jueves, 26 de enero de 2023

LUISA PICCARRETA: "VIVIR EN LA DIVINA VOLUNTAD" y CONCHITA CABRERA: VIVIR LA ESPIRITUALIDAD DE LA CRUZ

"Por eso, tampoco nosotros dejamos de rogar por vosotros desde el día que lo oímos, y de pedir que lleguéis al pleno conocimiento de su voluntad con toda sabiduría e inteligencia espiritual". Col 1, 9
"Mucho tengo todavía que deciros, pero ahora no podéis con ello. Cuando venga él, el Espíritu de la verdad, os guiará hasta la verdad completa; pues no hablará por su cuenta, sino que hablará lo que oiga, y os anunciará lo que ha de venir". Jn 16 12-13
"Mi alimento es hacer la voluntad del que me ha enviado y llevar a cabo su obra". Jn 4, 34
"Queridos, ahora somos hijos de Dios y aún no se ha manifestado lo que seremos. Sabemos que, cuando se manifieste, seremos semejantes a él, porque le veremos tal cual es". 1 Jn 3, 2
"Dándonos a conocer el Misterio de su voluntad según el benévolo designio que en él se propuso de antemano,". Ef 1,9
Luisa Piccarreta “la Pequeña Hija de la Divina Voluntad” insiste mucho en que se ha de cumplir la petición del Padrenuestro: “Hágase tu Voluntad, así en la tierra como en el Cielo”. Ella la escribe en parte en latin, como una frase “técnica”: “se cumpla el Fiat Voluntas tua, así en la tierra como en el Cielo”. ¿Qué quiere decir con eso?

Hacer la Divina Voluntad no es una novedad; la novedad es que Dios nos está invitando a vivir en su Querer, como el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo viven en su Querer eterno. La novedad es la Divina Voluntad operante en la criatura y la criatura operante de un modo divino en Ella.

Gracia de las gracias, este Don de los dones

La novedad es esta Gracia de las gracias, este Don de los dones: que no sólo hagamos lo que Dios quiere que hagamos, sino que su Voluntad sea nuestra, vida de nuestra vida, para vivir y reinar con Ella y en Ella.

La novedad es un intercambio continuo de voluntad humana y Divina, porque el alma, temiendo de la suya, pide que sea sustituida para cada cosa y a cada momento por la Voluntad misma de Dios, la cual la va colmando de gozos, de amor y de bienes infinitos, devolviéndole la semejanza divina perdida con el pecado y el fin para el que el hombre fue creado por Dios, que era vivir como hijo de Dios, tomando parte en todos sus bienes.

Unión de dos voluntades, la humana y la Divina

La novedad es que Jesús, mediante el don de su Voluntad a la criatura, forma en ella una vida Suya y una forma de presencia Suya real, de tal modo que esta criatura Le sirve de Humanidad. Lo cual, desde luego, no es mediante una especie de “unión hipostática” (dos naturalezas y una sola persona), sino por unión de dos voluntades, la humana y la Divina, unidas en un solo Querer, que, lógicamente, no puede ser sino el Divino.

Esta criatura forma el triunfo de Jesús, es “otro Jesús”, no por naturaleza, sino por gracia, según las palabras de San Juan: “…Para que, como es El, así seamos también nosotros en este mundo” (1ᵃ Jn 4,17).

El vivir en mi Voluntad es reinar

Dice Jesús: “Hija mía, no se quiere entender: vivir en mi Voluntad es reinar, hacer mi Voluntad es estar a mis órdenes. Lo primero es poseer, lo segundo es recibir mis órdenes y cumplirlas. Vivir en mi Querer es considerar mi Voluntad como cosa propia, es disponer de Ella. Hacer mi Voluntad es considerarla como Voluntad de Dios, no como algo propio, ni poder disponer de Ella como se desea. Vivir en mi Voluntad es vivir con una sola Voluntad, que es precisamente la de Dios…

Vivir en mi Voluntad es vivir como hijo; hacer mi Voluntad es vivir como siervo. En el primer caso, lo que es del Padre es del hijo… Y luego, ésto es un don que quiero dar en estos tiempos tan tristes, que no sólo hagan mi Voluntad, sino que la posean. ¿Acaso no soy Yo dueño de dar lo que quiero, cuando quiero y a quien quiero?… No te extrañes si ves que no entienden. Para entender deberían disponerse al más grande de los sacrificios, como es el no dar vida, aun en las cosas santas, a la propia voluntad. Entonces sentirían qué cosa es poseer la Mía y tocarían con la mano lo que significa vivir en mi Querer”… (18-09-1924)


De los Escritos de Luisa Piccarreta “la Pequeña Hija de la Divina Voluntad”:
La Divina Voluntad viene a reinar

“… Cuando el alma por a un lado su voluntad, no dandole ni siquiera un acto de vida, mi Voluntad es la dueña en el alma, reina, manda e impera; se siente como si estuviera en su casa, es decir, como en mi Patria Celestial. Por lo tanto siendo casa mía soy el dueño, dispongo, pongo de lo mío, porque como habitación mía puedo poner lo que quiero y hacer lo que quiero, y recibo el más grande honor y gloria que la criatura mi puede dar. Por el contrario, quien quiere hacer su voluntad se hace dueño, dispone, manda, y mi Voluntad está como una pobre extraña, no tenida en consideración y hasta despreciada. Quisiera poner de lo mío, pero no puedo, porque la voluntad humana no quiere cederme el puesto; incluso en las mismas cosas santas quiere ser el que manda, y Yo no puedo poner nada de lo mío. ¡Qué mal me encuentro en el alma que hace reinar su uoluntad!

(…) Mi Voluntad viene del Cielo para habitar en las almas, y en vez de dejarme ser el dueño me tienen como un extraño desamparado. Pero mi Voluntad no se va, a pesar de que me tengan como un extraño: sigo en medio de ellos esperando, para darles mis bienes, mis gracias y mi santidad”. (08.02.1925)

La finalidad de todas las obras de Dios, la Creación y la Redención, es que el hombre viva en el Querer Divino

“…El cumplimiento de la obra de la Creación era que el hombre cumpliera en todo nuestra Voluntad, la cual tenía que ser la vida, el alimento, la corona de la criatura, y como no es así todavía, la obra de la Creación aún no está cumplida, y ni Yo puedo descansar en ella, ni ella en Mí; me da siempre que hacer y Yo anhelo ese cumplimiento y descanso. Por eso tanto amo y quiero que se conozca el modo de vivir en mi Querer; nunca podré decir que la obra de la Creación y Redención está cumplida, si no tengo todos los actos de la criatura, que como un lecho se extiendan en mi Querer para darme descanso. Y Yo, ¿qué descanso bello no le daré, al verla regresar en alas de nuestra Voluntad, con el sello del cumplimiento de la Creación? Mi seno será su lecho.

Por eso, no hay cosa que Yo haya hecho que no tenga como primer fin que el hombre tome posesión de mi Querer y Yo del suyo. En la Creación esa fue mi primera finalidad. En la Redención lo mismo. Los sacramentos instituidos, todas las gracias concedidas a mis santos, han sido semillas, medios para poder llegar a esta posesión de mi Querer. Por eso, no faltes a nada de lo que quiero en mi Voluntad, ya sea escribiendo, ya sea con la palabra, ya sea con las obras. Sólo de ésto puedes conocer que es lo más grande, lo más importante, lo que más me interesa, el vivir en mi Querer: por tantos preparativos que lo han precedido.

¿Y quieres saber tú dónde fue sembrada esta semilla de mi Querer? En mi Humanidad. En ella germinó, nació y creció. Por tanto en mis llagas, en mi sangre se ve esta semilla, que quiere trasplantarse en la criatura, para que ella tome posesión de mi Voluntad y Yo de la suya y para que la obra de la Creación vuelva al principio, como salió, no sólo por medio de mi Humanidad, sino también de la misma criatura. Serán pocas; aunque fuera una sola. ¿Y no fue uno solo el que, saliendose de mi Querer, desfiguró y rompió mis planes y destruyó la finalidad de la Creación? Así una sola puede repararla y realizarla en su finalidad. Pero mis obras nunca quedan aisladas; por tanto tendré el ejército de las almas que vivirán en mi Querer, y en ellas tendré la Creación reintegrada toda bella y hermosa, como salió de mis manos. De lo contrario no tendría tanto interés de darla a conocer”. (11.09.1922)


Sólo en la medida que la Divina Voluntad se convierte en una vida que se vive, se va comprendiendo su realidad y su alcance infinito, y se experimenta la distancia inmensa que hay entre el vivir en la Divina Voluntad y el solo hacer nosotros la Voluntad de Dios. “Vivir en la Divina Voluntad” es tener como vida propia la misma Voluntad de Dios.

Jesús dice a Luisa Piccarreta “la Pequeña Hija de la Divina Voluntad”: “Quiero tanto que las criaturas tomen mi Voluntad; es lo que más me importa, es mi mayor deseo. Todas las demás cosas no me interesan como eso, aun las más santas, y cuando logro que el alma viva de mi Voluntad me siento triunfador, porque eso contiene el bien más grande que puede haber en el Cielo y en la tierra” (23-3-1910).

“Quiero que estés siempre en mi Querer… Quiero sentir tu corazón palpitante en el Mío con mi mismo amor y dolor; quiero sentir tu querer en el Mío, para que, multiplicándose en todos, Me dé con un solo acto las reparaciones de todos y el amor de todos; y mi Querer en el tuyo, para que, haciendo mía tu pobre humanidad, la eleve ante la Majestad del Padre como víctima continuamente” (4-7-1917).

“He aquí por qué te hablo a menudo del vivir en mi Querer, que hasta ahora no he manifestado a nadie. Todo lo más han conocido la sombra de mi Voluntad, la gracia y la dulzura que contiene el hacerla; pero penetrar en ella, abrazar su inmensidad, multiplicarse conmigo y penetrar en todo –aun estando en la tierra–, en el Cielo y en los corazones, ésto no es conocido todavía, tanto que a no pocos les parecerá extraño y quien no tiene abierta la mente a la luz de la Verdad no comprenderá nada” (29-1-1919).

Luisa nos enseña cuál es la tarea propia del vivir en la Divina Voluntad:

“…Mientras oraba mi intención era entrar en el Querer Divino; y en él, haciendo mío todo lo que en él existe y del cual nada puede escapar, pasado, presente y futuro, y haciéndome corona de todos, en nombre de todos presentaba ante la Divina Majestad mi homenaje, mi amor, mi satisfacción, etc.” (5-1-1921).

Dice Jesús: “¿Te parece poco que mi Voluntad Santa, Inmensa, Eterna, descienda en una criatura y, juntando mi Voluntad con la suya, la haga perderse en Mí y me haga vida de todo lo que hace la criatura, hasta de las cosas más pequeñas? De manera que su palpitar, sus palabras, su pensamiento, su movimiento, su respiración, son de Dios, viviente en la criatura; esconde en ella el Cielo y la tierra y en apariencia se ve una criatura. Gracia más grande, prodigio más portentoso, santidad más heroica no podría darte, que mi Fiat” (6-6-1921).

“Es una voz que hace eco en todo y dice: ¡Amor, gloria, adoración a mi Creador! Por eso, quien vive en mi Voluntad es el eco de mi voz, la ripetidora de mi Vida, la perfecta gloria de mi Creación” (28-3-1922).

“Ya no soy yo quien vive, sino Cristo quien vive en mí”

Qué cosa sea el vivir en la Divina Voluntad, Jesús lo ha dicho en su oración al Padre en de su última Cena: “Todo lo mío es tuyo y todo lo tuyo es mío” (Jn 17,10).

En efecto, para vivir en la Divina Voluntad, Jesús tiene que tomar antes posesión efectiva de todo lo nuestro (de lo que somos, tenemos y hacemos), El ha de ser, no sólo espectador, sino a la vez el Protagonista de todo en nosotros, de nuestra vida (“Ven, Divina Voluntad, a pensar en mi mente… etc.”), de manera que podamos decir: 

“Ya no soy yo quien vive, sino Cristo quien vive en mí” (Gal 2,20);

Vivir en la Divina Voluntad es llegar a ser (por gracia) una sola cosa con Jesús, haciendo nuestro todo lo que es suyo para darlo a todas las criaturas, para sustituir lo que hace cada criatura con el obrar divino de Jesús y por lo tanto dar a Jesús, de un modo divino, la correspondencia por todo en nombre de cada criatura.


Nuestro Señor, aunque en el Evangelio ha hecho elocuentes referencias a la Voluntad del Padre, haciendo comprender que es lo más importante, la explicación y el fin de todo en su Vida, entonces no podía extenderse en más explicaciones. “Si os he hablado de cosas de la tierra y no creeis, ¿cómo creeríais si os hablara de cosas del cielo?” (Jn 3,12). Si el hombre no conocía lo menos, ¿cómo habría podido conocer lo más? Si aún no sabía andar, ¿cómo habría podido aprender a volar?

Antes tenía que reeducarlo, redimirlo, darle la Gracia, hacerlo de nuevo hijo de Dios, asegurar su salvación, dejando para más adelante –al tiempo establecido por el Padre– descubrirle su Herencia, devolverle el don de su Adorable Voluntad y con él la semejanza divina perdida por Adán, hacerle ser una sola cosa con El, darle no sólo la salvación, sino su misma Santidad Divina, enseñarle a vivir en la Divina Voluntad… Por eso Jesús, cuando vino a la tierra, apenas dijo algo de la Divina Voluntad; se reservó darla a conocer por medio de Luisa:

“Lo que debía hacer entonces, las enseñanzas que debía dar a todos sobre mi Voluntad, te las he dado a te; así que hacerlas conocer no es sino suplir lo que Yo hubiera hecho estando en la tierra para cumplir mi Venida”. (02-06-1921)

¿Cuál es la novedad del vivir en la Divina Voluntad?

Hacer la Divina Voluntad, o sea, cumplir fielmente lo que Ella quiere o aceptar lo que permite, no es algo nuevo. Eso lo hacen todos los Santos, de todos los tiempos, porque sin Ella no puede haber virtud ni santidad. Pero cada uno toma de Ella y tiene una relación con Ella en la medida que le es concedido conocerla:

“…Sin duda han habido Santos que han hecho siempre lo que Yo quiero, pero han tomado de mi Voluntad en la medida que la han conocido. Ellos sabían que hacer mi Voluntad era el acto más grande, lo que más me glorifica y que lleva a la santidad, y con esa intención la hacían, y eso tomaban, porque no hay santidad sin mi Voluntad, y no puede resultar ningún bien, santidad pequeña o grande, sin Ella” (06-11-1922)

La novedad es que Jesús, mediante el don de su Voluntad a la criatura, forma en ella una vida Suya y una forma de presencia Suya real, de tal modo que esta criatura Le sirve de Humanidad. Lo cual, desde luego, no es mediante una especie de “unión hipostática” (dos naturalezas y una sola persona), sino por unión de dos voluntades, la humana y la Divina, unidas en un solo Querer, que, lógicamente, no puede ser sino el Divino. Esta criatura forma el triunfo de Jesús, es “otro Jesús”, no por naturaleza, sino por gracia, según las palabras de San Juan: “…Para que, como es El, así seamos también nosotros en este mundo” (1ᵃ Jn 4,17).

“¡Oh, qué distinta es la santidad del alma que vive en el Querer Divino ! Jesús se hace actor y espectador de lo que ella hace” (14-08-1917)

Solamente en los Escritos de Luisa el Señor hace conocer su Querer

Y dice: “que a nadie hasta ahora he manifestado. Examina todos los libros que quieras y verás que en ninguno hallarás lo que te he dicho a tí de mi Voluntad” (12-09-1913).

El vivir en el Querer Divino “es la Santidad no conocida todavía y que haré conocer, que pondrá el último retoque, el más bello y refulgente de todas las demás santidades” (08-04-1918).

Del conocimiento nace la estima, el amor y la posesión. “Mi Voluntad es el prodigio de los prodigios, es el secreto para encontrar la luz, la santidad, las riquezas; es el secreto de todos los bienes, no conocido íntimamente y por tanto no apreciado ni amado como se merece” (08-03-1914).

Luisa empieza una nueva “generación” de hijos de la Luz –le dice Jesús–, “los hijos de su Divina Voluntad”. Con ella comienza una “cadena de amor”, una cadena de almas llamadas a vivir en la Divina Voluntad: “En todas las santidades han habido siempre santos que han sido los primeros en dar comienzo a una especie de santidad; de manera que hubo el santo que empezó la santidad de los penitentes, otro que empezó la de la obediencia, otro la de la humildad, y así de todas las demás santidades. Ahora el comienzo de la santitad del vivir en mi Querer quiero que seas tú” (27-11-1917).

“La santidad del vivir en mi Querer no tiene camino, ni puertas, ni llaves, ni cuartos; invade todo, es como el aire que se respira, que todos pueden y deben respirarla. Basta que lo quieran y que dejen a un lado el querer humano, y el Querer Divino se hará respirar por el alma y le dará la vida, los efectos, el valor de la vida de mi Querer. Pero si no se le conoce, ¿cómo podrán amar y querer un vivir tan santo? Es la gloria más grande que puede darme la criatura.” (16-07-1922)

Para vivir en el Divino Querer, dice Jesús: “Quiero el ‘sí’ de la criatura y que como una cera blanda me deje hacer de ella lo que quiero” (06-03-1919).

“Pero pocos son los que se disponen a eso, porque en la misma santidad las almas quieren algo para su propio bien; mientras que la santidad del vivir en mi Querer no tiene nada de propio, sino todo de Dios. Y disponerse a eso las almas, despojarse de sus propios bienes, es pretender demasiado; por eso no serán muchas” (15-04-1919).


De los Escritos de Luisa Piccarreta “la Pequeña Hija de la Divina Voluntad”:

Estaba pensando para mí en todo lo que está escrito estos días pasados y decía para mí que no eran cosas necesarias, ni serias; qu podía dejar de ponerlas por escrito, pero la obediencia lo ha querido y yo tenía el deber de decir “FIAT” también en ésto… Pero mientras lo pensaba, mi amado Jesús me ha dicho:

“Hija mía, y sin embargo todo era necesario para hacer conocer cómo se vive en mi Querer. No diciendo todo, tú harías faltar una cualidad del modo como se vive en El y por tanto no podría tener el pleno efecto del vivir en mi Voluntad. (…) En mi omnividencia veo que estos escritos serán para mi Iglesia como un nuevo Sol que surgirá en medio de ella, y que los hombres, atraídos por su luz deslumbradora, se aplicarán para transformarse en esa luz y salir espiritualizados y divinizados, por lo cual, renovandose la Iglesia, transformarán la faz de la tierra.

La doctrina sobre mi Voluntad es la más pura, la más bella, no sujeta a sombra de materia o de interés, tanto de tipo sobrenatural como de tipo natural. Por eso será, a modo de sol, la más penetrante, la más fecunda y la más bienvenida y acogida, y siendo luz, por sí misma se hará comprender y se abrirá camino. No estará sujeta a dudas, a sospechas de error, y si alguna palabra no se entenderá será por su demasiada luz, que eclipsando la inteligencia humana, no podrán comprender toda la plenitud de la verdad, pero no hallarán una palabra que no sea verdad; todo lo más, no podrán comprenderla del todo.

Por eso, en vista del bien que veo, te exhorto a que no dejes de escribir nada. Una frase, un efecto, una semejanza sobre mi Voluntad puede ser como rocío benéfico sobre las almas, como es benéfico el rocío sobre las plantas después de un día de sol ardiente o como una lluvia abundante después de largos meses de sequía. Tú no puedes comprender todo el bien, la luz, la fuerza que hay en una palabra, pero tu Jesús lo sabe y sabe a quien ha de servir y el bien que ha de hacer”.

Y mientras así decía, me hacía ver en medio de la Iglesia una mesa y todos los escritos sobre la Divina Voluntad colocados encima. Muchas personas con veneración rodeaban la mesa y salían transformadas en luz y divinizadas y, mientras caminaban, comunicaban esa luz a los que encontraban.

Y Jesús ha añadido: “Tu verás desde el Cielo el gran bien, cuando la Iglesia recibirá este alimento celestial, que, fortificandola, la hará resurgir en su pleno triunfo”. (10.02.1924)

Vivir en el Divino Querer será en el futuro el único tipo de santidad, no de formato humano, sino divino

“… Ven en mi Querer, vive en El para que la tierra ya no vuelva a ser tu morada, sino que tu morada sea precisamente Yo, y así estarás del todo segura. Mi Querer tiene el poder de hacer trasparente al alma y, siendo el alma trasparente, lo que Yo hago se refleja en ella. Si Yo pienso, mi pensamiento se refleja en su mente y se vuelve luz y el suyo, como luz, se refleja en Mí. Si miro, si hablo, si amo, etc., como otras tantas luces se reflejan en ella y ella en Mí, así que estamos en continuos reflejos, en comunicación perenne, en amor recíproco y, estando Yo en todas partes, los reflejos de estas almas me llegan en el Cielo, en la tierra, en la Hostia sacramental, en los corazones de las criaturas, donde quiera y siempre. Luz doy y luz me mandan, amor doy y amor me dan; son mis moradas terrenas, donde me refugio de la repugnancia de las otras criaturas.

¡Oh, el hermoso vivir en mi Querer! Me gusta tanto, que haré desaparecer todas las otras santidades, bajo cualquier otro aspecto de virtudes, en las futuras generaciones y haré reaparecer la santidad del vivir en mi Voluntad, que son y serán, no santidades humanas, sino divinas, y su santidad será tan alta que, como soles, eclipsarán a las estrellas más bellas de los santos de las generaciones pasadas. Por eso quiero purgar la tierra, porque es indigna de esos portentos de santidad”. (20.11.1917)


Luisa Piccarreta “la Pequeña Hija de la Divina Voluntad” empieza una nueva “generación” de hijos de la Luz –le dice Jesús–, “los hijos de su Divina Voluntad”. Dios nos está invitando a vivir en su Querer, como el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo viven en su Querer eterno. Nos invita a que no sólo hagamos lo que Dios quiere que hagamos, sino que su Voluntad sea nuestra, vida de nuestra vida, para vivir y reinar con Ella y en Ella.

En su hermoso testimonio, San Anibal M. Di Francia ha escrito: “Nuestro Señor, que de siglo en siglo acrecienta cada vez más las maravillas de su Amor, parece que de esta virgen, que El llama la más pequeña que ha encontrado en la tierra, carente de toda instrucción, haya querido formar un instrumento apto para una misión tan sublime, que ninguna otra se le pueda comparar, o sea, EL TRIUNFO DE LA DIVINA VOLUNTAD en el mundo entero, conforme a cuanto decimos en el Padrenuestro: FIAT VOLUNTAS TUA, SICUT IN COELO ET IN TERRA”.

Jesús mismo le dijo: “Tu misión es grande, porque no se trata sólo de la santidad personal, sino de abrazar todo y a todos y preparar EL REINO DE MI VOLUNTAD A LAS HUMANAS GENERACIONES”.

Luisa ha tenido por lo tanto dos “oficios” o tareas encomendadas por el Señor: 
  • el oficio de VÍCTIMA, viviendo la Pasión con Cristo Redentor
  • y el de SECRETARIA e “HIJA PRIMOGÉNITA DE LA DIVINA VOLUNTAD” con Cristo Rey.
En el primer oficio, Luisa se halla en compañía de muchas otras almas víctimas. En el segundo, Luisa tiene una tarea inédita, única e irrepetible: recibir y vivir las maravillosas verdades de la Divina Voluntad, para después entregarlas a la Iglesia por medio de sus Ministros.

Con ella empieza una nueva “generación” de hijos de la Luz –le dice Jesús–, “los hijos de su Divina Voluntad”. Con ella comienza una “cadena de amor”, una cadena de almas llamadas a vivir en la Divina Voluntad: 

“En todas las santidades han habido siempre santos que han sido los primeros en dar comienzo a una especie de santidad; de manera que hubo el santo que empezó la santidad de los penitentes, otro que empezó la de la obediencia, otro la de la humildad, y así de todas las demás santidades. AHORA EL COMIENZO DE LA SANTIDAD DEL VIVIR EN MI QUERER QUIERO QUE SEAS TÚ” (27 de Noviembre 1917).

Y respecto a su misión Jesús le dijo: “Hija mía, no temas: ¿no te acuerdas que ocupas dos oficios, uno de VÍCTIMA, y el otro oficio más grande, de VIVIR EN MI QUERER, PARA DEVOLVERME LA GLORIA COMPLETA DE TODA LA CREACIÓN?” (20 de Septiembre 1922).

Por ese motivo Jesús ha querido poner a Luisa a la cabeza de la “segunda generación de los Hijos de la Luz”: ella es “la Trompeta” –le dice– que ha de reunir la nueva generación tan ardientemente suspirada; ella es “LA HIJA PRIMOGÉNITA”, “la secretaria y la escribana de Jesús”, “la maestra de la ciencia más sublime”, como es la DIVINA VOLUNTAD, etc… Títulos con que Jesús a menudo la llama. Luisa es, en una palabra, “la Pequeña Hija de la Divina Voluntad” (Título con el que ella misma firma sus cartas y que se lee en su tumba).

Jesús le dice a Luisa: “Ya ves lo necesario que es que se conozca mi Querer en todas sus relaciones, sus prodigios, sus efectos, su valor, lo que Yo hice en este Querer por las criaturas, lo que tienen que hacer ellas. Ese conocimiento será un potente imán que atraerá a las criaturas y les hará recibir la herencia de mi Querer, y para que venga la generación de los hijos de la Luz, los hijos de mi Querer” (27-10-1922).

Vivir en la Divina Voluntad es:

1. Fundir nuestra voluntad con la Voluntad de Dios, operando así en una sola voluntad – la de Dios.
2. Permitir que Jesús viva su Vida Divina en nosotros, invocando conscientemente que la Divina Voluntad ejecute cada uno de nuestros actos (tan simples como: comer, dormir, respirar, caminar, orar, etc.)
3. No hacer ningún acto a solas, sino dejar que la Voluntad de Dios lo haga en ti y contigo.
4. El Creador obrando en la creatura.
5. Responder con nuestro pequeño «te amo, te adoro, te alabo», a los actos de Dios, en sus «Te Amo, de la Creación, la Redención y la Santificación» del hombre.
6. Abandonar nuestras maneras humanas de actuar, por las Divinas.
7. Penetrando en la Divina Voluntad, abrazar su inmensidad, multiplicándose uno mismo en Jesús penetrando todo – hasta en el Cielo, en todos los corazones y todos los tiempos – pasado, presente y futuro para que queden plasmados en toda la eternidad – mientras estás en la tierra .
8. Tomar el Amor del Padre, el Amor del Hijo, y el Amor del Espíritu Santo, hacerlo nuestro para entregárselo como propio.
9. Formar tantos Jesús, por cuantos Actos hechos en la Divina Voluntad.
10. Permitir que Dios nos moldee como cera suave en lo que El quiera convertirnos.
11. Poseer a Dios, y todos sus bienes, para ser poseídos por El – Lo que es Suyo es mío, y lo que es mío es de El.
12. Jesús viviendo una verdadera presencia en nosotros siempre y para siempre.
13. Vivir la misma vida de los Santos en el Cielo, pero viviendo en la tierra, sin remover el velo – gozando de la visión Beatífica.


El porqué del regalo de la divina Voluntad es permitir a Dios recibir una glorificación PERFECTA de toda la familia humana, es decir, desde Adán hasta la última persona que deba ser creada. Desde que fue creado, Adán podía devolver a Dios el amor perfecto y de gloria, en cada cosa, en todo tiempo, porque él poseía el don de la Divina Voluntad. Al pecar, Adán perdió este regalo y con su única fuerza humana, ya no podía entonces corresponder a Dios de la misma manera, porque carecía del don de la Divina Voluntad. Jesús le dijo a Luisa que en la creación de Adán, Él (Dios) había depositado en su voluntad humana (la de Adán), la Divina Voluntad. La Divina Voluntad habitó en Adán únicamente porque él había consentido ser animado por Dios en todas las circunstancias, en todos sus pensamientos, sus palabras, sus miradas, sus movimientos, sus respiraciones, los latidos de su corazón, etc. Por esta razón todos los actos de Adán eran de orden Divino. Consentía dejar a la Divinidad actuar en él, por lo que todos sus actos eran perfectos, de esa forma él glorificaba y correspondía perfectamente al amor de su Creador.

Esto no quiere decir que hubiese una falta de voluntad por parte de Adán. Sin embargo, él consentía a lo que la Divinidad pudiese obrar libremente en él. * Jesús compara la voluntad humana a un vaso de agua vacío en el cual el agua de la Divina Voluntad reside. Esto era lo que esperaba Dios para la condición humana. La voluntad humana no ha sido creada para estar aislada de la Divina Voluntad. Hasta el momento de su caída, la Divina Voluntad actuaba en todos los aspectos del ser de Adán. Con el regalo de la voluntad libre, Adán podía vaciarse de sí mismo, en todo tiempo, con la capacidad divina de glorificar perfectamente a Dios. En efecto, él se vació él mismo del regalo de glorificar perfectamente a Dios, cuando él tomó el fruto prohibido.

Los Santos y el regalo de la Divina Voluntad

Una pregunta que se formula a menudo es: ¿Los santos poseen el regalo de la Divina Voluntad? La respuesta es “NO”. Hasta ahora los santos han sido capaces de introducirse ellos mismos en la Divina Voluntad, es decir en cuanto ellos se han dado cuenta de lo que Dios les pedía que hiciesen y cómo quería que lo hiciesen cada día de sus vidas, ellos han correspondido de la mejor forma que ellos han podido a Su Voluntad. Sin embargo, el regalo de la Divina Voluntad, no es únicamente hacer la Voluntad de Dios, sino dejar a Dios hacer su Voluntad en el interior de nosotros, con nuestro consentimiento. Eso es lo que Adán aceptó hacer, hasta el momento en que desobedeció y lo que Jesús hizo “Él” a través de Su humanidad cuando estaba sobre la tierra. Jesús ha mostrado que Luisa recibiendo el regalo de la Divina Voluntad, el 8 de septiembre de 1889, marcaba el principio de la Era del Reino de la Divina Voluntad sobre la tierra. Este regalo está a disposición de todos.

Cómo el regalo fue anunciado por los profetas en las Escrituras.

La primera profecía bíblica se encuentra en el Génesis 3, 15. La profecía fue dicha por Dios a Satanás. Dios anunció la venida de un Redentor “El Mesías”. Los judíos rezaban para que se cumpliese esta profecía y entonces, Jesús vino. Antes de dejar la tierra, Jesús nos dio otra profecía que encontramos en la oración que él nos enseñó: “El Padre Nuestro”. La profecía es: “El Reino viene, En la tierra como en el cielo”. Con otras palabras, todos los santos en el cielo poseen “la Divina Voluntad” con la cual ellos dan Gloria a Dios de una forma perfecta y corresponden perfectamente a Su Amor. Entonces, los hombres aquí en la tierra suplican se les conceda esa Misma Voluntad para gozar sobre la tierra como en el cielo. Hemos rezado para pedir de nuevo esta primera capacidad que teníamos en el origen y que corresponde perfectamente a la Voluntad de nuestro Creador. Por eso, Jesús ha revelado a Luisa que él vino para restablecer “La llamada de la criatura al orden” (en el que fue creado por Dios).

La Trinidad y la Divina Voluntad.

Las tres personas de la Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo no poseen Su propia Voluntad de forma separada… Más bien, las Tres Personas de la Santísima Trinidad comparten la misma Divina Voluntad. Por eso hay una única armonía, la paz, y el placer, etc. entre ellos. Por el poder de la Divina Voluntad, el Padre dirige todo Su Amor Infinito a su Hijo y por el mismo poder de la única y misma Divina Voluntad, El Hijo puede perfectamente devolver el mismo Amor Infinito al Padre. Era la misma Divina Voluntad que Adán poseía en el origen en el Edén antes de la desobediencia; y Jesús poseyó esta misma Divina Voluntad durante Su vida sobre la Tierra. De esta forma Adán correspondía al Amor de Dios, como Jesús mismo hacía. Podemos decir que Jesús (Hijo No-creado) y Adán (hijo creado) eran perfectamente conformes al Padre por el poder de esta misma Divina Voluntad que los dos poseían.

Jesús dijo: “Si queréis escucharme, mis queridos hijos, os ruego que leáis estas páginas con atención. Soy Yo quien las coloco ante vosotros. Si las leéis, sentiréis la necesidad de vivir en mi Voluntad. Cuando las leáis, me situaré cerca de vosotros. Os tocaré el espíritu y el corazón con el fin de que comprendáis estas cosas y os decidáis a acoger en vosotros el don de mi “Fiat” divino” (Corato, 1925)

Oración de Jesús (Juan 17)

Esta oración de Jesús consta de tres partes. Él reza por Él mismo, por sus discípulos y finalmente, por todos los futuros discípulos. En la última parte de su oración Jesús suplica al Padre:

“Que sean Uno conmigo, como Yo Soy Uno contigo”.

Como ya sabemos, las Tres Personas de la Trinidad no son únicamente buenos amigos estando de acuerdo unos con otros; sino que ellos son Uno en la Divina Voluntad. También cada discípulo tiene que ser Uno con Jesús de la misma forma que Jesús es Uno con Su Padre, se nos pide tener también la misma Divina Voluntad como Jesús y el Padre. Por eso Jesús rezó durante la noche antes de morir. Hoy en día donde la Fe está apagada por el orgullo del racionalismo, el Señor dice a un gran número de almas: 

“¿Cómo podéis creer vosotros que recibís vuestra gloria los Jesús dijo: 

“Si queréis escucharme, mis queridos hijos, os ruego que leáis estas páginas con atención. Soy Yo quien las coloco ante vosotros. Si las leéis, sentiréis la necesidad de vivir en mi Voluntad. Cuando las leáis, me situaré cerca de vosotros. Os tocaré el espíritu y el corazón con el fin de que comprendáis estas cosas y os decidáis a acoger en vosotros el don de mi “Fiat” divino” (Corato, 1925) 

Oración de Jesús (Juan 17) 

Esta oración de Jesús consta de tres partes. Él reza por Él mismo, por sus discípulos y finalmente, por todos los futuros discípulos. En la última parte de su oración Jesús suplica al Padre: “Que sean Uno conmigo, como Yo Soy Uno contigo”. Como ya sabemos, las Tres Personas de la Trinidad no son únicamente buenos amigos estando de acuerdo unos con otros; sino que ellos son Uno en la Divina Voluntad. También cada discípulo tiene que ser Uno con Jesús de la misma forma que Jesús es Uno con Su Padre, se nos pide tener también la misma Divina Voluntad como Jesús y el Padre. Por eso Jesús rezó durante la noche antes de morir. Hoy en día donde la Fe está apagada por el orgullo del racionalismo, el Señor dice a un gran número de almas: “¿Cómo podéis creer vosotros que recibís vuestra gloria los unos de los otros y no buscáis la gloria que viene de un único Dios?” (Jn 5, 44)

Cómo recibir el regalo de la Divina Voluntad

Para recibir el regalo de la Divina Voluntad, tenemos necesidad de desearlo y de decidirnos a no dar vida a nuestra voluntad humana. Jesús dice: “… No tenéis necesidad de caminos, de puertas, ni de llaves para entrar en la Divina Voluntad… Para entrar, las criaturas tienen necesidad de suprimir la piedra de su voluntad… El alma únicamente tiene que desearla y todo le será dado, mi Voluntad hace todo el trabajo…” (16 febrero 1921) Es muy importante recordar que nosotros tenemos necesidad de desear el regalo; después de haber decidido sacrificar nuestra propia voluntad: es Jesús quien hace el trabajo. Únicamente Jesús puede hacer un acto Divino. Nosotros permanecemos siempre una creatura. Jesús a la humanidad: “Mis queridos hijos, vengo a vosotros… para permanecer en vosotros, unido a vosotros, viviendo con vosotros en una única Voluntad… Sabed que mi amor por vosotros es tan grande que Yo pondría de lado vuestro pasado, vuestras faltas pasadas, todas vuestras desgracias pasadas. Si me dais vuestra voluntad, todo va a estar regulado. Seréis felices y Yo seré feliz. No deseo nada más, sino que mi Voluntad se establezca en vosotros. El cielo y la tierra os sonreirán. (Corato, 1925)

Una lección para la vida: olvidarse de sí

Lo primero que debe aprender un alma que decide abrazar la Divina Voluntad es olvidarse de sí misma. Jesús dice que únicamente hay un camino para que se convierta en realidad todo esto: practicarlo durante toda la vida. “Hija mía, para que el alma pueda olvidarse de sí misma, debe hacer de manera que todo lo que hace y que le es necesario, lo haga como si Yo lo quisiera hacer en ella: Si reza debe decir, es Jesús que quiere rezar, y yo rezo juntamente con ella; si debe trabajar, es Jesús que quiere trabajar, es Jesús que quiere caminar, es Jesús que quiere tomar alimento, que quiere dormir, que quiere levantarse, que quiere divertirse, y así de todo lo demás de la vida, sólo así puede el alma olvidarse de sí misma, porque no sólo hará todo porque lo quiero Yo, sino que, porque lo quiero hacer Yo me necesita a Mí.” (14 de agosto 1912) **** Todas estas cosas deben ser hechas refiriéndose a Jesús porque es Él quien hace todo con nosotros, salvo los errores, es decir el pecado.

¿Qué es un pecado?

Si cometemos un pecado, perdemos el regalo de la Divina Voluntad. Evidentemente se debe a que no le podemos pedir a Jesús que peque. Si hacemos un sincero acto de contrición, entonces le volvemos a pedir a Jesús que nos devuelva el regalo y Él lo hará. Jesús desea tanto que poseamos el regalo, que está feliz de devolvérnoslo. Únicamente por la aceptación libre hemos recibido este regalo, y Jesús sólo puede garantizar devolvernos ese amor y la gloria al Padre, partiendo de la decisión del interior de la criatura. Si nuestros pecados fueran mortales, entonces, estaremos obligados a acudir al Sacramento de la reconciliación, para a continuación pedirle a Jesús que nos devuelva el regalo. Hijo mío, la pérdida de las almas es la razón principal de mi profunda tristeza, ya que las almas me pertenecen. (Libro del Cielo, tomo 2)

La oración en la Divina Voluntad (1)

Para rezar en la Divina Voluntad debemos recordar las instrucciones de Jesús en lo que concierne el olvido de uno mismo. Podemos empezar diciendo: “Jesús quiere rezar; entonces yo rezo con Él”. Jesús da esta lección a Luisa (REGLA DE ORO): “Quiero enseñarte el camino para saber cómo debes estar conmigo… -Entra en Mí -Transfórmate en Mí -Coge lo que encuentres en Mí”. (9 de febrero de 1908) Recuerda que todo está contenido en la Regla de oro: – lo deseamos y Jesús hace todo el trabajo. Daos cuenta que Jesús no dijo pensar sino desear. Pensar únicamente, no hará nada; es el deseo del corazón lo que asegura el vivir en el Reino de la Divina Voluntad.

La oración en la Divina Voluntad (2)

Primeramente, desearemos entrar en Jesús (Esto se refiere al tema de la Regla de oro). - Entonces, nos transformamos en Él, (también extraído de la Regla de oro). Como San Pablo decía: “Vivir en Cristo con el fin de hacer todo como otro Jesús” partiendo de que Jesús hace todo en el interior de nosotros: nuestros pensamientos, palabras, acciones, cualquier cosa que emprendamos, movimientos, suspiros, latidos de corazón, todo, salvo, el pecado. - A continuación, cogemos todo lo que encontremos en Jesús. Jesús explica a Luisa (14 de agosto de 1912); que cuando estaba sobre la tierra durante su vida escondida (es decir hasta la edad de los 30 años, cuando su ministerio público empezó) Él tomó sobre sí mismo todos los pensamientos, palabras, acciones, todo lo que nos pertenece a cada uno de nosotros desde Adán hasta la última persona creada y rehizo la vida de todos en la Divina Voluntad. De esta forma cada uno tiene la divinidad en su vida. ¿Por qué? Porque únicamente tiene una versión divina que puede dar a Dios una gloria perfecta. Nuestra tentación humana para glorificar a Dios será siempre a través de la perfección absoluta adquirida por nosotros, a pesar de la santidad que hayamos alcanzado.

La oración en la Divina Voluntad (3)

Jesús no ofreció enseguida la versión divina de nuestras vidas al Padre, pero la ha guardado en Él, esperando el día en que viniésemos solos - y después de haber dado vuestro FIAT, nuestro SÍ al regalo de la Divina Voluntad sólo entonces podrías: Entrar en Él, Transformarte en Él, Coger lo que encuentres en Él. Ahora, podéis encontrar en Jesús la versión divina de vuestra vida guardada en Él. Cogedla, hacedla vuestra (por la Regla de Oro) y ofrecedla con Jesús al Padre. Podréis hacerlo a menudo, no únicamente con vuestra propia vida, sino tan a menudo como lo necesitéis con la vida de los demás. Jesús quiere que lo hagáis con la vida de todos los demás. Jesús: ¡Menudo milagro! ¡Menudo milagro! ¿El milagro más grande no es hacer mi Voluntad? Mi Voluntad es eterna y constituye un milagro eterno. Cada vez que la voluntad humana guarda un contacto continuo con la Divina Voluntad, ¡es un milagro! (Tomo 13)

La oración en la Divina Voluntad (4)

En el nombre de todos Porque Jesús ha rehecho la vida de todos (desde Adán hasta la última alma creada) en Su Divina Voluntad, podremos nosotros también rezar, trabajar, hablar, andar, comer, dormir y divertirnos, etc. en el nombre de todos, es lo que Jesús dijo a Luisa: “En mi mirada, he cogido los ojos de las criaturas, en mi voz sus palabras, mis movimientos son los suyos, en mis manos sus trabajos, en sus corazones sus afectos y sus deseos, en mis pies están sus pasos, y haciéndolas Mías, mi Humanidad satisface al Padre. Ahora, ¿por qué no podrías hacerlo también tú? ¡PARA AQUEL QUE ME AMA, TODO ES POSIBLE EN UNIÓN CONMIGO! En mi Voluntad reza y trae, delante de la Divina Majestad, tus pensamientos en los que estarán los pensamientos de cada uno, en tus ojos la mirada de cada uno, en tus palabras, movimientos, afectos y deseos, tráeme aquellos de tus hermanos para hacer reparación. Para obtener luz, gracia y amor para ellos en Mi Voluntad, tú te encontrarás a ti mismo en Mí y en cada uno. Tú harás Mi vida, tú rezarás conmigo y el Divino Padre estará contento y toda la corte celestial dirá: ¿Quién nos ha llamado sobre la tierra? ¿Quién es el que quiere abrazar la Santa Voluntad en sí mismo, encerrándonos en sí a todos juntos? Cuánta bondad podréis obtener sobre la tierra haciéndonos descender del cielo sobre la tierra”. (3 de mayo de 1916)

La oración en la Divina Voluntad (5)

Para todos Ahora, encontrando cada uno a Jesús, podemos rezar por todos y Jesús ha prometido que sería como si todos rezásemos de una manera divina. Si toda la humanidad rezase junta de forma humana, incluso esta multitud de oraciones no podría compararse con una sola oración en la Divina Voluntad, ya que una oración divina tiene un valor o un mérito infinito, poseyendo las verdaderas disposiciones y las cualidades del mismo Jesús porque es Él quien hace todo el trabajo en Su Divina Voluntad. Podemos ahora rezar el rosario, en nombre de cada uno y hacer compañía a Jesús en el Santísimo Sacramento, en el nombre de todos, etc. De tal forma, Dios recibe un perfecto retorno de Amor y de Gloria simultáneamente de todos en todas nuestras acciones y nuestros deseos. Recordad la grandeza de vuestro grupo de oración en la Divina Voluntad en nombre de todos (desde Adán hasta la última alma creada).

Volverse hacia la Divina Voluntad

Mucho hay que decir sobre el volverse hacia la Divina Voluntad. En una ocasión, Jesús hablaba a Luisa del universo, ella podía oír la voz de Jesús diciendo: “Te amo” bien sea sobre cada estrella, planeta, luna, etc. Mientras que ella soñaba en esta experiencia, Jesús se giró hacia ella y le dijo: “¿Luisa dónde está tu “Te amo” para Mí?

Jesús le explicó que si ella lo desea (en la Divina Voluntad) ella puede situar su “te amo” a Jesús en todas las cosas, ella también. Porque Jesús lo haría para ella. Nosotros también, estamos invitados por Jesús a hacer lo mismo; a decirle nuestro “Te amo” proveniente de todas las cosas creadas (presentes, pasadas y futuras). Es lo que llamamos el círculo de la Creación. Deberíamos decir también nuestro “te amo” sobre todo lo que Jesús ha dicho y hecho durante Su vida sobre la tierra incluyendo su Resurrección y su Ascensión. Estos son los círculos de la Redención. Debemos decir también nuestro “te amo” sobre todos los actos del Espíritu Santo, los sacramentos, oraciones, inspiraciones, gracias, etc. Son los círculos de la Santificación. Jesús enseñó a Luisa a hacer estos círculos de una forma continua.

Os quiero con vuestra Voluntad

Luisa escribió: “Jesús él mismo estando en mi interior; pero estaba tan unido a mí que podía ver Sus ojos en los míos, Su boca en la mía y lo mismo con Su cuerpo. Cuando lo veía de esta forma, me dijo: “Hija mía, mira cómo estoy unido para hacerme uno con el alma que quiere hacer Mi Voluntad. Cumplo Mi Voluntad en el interior y en el exterior de ella, hago Yo mismo su propia vida. Podrías decir que es como el aire que ella respira que da vida en todo su ser; es como la luz que hace que todo sea visto y entendido; es también como el fuego que calienta y fecunda haciendo crecer todas las cosas. Son los latidos del corazón, las manos que trabajan, los pies que andan. Cuando la voluntad se une a Mi Voluntad, Mi vida se forma en el alma”. Después de haber recibido la comunión, le decía a Jesús “Te amo”. Él me dice: “Hija mía ¿Verdaderamente quieres amarme? Di: “Jesús te amo con Tu Voluntad”. Entonces, Mi Voluntad llenará el cielo y la tierra; tu amor me rodeará por todo y tu “Te amo” se reflejará muy alto en el cielo y las profundidades del abismo; ahora si tú quieres decir Te adoro, Te bendigo, Te alabo, Te doy gracias, estando unido a Mi Voluntad, tu llenarás el cielo y la tierra con adoraciones, bendiciones, alabanzas y acciones de gracias en Mi Voluntad. Son simples cosas fáciles e inmensas”. (2 de octubre de 1913)

Nuestra Señora y la Divina Voluntad

Jesús ha hecho de María la “Reina y Madre” del Reino de la Divina Voluntad. María era la tercera persona (después de Adán y Eva) a quien le ha sido dado el regalo de la Divina Voluntad. Desde el momento de su Inmaculada Concepción, Jesús en su Humanidad, era la cuarta persona en poseer el regalo de la Divina Voluntad. Después se le concedió a Luisa Picarreta, y a todos los otros que dirán sí a este regalo.

Nuestra Señora ha dado 31 lecciones (en el Libro La Virgen María en el Reino de la Divina Voluntad) sobre el Reino de la Divina Voluntad. ¡Con este regalo lo que podemos esforzarnos en hacer en varios años podría realizarse únicamente en un día! Tres veces al día, nuestra Madre quería que nos sentásemos sobre Sus rodillas, mañana, medio día y noche diciéndole: “Mamá te quiero, quiéreme tú también, y dame un bocadito de la Voluntad de Dios para mi alma. Dame Tu bendición así podré hacer todas mis acciones bajo Tu mirada maternal”. Por la noche, Nuestra Señora también quiere que Le presentemos todos nuestros actos del día sobre Sus rodillas maternales.

Los actos de preparación:

Esto hay que hacerlo nada más despertarse. Al amanecer, Jesús dice de ofrecerle todo con nuestras propias palabras. Que cada acción sea hecha en Su Divina Voluntad.

Los actos actuales:

Los actos cotidianos como, lavarse, comer, trabajar, rezar, etc... Hay que decir: Jesús quiero; entonces, lo hago en unión con Él. (14 de agosto de 1912) Mientras que nuestra memoria lo permita, hay que continuar de esta forma todo el día. Gracias a Dios, Jesús no nos acusa por nuestra pobre memoria. Nuestros actos continúan estando en la Divina Voluntad y Jesús dice: “los 2 actos son necesarios”. Los actos de preparación ayudan a crear la disposición y dejan sitio para el acto actual. El acto actual preserva y alarga la disposición para el acto de preparación. (27 de mayo de 1922) Tú no me rechazas, oh Padre, ya que te ofrezco a Jesús que siempre ha vivido en la Divina Voluntad. (Libro de Oraciones)

La llamada de la Divina Voluntad

aquí abajo Jesús quiere que llamemos a la Divina Voluntad en cada una y en todas las cosas. Para olvidarse de sí mismo, podemos hacer descender la Divina Voluntad de esta forma: Ven Divina Voluntad, ven… en mí. Por ejemplo: Ven Divina Voluntad, ven a lavarte en mí Ven Divina Voluntad, ven a comer en mí Ven Divina Voluntad, ven a conducir en mí Ven Divina Voluntad, ven a trabajar en mí … rezar…descansar… hablar…etc… Jesús dijo a Luisa que el Reino de la Divina Voluntad no reinará totalmente sobre la tierra hasta que un determinado número de actos hayan sido completados en la Divina Voluntad. “Quiero que tu pensamiento se preocupe únicamente de amarme y de vivir en mi Voluntad”. (La felicidad de Vivir en la Divina Voluntad)

El Rosario del bienaventurado.
Beato Hannibal Di Francia

Este era uno de los más extraordinarios confesores de Luisa. Inspirado por la espiritualidad de los escritos de Luisa, él fundó dos órdenes religiosas: “Los Padres Rogacionistas” y “Las Hijas del Celo Divino”. Murió en 1926, y fue beatificado por el Papa S. Juan Pablo II (7 de octubre de 1990). Él compuso el siguiente rosario: Padre Nuestro… Dios te Salve María…

Sobre el grano gordo de cada decena: Gloria al Padre Sobre los pequeños granos de cada decena: Hágase Tu Voluntad en la tierra como en el cielo. Al final del Rosario: Jesucristo, Te quiero, Te alabo, Te adoro, Te doy gracias. Os bendigo, Padre y Espíritu Santo. Amén. Virgen Inmaculada, toma posesión de mi voluntad. Purifícala, fórmala, caliéntala tocándola con tus dedos maternales; enséñame a vivir únicamente de la Divina Voluntad. (La Virgen María en el Reino de la Divina Voluntad).

Consagración a la Divina Voluntad

Oh Adorable y Divina Voluntad, heme aquí delante de la inmensidad de Tu Luz, que Tu Bondad eterna pueda abrirme las puertas y hacerme entrar en el interior para formar mi vida en Ti, Divina Voluntad. 

Por eso, oh Adorable Voluntad, me postro delante de vuestra Luz, yo la última de todas las creaturas, para situarme yo misma en el pequeño grupo de los hijos e hijas de vuestro Supremo Fiat. Postrado ante Ti, la nada que soy, pido Tu Luz y te suplico me vistas y apartes de mí todo lo que no es Tuyo, Divina Voluntad. Será mi vida, el centro de mi inteligencia, el deleite de mi corazón y de todo mi ser. Ya únicamente quiero que la voluntad humana no viva en mi corazón. Voy a rechazarla lejos de mí y así formar el nuevo paraíso de paz, de felicidad y de amor. Con Él, estaré siempre feliz, tendré una fuerza singular y una santidad que santifique todas las cosas y las conduzca hacia Dios. 

Postrado ante Ti pido firmemente a la Santísima Trinidad que Ella me permita vivir en el claustro de la Divina Voluntad y devuelva en mí el orden primero de la creación tal como la creatura fue creada. 

Oh Madre Celestial, Reina Soberana del FIAT Divino, toma mi mano e introdúceme en la Luz de la Divina Voluntad. Mi tierna Madre, serás mi guía y me enseñarás cómo vivir y cómo guardarme en el orden y los lazos de la Divina Voluntad. Madre Celestial, me consagro enteramente a Tu Corazón Inmaculado. Me enseñarás la doctrina de la Divina Voluntad y escucharé muy atentamente Tus enseñanzas. Me cubrirás con Tu manto con el fin que la serpiente infernal no se atreva a penetrar en este Edén Sagrado para engañarme y hacerme caer en el laberinto de la voluntad humana. 

Jesús, Corazón de infinita bondad, Me darás Tu fuego para que me queme, me consuma y me alimente para formar en mí la vida de la Divina Voluntad. San José, dígnate ser mi protector, el guardián de mi corazón, y así guardarás en Tus manos las llaves de mi voluntad. No ceses de guardar mi corazón celosamente y no me lo devuelvas ya más a fin de que esté seguro de no abandonar la Voluntad de Dios. 

Ángel de mi Guarda, guárdame; defiéndeme; ayúdame en todo, a fin de que mi Edén pueda florecer y ser el instrumento que atraiga a todos los hombres al Reino de la Divina Voluntad. Amén


VER+:







EL MILAGRO MÁS GRANDE: Pr... by Yanka


LO QUE NADIE TE ENSEÑA: CÓMO FUNCIONA LA VOLUNTAD / DIVINA VOLUNTAD / LUISA PICCARRETA




Para alguien que quiera vivir la espiritualidad de la cruz, porque se siente llamado por Dios a ello, ¿qué es lo que tiene que tener claro? ¿Cuál sería el horizonte al que está llamado? Plásticamente, ¿cómo se representaría esa meta?.

En la espiritualidad de la cruz la persona está llamada, como dice Pablo a los Filepenses, a «tener los mismos sentimientos de Cristo». Como el corazón es el icono por excelencia donde situamos los sentimientos, la persona está llamada a vivir en el Corazón de Jesús, icónicamente, desde de sus sentimientos profundos e íntimos.

El estilo de vida del llamado impele a orientarse a vivir en este centro, redirigir la vida hacia ese horizonte, de tal suerte que el deseo de ver por los ojos de Jesús y que Jesús vea por los nuestros, hablar con los labios de Jesús y que Jesús use los nuestros, amar con el Corazón de Jesús y que Jesús ame con nuestro corazón[1], es decir, vivir con los mismos sentimientos de Cristo, identificado con Él, redirige nuestra quehacer cotidiano, y polariza nuestra historia hasta la transformación del propio ser.

Mons. Martínez le dice la Sra. Armida en una carta que le envía después de haber realizado un par de meses antes sus Ejercicios Espirituales:

Es preciso que el Corazón de Jesús y el de usted estén inefablemente fundidos; que usted penetre hasta las profundidades de ese Corazón, que viva en el interior de él, pero en lo más profundo[2]
Lo esencial para el que quiere entrar en el Corazón de Jesús, el destino del que ha sido llamado a esta espiritualidad, es la gracia que se concede en lo íntimo del amor de Dios; esta gracia es la unión. A la raíz de todo está el amor divino, que es la posesión y presencia en y del alma. Y esta unión con el Verbo se celebra en el interior del corazón de Jesús, en lo más íntimo de Él.
Por eso Mons. Martínez empuja a la Sra. Armida a penetrar hasta lo más profundo, sin quedarse en la superficie. Ella es llamada es a lo más íntimo.

Es cierto, Concepción ya había recibido la gracia de la unión (el matrimonio espiritual) hacía 33 años, pero esta gracia es penetrante y penetradora, es decir, no es una gracia que se recibe y ya está, sino que a partir de ese momento se entra en un camino de cada ve más perfección y que ni siquiera en el cielo se agota.
El alma, por la unión, ha llegado al centro de sí misma, en donde habita el mismo Dios. En adelante, el alma va a habitar en esta profundidad por la unión perfecta con Dios; profundidad que es, al mismo tiempo, la cruz interna del Corazón de Jesús; donde se sirve el banquete perpetuo de la Sabiduría. Aquí alcanzan su pleno desarrollo los dones divinos del Espíritu Santo, como se indica en las otras secciones de esta web. La contemplación se une aquí con la santidad[3].

¿Tiene sentido en nuestra vida considerar «estos vuelos«, mirar tan alto? ¿No sería más provechoso dedicarnos a reflexionar y orar sobre algo más cercano y cotidiano, más de todos los días?
Primero hay que decir que santidad, desde el Concilio Vaticano II es sinónimo de vocación cristiana y misión en la Iglesia. Luego, tenemos que decir que «un verdadero amante no sólo quiere a su amado más que a sí mismo sino que en cierto sentido se olvida de sí mismo en relación al único que ama»[4]. Por tanto, lo que nos mueve, el motor de nuestra vida espiritual es tener la mirada en aquello que deseamos que es, por encima de cualquier cosa, la unión íntima con Jesús, la unión con el Amado, con sus más íntimos sentimientos.
Es como el que se monta en un autobús para ir a Monterrey. Resulta que al pasar por San Luís Potosí no se detiene ahí, ni cuando lo rebasa se queda mirando todo el viaje hacia atrás: lo que quiere es llegar a Monterrey y todo su deseo se centra en Nuevo León. Pues aquí sucede lo mismo: nosotros queremos llegar a la unión transformante y penetrar en ella y nunca dejar que nos deje de iluminar en nuestro caminar cotidiano.

Aquí vienen al caso unas palabras de Bertolt Brecht[5]:
«Hay hombres que luchan un día y son buenos. Hay otros que luchan un año y son mejores. Hay quienes luchan muchos años y son muy buenos. Pero hay los que luchan toda la vida: esos son los imprescindibles».

Jesús le dice a la Sra. Armida:
«Alianza de amor con la cruz de mi Corazón, quiere decir que las almas que a ella pertenezcan, deben amar esa interna cruz, y aligerar su peso, con la perfección de su vida y evitando las ingratitudes y pecados que la forman».[6].
«Mira, hija, esa Alianza de amor, tiene que tomar vida en ti, […]: serás tú mi misma Sangre, por [la unión] en Mí»[7]
La urgencia de Jesús es que lleguemos a sus Cruz interna, por eso detenernos a reflexionar sobre lo que significa vivir en ella no es cosa de locos, ni de presumidos, ni de desfasados…Es simplemente responder al deseo de Jesús.

Por eso es importante poner la mirada muy alto: porque ese es nuestra vocación, lo que tenemos, en cierto sentido, que vivir todos los días, pues es ese destino el que nos mueve el aquí y el ahora. ¡Acaso —usando un ejemplo de Santa Teresa— siendo gusanos de seda no vamos desear llegar a nuestro destino, que es construir el capullo primero, para ser trasformados en un nuevo ser? ¿Acaso la cumbre no está en cada movimiento del escalador que trepa por la montaña?
La comunicación de Dios al alma, la unión espiritual que se da en el Corazón de Jesús, invade y empapa todo su ser, como si fuese una bebida que se difunde y derrama por todos los miembros y venas del cuerpo.

Coma y beba —le dijo Mons. Martínez a la Sra. Armida— de esos frutos dulcísimos de su Jesús, y diga como la misma esposa de los cantares: «me senté bajo la sombra de Aquel que deseaba y sus frutos son dulcísimos a mi paladar»[8]
Es por eso que el símbolo nupcial en esta etapa espiritual de la unión con el Corazón de Jesús en la que queremos profundizar se utiliza por su capacidad de expresar la experiencia no propiamente del ser-uno, sino del estar-unido, de la comunión en la transformación, de la presencia que invita, del amor recibido que hace amar de una manera nueva, inédita, etc.

P. Eduardo Suanzes, msps
_________________________

[1] Cfr. Felix de Jesús Rougier. Carta a los estudiantes de Roma. 13 de abril de 1929
[2] Concepción Cabrera, Cuenta de Conciencia 55, 62; 26 de febrero de 1930
[3] Cfr. Mª Eugenio del Niño Jesús, Quiero ver a Dios, 4ª edición. Ed. Espiritualidad, Madrid 2002, pag.1087
[4] Anónimo Libro de la contemplación llamado La nube del no saber que trata de esa nube en la que el alma se une a Dios,43
[5]Eugen Berthold (Bertolt) Friedrich Brecht (Augsburgo, 10 de febrero de 1898 – Berlín Este, 14 de agosto de 1956), fue un dramaturgo y poeta alemán, uno de los más influyentes del siglo XX, creador del teatro épico, también llamado teatro dialéctico.
[6] Concepción Cabrera, Cuenta de conciencia 33, 259; 1 de noviembre de 1909
[7] Ibid. 33,265; 1 de noviembre de 1909
[8] Ibid., 56, 133; 13 de diciembre de 1930

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