EL Rincón de Yanka: ¿POR QUÉ LOS ESPAÑOLES CAEN TAN MAL?

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sábado, 6 de abril de 2013

¿POR QUÉ LOS ESPAÑOLES CAEN TAN MAL?



- “Por favor, ¿tendría la amabilidad de darme un café?”.
Si alguno de ustedes ha visto alguna vez a un español haciendo eso en el extranjero, por favor, fílmelo con su móvil: es una especie en extinción.
Allá por donde van los españoles hablan en imperativo: “¡Eh, ponme un café!; “Dame un cruasán!”; “¡Sírveme una caña”; “Pásanos unas hamburguesas…!”.
Hablar así en España no es un delito porque es lo normal. Un país que ha perdido todas las normas del protocolo, la cortesía, la educación y la urbanidad, cree que en todo el mundo las reglas son iguales. Pero no: el resto del mundo no es así y por eso se percibe a español como si tuviera los defectos del nuevo conquistador.
Debido a esa forma de expresarse, los empresarios, ejecutivos, turistas y viajantes españoles tienen tanta mala fama en el extranjero. Caen muy mal. Además, parece que siempre “están bravos”.
Hace pocos días, un amigo que es alemán-norteamericano-venezolano y algunas nacionalidades más (en su familia, menos incesto, hubo todo tipo de mezclas), me decía las cosas que le pasaban con su mujer española: trabajaban los dos en EEUU pero los empleados se dirigían a mi amigo y le decían en confianza: “No queremos tratar con tu mujer; sólo contigo. Ella está siempre enfadada y parece de mal humor”.
¿De mal humor? ¡Pero si era una española encantadora! Encantadora en España, claro. Fuera de nuestras fronteras, nuestras chicas pierden su encanto porque no se dan cuenta de la forma que tienen de dirigirse a los demás: siempre dando órdenes; soltando la bronca, nunca piden las cosas por favor, hablan en imperativo; elevan la voz; discuten… ¿Sutileza? Eh, bue… Sinceramente eso no existe en España.
“Pero si no estábamos discutiendo”, dicen los jefes españoles. “Sólo les estaba diciendo a estos bolivianos cómo tenían que hacer las cosas”. Claro, pero si usted no emplea códigos universales como “por favor”, o verbos en condicional como “podría usted”, y una sonrisa de vez en cuando, pensarán que usted es como los cómitres romanos, aquellos tipos que daban latigazos a los galeotes para que remaran más rápido.
Cuando los alemanes vienen a España les pasa lo mismo: “¿Por qué aquí nadie pide las cosas por favor?”,me decía un alemán. “En Alemania sería casi un insulto”.
No se da cuenta este alemán de que ha aterrizado en el país que nunca dice “por favor”, un país que considera los tacos como parte del Patrimonio Cultural. No sería extraño que se elevara una propuesta para declarar los tacos y las palabrotas “Patrimonio de la Humanidad”. Los tacos y las imprecaciones en español, los que mejor suenan en el mundo.
Y eso que no quiero entrar en la forma en que los españoles hablan por teléfono: levantan el auricular y cuando se pone alguien al otro lado, gritan: “¿Está Manolo?”. No se les ocurre que uno debe dar los buenos días y presentarse. Nooooo. Aquí el que llama, suelta, “¿Está Manolo?” y el que contesta dice: “¡Joder, aquí no hay ningún Manolo!”. Un país de formas encantadoras.
¿Han visto cómo atienden las chachas sudamericanas? Son más dulces, más amables y más educadas que el ejecutivo del BBVA mejor pagado. Por eso los restaurantes están encantados con sus camareras latinoamericanas, porque son más suaves y más educadas que las españolas.
Las agencias de comunicación como Llorente y Cuenca que tienen delegaciones en el extranjero, se ven obligadas a dar un repaso a los ejecutivos españoles expatriados que aterrizan por primera vez en, digamos, Argentina o Panamá. “Por favor, hable bajito; no olvide decir por favor, sonría”.
Pero aquí, nada de nada.
Los españoles no se dan cuenta de cómo son percibidos. Piensan que cuando viajan al extranjero, el mundo les acoge como las personas más simpáticas del mundo. No es así. Los ejecutivos españoles, las empresarias españolas, los funcionarios de Exteriores españoles, parece que están de mal humor todo el tiempo porque no tienen empatía, su lenguaje es soez (en Iberoamérica soltar un taco en público es de mala educación), su tono es alto y sus maneras son hoscas.
Y eso que no quiero hablar de los españoles en Asia:
allí, la sonrisa y la educación son signos de civilización. Justo lo que no tienen los españoles.
De modo que: ¡clases de cortesía para todos.

Autor:
CARLOS SALAS
zoomboomcrash

Fecha:
2 noviembre 2009


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SOMOS MALEDUCADOS