EL Rincón de Yanka: MARÍA PITA E INÉS DE BEN, HEROÍNAS DE LA CORUÑA: "QUIEN TENGA HONRA, QUE ME SIGA"

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miércoles, 24 de agosto de 2016

MARÍA PITA E INÉS DE BEN, HEROÍNAS DE LA CORUÑA: "QUIEN TENGA HONRA, QUE ME SIGA"

MARÍA PITA E INÉS DE BEN, 
HEROÍNAS DE LA CORUÑA 

«Quen teña honra, que me siga»
Los únicos héroes oriundos de la Coruña fueron mujeres. Exceptuando en la historia más reciente a los héroes del Orzán, los agentes de policía Rodrigo Maseda, José Antonio Villamor y Javier López. Ya que Sir John Moore, era escocés y Juan Díaz Porliercartagenero.
Mientras Agustina se batía en Zaragoza contra los franceses, otras heroínas populares adquirieron gran peso durante la Guerra de Independencia. Así fue el caso de Manuela Malasaña –la joven madrileña que murió durante el levantamiento del 2 de mayo– o de Clara del Rey –que fue herida de muerte ese mismo día en el Parque de Artillería de Monteleón–. El relato nacional de una mujer guerrera que defiende su tierra frente a una invasión extranjera es, en cualquier caso, un mito recurrente en distintos países de Europa, pero además traza un antecedente directo con la historia de María Pita, la defensora de La Coruña en 1589 frente a la Contraarmada Inglesa. Tras el desastre de la Armada española en 1588, Isabel I de Inglaterra ordenó a Francis Drake lanzar un contraataque contra España, la conocida como «Contraarmada», que curiosamente tuvo un destino tan trágico como el de su precursora española.
Nuestra heroína, que según cuentan las crónicas era una “recia y alta mujer, más bien gruesa que esbelta, con rostro agraciado, si no bello, nariz aguileña algo ganchuda y ojos negros y muy vivaces, peinando largos cabellos negros”, vivía, junto a su segundo marido, Gregorio de Rocamonde quien poco tiempo después caería gloriosamente defendiendo su barrio, en el barrio coruñés de la Pescadería.
A falta de la experiencia española para la organización de una operación de grandes dimensiones, que tampoco había servido de nada a éstos, la aventura de la escuadra inglesa acabó en un irremediable desastre. El primer objetivo fue La Coruña, que albergaba a algunos barcos supervivientes de la Empresa inglesa todavía en reparación. Y aunque los ingleses tomaron parte de la ciudad, la actuación heroica de las milicias, entre las que se contaba la popular María Pita, forzaron la huida de los extranjeros sin obtener botín. Cuando los ingleses abrieron una brecha en la muralla y comenzaron el asalto de la ciudad vieja, María Pita acudió a esta posición y mató a un alférez inglés con una espada.

La historia de Pita, no en vano, guarda muchas similitudes con la que luego protagonizaría Agustina de Aragón. Se dice que la gallega mató al alférez inglés precisamente con la espada de su marido fallecido durante el asalto, Gregorio de Recamonde, en un relato muy parecido al de la defensora zaragozana, que se unió al combate contra los galos por acudir junto a su marido artillero. Según la leyenda, acuchilló al inglés al grito de «Quen teña honra, que me siga» («Quien tenga honra que me siga»), lo cual desmoralizó a la tropa inglesa, compuesta por 12.000 efectivos, provocando su retirada. Junto con María Pita, otras mujeres de La Coruña ayudaron a defender la ciudad, siendo el caso mejor documentado el de Inés de Ben, herida en la batalla, aunque ninguna adquirió tanta notoriedad.

Tras la contienda, Felipe II concedió una pensión a Pita que equivalía al sueldo de un alférez más cinco escudos mensuales. La guerrera gallega, que se casó otras dos veces (en total fueron cuatro veces), es hoy en día recordada, entre otras cosas, por la estatua de bronce que decora la Plaza de María Pita, en la ciudad de La Coruña, donde se representa a la heroína alzando una lanza y a sus pies el cuerpo sin vida del alférez inglés.


La Invencible Inglesa


Inmediatamente después del fracaso de la Armada Invencible 1588, Isabel I de Inglaterra preparó una flota de represalia de proporciones aún mayores que su antecesora. Fue la llamada Contra Armada o Invencible Inglesa. Su objetivo era aprovechar la debilidad de la marina española tras el descalabro de la Invencible, y asestar un demoledor golpe a España que acabase con la guerra ya iniciada.Para ello debía cumplir tres misiones.

La primera y fundamental era destruir, en Santander, la Invencible regresada, que estaba en urgente reparación. Conseguido esto dejaría a España huérfana de flota en el Atlántico europeo.
Entonces tendría el mar expedito para cumplir su segunda misión: conquistar Lisboa. Así convertiría a Portugal en país satélite de Inglaterra y penetraría en el imperio luso. Para ello conducía al Prior de Crato, pretendiente al trono luso que Felipe II acababa de heredar de su madre, Isabel de Portugal. Crato había firmado previamente unas rigurosas clausulas que, de cumplirse, transformaban a Portugal en un protectorado de Inglaterra.
Su tercera misión era apostarse en las Azores y capturar la flota de Indias. De este modo, Inglaterra sería la nueva dueña del Atlántico y se aprestaría a usurpar las rutas oceánicas españolas.


Esa Contraarmada contaba con más de 150 barcos ( La Armada Invencible española contaba con 120 barcos) y unos 23.000 hombres era capitaneada por el almirante Francis Drake y por el general John Norris (el más prestigioso militar inglés de su tiempo, como general en jefe de los ejércitos transportados). Las claras órdenes dadas por su reina de dirigirse directamente a Lisboa las torció a su gusto el más famoso de los piratas (Drake) que prefirió venir en busca del desquite contra la ciudad desde la que había partido la Gran Armada, un año antes hacia Inglaterra).Se dispuso a atacar primero, el que entendían el puerto más débil, el de La Coruña.

Ataque a La Coruña (1589)

Las defensas de La Coruña eran bastante deficientes. El 4 de mayo la flota inglesa se asomaba al puerto de la ciudad gallega. La San Juan, la Princesa y la Diana se apostaron junto al fuerte de San Antón y cañonearon, apoyadas por las baterías del fuerte, a la flota inglesa a medida que esta se iba introduciendo en la bahía, forzando así a los atacantes a mantenerse alejados. Unos 8.000 ingleses desembarcaron al día siguiente en la playa de Santa María de Oza, en la orilla opuesta al fuerte, llevando a tierra varias piezas de artillería y batiendo desde allí a los barcos españoles que no podían cubrirse ni responder al fuego enemigo. Finalmente, los marinos españoles tomaron la decisión de hundir las naos y resguardar las galeras en el puerto de Betanzos, dejando a la mayor parte de las tripulaciones en la ciudad para unirse a la defensa.



Durante los siguientes días, las tropas inglesas bajo mando de John Norris atacaron la ciudad, tomando sin demasiada dificultad la parte baja de La Coruña, saqueando el barrio de La Pescadería, y matando a unos 500 españoles, entre los cuales se contaron numerosos civiles. Tras esto, los hombres de Norris se lanzaron a por la parte alta de la ciudad, pero esta vez se estrellaron contra las murallas españolas. Apostados tras ellas, la guarnición y la población de la villa, incluyendo a mujeres y niños, se defendió con total determinación del ataque inglés, matando a cerca de 1.000 asaltantes. Fue durante esta acción donde se distinguió la que hoy en día sigue siendo considerada heroína popular en la ciudad de La Coruña: Doña María Mayor Fernández de la Cámara y Pita, más conocida como María Pita. La leyenda cuenta que muerto su marido en los combates, cuando un alférez inglés arengaba a sus tropas al pie de las murallas, doña María se fue sobre él con una pica y lo atravesó, arrebatándole además el estandarte, lo que provocó el derrumbe definitivo de la moral de los atacantes. Otra mujer que aparece en las crónicas de la época por su distinción en los combates fue doña Inés de Ben. 

La historia quiere por capricho y desidia 
que este llena personajes en el olvido. 
Muchas veces sin causa aparente, 
es el tema que nos ocupa de una mujer.
Casi nada se sabe a cerca de este prodigio de mujer, solo que al momento del suceso se hallaba felizmente casada, tenía dos hijos y un próspero negocio de mercería y quincallería en la Pescadería. Había trabajado de forma intensa en el reparo de las murallas y sus cubos llevando tierra, al igual que lo hacían otras muchas mujeres ,y cuando se encontraba en esta labor resultó herida por una descarga de arcabucería, siendo trasladada al hospital de orden del oidor Francisco Maldonado. Según los testigos por ella presentados ante la Real Audiencia para que se le resarciera de todo el daño causado, Inés de Ben, viuda de Sebastián Fernández –muerto este la jornada del día 5–, recibe dos balazos de los ingleses, uno en la cabeza y otro en el muslo durante la defensa de la ciudad. Así consta en una certificación médica que se expide en Ferrol el 12 de julio de 1590. Los ingleses entraron en la Pescadería y robaron todo lo que en su tienda había, por lo que solicitaba a la ciudad que se le abonase la pólvora, balas y cuerda que había suministrado para la defensa de la ciudad, cuya hacienda tasaba en 800 ducados, y destacando que su marido había muerto el primer día de la invasión y ella había sido herida el 14 del mismo mes. Como resultado de aquellas graves heridas en la cabeza quedará casi ciega, pobre y con dos hijos a los que atender.
En aquel pleito, que no está finalizado o al menos no se conoce su parte final, los testigos de Inés de Ben fueron Antonio Osorio, alabardero de la Real Audiencia, Gregorio Sánchez, soldado de la compañía del Capitán Juan Varela, Juan de Luaces Bezerra, alabardero de la Real Audiencia, y Pedro Fernández, alguacil del corregidor de La Coruña. Se adjunta también el informe del licenciado Diego de Salazar, cirujano de la Armada, en el cual indica que curó a Inés de Ben de muchas heridas graves en la cabeza y en el muslo izquierdo.

En 8 de octubre de 1593 se realizan las diligencias y la citación de los testigos tiene lugar el 19 del mismo mes, testificando el 8 de noviembre Antonio Osorio, quien declara que “Inés de Ben, tenía mercería, pólvora y cuerda y que los dio para la defensa”. Inés había llevado tierra para reedificar la muralla y sus cubos con otras mujeres, cuando resultó herida. En este mismo sentido testifican Gregorio Sánchez y Luaces de Bezerra, mientras que Pedro Fernández, agrega que “fue el teniente corregidor quien tomó la cuerda y pólvora” añadiendo a su testimonio “Inés estuvo herida de muerte y en esos momentos se encontraba con dos hijos, pobre y sin ayuda”.
Todos los llamados a testificar testimoniaron a favor de Inés de Ben, pero unos años más tarde ella seguía en la misma situación de miseria que cuando inició el pleito. 
Había sido una de las heroínas que permaneció en primera fila desde el inicio del asedio inglés, no recibiendo ninguna mención a su sacrificio. Quedó casi ciega y en la miseria cuando estaba llamada para la gloria. Ni siquiera quedó de ella una migaja de fama para la posteridad.
Extraña paradoja del destino de una mujer que se quedó sin nada a cambio de haberlo dado todo.

En cambio, María Pita fue nombrada por Felipe II alférez perpetuo, y el capitán don Juan Varela fue premiado por su actuación al mando de las tropas y milicias coruñesas.

Finalmente, y ante la noticia de la llegada de refuerzos terrestres, las tropas inglesas abandonaron la pretensión de tomar la ciudad y se retiraron para reembarcar el 18 de mayo habiendo dejado tras de sí unos 1.000 muertos españoles, y habiendo perdido por su parte unos 1.300 hombres, además de entre 2 y 3 buques y 4 barcazas . Además, en aquel momento las epidemias empezaron a hacer mella entre las tropas inglesas, lo cual unido al duro e inesperado rechazo en La Coruña contribuyó al decaimiento de la moral y al aumento de la indisciplina entre los ingleses. Tras hacerse a la mar, otros diez buques de pequeño tamaño con unos 1.000 hombres a bordo decidieron desertar y tomaron rumbo a Inglaterra. El resto de la flota, a pesar de no haber conseguido aprovisionarse en La Coruña, prosiguió con el plan establecido y puso rumbo a Lisboa.





-¡Now! ¡Attack! ¡Attack! ¡Attack! ¡To victory!

Aquel aguerrido y valiente alférez inglés insuflaba moral y ánimo a todos sus compañeros que, encarnizadamente, luchaban en la brecha que conseguían haber abierto al explotar la mina.
- ¡Attack! ¡Attack! 
La muralla defensiva de La Coruña había soportado intensos cañoneos, asaltos con escalas y hasta ataques con minas pero aquel punto débil había cedido y los españoles no habían tenido tiempo para repararlo, con lo que, sin pérdida de tiempo ni discusión, habían decidido que por allí entrarían.
Una nueva mina abrió el boquete necesario para que se pudiera penetrar, finalmente, en la cuidad. Pero aquel asalto estaba siendo más complejo de lo que se había planeado, pues los españoles se defendían como demonios.
Así, tras largas horas de cañoneos, arcabuzazos y estocadas aquel alférez había tomado la bandera de su regimiento y enarbolando animaba a sus compañeros a hacer un último esfuerzo por tomar la ciudad.

- Now! Now! Now! 
Ascendiendo entre los cascotes, gritó y rabió, abriéndose paso seguido de sus hermanos ingleses.
Pero entonces...
Una joven muchacha de hermoso rostro, piel lechosa, cabello castaño y cuerpo esbelto apareció ante él embadurnada en sangre, barro y sudor.
El alférez inglés, impresionado ante aquella repentina imagen estuvo a punto de detener sus pasos pero, las ansías de vengar la ofensa que había estado a punto de acometer la grande y felicísima armada en su país, espolearon su furia y su determinación.
Es entonces...En los momentos decisivos... En los instantes en que todo se decide...Cuando los héroes aparecen...

Mayor Fernández de la Cámara y Pita, que era como se llamaba la joven de bella presencia e inquebrantable espíritu se agachó y recogió una piedra de entre los escombros. Cargo su brazo hacia atrás y, con la furia y el odio de alguien que ha presenciado como asesinaban a su marido en aquel asalto de castigo, lanzó con rabia la piedra hacia el rostro del alférez.
La piedra realizó una parábola hasta que, en medio de los gritos de horror, furia y sufrimiento...En medio de las descargas de arcabuz... En medio del cañoneo incesante... se escuchó como el cráneo de aquel inglés crujía ante el impacto.
Sin vida... Frenando el ímpetu y las ansias de venganza de sus compañeros...Cayó sin vida...
Entonces, aquella joven magullada, herida y agotada se abalanzó sobre la bandera que portaba aquel inglés y, alzándola mientras gritaba a pleno pulmón, contrajo todos y cada uno de sus músculos.

- ¡Quien tenga honor y honra que me siga!
El clamor de los españoles bramó sobre el estruendo de los cañones y los arcabuces.
Inmediatamente, los ingleses iniciaron su retirada.
Tiempo después, tras el asedio, las gentes de La Coruña solicitaron al rey que,María Pita, como paso a la historia, fuera encumbrada como heroína.
Que su historia haya llegado hasta nuestros días, solo demuestra, que así fue.

Autor: José Antonio López Medina