturado y asesinado el obispo de Barbastro, Monseñor Florentino Asensio. Detenido el 18 de julio, se le encarceló en las celdas municipales el día 22. El 8 de agosto le trasladaron a una zona solitaria de la cárcel municipal donde fue torturado durante horas, llegando los anarquistas y comunistas a cortarle los testículos en la orgía de odio que vomitaron en aquellos días en la población en la que todos se conocían, puesto que no superaba los 7.000 vecinos.
Monseñor Asensio fue asesinado en la madrugada del día 9 de agosto y su cuerpo, tras arrancarle la dentadura, mutilarlo y robarle la ropa que vestía, fue arrojado a la fosa común en la que reposaban los restos de los 51 claretianos y ‘El Pelé’.
Barbastro es solo una muestra de los incendios de 1936 que los “podemitas” piden que se repitan. En esa localidad de Huesca los número lo dejan claro: fueron incendiados 14 edificios religiosos; asesinaron a 123 de los 140 religiosos que había en el pueblo, además del presidente de la Acción Católica local; también la represión se cebó sobre los falangistas que fueron sacados por la noche de sus casas y fusilados por los milicianos en un número no concretado que va de las 13 a las 19 víctimas; y 15 personas reconocidas como derechistas también recibieron el mismo “castigo revolucionario”. Es solamente un ejemplo de lo que supuso que en 1936 ardieran los templos ¿es esto lo que reivindican los «podemitas»?
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