EL Rincón de Yanka: "ME RINDO" LIBRO DE FRANCISCO JAVIER EXPÓSITO LORENZO

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martes, 25 de octubre de 2016

"ME RINDO" LIBRO DE FRANCISCO JAVIER EXPÓSITO LORENZO

¿Por qué te empeñas? 

Porque soy yo...
Pues deja de ser tú...

Querido lector, ¡es hora de quitarse la máscara! Acabas de comenzar tu juego de empeños y rendiciones. Vas a emprender un viaje interior en el que necesitarás valor, y del que no vas a quedar indemne. Entrarás por un laberinto de espejos en los que, quizá, te reconozcas, y del que sólo podrás hallar la salida si aciertas a seguir tu propio hilo de Ariadna a través de las sincronías. ¿No lo sabías? Esta vida es un juego que nos tomamos demasiado en serio, y en el que a cada empeño de nuestro ego, se sucede una rendición, consentida o no. 
Javier Expósito nos invita a una aventura literaria y espiritual 
insólita, en la que luz y sombra, acción e inacción, femenino y masculino, juegan a fusionarse de principio a fin en un continuo diálogo con el corazón y el alma del lector. Ya en la desembocadura, dejados a lo que venga, las Siete Leyes de la Rendición dan sentido para surfear las olas de la vida en un homenaje a la sabiduría milenaria de los maestros egipcios.


ME RINDO

Rendirse no es algo negativo, sino la aceptación de lo que sucede, la salida del empeñarse y empeñarse. Un paso más a la consciencia, un ser parte del Todo.

Lo afirmo, lo decido, lo decreto, me rindo:

A las azucenas, a los mirtos, 
a los ruiseñores, a las águilas;
al agua de los torbellinos y los manantiales;
a los tumultos, a las soledades, 
al dolor que nace de mi boca;
a la caricia que dora mi carne, 
a la estrechez de la tristeza;
a la abundancia de la alegría, 
a lo que muestre el espejo;
a lo que luzca en la estrella, 
a la aroma de la flor que crece en el sueño, 
a la raíz que hiende la herida, 
a la marea que vela y desvela las orillas; 

Me rindo a la mujer que me habita, 
al hombre que me mueve;
a la fuerza de la sola palabra, 
al cuchillo que afila el silencio,
al empeño de la sombra en huir de mis brazos, 
a la amada que me rechaza, 
al hermano que me apedrea;
al amigo que me traiciona, 
a la luz que no afina su llegada, 
a la mañana devanada en grises de amianto.

Me rindo a mi lloro, a mi sed de agua,
a la exaltación del deseo, 
a la venda que al nacer se le puso a mi alma;
a la voluntad de los arcángeles, 
al plan que mece desde mi cuna,
a la gracia de los perdones, 
a la aceptación de lo negado;
a la vivencia de los ciegos, 
a la iluminación de los humildes,
a la paz de la culpa, a la existencia del padre;
a la fe del resucitado, a la eterna aurora.

Me rindo, me rindo, me rindo 
a ti que reinas sin reino,
que a ti que lo puedes todo, 
a ti que acoges mi alma,
¡Oh! Amor... Soy tuyo sin ser mi dueña.